Hechos 1, 1-11: Se fue elevando a la vista de sus apóstoles.
Salmo Responsorial 46: Entre voces de júbilo, Dios asciende a su trono.
Aleluya.
Efesios 1, 17-23: Lo hizo sentar a su derecha en el cielo.
Mateo 28,16-20: Se me ha dado pleno poder en el cielo y en la tierra.
Hoy en día está muy de moda
indagar, investigar y estudiar al “Jesús
histórico” como así le suelen llamar en distintas cadenas televisivas y
expertos (arqueólogos, historiadores, teólogos, etc.) que estos programas
presentan. Personalmente, yo no digo que
esto esté mal. Pero cuando nos quedamos
con el “Jesús histórico” sin duda
alguna, algo nos falta. La Iglesia nos
ensena que Jesús es verdadero Dios y verdadero hombre y así lo proclamamos en
el Credo cada domingo en la Celebración Eucarística.
Estudiar la vida humana de Jesús (y de su
tiempo y cultura) nos ayuda a tener una idea más clara cómo y porqué el Señor
llevo a cabo su ministerio o vida pública.
Pero como mencione anteriormente no podemos ni debemos quedarnos en esta
faceta o área de la vida de Jesús de Nazaret.
El Salmo 46 (46 en la liturgia y
47 en nuestras biblias) nos dice: “Dios
asciende entre aclamaciones; el Señor, al son de trompetas” (Salmo 47, 6). Para los primeros cristianos este salmo fue
uno de gran importancia y trascendencia donde se expone la realeza universal
del Señor (Salmo 47, 3. 7-9). Este salmo
nos narra un himno a Dios, Señor del universo y de la historia. Sin duda alguna el Pueblo de Israel por medio
de este salmo manifestaba la grandeza y poderío de Dios. Para los cristianos en este salmo (y en otros
similares, como es el caso del Salmo 93[92]) se ve retratado todo el perfil
divino de Jesucristo.
Cuando meditamos este salmo
antes mencionado podemos entender mejor porque Jesús nos dice: “Yo he recibido todo poder en el cielo y en
la tierra” o “se me ha dado pleno poder en el cielo y en la tierra” (Mateo 28,
18) como dicen otras versiones bíblicas.
La evidencia se nos ha ido presentando desde el inicio de este tiempo de
Pascua. Jesús tuvo que padecer y morir
en la Cruz, como le explicaba a los discípulos de Emaús como la Palabra de Dios
en ese entonces (Antiguo Testamento para nosotros) fue prefigurando como y
porque el Mesías esperado por el Pueblo Elegido tenía que padecer y morir para
luego mostrar su gloria por medio de su resurrección.
El relato de San Lucas de la
Ascensión es el relato más preciso y
completo del hecho de la Ascensión del Señor.
La Ascensión del Señor formó parte de kerigma (primer anuncio)
cristiano, pero destacando sobre todo el consecuencia final, es decir, la
afirmación de que Jesús está glorificado y sentado a la derecha del Padre. Esto desde los inicios de la Iglesia ha sido
(y sigue siendo) un dogma de fe.
En este texto de la Carta de los
Efesios el autor reflexiona sobre el misterio de Cristo y de la Iglesia. Este fragmento nos expone claramente la
supremacía de Cristo. Cuando leamos y
escuchemos este texto paulino tengamos en cuenta la esperanza a la que somos
invitados. El gran Padre de la Iglesia San
Agustín nos recuerda que precisamente por tratarse de la plena glorificación de
la Cabeza (de Cristo), es también la glorificación anticipada de la Iglesia.
Hoy se proclama y escuchamos el
final del Evangelio de San Mateo. Al
meditar este texto neotestamentario debemos tener en cuenta la invitación y
mandato que Jesús nos hace luego de afirmar que se le ha dado pleno poder en el
cielo y en la tierra. La misma es la
siguiente: “Vayan, entonces, y hagan que
todos los pueblos sean mis discípulos, bautizándolos en el nombre del Padre y
del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a cumplir todo lo que yo les he
mandado” (Mt. 28, 19-20). Este texto nos deja ver que Jesús quería fundar
una Iglesia que fuera católica o sea universal.
Este mandado-invitación de Jesús implica de por si la universalidad de
la Iglesia. Esto lo entendieron muy los
Apóstoles del Señor incluyendo a San Pablo.
La tradición de la Iglesia nos muestra como la Iglesia se dispersó por
todo el Imperio Romano y hasta más allá del imperio.
La Iglesia católica se distingue
de las Iglesias “reformadas” porque
únicamente ella se considera obligada a continuar unida en torno a los
sucesores de los apóstoles, que son los obispos. Nos cuesta mantener esta unidad y continuidad
en muchas circunstancias en que parecería más fácil fundar una nueva comunidad
reformada al lado o paralela a la Iglesia. Pero también esta obediencia a la voluntad del
Padre es el medio que le permite ejercitar y purificar nuestra fe. Jesús es y seguirá siendo siempre dueño del
destino de Su Iglesia. Jesús no nos
abandonó por el contrario nos prometió al otro Paráclito (Consejero, Abogado,
etc.) quien guía la Iglesia es todos los aspectos en especial en la unidad.
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Nota: Según indica la Conferencia Episcopal de los Estados
Unidos: “Hay seis sedes metropolitanas y
sus diócesis sufragáneas que mantienen la solemnidad de la Ascensión el jueves:
Boston, Hartford, Newark, New York, Omaha, y Philadelphia. Todas las demás
regiones de los Estados Unidos han optado por transferir la solemnidad al
domingo siguiente (Séptimo Domingo de Pascua)” (Pagina web de la USCCB [Conferencia Episcopal de los Estados Unidos
por sus siglas en inglés]; Oración y Adoración; Año Litúrgico; Pascua).
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