Hoy en día con
todo este asunto del Sínodo XIV Ordinario de los Obispos sobre la familia se ha
estado comentado mucho sobre la Pastoral Familiar.
Es muy importante que comprendamos muy bien
que es una pastoral. Además es de vital
importancia que redescubramos y reaprendamos que es la familia. Según lo ha querido Dios y lo enseña la
Iglesia como su sacramento o signo de salvación que es.
La pastoral es
la acción de la Iglesia Católica en la sociedad y el mundo conjunto de
actividades (religiosas, deportivas, sociales, culturales, etc.) con el
propósito de realizar su misión la cual consiste primaria y fundamentalmente en
continuar la acción de Jesucristo. La
palabra pastoral se deriva de la palabra pastor la cual es uno de los conceptos
más famoso en toda la Revelación Divina (o sea la Tradición Apostólica y la
Palabra Escrita).
Cuando hablamos
de pastoral (cualquier tipo de pastoral en la Iglesia Católica) implica que hay
un pastor y un rebaño. Esto aunque sueno
suene muy elemental a la inteligencia humana lamentablemente se nos olvida y
por ende se pierde de perspectiva la finalidad de la acción pastoral la cual es
en el término más amplio, que un Pastor (Jesucristo) guie y dirija a su rebaño
(todos los bautizados).
Claro está
dentro de la Iglesia hay distintos tipos de pastorales pero todas estas de una
forma u otra van a ser u deben ser canalizadas en la pastoral familiar.
Veamos entonces
¿Qué es la pastoral familiar? Unos de
los documentos de la Iglesia que mejor nos habla de la realidad de la familia
en estos tiempos lo es la Exhortación Apostólica Familiaris Consortio (FC) de
San Juan Pablo II. Veamos que nos dice
este documento sobre la Pastoral Familiar.
La pastoral familiar busca que la familia se desarrolle y crezca desde
el noviazgo y el matrimonio sacramental comience su camino cotidiano (del
diario vivir) de una progresiva actuación de los valores y deberes del mismo
matrimonio. Desde estos inicios la
familia está llamada a una experiencia de peregrinación terrena para llegar a
la plena revelación y realización del Reino de Dios (ver FC # 65).
¿Por qué la
Iglesia debe darle prioridad a la familia y de esta forma la Pastoral Familiar adquiera consistencia y se desarrolle? En mismo Juan Pablo II nos da la respuesta a
esta pregunta: “Haced todos
los esfuerzos para que haya una pastoral familiar. Atended a campo tan
prioritario con la certeza de que la evangelización en el futuro depende en
gran parte de la ‘Iglesia doméstica’. Es la escuela del amor, del conocimiento
de Dios, del respeto a la vida, a la dignidad del hombre. Es esta pastoral
tanto más importante cuanto la familia es objeto de tantas amenazas. Pensad en
las campañas favorables al divorcio, al uso de prácticas anticoncepcionales, al
aborto, que destruyen la sociedad”
(IV
[parte o capítulo], a [párrafo], Discurso de la Inauguración de la III
Conferencia General del Episcopado Latinoamericano; Puebla, México; 28 de enero
de 1979).
Como podemos
observar ya Juan Pablo II nos advertía de la gran importancia que tiene la
familia para la vida de la Iglesia. Fue
providencial y profético a la misma vez que nuestro santo polaco nos advirtiera
que la evangelización del futuro (nuestro presente) dependía de la Iglesia
Domestica. Hay que reconocer que todo
los que sucede en la vida de la Iglesia tiene como punto de partida la familia.
Nuestros
obispos (incluyendo al papa), nuestros sacerdotes y diáconos aprendieron su fe
y fueron discerniendo su vocación al sacerdocio desde la perspectiva
familiar. Cuando leemos la vida de los
santos nos daremos cuenta que esto que mencione anteriormente es una
realizad. Tomemos como ejemplo las vidas de Pablo VI
(beato), Juan Pablo II y Juan XXIII (canonizados) la familia fue en ellos esa
tierra fértil donde se plantó las semillas de sus vocaciones.
Retomando este
grandioso documento de la Familiaris Consorcio vemos como el Papa JPII advertía
de los ataques que ya en ese entonces se veían venir para la familia. La situación actual en el mundo con todos los
problemas sociales, políticos, económicos con una marcada ausencia de moral
cristiana nos da la razón de lo que decía el “Papa Wojtyła”. Toda esta problemática de una forma u otra
sin duda alguna es un ataque no solo a la familia como institución sino a la
familias como personas que las cuales poseen sin duda alguna una dignidad
sagrada.
