15 de octubre de 2015

La Pastoral de la Familia ¿Qué es? & ¿Cómo podemos y debemos involucrarnos en ella en nuestras parroquias y diócesis?

Hoy en día con todo este asunto del Sínodo XIV Ordinario de los Obispos sobre la familia se ha estado comentado mucho sobre la Pastoral Familiar. 

Es muy importante que comprendamos muy bien que es una pastoral.  Además es de vital importancia que redescubramos y reaprendamos que es la familia.  Según lo ha querido Dios y lo enseña la Iglesia como su sacramento o signo de salvación que es. 
La pastoral es la acción de la Iglesia Católica en la sociedad y el mundo conjunto de actividades (religiosas, deportivas, sociales, culturales, etc.) con el propósito de realizar su misión la cual consiste primaria y fundamentalmente en continuar la acción de Jesucristo.   La palabra pastoral se deriva de la palabra pastor la cual es uno de los conceptos más famoso en toda la Revelación Divina (o sea la Tradición Apostólica y la Palabra Escrita).
Cuando hablamos de pastoral (cualquier tipo de pastoral en la Iglesia Católica) implica que hay un pastor y un rebaño.  Esto aunque sueno suene muy elemental a la inteligencia humana lamentablemente se nos olvida y por ende se pierde de perspectiva la finalidad de la acción pastoral la cual es en el término más amplio, que un Pastor (Jesucristo) guie y dirija a su rebaño (todos los bautizados).
Claro está dentro de la Iglesia hay distintos tipos de pastorales pero todas estas de una forma u otra van a ser u deben ser canalizadas en la pastoral familiar.
Veamos entonces ¿Qué es la pastoral familiar?  Unos de los documentos de la Iglesia que mejor nos habla de la realidad de la familia en estos tiempos lo es la Exhortación Apostólica Familiaris Consortio (FC) de San Juan Pablo II.  Veamos que nos dice este documento sobre la Pastoral Familiar.  La pastoral familiar busca que la familia se desarrolle y crezca desde el noviazgo y el matrimonio sacramental comience su camino cotidiano (del diario vivir) de una progresiva actuación de los valores y deberes del mismo matrimonio.  Desde estos inicios la familia está llamada a una experiencia de peregrinación terrena para llegar a la plena revelación y realización del Reino de Dios (ver FC # 65).
¿Por qué la Iglesia debe darle prioridad a la familia y de esta forma la Pastoral Familiar  adquiera consistencia y se desarrolle?   En mismo Juan Pablo II nos da la respuesta a esta pregunta: “Haced todos los esfuerzos para que haya una pastoral familiar. Atended a campo tan prioritario con la certeza de que la evangelización en el futuro depende en gran parte de la ‘Iglesia doméstica’. Es la escuela del amor, del conocimiento de Dios, del respeto a la vida, a la dignidad del hombre. Es esta pastoral tanto más importante cuanto la familia es objeto de tantas amenazas. Pensad en las campañas favorables al divorcio, al uso de prácticas anticoncepcionales, al aborto, que destruyen la sociedad” (IV [parte o capítulo], a [párrafo], Discurso de la Inauguración de la III Conferencia General del Episcopado Latinoamericano; Puebla, México; 28 de enero de 1979).
Como podemos observar ya Juan Pablo II nos advertía de la gran importancia que tiene la familia para la vida de la Iglesia.  Fue providencial y profético a la misma vez que nuestro santo polaco nos advirtiera que la evangelización del futuro (nuestro presente) dependía de la Iglesia Domestica.   Hay que reconocer que todo los que sucede en la vida de la Iglesia tiene como punto de partida la familia.
Nuestros obispos (incluyendo al papa), nuestros sacerdotes y diáconos aprendieron su fe y fueron discerniendo su vocación al sacerdocio desde la perspectiva familiar.  Cuando leemos la vida de los santos nos daremos cuenta que esto que mencione anteriormente es una realizad.   Tomemos como ejemplo las vidas de Pablo VI (beato), Juan Pablo II y Juan XXIII (canonizados) la familia fue en ellos esa tierra fértil donde se plantó las semillas de sus vocaciones.
Retomando este grandioso documento de la Familiaris Consorcio vemos como el Papa JPII advertía de los ataques que ya en ese entonces se veían venir para la familia.  La situación actual en el mundo con todos los problemas sociales, políticos, económicos con una marcada ausencia de moral cristiana nos da la razón de lo que decía el “Papa Wojtyła”.  Toda esta problemática de una forma u otra sin duda alguna es un ataque no solo a la familia como institución sino a la familias como personas que las cuales poseen sin duda alguna una dignidad sagrada.
