Antes de
reflexionar y explicar qué es el purgatorio veamos lo que la Iglesia enseña en
el Catecismo de la Iglesia Católica (CIC) sobre el purgatorio.
“Los que mueren en la gracia y en la
amistad de Dios, pero imperfectamente purificados, aunque están seguros de su
eterna salvación, sufren después de su muerte una purificación, a fin de
obtener la santidad necesaria para entrar en la alegría del cielo”
(CIC # 1030). “La Iglesia llama purgatorio a esta purificación
final de los elegidos que es completamente distinta del castigo de los
condenados. La Iglesia ha formulado la
doctrina de la fe relativa al purgatorio sobre todo en los Concilios de
Florencia (cf. DS 1304) y de Trento (cf. DS 1820; 1580)” (CIC #
1031).
La tradición de
la Iglesia, haciendo referencia a ciertos textos de la Escritura (por ejemplo 1
Co 3, 15; 1 P 1, 7) habla de un fuego purificador:
El purgatorio
es el estado espiritual donde los que ya están salvados (NO ES una segunda
oportunidad como suelen decir o afirmar muchos protestantes) se purifican para
entrar finalmente al Cielo. Por Cielo se
entiende la Presencia Real Beatífica y Eterna del Dios Altísimo o sea la
Trinidad Santa (Padre, Hijo, y el Espíritu Santo).
La “escatología”
es la rama de la “teología sistemática” que estudia lo que la Iglesia
llama “los novísimos” o "cosas últimas" que son
la muerte, el juicio, el purgatorio,
el cielo, y el infierno. Como veras el purgatorio es parte de los
novísimos. Para más información
sobre los novísimos puedes ver el Catecismo de la Iglesia Católica (CIC) en los
numerales 1020 al 1041.
Dice San
Pablo: "Un día se verá el trabajo de cada uno. Se hará público en el día del juicio, cuando
todo sea probado por el fuego. El fuego, pues, probará la obra de cada
uno. Si lo que has construido resiste al
fuego, será premiado. Pero si la obra se
convierte en cenizas, el obrero tendrá que pagar. Se salvará, pero a través del fuego"
(1Cor. 3, 13-15).
Nos dice San
Pedro: “A fin de que la calidad probada de su fe más preciosa que el oro
perecedero que es probado por el fuego, se convierta en motivo de alabanza, de gloria,
y de honor, en la Revelación de Jesucristo” (1Pe. 1, 7).
No sé si sabias,
que con el oro, la mejor forma de purificarlo es por medio del fuego. El oro representa la salvación y el fuego
(purificador) al purgatorio. De los
santos (lo que están canonizados y los que no lo están) en especial de aquellos
que vivieron una vida de grandes mortificaciones se dice que viven su
purgatorio aquí en este mundo.
Para poder
entender el purgatorio es necesario entender lo que es el pecado y su
consecuencia.
Con el pecado mortal
o grave perdemos toda la gracia santificante o sea la gracia que nos
salva. El pecado venial o sea el que es
menos grave es como la viscosidad que aunque no se pierde toda la gracia la
opaca. Claro está, la acumulación de
pecados veniales nos puede llevar al pecado mortal.
Los pecados se
nos perdonan (con el Sacramento de la Reconciliación) pero estos requieren
restitución. De los pecados mortales que
no hemos restituidos (y que ya se nos han perdonados) después de la muerte
tendremos que purificarnos. Además si morimos
con pecados veniales debemos purificar por esos también. Hay muchos pecados que de por si no se pueden
restituir pero por eso es que esta la mortificación y la vida penitencial.
Otra cuestión
que es de suma importancia clarificar ¿Por qué le rezamos a los muertos? Para contestar vallamos a la Sagrada
Escritura. Nos dice el Segundo Libro de
los Macabeos: “Entonces bendijeron el comportamiento del Señor, justo Juez,
que saca a la luz las cosas ocultas, y le pidieron que el pecado cometido fuera
completamente borrado. El heroico Judas animó a la asamblea a que se abstuviera
de cualquier pecado, pues acababan de ver con sus propios ojos lo que había
ocurrido a sus compañeros, caídos a causa de sus pecados. Luego efectuó una colecta que le permitió
mandar a Jerusalén unas dos mil monedas de plata para que se ofreciese allí un
sacrificio por el pecado.
Era un gesto muy bello y muy noble,
motivado por el convencimiento de la resurrección. Porque si no hubiera creído que los que
habían caído resucitarían, habría sido inútil y ridículo orar por los muertos.
Pero él presumía que una hermosa recompensa espera a los creyentes que se
acuestan en la muerte, de ahí que su inquietud fuera santa y de acuerdo con la
fe. Mandó pues ofrecer ese sacrificio de expiación por los muertos para que
quedaran libres de sus pecados” (2Mac. 12, 41-46).
Como podrán apreciar el orar a los difuntos no es cosa de
nuestros tiempos sino más bien ya desde el tiempo del Antiguo Testamento ya se
creía en orar a los difuntos. Como dice
el texto bíblico esto era así porque creían en la resurrección del género humano. La Carta a los Hebreos hace referencia a este
texto de Segunda de Macabeos: “Unos
fueron torturados, rehusando la liberación por conseguir una resurrección
mejor” (Heb. 11, 35).
Veamos lo que algunos de
los Padres de la Iglesia dicen sobre el purgatorio. San Gregorio magno veía en el Evangelio de San Mateo (ver Mt.
12, 31) una referencia explícita del purgatorio. San Juan Crisóstomo nos expone el
purgatorio muy elocuentemente: “Llevémosles
socorros y hagamos su conmemoración. Si los hijos de Job fueron purificados por
el sacrificio de su padre (cf. Jb 1, 5), ¿por qué habríamos de dudar de que
nuestras ofrendas por los muertos les lleven un cierto consuelo? [...] No
dudemos, pues, en socorrer a los que han partido y en ofrecer nuestras
plegarias por ellos” (San Juan Crisóstomo, In epistulam I ad Corinthios
homilía 41, 5; CIC # 1032).
Es esta catequesis del
purgatorio de San Juan Pablo II, antes mencionada (4 de agosto de 1999)
podremos apreciar como nuestro querido santo polaco explica con sencillez que
quienes están en el purgatorio están amparados por el amor eterno de Dios. “Este
término no indica un lugar, sino una condición de vida. Quienes después de la
muerte viven en un estado de purificación ya están en el amor de Cristo, que
los libera de los residuos de la imperfección” (ibíd. # 5). Aquí hay que entender que el amor y la gracia
de Dios están íntimamente ligados. Es
más, podrimos decir que una no funciona sin la otra y viceversa. La gracia
requiere que el alma esté purificada. O al menos que esta esté en el proceso de
purificación y siempre aspirando a la plena y máxima purificación. El amor
presupone que recorra el mismo trayecto que la gracia.
En este sentido podríamos
decir que la gracia y el amor son instrumentos esenciales para este estado de
purificación (purgatorio). Por ende hay
que dejar muy claro que la gracia y el amor son instrumentos esenciales para
toda la vida cristiana.
Espero Que esta información te sea de gran utilidad... puedes ver
mi blog www.catequesisdeadultos.blogspot.com y en este buscar en
buscador (o search) escribe 'purgatorio' para que veas más información. También recomiendo que lean otro artículo que
había escrito previamente: https://catequesisdeadultos.blogspot.com/2015/11/el-purgatorio-no-es-una-segunda.html
Saludos fraternales en
Cristo Jesús…
¡Dios… Bendiga… Amén!
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