Quien me diga a
mí que el aborto no es un ataque a la familia consiente o inconscientemente me
está mintiendo. Quien me diga a mí que
el querer equiparar e igualar la uniones homosexuales con el matrimonio
tradicional (hombre & mujer) como Dios mismo lo estableció no es un ataque
a la familia me está mintiendo. Quien me
diga a mí que la eutanasia no es un ataque a la familia me está mintiendo.
La pastoral
familiar según lo indicaba JPII en la Familiaris Consorcio requiere de ciertos
pasos o etapas:
Acompañamiento
de parte de la Iglesia en el diario caminar de la familia.
La Iglesia
quien es Madre & Maestra siempre ha visto en la Sagrada Familia (José,
María y Jesús) un modelo de los que deben ser todas las familias. Los últimos papas y el Magisterio de la
Iglesia nos han demostrado de una u otra forma que la Sagrada Familia hoy en día
sigue siendo modelo que supera y transforma cualquier realidad humana en
especial las realidades negativas de las familias.
Preparación o
formación seria y comprometida.
Hoy más que
nunca la formación prematrimonial debe crecer no solo en material discutido
sino también en compromiso cristiano que persevere. Este compromiso debe ir creciendo como árbol
genealógico espiritual donde el tronco o raíces del mismo sea Cristo
Jesús. De la misma forma que en las
profesiones hay un proceso de educación continua así también la formación de la
familia debe expandirse de forma tal esta ser solido soporte y a la vez sea
instrumento para afrontar responsablemente (cristianamente hablando) los duros
problemas que atacan la integridad cristiana de la familia.
Celebración en
la liturgia de la Iglesia en especial en la Eucaristía.
No dice la
Iglesia en el Vaticano II que “la
Eucaristía es el centro y culmen de toda la vida cristiana” (Lumen Gentium # 11). La Iglesia Domestica debe ser “iglesia sacramental”.
Hay una expresión que dice que: “no podemos dar lo que no tenemos”. Por eso toda la formación y catequesis
familiar deben llevar a la familia a la vivencia de los sacramentos. Por eso
¿sabemos que son los sacramentos? La palabra sacramento viene del latín sacramentum
que literalmente significa momento sagrado. Pero esta definición etimología no es
suficiente.
La Iglesia nos
enseña que los sacramentos son signos sensibles y palpables que nos confiere la
gracia (santificante & sacramental) instituidos por Cristo Jesús para
nuestra salvación. Sabemos que son siete
sacramentos pero quizás no sepamos es que el número 7 en la Palabra de Dios
significa plenitud y perfección.
Nuestros hermanos
cristianos (los católicos en fidelidad al sucesor de Pedro y los ortodoxos) en
oriente le llaman a los sacramentos mysterion. Fácilmente podemos deducir que de esta
palabra en griego proviene la palabra misterio.
Tengamos en cuenta que esta palabra no significa lo mismo para el mundo
que para los cristianos. Para la
sociedad y el mundo el misterio es aquello que está completamente oculto y en
ocasiones se le asocia con el ocultismo.
Para los cristianos el misterio es todo lo que Dios va revelando pero
que no entendemos del todo.
Sabemos que el
pan y el vino después de la transustanciación dejan de ser pan y vino para
convertirse en el Cuerpo, la Sangre, el Alma y la Divinidad de Jesucristo. Esto los sabemos por fe pero no conocemos del
todo porque esto sucede. Al menos
podemos y debemos saber que sucede por amor.
Para mí eso es más que suficiente.
Eso son los sacramentos, misterios de Dios que El mismo nos ha revelado
pero que no lo conocemos del todo. Los
sacramentos son gestos y signos externos de una realidad (mucho mayor y más
grande que nosotros) que no vemos ya que es espiritual.
Celebración del
matrimonio y evangelización de los bautizados no creyentes
(católicos de nombre)
Los sacramentos
nos dan las gracias y nos hace crecer en la gracia o don de Dios en nuestras
vidas. Crecer en gracia implica crecer
en santidad viviendo en las virtudes cristianas y morales. Los matrimonios y las familias ya
comprometidas con la Iglesia estamos llamados a ser testigos no solo de la vida
cristiana sino esencialmente del amor de Dios.
En este sentido la misma familia se convierte en agente de
evangelización y agente de pastoral catequética (en todas las áreas de la catequesis
parroquial y eclesial). En este contexto
el testimonio cristiano se convierte en semilla que bebe brotar en los
corazones de todos aquellos que están alejados de una forma u otra de la vida
eclesial.
Pastoral
postmatrimonial
Lamentablemente
algunas parroquias y/o diócesis después de la formación o preparación
prematrimonial dejan huérfanos a estos nuevos matrimonios. Recordemos que para un huérfano le es doble
(o tres veces) dificultoso mantener la ruta adecuada y llegar a la metas de la
vida cristiana.