Quien me diga a mí que el aborto no es un ataque a la familia consiente o inconscientemente me está mintiendo.  Quien me diga a mí que el querer equiparar e igualar la uniones homosexuales con el matrimonio tradicional (hombre & mujer) como Dios mismo lo estableció no es un ataque a la familia me está mintiendo.  Quien me diga a mí que la eutanasia no es un ataque a la familia me está mintiendo. 
La pastoral familiar según lo indicaba JPII en la Familiaris Consorcio requiere de ciertos pasos o etapas:
Acompañamiento de parte de la Iglesia en el diario caminar de la familia.
La Iglesia quien es Madre & Maestra siempre ha visto en la Sagrada Familia (José, María y Jesús) un modelo de los que deben ser todas las familias.  Los últimos papas y el Magisterio de la Iglesia nos han demostrado de una u otra forma que la Sagrada Familia hoy en día sigue siendo modelo que supera y transforma cualquier realidad humana en especial las realidades negativas de las familias. 
Preparación o formación seria y comprometida.
Hoy más que nunca la formación prematrimonial debe crecer no solo en material discutido sino también en compromiso cristiano que persevere.  Este compromiso debe ir creciendo como árbol genealógico espiritual donde el tronco o raíces del mismo sea Cristo Jesús.  De la misma forma que en las profesiones hay un proceso de educación continua así también la formación de la familia debe expandirse de forma tal esta ser solido soporte y a la vez sea instrumento para afrontar responsablemente (cristianamente hablando) los duros problemas que atacan la integridad cristiana de la familia.
Celebración en la liturgia de la Iglesia en especial en la Eucaristía.
No dice la Iglesia en el Vaticano II que “la Eucaristía es el centro y culmen de toda la vida cristiana” (Lumen Gentium # 11).  La Iglesia Domestica debe ser “iglesia sacramental”.  Hay una expresión que dice que: “no podemos dar lo que no tenemos”.  Por eso toda la formación y catequesis familiar deben llevar a la familia a la vivencia de los sacramentos. Por eso ¿sabemos que son los sacramentos? La palabra sacramento viene del latín sacramentum que literalmente significa momento sagrado.  Pero esta definición etimología no es suficiente.
La Iglesia nos enseña que los sacramentos son signos sensibles y palpables que nos confiere la gracia (santificante & sacramental) instituidos por Cristo Jesús para nuestra salvación.  Sabemos que son siete sacramentos pero quizás no sepamos es que el número 7 en la Palabra de Dios significa plenitud y perfección.
Nuestros hermanos cristianos (los católicos en fidelidad al sucesor de Pedro y los ortodoxos) en oriente le llaman a los sacramentos mysterion.  Fácilmente podemos deducir que de esta palabra en griego proviene la palabra misterio.  Tengamos en cuenta que esta palabra no significa lo mismo para el mundo que para los cristianos.  Para la sociedad y el mundo el misterio es aquello que está completamente oculto y en ocasiones se le asocia con el ocultismo.   Para los cristianos el misterio es todo lo que Dios va revelando pero que no entendemos del todo.
Sabemos que el pan y el vino después de la transustanciación dejan de ser pan y vino para convertirse en el Cuerpo, la Sangre, el Alma y la Divinidad de Jesucristo.  Esto los sabemos por fe pero no conocemos del todo porque esto sucede.  Al menos podemos y debemos saber que sucede por amor.  Para mí eso es más que suficiente.  Eso son los sacramentos, misterios de Dios que El mismo nos ha revelado pero que no lo conocemos del todo.  Los sacramentos son gestos y signos externos de una realidad (mucho mayor y más grande que nosotros) que no vemos ya que es espiritual.
Celebración del matrimonio y evangelización de los bautizados no creyentes (católicos de nombre)
Los sacramentos nos dan las gracias y nos hace crecer en la gracia o don de Dios en nuestras vidas.  Crecer en gracia implica crecer en santidad viviendo en las virtudes cristianas y morales.  Los matrimonios y las familias ya comprometidas con la Iglesia estamos llamados a ser testigos no solo de la vida cristiana sino esencialmente del amor de Dios.  En este sentido la misma familia se convierte en agente de evangelización y agente de pastoral catequética (en todas las áreas de la catequesis parroquial y eclesial).  En este contexto el testimonio cristiano se convierte en semilla que bebe brotar en los corazones de todos aquellos que están alejados de una forma u otra de la vida eclesial.
