13 de agosto de 2019

¿Cómo preparar la predicación?

Hoy en día es muy común escuchar (mp3, etc.) o ver (videos, mp4, etc.) muchísimas predicaciones (ya sean católicas o protestantes) por la internet.  Como muy bien dice mi esposa “están que ni botandolas se acaban”.  Para esta reflexión quisiera usar como base o como referencia la Exhortación  Apostólica Evangelii Gaudium (EG) {Sobre el Anuncio del Evangelio en el Mundo Actual} del Papa Francisco.

Para esta reflexión aquí voy a usar como referencia el tercer capítulo que lleva como título “El Anuncio del Evangelio” pero más específicamente la tercera parte de este capítulo titulada “La preparación de la predicación” cuyos numerales son del 145 al 159.
El Santo Padre Francisco comienza este importantísimo tema con la siguiente afirmación: “La preparación de la predicación es una tarea tan importante que conviene dedicarle un tiempo prolongado de estudio, oración, reflexión y creatividad pastoral” (EG # 145).  Aquí sería muy conveniente entender cada uno de estos paso que el Santo Padre nos propone. 
En primer lugar nos propone el estudio.  Yo he conocido predicadores entre los cuáles se encuentran algunos sacerdotes que cuando uno le pregunta que cómo se preparan una predicación me han contestado que ellos sé lo dejan todo al Espíritu Santo.  He conocido también de predicadores que se afanan por estudiar que sé olvidan que hay que darle cabida al Espíritu Santo para actué y nos dirija en la predicación.  Ambas posturas, sin duda alguna yo las considero como aptitudes irresponsables pero sobretodo muy peligrosas.
Luego Francisco nos propone la oración.  Aquí quisiera hacer una analogía o comparación que nos pueda ayudar a entender lo importante que es la oración para el ministerio de la predicación.  De la misma forma que María la Madre del Señor fue virgen antes, durante y después de dar a luz a Jesús la oración la debemos llevar antes, durante y después de la predicación.  Esto aplica también para los catequistas, los apologistas y los líderes parroquiales en la comunidad eclesial.  Dentro de la oración incluye el pedir la asistencia e inspiración al Espíritu Santo. 
Sobre este último punto el Santo Padre hace hincapié más adelante en esta exhortación apostólica: “La confianza en el Espíritu Santo que actúa en la predicación no es meramente pasiva, sino activa y creativa (EG # 145).  El papa nos exhorta a que nos ofrezcamos como instrumentos (ver y leer EG # 145). 
Esto me hace recordar la canción del “El Alfarero” donde Dios es el alfarero y todos los bautizados somos esa vasija (nuestra alma) de barro que se fortalece con la gracia y el Amor de Dios.  Por otro lado, esa misma vasija se puede quebrar por el pecado, la antipatía y el odio a Dios y a los hermanos.  Nos sigue diciendo el Papa Francisco: “Un predicador que no se prepara no es ‘espiritual’; es deshonesto e irresponsable con los dones que ha recibido” (EG # 145).
En numeral 146 de esta exhortación apostólica Francisco nos habla de “el culto a la verdad”.  ¿Qué es el culto a la verdad y qué implica?  Para poder entender esto es muy recomendable ir a la Exhortación Apostólica Evangelii Nuntiandi (EN) Acerca de la Evangelización en el Mundo Contemporáneo de San Pablo VI.
“El Evangelio que nos ha sido encomendado es también palabra de verdad. Una verdad que hace libres (ver y leer Jn. 8, 32) y que es la única que procura la paz del corazón; esto es lo que la gente va buscando cuando le anunciamos la Buena Nueva” (EN # 78).  Más adelante nos dice Pablo VI: “Verdad difícil que buscamos en la Palabra de Dios y de la cual nosotros no somos, lo repetimos una vez más, ni los dueños, ni los árbitros, sino los depositarios, los herederos, los servidores (EN # 78, énfasis añadido).  Esto es de vital importancia ya que muy fácilmente podríamos caer en la tentación de la manipulación de la Sagrada Palabra de Dios.
“De todo evangelizador se espera que posea el culto a la verdad, puesto que la verdad que él profundiza y comunica no es otra que la verdad revelada y, por tanto, más que ninguna otra, forma parte de la verdad primera que es el mismo Dios” (EN # 78).  Muchas veces como predicadores debemos estar sometidos a grandes sacrificios y a abnegaciones.  Esto debe motivo de siempre ser fiel a la Verdad (ver y leer Jn. 14, 6-7) quien es Cristo Jesús.  Como predicadores debemos estar muy consiente que predicamos la VERDAD y no una verdad más.
