Muchas veces escuchamos decir a personas que van a la Iglesia ya sea por un sacerdote, un diácono, una religiosa o hasta cualquier otro hermano o hermana en nuestra comunidad. Muchas son las veces también que escuchamos un gran porcentaje de estos hermanos que se han alejado de la Iglesia defraudados por “X” o “Y” razón con esa persona por quien iban a la Iglesia. Esta es una situación que lamentablemente hasta en mis propios allegados he podido observar. Ante situaciones como esta me pregunto y nos debemos preguntar, ¿Dónde tenía puesta la fe esa persona?
Escuchando a mi párroco predicar en Misa Dominical, le decía a la comunidad como una persona que lo había llamado porque quería sacar una cita. Narraba nuestro presbítero, que le pregunto cuál era su problema o situación para así determinar cuánto tiempo debía usar y de igual forma determinar día y hora para dicha cita. Esta persona que indico que tenia crisis de fe a los que el sacerdote le ofreció un día y hora para su cita. Este hermano(a) le pidió que si lo podía atender en ese instante a lo que mi párroco le replico que era imposible atenderlo en ese instante porque tenía que salir para visitar un enfermo moribundo. Esta persona se molesto porque el padre no lo podía atender en ese momento y le recrimino que las personas están como están porque los sacerdotes no los atienden. Y recalcaba mi pastor (párroco) que donde estaba su fe puesta.
Los seres humanos nos hemos de equivocar muchas veces y por muchas razones. Estas situaciones, cuando van en contra de nosotros sin duda alguna nos han de tocar las fibras más intimas de nuestro ser y nos dolerá ciertamente. Cuando alguien me falla y me hiere suelo decirme a mí mismo, ánimo que Cristo no me fallara. San Pablo en la Segunda Carta a Timoteo nos dice; por eso soporto esta prueba. Pero no me avergüenzo, porque sé en quién he puesto mi confianza, y estoy convencido de que él es capaz de conservar hasta aquel Día el bien que me ha encomendado (2 Tim. 1, 12). Esta es una lección que San Pablo vivió en carne viva ya que desde la prisión nos deja estas palabras. La fe en Cristo, para Pablo, es todo. “La vida que vivo al presente en la carne –escribe a modo de memoria en la Carta a los Gálatas--, la vivo en la fe del Hijo de Dios que me amó y se entregó a sí mismo por mí” (Ga 2,20).
Para entender la falta de fe en muchas personas sería bueno preguntarnos; ¿Cuál es el papel que tiene Jesús tanto en la sociedad como en la cultura? Los medios de comunicación masiva nos pueden brindar unas pistas muy claras y hasta pueden contestar esta pregunta. Para el medio Jesús es un “superstar” como lo muestran una gran lista de libros, películas, y hasta comic que manipulan la imagen de Cristo. Muchas veces hasta con una supuesta nueva evidencia fantasmal del cual el Código Da Vinci el más reciente de esta larga serie. Desde cierto punto se puede apreciar que Jesús está presente en la cultura pero desde ámbito de la fe que fue lo que más que cuestionó Jesús mientras vivía, podemos notar una impresionante ausencia y hasta la negación y rechazo solapado. Esto es así precisamente por el conocimiento a medias y conformista al que muchas personas adquieren sobre Jesús. Es como si solo conocieran la naturaleza humana de Jesús y no la divina.
Ahora bien, no pretendo poner soluciones superfluas, caminar en fe no es algo que podamos hacer por nosotros mismos. Para eso hay que recordar lo que dice el Apóstol Pablo, quien no tiene el Espíritu de Cristo no puede ser de Cristo (cf. Rm. 8, 9). Es el mismo Espíritu Santo por medio de la Gracia Divina quien hace que la fe vaya creciendo en nuestro ser. Para eso hay que vivir con la convicción de que todo lo puedo en Cristo que me fortalece (cf. Fil. 4, 13). La oración que es medio infalible para comunicarnos con Dios debe ser parte fundamental de nuestra vida de fe. Para San Juan Evangelista la fe que adquirimos por medio del bautismo es la que vence al mundo; El amor a Dios consiste en cumplir sus mandamientos,3 y sus mandamientos no son una carga, porque el que ha nacido de Dios, vence al mundo. 4 Y la victoria que triunfa sobre el mundo es nuestra fe. ¿Quién es el que vence al mundo,5 sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios? (1 Jn. 5, 3 – 5). Jesús nos dice que hay que tener valor; les digo esto33 para que encuentren la paz en mí. 33 En el mundo tendrán que sufrir;33 pero tengan valor:33 yo he vencido al mundo (Jn. 16, 33) el valor es sin duda un requisito esencial para vivir la fe.
La Iglesia es santa pero los hombres fallamos, como lidiar con esto. Primero orar unos por otros. Como dice mi párroco a la asamblea, que nadie llegue a la Iglesia (Templo) por un sacerdote y mucho menos por él. Que la falta de un hermano (sea quien sea; parte del clero o laico) que no sea motivo ni excusa para no perseverar en la fe. Por el contrario, mi fe en Cristo debe impulsarme a orar y a sobrellevar esa situación.
Cada vez que llego a la Eucaristía debo estar consciente que quien me impulsa en primera instancia es esa fe en Cristo Jesús. Es esa fe en Cristo Jesús la que hace que yo conviva en caridad con los hermanos. Le fe inclusive hace que yo pueda comprender y manejar mejor situaciones que sin fe suelen ser intolerables. La respuesta a mi fe es personal (respondo o no respondo). Pero una vez ya he respondido deja de ser personal y se convierte en comunitaria como fe de la Iglesia. Mi fe, no importa lo bueno o malo (en especial lo malo) siempre esta puesta en Jesús de Nazaret… y tu ¿en quién tienes puesta tu fe?
Autor: Daniel Cáliz Fuente: Catequesis de Adultos
El Blog: C, A y P es parte del Apostolado Católico Anawim (ACA) Inc. Este blog es presentado a ustedes por su hermano y servidor en Cristo Jesús, Daniel Cáliz. El propósito de C, A y P es brindar recursos y material para la formación cristiana según lo enseña el Magisterio de la Iglesia Católica. Es por eso que el ACA se compromete en obediencia y fidelidad en la Iglesia Católica a la vocación de la triple misión de Cristo (sacerdotes, reyes y profetas) que adquirimos en nuestro bautismo.
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