En este sentido
los obispos y Padres Sinodales han hecho una autocrítica y han reconocido sus
faltas y descuidos en cuanto a la pastoral familiar se refiere. Esto sin duda alguna es algo muy meritorio
pero la cosa no se detiene ahí. Nos toca
a los laicos (todo el pueblo de Dios) orar por el clero y por el Magisterio de
la Iglesia que estos sepan liderar una pastoral familiar eficiente en el amor
(caridad fraterna), la misericordia y en la evangelización (incluyendo la
catequesis). También nos toca a los
laicos ser agentes de pastoral para colaborar con los principales agentes de
pastoral que son los obispos, presbíteros (sacerdotes) y diáconos.
“La acción
pastoral es siempre expresión dinámica de la realidad de la Iglesia,
comprometida en su misión de salvación” (FC II
(segunda parte) Estructuras de la Pastoral Familiar). Recordemos que la Iglesia está subdividida
por así decirlo en diócesis y parroquias.
La pastoral familiar (como cualquier otro tipo de pastoral) se realiza a
nivel parroquial y diocesano.
Como ya
mencione previamente la pastoral familiar posee unos agentes de pastoral que
encaminan la misma pastoral familiar.
Algunos
agentes de pastoral:
Obispo y
Presbíteros
El obispo es el
primer responsable de la pastoral familiar.
Estos se valen de los presbíteros como colaboradores directos. La formación de estos (obispos y presbíteros)
y su experiencia pastoral los hacen idóneos y capacitados para saber orientar a
los matrimonios y a los miembros de la familia en la vida eclesial dentro de la
sociedad donde conviven con los demás.
Su Santidad
Juan Pablo II exponía muy bien las funciones de los sacerdotes en la pastoral
familiar. “Su responsabilidad se
extiende no sólo a los problemas morales y litúrgicos, sino también a los de
carácter personal y social. Ellos deben sostener a la familia en sus
dificultades y sufrimientos, acercándose a sus miembros, ayudándoles a ver su
vida a la luz del Evangelio. No es superfluo anotar que de esta misión, si se
ejerce con el debido discernimiento y verdadero espíritu apostólico, el
ministro de la Iglesia saca nuevos estímulos y energías espirituales aun para
la propia vocación y para el ejercicio mismo de su ministerio” (FC # 73).
Diáconos
Junto con los
sacerdotes los diáconos (ya sean transitorios en vía al presbiterado o permanentes
ya sean casados y célibes) por su formación y experiencia pastoral los hace
instrumentos fructíferos para la pastoral familiar.
Laicos
Es este
documento de la FC el Papa JPII indica que los laicos junto con los pastores
(obispos, sacerdotes y diáconos) estamos llamados a realizar la función y
misión profética de Cristo.
Nos podríamos
(y nos debemos) preguntar ¿Qué implica esta misión profética de Cristo para
todos los bautizados? En nuestro
bautismo recibimos lo que se llama la Triple Misión de Cristo de ser sacerdote
(sacerdocio común de los fieles), rey y profeta.
Todo bautizado
participa del sacerdocio (no ordenado) común de los fieles que como Cristo está
llamado a ofrecer sacrificio a Dios y ser mediadores e interceder por los
hermanos. Esto es posible con una vida
de abnegación (del latín adnegatio que significa sacrificio o privación
de deseos) de todas las cosas que nos apartan de Dios en especial del pecado.
En la
Eucaristía como el Mayor de los Sacrificios las familias en especial los padres
están llamado ofrecer en el altar los sacrificios diarios de la vida familiar
para que adquieran y sean un valor salvífico.
Los cristianos
estamos llamados a reinar al ejemplo de Cristo.
El reinado de Cristo sin duda es una paradoja o contradicción a los que
es para el mundo reinar ya que implica poseer poder y más poder. Por eso Jesús le dice a sus discípulos: “Sepan
que el Hijo del Hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y dar su vida
en rescate por una muchedumbre” (Mc. 10, 45).
Para quien
piensa que el profeta es aquel que adivina el futuro le tengo malas noticias ya
que eso no es así. El profeta es aquel
que anuncia y denuncia. Anuncia la
gracia de Dios, las maravillas de Dios en especial el amor de Dios para con sus
hijos. Denuncia el pecado, todo lo que
no le agrada a Dios en especial el odio que siembra en el hombre el
maligno. Una bella definición del
profeta que una vez aprendí es la siguiente: “el profeta es aquel que habla
con Dios de los hombres y habla a los hombres de Dios”.
Hay situaciones
que por su propia naturaleza son muy complicadas de por sí y por las cuales la
pastoral familiar tiene que lidiar. Veamos algunas de estas situaciones, ¿Cuáles
son?