Veamos lo que nos dice esta exhortación apostólica sobre el culto a la verdad: “El primer paso, después de invocar al Espíritu Santo, es prestar toda la atención al texto bíblico, que debe ser el fundamento de la predicación. Cuando uno se detiene a tratar de comprender cuál es el mensaje de un texto, ejercita el ‘culto a la verdad’”. 
“Es la humildad del corazón que reconoce que la Palabra siempre nos trasciende, que no somos ‘ni los dueños, ni los árbitros, sino los depositarios, los heraldos, los servidores’ (EG # 146).  Esa actitud de humilde ya sembrada veneración de la Palabra se expresa deteniéndose a estudiarla con sumo cuidado y con un santo temor de manipularla.  El predicador nos dice Francisco debe tener una actitud (carácter, disposición, gallardía) y aptitud (idoneidad, destreza, inteligencia) de discípulo para que  sepa escuchar cómo el Profeta Samuel: “Habla, Señor, que tu siervo escucha” (1S 3, 9).
El Santo Padre continúa dándonos algunas recomendaciones para poder entender y conocer las Sagradas Escrituras mejor.  “Conviene estar seguros de comprender adecuadamente el significado de las palabras que leemos” (EG # 147).  Hay que tener en cuenta que “los textos bíblicos que estudiamos tiene dos mil o tres mil años, su lenguaje es muy distinto del que utilizamos ahora” (EG # 147).
Esto me recuerda lo que dice el Catecismo de la Iglesia Católica (CIC) sobre la interpretación de la Palabra de Dios.  “Para descubrir la intención de los autores sagrados es preciso tener en cuenta las condiciones de su tiempo y de su cultura, los «géneros literarios» usados en aquella época, las maneras de sentir, de hablar y de narrar en aquel tiempo. ‘Pues la verdad se presenta y se enuncia de modo diverso en obras de diversa índole histórica, en libros proféticos o poéticos, o en otros géneros literarios’ (DV 12,2) (CIC # 110).
“Para entender adecuadamente el sentido del mensaje central de un texto, es necesario ponerlo en conexión con la enseñanza de toda la Biblia, transmitida por la Iglesia” (EG # 148).  “Éste es un principio importante de la interpretación bíblica, que tiene en cuenta que el Espíritu Santo no inspiró sólo una parte, sino la Biblia entera” (EG # 148).  Además nos dice el Santo Padre que: “Uno de los defectos de una predicación tediosa e ineficaz es precisamente no poder transmitir la fuerza propia del texto que se ha proclamado”.
El CIC nos dice sobre la interpretación de las Sagradas Escrituras: “En la sagrada Escritura, Dios habla al hombre a la manera de los hombres. Por tanto, para interpretar bien la Escritura, es preciso estar atento a lo que los autores humanos quisieron verdaderamente afirmar y a lo que Dios quiso manifestarnos mediante sus palabras (cf. DV 12,1) (CIC # 109).  Cómo verán tanto el CIC y el EG están en la misma línea de pensamiento en cuanto a la interpretación de la Sagrada Escritura se refiere.
El Papa Francisco desde los numerales 149 al 151 nos habla de la personalización de la Palabra.   Aquí el Santo Padre nos recuerda que debemos tener ‘una gran familiaridad personal con la Palabra de Dios’.  También nos dice que: “no basta conocer su aspecto lingüístico o exegético, que es también se necesita acercarse a la Palabra con un corazón dócil y orante (EG # 149 énfasis añadido).
Francisco citando a San Pablo nos dice: “predicamos no buscando agradar a los hombres, sino a Dios, que examina nuestros corazones” (1Ts. 2, 4).  Este un punto que muchas veces solemos olvidar los predicadores.  Nos podríamos preguntar: ¿Cuál es la solución a este problema?  Yo diría que la oración y una oración perseverante.  Nuestra corazón, nuestra mente y todo nuestro ser debe escuchar primero la Santa Palabra que nos toca predicar, de esta forma se transmitirá al Pueblo fiel de Dios con fertilidad y fecundidad: “de la abundancia del corazón habla la boca” (Mt.12, 34).
En el numeral 153 de la EG el papa nos propones una preguntas que nos debe ayudar en la reflexión y meditación de la Palabra de Dios. 

