El encuentro con Cristo es (y ha sido) desde hace mas de dos mil años un encuentro del fenómeno humano con Ser Humano en compañía de otros seres humanos mediante el cual la pasión de descubrir el propio perfil de una realidad entrañable que no es producto de pensamientos o filosofías particulares. Aquella Presencia introdujo inmediatamente una exigencia urgente de cambio, de perfeccionamiento de la propia humanidad tan potente que hizo que la historia cambiara su causa de acción. La santidad entro al mundo con una experiencia nunca antes imaginada. La conciencia inevitable del acontecimiento cristiano fue (y es) efectivamente la inauguración de un nuevo tipo de moralidad.
Un hombre dijo sobre sí mismo que era Dios. De esta forma emprendió este acontecimiento que pertenece de modo específico a la práctica religiosa. Como expresaría Romano Guardini; "en la experiencia de un gran amor todo los que sucede se convierte en acontecimiento que transcurre dentro de su ámbito." La presencia de Cristo y el hecho de ser seguidores y sus amigos introduce a la vida una capacidad especial (gracia) que tiende a hacernos mirar y tratar a los demás con la misma atención y amor (caridad) con Jesús trato a quienes le rodeaban. Juan Pablo II en su primera encíclica Redemptor Hominis nos recuerda; "el hombre permanece siendo para sí mismo un ser incomprensible, su vida carece de sentido unitario si no encuentra a Jesucristo. Por eso es Cristo Redentor quien revela plenamente el hombre al hombre mismo." Jesús nos revela que El es el Camino, no porque se imponga como tal, sino porque se comunica por medio de una dinámica que es connatural y respetuosa al mismo ser humano.
Juan Pablo I realizo una gran declaración cuando dijo; "el verdadero drama de esa Iglesia a la que le gusta llamarse moderna es el intento de corregir con reglas el asombro por el acontecimiento de Cristo." T.S. Eliot en su obra Coros de la Piedra hace una gran interrogante que es muy conveniente meditar y reflexionar; "¿es la Iglesia la que ha abandonado a la humanidad, o es la humanidad la que ha abandonado a la Iglesia?" El Espíritu o sea esa energía con la que Dios actúa, siempre llama a hombres y mujeres que se identifican y se adentran al misterio y acontecimiento cristiano. De la misma forma que en el "pasado" Cristo llamo a Pedro y a Pablo hoy en nuestros tiempos llamo también a Karol Józef Wojtyła (Juan Pablo II) y a Agnes Gonxha Bojaxhiu (Madre Teresa de Calcuta). Hoy día también el Cuerpo de Cristo se ve hambriento de laicos como lo fue el Beato Carlos Manuel Rodríguez.
Tu y yo podríamos dar y proclamar al mundo la Buena Noticia que el mismo Jesús nos dejo como misión. Esa Buena Noticia que Jesús proclamo es sus tiempo histórico sigue hoy de moda. Nos toca a cada bautizado ser parte de esta extraordinaria moda. De nosotros depende que nunca pase de moda.
El Blog: C, A y P es parte del Apostolado Católico Anawim (ACA) Inc. Este blog es presentado a ustedes por su hermano y servidor en Cristo Jesús, Daniel Cáliz. El propósito de C, A y P es brindar recursos y material para la formación cristiana según lo enseña el Magisterio de la Iglesia Católica. Es por eso que el ACA se compromete en obediencia y fidelidad en la Iglesia Católica a la vocación de la triple misión de Cristo (sacerdotes, reyes y profetas) que adquirimos en nuestro bautismo.
20 de diciembre de 2009
11 de diciembre de 2009
La Alegría signo fundamental en el Adviento
Muchas personas saben que la palabra evangelio se traduce literalmente como buena noticia. ¿Porqué es Buena Noticia? Porque nos da el mensaje alegre de la salvación. Esta la hemos de recibir por medio de la llegada de nuestro Redentor en la persona de Jesús (en hebreo Yeshúa que significa Yahvé salva). San Lucas en el capitulo tercero nos presenta como Juan el Bautista con júbilo preparaba los caminos del Señor. El profeta del desierto nos ha de indicar que para recibir al Mesías necesitamos obrar en caridad fraterna y una conversión interior. Estas aptitudes para nada deben cambiar o modificar esa alegría y gozo que nos trae la salvación.