Pastoral postmatrimonial
Lamentablemente algunas parroquias y/o diócesis después de la formación o preparación prematrimonial dejan huérfanos a estos nuevos matrimonios.  Recordemos que para un huérfano le es doble (o tres veces) dificultoso mantener la ruta adecuada y llegar a la metas de la vida cristiana. 
En este sentido los obispos y Padres Sinodales han hecho una autocrítica y han reconocido sus faltas y descuidos en cuanto a la pastoral familiar se refiere.  Esto sin duda alguna es algo muy meritorio pero la cosa no se detiene ahí.  Nos toca a los laicos (todo el pueblo de Dios) orar por el clero y por el Magisterio de la Iglesia que estos sepan liderar una pastoral familiar eficiente en el amor (caridad fraterna), la misericordia y en la evangelización (incluyendo la catequesis).   También nos toca a los laicos ser agentes de pastoral para colaborar con los principales agentes de pastoral que son los obispos, presbíteros (sacerdotes) y diáconos.
“La acción pastoral es siempre expresión dinámica de la realidad de la Iglesia, comprometida en su misión de salvación” (FC II (segunda parte) Estructuras de la Pastoral Familiar).  Recordemos que la Iglesia está subdividida por así decirlo en diócesis y parroquias.  La pastoral familiar (como cualquier otro tipo de pastoral) se realiza a nivel parroquial y diocesano. 
Como ya mencione previamente la pastoral familiar posee unos agentes de pastoral que encaminan la misma pastoral familiar.
Algunos agentes de pastoral:
Obispo y Presbíteros
El obispo es el primer responsable de la pastoral familiar.  Estos se valen de los presbíteros como colaboradores directos.  La formación de estos (obispos y presbíteros) y su experiencia pastoral los hacen idóneos y capacitados para saber orientar a los matrimonios y a los miembros de la familia en la vida eclesial dentro de la sociedad donde conviven con los demás.
Su Santidad Juan Pablo II exponía muy bien las funciones de los sacerdotes en la pastoral familiar.  “Su responsabilidad se extiende no sólo a los problemas morales y litúrgicos, sino también a los de carácter personal y social. Ellos deben sostener a la familia en sus dificultades y sufrimientos, acercándose a sus miembros, ayudándoles a ver su vida a la luz del Evangelio. No es superfluo anotar que de esta misión, si se ejerce con el debido discernimiento y verdadero espíritu apostólico, el ministro de la Iglesia saca nuevos estímulos y energías espirituales aun para la propia vocación y para el ejercicio mismo de su ministerio” (FC # 73).
Diáconos
Junto con los sacerdotes los diáconos (ya sean transitorios en vía al presbiterado o permanentes ya sean casados y célibes) por su formación y experiencia pastoral los hace instrumentos fructíferos para la pastoral familiar.
Laicos  
Es este documento de la FC el Papa JPII indica que los laicos junto con los pastores (obispos, sacerdotes y diáconos) estamos llamados a realizar la función y misión profética de Cristo.   
Nos podríamos (y nos debemos) preguntar ¿Qué implica esta misión profética de Cristo para todos los bautizados?  En nuestro bautismo recibimos lo que se llama la Triple Misión de Cristo de ser sacerdote (sacerdocio común de los fieles), rey y profeta. 
Todo bautizado participa del sacerdocio (no ordenado) común de los fieles que como Cristo está llamado a ofrecer sacrificio a Dios y ser mediadores e interceder por los hermanos.  Esto es posible con una vida de abnegación (del latín adnegatio que significa sacrificio o privación de deseos) de todas las cosas que nos apartan de Dios en especial del pecado.
En la Eucaristía como el Mayor de los Sacrificios las familias en especial los padres están llamado ofrecer en el altar los sacrificios diarios de la vida familiar para que adquieran y sean un valor salvífico.
Los cristianos estamos llamados a reinar al ejemplo de Cristo.  El reinado de Cristo sin duda es una paradoja o contradicción a los que es para el mundo reinar ya que implica poseer poder y más poder.  Por eso Jesús le dice a sus discípulos: “Sepan que el Hijo del Hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y dar su vida en rescate por una muchedumbre” (Mc. 10, 45).
Para quien piensa que el profeta es aquel que adivina el futuro le tengo malas noticias ya que eso no es así.  El profeta es aquel que anuncia y denuncia.  Anuncia la gracia de Dios, las maravillas de Dios en especial el amor de Dios para con sus hijos.  Denuncia el pecado, todo lo que no le agrada a Dios en especial el odio que siembra en el hombre el maligno.  Una bella definición del profeta que una vez aprendí es la siguiente: “el profeta es aquel que habla con Dios de los hombres y habla a los hombres de Dios”.