Veamos algunas de estas preguntas:
  • ¿Qué me dice a mí este texto?
  • ¿Qué quieres cambiar de mi vida con este mensaje?
  •   ¿Qué me molesta en este texto?
  •  ¿Por qué esto no me interesa?
  •   ¿Qué me agrada?  
  • ¿Qué me estimula de esta Palabra? 
  • ¿Qué me atrae?
  • ¿Por qué me atrae?
Sin duda alguna estas preguntas nos pueden ayudar en la meditación, reflexión y estudio de la Palabra de Dios.
El Santo Padre advierte de algunas tentaciones que nos podrían suceder a cada uno de nosotros.  “Cuando uno intenta escuchar al Señor, suele haber tentaciones. Una de ellas es simplemente sentirse molesto o abrumado y cerrarse; otra tentación muy común es comenzar a pensar lo que el texto dice a otros, para evitar aplicarlo a la propia vida. También sucede que uno comienza a buscar excusas que le permitan diluir el mensaje específico de un texto” (EG # 153).  Por experiencia te puedo decir que las tentaciones se vencen y se superan por medio de la oración.
Francisco nos dice que la Palabra de Dios nos “invita siempre a dar un paso más, pero no exige una respuesta plena si todavía no hemos recorrido el camino que la hace posible” (EG # 153).
“El predicador necesita también poner un ‘oído en el pueblo, para descubrir lo que los fieles necesitan escuchar. Un predicador es un contemplativo de la Palabra y también un contemplativo del pueblo.  De esa manera, descubre ‘las aspiraciones, las riquezas y los límites, las maneras de orar, de amar, de considerar la vida y el mundo, que distinguen a tal o cual conjunto humano’, prestando atención ‘al pueblo concreto con sus signos y símbolos, y respondiendo a las cuestiones que plantea’” (EG # 154).
Es verdad que cuando uno llega a una parroquia que nunca había visitado uno no sabe nada sobre dicha comunidad eclesial. Uno podría hacer un  acercamiento con la persona que lo invite a predicar.  ¿Cómo podemos hacer esto?  Uno le puede preguntar ya al sacerdote o el laico que nos haya invitado, sobre qué temas o tópicos quiere que uno hable.  Además en la forma o manera que sea posible uno puede ir observando a la comunidad ya sea en la Santa Misa u otras actividades dentro de la parroquia.
El Santo Padre Francisco se hace eco de las palabras de San Pablo VI que nos dice que los fieles “esperan mucho de esta predicación y sacan fruto de ella con tal que sea sencilla, clara, directa, acomodada” (Evangelii Nuntiandi {EN} # 33; EG # 158).  La sencillez tiene que ver con el lenguaje utilizado. Debe ser el lenguaje que comprenden los destinatarios para no correr el riesgo de hablar al vacío. 
Los numerales del 156 al 159 nos presentan algunos recurso pedagógicos que serán de gran utilidad para preparar nuestra predicación.  El papa nos recuerda en el numeral 156 lo que ya San Pablo VI había dicho sobre lo que conlleva la evangelización: “La evidente importancia del contenido no debe hacer olvidar la importancia de los métodos y medios de la evangelización” (EN # 40).    El Santo Padre hace un comentario sobre una  anécdota que le sucedió a él: “Una buena homilía, como me decía un viejo maestro, debe contener ‘una idea, un sentimiento, una imagen’” (EG # 157).  Esto sin duda alguna sé podría aplicar a cualquier otro tipo de predicación.
El lenguaje que se debe utilizar cuando predicamos fue también fue reflexionado por el Papa Francisco en esta exhortación apostólica.  “La sencillez tiene que ver con el lenguaje utilizado. Debe ser el lenguaje que comprenden los destinatarios para no correr el riesgo de hablar al vacío” (EG # 158).   El Vicario de Cristo nos advierte sobre un riesgo referente al lenguaje.  “El mayor riesgo para un predicador es acostumbrarse a su propio lenguaje y pensar que todos los demás lo usan y lo comprenden espontáneamente” (EG # 158).
Para finalizar y como conclusión quiero copiar todo lo que nos dice el Papa Francisco en el numeral 159.  “Otra característica (a tener en cuenta) es el lenguaje positivo.  No dice tanto lo que no hay que hacer sino que propone lo que podemos hacer mejor.  En todo caso, si indica algo negativo, siempre intenta  mostrar también un valor positivo que atraiga, para no quedarse en la queja, el lamento, la crítica o el remordimiento. Además, una predicación positiva siempre da esperanza, orienta hacia el futuro, no nos deja encerrados en la negatividad. ¡Qué bueno que sacerdotes, diáconos y laicos se reúnan periódicamente para encontrar juntos los recursos que hacen más atractiva la predicación!”
¡Que el Espíritu Santo Paráclito nos de sus dones para crecer en la santidad por medio del amor y la caridad fraternal sirviendo a los demás!  ¡Que el Paráclito nos de sus carismas para servir y para el bienestar de la comunidad eclesial!
¡Santísima Virgen María tu Madre de Jesús Predicador por excelencia y Madre de los predicadores en la Iglesia  ruega e intercede por todos los predicadores, apologistas, catequistas y  líderes parroquiales para que seamos pilares fuertes de la evangelización en este mundo sediento de Dios!
¿Quieres conocer sobre el MCA (Ministerio Católico Anawim Inc.)?  Antes que nada pedimos que nos incluyas en tus oraciones.  Si necesitas un recurso para la evangelización al final de esta reflexión te brindamos más información.  En el Blog: Catequesis de Adultos tenemos en documentos pdf antes de los temas tengo la Información del Ministerio Católico Anawim Inc. y mí Curriculum e Historial de Pastoral.
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¡Dios… Bendiga… Amén!

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