La alegría es el tema que nos presenta la Iglesia para la tercera semana de Adviento. Al escuchar las lecturas de este día podremos (sin duda alguna) ver porque es llamado Dominus Laetare (Domingo de la Alegría). Las primeras comunidades cristianas supieron vivir esta alegría que se distinguía en aquellos que acogían esta Buena Noticia. San Pablo en la Carta a los Filipenses nos recuerda esta alegría que debe ser continua en los cristianos. "Que nada los turbe" y que a pasar de cualquier dificultad o problema la alegría ha de estar presente en nuestros labios y nuestro corazón. Esta alegría no es efímera es una alegría cabal porque la llena la esperanza que le tenemos a la venida de nuestro Redentor, ya que esta a las puertas y no lo hemos de recibir tristes.
El profeta Sofonías de forma hermosa y elocuente nos dice; "¡Grita de alegría, hija de Sión! ¡Aclama, Israel! ¡Alégrate y regocíjate de todo corazón, hija de Jerusalén!" Aunque el profeta anuncia aquí la restauración de Jerusalén después del destierro babilónico, podemos reflexionar en el contexto de como restauramos nuestra "Jerusalén" o sea nuestra alma para tenerla apta y alegre ante la presencia divina. El Señor es el Rey de Israel, el se goza y se complace en nosotros, nos ama y se alegra con júbilo como el novio el día de su boda. Nuestra alegría es el Señor, que viene a redimirnos, a liberarnos para siempre de todo aquello que nos subyuga y domina.
Una fiesta no tiene sentido sin la alegría, esta le da el toque especial. De igual forma la alegría (gozo y júbilo) debe ser una característica del todo cristiano. Porque hemos sido absueltos de nuestros pecados y gozamos de la compañía de nuestro Salvador. Porque alojamos en nuestro corazón las más seguras y ciertas esperanzas de una vida feliz y siempre bienaventurada que nos aguarda en la otra vida, pero que saboreamos, de alguna manera, en esta vida. ¡Esperamos a nuestro Redentor! Y con Dios tenemos mil motivos para estar alegres y para ser optimistas. “Si Dios está con nosotros –expresaba San Pablo—, ¿quién contra nosotros?”
Regalemos a nuestro prójimo una hermosa y sincera sonrisa siempre que podamos, a todos sin excepción y en todas las circunstancias. También a aquellos que no nos simpatizan o tal vez nos han herido o hecho algún mal. También cuando estemos exhaustos o consumidos. Esta expresión tan sencilla, de verdadera alegría y de amor, puede ser también un hermoso regalo de Navidad. ¡Sonríe, descubre a los demás cuánto los ama Dios! Y ten la certeza de que el Niño Jesús te lo recompensará. Quiero concluir esta reflexión con este poema (Una sonrisa no cuesta nada) de Gandhi.
Una sonrisa no cuesta nada, pero da mucho.
Enriquece a aquellos que la reciben,
sin empobrecer a aquellos que la dan.
Sólo florece un instante, pero su recuerdo
a veces dura para siempre.
Nadie es tan rico o poderoso que pueda
prescindir de una sonrisa, y nadie es
tan pobre que no pueda enriquecerse con ella
Una sonrisa proporciona felicidad en el hogar,
favorece el trato en los negocios, y es
la contraseña de la amistad.
Proporciona descanso al exhausto, estimula
al decaído, reanima al triste, y es
el mejor antídoto natural para los problemas.
Con todo no puede ser comprada, mendigada, pedida,
o robada, ya que es algo que no es de valor
para nadie hasta que se regala.
Algunas personas están demasiado cansadas
para dar una sonrisa.
Dales una de las tuyas, pues nadie necesita
una sonrisa tanto como aquel que no tiene
nada más que dar.
Mohandas Karamchand , Gandhi
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