Los “matrimonios
a prueba” o sea aquellos donde uno o ambos en la pareja ponen prueba la
relación. Estas suelen decir bueno, me
voy a convivir y si me va mal me separo y nada ha pasado. Esto sin duda extravía el camino recto de lo
que debe ser el matrimonio. También están las uniones libres sin ningún tipo de
vínculo ni civil ni religioso. Como
podemos apreciar en nuestros países y lugares donde vivimos estas situaciones
se van regando como la pólvora cada vez más rápido. Una de las situaciones cada vez más en
crecimiento lo son los cristianos y/o católicos unidos solamente por el
matrimonio civil.
Otro caso los
son los separados o divorciados no
casados de nuevo. Por lo regular muchos
de los que están en esta situación lo están porque quieren ser fieles a Cristo
y a la Iglesia. Yo puedo dar testimonio
de esto ya que mi esposa y yo pasamos por esta situación. Pero como le suelo decir a mis hermanos en la
Iglesia (ya que es cierto) el Espíritu Santo tiene tiempo record ya que un año
restableció nuestro matrimonio. Por lo
que doy infinitas glorias a Dios.
Hago la
salvedad que aunque mi caso como divorciado duro poco tiempo y se resolvió la
situación, para gloria de Dios; yo sé de personas divorciadas que llevan
décadas y que han tratado de someter casos en los tribunales eclesiásticos de
nulidad de matrimonio y aunque estos han sido infructuosos siguen fieles a la
Iglesia. Un caso muy conocido lo es el
de conocido apologista laico católico cubano Frank Morera.
Otro caso muy
similar pero no igual lo son el de los divorciados en segundas uniones (casados
de nuevo por lo civil). Digo similar y
no iguales porque algunos casos estos han estado tratando de ser fiel a la
Iglesia por mucho tiempo antes de cambiar de parecer.
Algo hay que
establecer para que quede muy claro. LOS
HERMANOS EN ESTE TIPO DE SITUACION NO ESTAN (aquí no están
significa no están) EXCOMULGADOS.
COMO NO PUEDEN RECIBIR LA COMUNION SACRAMENTAL ya que por su situación de pecado que no pueden recibir la absolución sacramental. Para la absolución en la Penitencia o Reconciliación se necesita que el cristiano pueda hacer propósito de enmienda (de no volver a pecar) y tener dolor corazón o arrepentimiento sincero.
Pero a estos se les aconseja venir y participar activamente de la Santa Misa y como no pueden comulgar se les invita a que hagan una comunión espiritual. Cuando lo deseen pueden pasar en la fila de comulgar con los bazos cruzados en el pecho para recibir una bendición de parte del sacerdote. Esto es algo que suele practicar en muchas diócesis aquí en los EEUU es muy común.
COMO NO PUEDEN RECIBIR LA COMUNION SACRAMENTAL ya que por su situación de pecado que no pueden recibir la absolución sacramental. Para la absolución en la Penitencia o Reconciliación se necesita que el cristiano pueda hacer propósito de enmienda (de no volver a pecar) y tener dolor corazón o arrepentimiento sincero.
Pero a estos se les aconseja venir y participar activamente de la Santa Misa y como no pueden comulgar se les invita a que hagan una comunión espiritual. Cuando lo deseen pueden pasar en la fila de comulgar con los bazos cruzados en el pecho para recibir una bendición de parte del sacerdote. Esto es algo que suele practicar en muchas diócesis aquí en los EEUU es muy común.
Además a estos
se les exhorta a que participen de ministerios en la comunidad eclesial donde
no sea necesario un testimonio de vida cristiana más allá de lo común. Algunos de estos ministerios en los que están
esta situación podrían participar (sin que se limiten solos a ellos) podrían
ser ayudar en la colecta, ujieres, ayudar en ornato o limpieza de las áreas de
la parroquia, etc. Claro está, es muy
aconsejable que hablen con sus párrocos o sacerdotes para información más
detallada.
Para estas
situaciones antes mencionadas y para toda la familia en general para pastoral
de la familia debe estar dispuesta a trabajar.
Claro está que hay situaciones como estas últimas mencionadas que
requieren asesoramiento algunas veces profesional y para los agentes de
pastoral familiar mayor y más adecuado entrenamiento y formación.
La pastoral
familiar no es ni debe estar enfocado en un grupo en particular. Es algo que debe estar compuestos no solo de
todas las familias de la comunidad eclesial sino también que cada grupo
parroquial o apostólico se debe involucrar en su proceso. Al fin al cabo el clero (obispos, presbíteros
y diáconos) y todo el pueblo de Dios (todos los bautizados) somos los
responsables aunque unos más que otros pero al fin y al cabo, todos somos
responsables.
¡Que el
Espíritu Santo siempre nos guie en el desarrollo de la Pastoral Familiar! ¡Que María Santísima Madre de la Iglesia y
Madre de todas las familias sea intercesora de las familias en especial en
estos tiempos difíciles! Que así sea.
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