21 de marzo de 2013

Domingo de Ramos (Ciclo C)


Con Domingo de Ramos se introduce la celebración de los misterios más profundos y bellos de nuestra fe cristiana, que es como el rostro o semblante en el que ya vemos la grandeza y el esplendor que nos espera en esta semana que comienza.  Esta Semana Santa la Palabra de Dios en términos integrales nos va a mostrar el Misterio Pascual.  El  Misterio Pascual como ese paso (=pascua) de la muerte a la resurrección.  O sea a la Vida Eterna en la Presencia Beatifica de Dios Padre.  
Es muy impresionante como Jesucristo muchas veces no quiso ser reconocido como rey (ver Jn. 6, 15).  No aceptó el ser coronado rey cuando todos decían: "¡Todo lo ha hecho bien; hace oír a los sordos y hablar a los mudos!" (Mc 7,37).  Muchas veces para evitar estas situaciones subía a la montaña para refugiarse en la intimidad con el Padre en oración.  Era natural (al menos humanamente hablando) que estas ocasiones como Hijo de David o sea con un linaje real que poseía se pudiera proclamar rey para liberar a su pueblo.  Por el contrario guardo silencio, se ocultó en lo discreto, y oro en lo escondido.  De esta forma, se apartaba  de las aclamaciones y los vítores que pudiera haber hecho el pueblo para proclamarlo rey.
Pero llego un día en que acepto la ovación, los aplausos de todo el pueblo.  Ese día Cristo acepto ser rey, sellando así su destino y cambiando toda página de la historia.   Ese día Jesús abrió un futuro para todo el universo con el gesto humilde y noble que contemplamos.   Es tan impresionante que hoy día a más de 2000 años de este acontecimiento miramos con asombro como Jesús, el Nazareno, es el Rey que entra manso a Jerusalén rodeado de una corte humilde, formada por el pueblo sencillo y los menos afortunados que esperan al Mesías (el ungido de Dios) que ha de reinar en sus corazones.
Y por eso hoy la Santa Madre Iglesia después de exhortarnos a cantar las aclamaciones al Mesías Pacifico y Rey verdadero, nos invita a escuchar en un solo y maravilloso acontecimiento con las más bellas y amorosas enseñanzas que nos brindan la Pasión del Señor.  Es muy aconsejable escuchar y meditar en la Pasión para entender que fue Uno solo el que sufrió y Uno solo el que todo venció.   Fue Uno solo el que cargó con nuestras culpas y Uno solo el que las arrojó a lo hondo del mar. Uno solo venció a nuestro enemigo, Uno solo triunfó sobre la muerte, Uno solo nos amó hasta el extremo, Uno solo nos dio el perdón, la paz, la gracia y la vida que no acaba. Uno solo: Jesucristo, el Hijo del Dios vivo.
Es muy aconsejable mirar con ojos de gratitud y conveniente escuchar con oídos de discípulos este sublime testimonio de este relato de la Pasión del Evangelio de San Lucas.  Ninguna novela ni ningún cualquier escrito en toda la historia humana se puede comparar con este gran y sublime testimonio de Jesucristo.  No hay nada que se compare a la altura del perdón como un torrente de cascada de misericordia y gracia que cae desde la Cruz para hacernos hombres nuevos y mujeres nuevas en el amor tan excelso de Jesús.
Pidámosle a María siempre Virgen que supo ser Madre en el pesebre y ser madre en la Cruz que interceda ante su Hijo muy Amado por nosotros, por todas las circunstancias de nuestro  peregrinar en la vida cristiana para que movidos por el Espíritu de Amor seamos siempre fieles a la fe cristiana.   Así  sea…

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