Hay situaciones que por su propia naturaleza son muy complicadas de por sí y por las cuales la pastoral familiar tiene que lidiar.   Veamos algunas de estas situaciones, ¿Cuáles son?  
Los “matrimonios a prueba” o sea aquellos donde uno o ambos en la pareja ponen prueba la relación.  Estas suelen decir bueno, me voy a convivir y si me va mal me separo y nada ha pasado.  Esto sin duda extravía el camino recto de lo que debe ser el matrimonio. También están las uniones libres sin ningún tipo de vínculo ni civil ni religioso.  Como podemos apreciar en nuestros países y lugares donde vivimos estas situaciones se van regando como la pólvora cada vez más rápido.   Una de las situaciones cada vez más en crecimiento lo son los cristianos y/o católicos unidos solamente por el matrimonio civil.
Otro caso los son los  separados o divorciados no casados de nuevo.  Por lo regular muchos de los que están en esta situación lo están porque quieren ser fieles a Cristo y a la Iglesia.  Yo puedo dar testimonio de esto ya que mi esposa y yo pasamos por esta situación.  Pero como le suelo decir a mis hermanos en la Iglesia (ya que es cierto) el Espíritu Santo tiene tiempo record ya que un año restableció nuestro matrimonio.  Por lo que doy infinitas glorias a Dios.
Hago la salvedad que aunque mi caso como divorciado duro poco tiempo y se resolvió la situación, para gloria de Dios; yo sé de personas divorciadas que llevan décadas y que han tratado de someter casos en los tribunales eclesiásticos de nulidad de matrimonio y aunque estos han sido infructuosos siguen fieles a la Iglesia.  Un caso muy conocido lo es el de conocido apologista laico católico cubano Frank Morera.
Otro caso muy similar pero no igual lo son el de los divorciados en segundas uniones (casados de nuevo por lo civil).  Digo similar y no iguales porque algunos casos estos han estado tratando de ser fiel a la Iglesia por mucho tiempo antes de cambiar de parecer.
Algo hay que establecer para que quede muy claro.  LOS HERMANOS EN ESTE TIPO DE SITUACION NO ESTAN (aquí no están significa no están) EXCOMULGADOS
COMO NO PUEDEN RECIBIR LA COMUNION SACRAMENTAL ya que por su situación de pecado que no pueden recibir la absolución sacramental.  Para la absolución en la Penitencia o Reconciliación  se necesita que el cristiano pueda hacer propósito de enmienda (de no volver a pecar) y tener dolor corazón o arrepentimiento sincero.  
Pero a estos se les aconseja venir y participar activamente de la Santa Misa y como no pueden comulgar se les invita a que hagan una comunión espiritual.   Cuando lo deseen pueden pasar en la fila de comulgar con los bazos cruzados en el pecho para recibir una bendición de parte del sacerdote.  Esto es algo que suele practicar en muchas diócesis aquí en los EEUU es muy común.  
Además a estos se les exhorta a que participen de ministerios en la comunidad eclesial donde no sea necesario un testimonio de vida cristiana más allá de lo común.  Algunos de estos ministerios en los que están esta situación podrían participar (sin que se limiten solos a ellos) podrían ser ayudar en la colecta, ujieres, ayudar en ornato o limpieza de las áreas de la parroquia, etc.  Claro está, es muy aconsejable que hablen con sus párrocos o sacerdotes para información más detallada.
Para estas situaciones antes mencionadas y para toda la familia en general para pastoral de la familia debe estar dispuesta a trabajar.  Claro está que hay situaciones como estas últimas mencionadas que requieren asesoramiento algunas veces profesional y para los agentes de pastoral familiar mayor y más adecuado entrenamiento y formación.
La pastoral familiar no es ni debe estar enfocado en un grupo en particular.  Es algo que debe estar compuestos no solo de todas las familias de la comunidad eclesial sino también que cada grupo parroquial o apostólico se debe involucrar en su proceso.  Al fin al cabo el clero (obispos, presbíteros y diáconos) y todo el pueblo de Dios (todos los bautizados) somos los responsables aunque unos más que otros pero al fin y al cabo, todos somos responsables.

¡Que el Espíritu Santo siempre nos guie en el desarrollo de la Pastoral Familiar!  ¡Que María Santísima Madre de la Iglesia y Madre de todas las familias sea intercesora de las familias en especial en estos tiempos difíciles! Que así sea.

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