Hoy en la programación especial que está realizando
EWTN en español sobre el sínodo de obispos estuvo como invitado el Padre Manuel
Dorantes quien es Asistente del Director de la Sala de Prensa (que es el P
Federico Lombardi) en la Santa Sede. El P Dorantes es un joven sacerdote que
pertenece a la Arquidiócesis de Chicago.
Dentro de toda la valiosa información que el P Dorantes
brindo sobre el sínodo hubo algo que llamo muy profundamente mi atención. Este
joven sacerdote mencionaba que uno de los padres sinodales mencionaba que ellos
como obispos se sienten acompañados cuando sus fieles oran por ellos.
Inmediatamente mi mente corrió casi a la velocidad de
la luz y me detuve a reflexionar.
Nosotros el pueblo de Dios, los bautizados hacemos y propiciamos que
nuestros obispos, párrocos y/o sacerdotes (y diáconos donde los haya) se
sientan acompañados y sostenidos con nuestra oración. Sobre esto también estoy plenamente confiado
que también se nos preguntara en nuestro juicio.
Por mi experiencia en el seminario en el cual estuve por
siete años de lo difícil y dura que es la vida del sacerdote. Pero también por
mis funciones ahora como laico de lleno en la Iglesia yo personalmente puedo
dar fe que las funciones de los sacerdotes que son muy arduas especialmente cuando
estos son párrocos. Sería muy apropiado un día, solo para adquirir una idea “más
íntima y personalizada” cuando estemos hablando con algún sacerdote
pedirles que en dos minutos nos digan cuál es su agenda común y corriente de
ellos como sacerdotes.
Para que tengamos una idea básica según mi experiencia
quiero detallarles lo que podría ser una agenda diaria del sacerdote. Muchos de ellos se levantan y comúnmente comienzan
con la oración que la Iglesia llama la Liturgia de las Horas (laudes en la mañana;
vísperas en la tarde y las completas en la noche antes del descanso… aunque hay
más estás son las más comunes). Durante
el día y horas de la tarde los párrocos están realizando trabajos
administrativos.
En este tiempo (día y la tarde) por lo regular reciben
personas para los sacramentos como lo podrían ser la Reconciliación y la Unción
de los Enfermos. También reciben personas para dirección espiritual. Durante
las noches se reúnen con los grupos parroquiales o apostólicos. Durante el día además
de lo que ya he mencionado y en horas de la noche (a cualquier hora) pueden que
tengan que salir a una “emergencia sacramental”.
Cuando salen a una emergencia sacramental por lo
general administran la Unción de los Enfermos, la Reconciliación (cuando el
enfermo esta consiente) y el Viatico (del latín y significa de camino) o
sea la última Sagrada Comunión que recibe un moribundo.
Hay sacerdotes de además de sus funciones presbiterales
además son profesores de universidad, capellanes de hospitales o cárceles etc. Esto, como bien diría mi abuelo, mal tasado son
las funciones comunes del sacerdote. Dígase
cuando a pesar de estas funciones es una persona enferma diabetes, y otras
enfermedades que requieren cuidado y descanso que muchas veces no se pueden dar
el “lujo de tenerlo”.
Cuando un obispo, sacerdote, religioso(a), seminarista
nos pida que oremos por él o ella (en el caso de religiosas o monjas) pensemos
en todas las cosas que tienen que realizar como sus funciones diarias y preguntémonos
si nuestra oración se pusiera en una balanza se equilibrara o se balanceara a
dichas funciones. En mi caso personal yo
diría que decir que no se puede comparar mi oración por los sacerdotes vs todo
los que ellos hacen por la comunidad eclesial.
Ahora en este Sínodo sobre la Familia oremos por las
familias de nuestros sacerdotes y seminaristas para que estos sean un apoyo
incondicional de ellos. Oremos por
aquellos sacerdotes jóvenes para que sean un gran soporte para aquellos
sacerdotes más ancianos. Oremos para que
sepamos acoger fraternalmente de una forma u otra a los sacerdotes que recién llegan
a nuestras comunidades eclesiales.
Pidamos a Dios por nuestros pastores y párrocos para que estos sepan
canalizar sus fuerzas físicas y espirituales en aquellas cosas que realmente
son para el bien común de la comunidad.
Oremos por nuestros obispos para que guiados y siempre
inspirados por el Espíritu Santo sepan enseñar, gobernar y santificar al Cuerpo
Místico de Cristo que es la Iglesia. Pidamos a Dios para que los obispos
recuerden siempre su deber de anunciar el Evangelio según el mismo mandato de
Cristo y fiel a Pedro y sus sucesores como Cabeza Visible de la Iglesia. Pidamos
al Buen Pastor que guie a sus obispos y que estos siempre gobiernen a la
Iglesia buscando el bien de las almas a ellos encomendadas. Pidamos al Espíritu Santo dador de los dones
y santificador para que los obispos tengan como centro de la Iglesia particular
a la Eucaristía. Además que estos ejemplo de Cristo Jesús sean administradores
fieles de la gracia de Cristo el Sumo y Eterno Sacerdote en particular con el
Sacrificio de la Eucaristía donde Jesucristo se ofrece en oblación perfecta por
todo el Pueblo de Dios.
Orar por nuestros sacerdotes y por las vocaciones sin
duda alguna es una muy buena práctica de piedad. Enseñemos a nuestros hijos a rezar y a orar
por nuestros sacerdotes. Para que de
esta forma la Iglesia nos reciproque con muchas vocaciones al sacerdocio, a la
vida religiosa y a la vida de matrimonio ya que al fin y al cabo nuestros sacerdotes
salen de una familia.
Algunas preguntas para la reflexión. ¿Se sienten acompañados
nuestros sacerdotes en nuestras comunidades eclesiales? Además de la oración que es sumamente
necesaria: ¿Qué otras cosas suelo hacer para acompañar a los sacerdotes en
nuestra parroquia?
Maria Santísima Madre del Clero Diocesano y Religioso
intercede por nuestros sacerdotes.
Intercede por los que ya lo son y por los que un día en el futuro lo serán.
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