Hoy en día es muy común escuchar
(mp3, etc.) o ver (videos, mp4, etc.) muchísimas predicaciones (ya sean
católicas o protestantes) por la internet.
Como muy bien dice mi esposa “están que ni botandolas se acaban”. Para esta reflexión quisiera usar como base o
como referencia la Exhortación
Apostólica Evangelii Gaudium (EG) {Sobre el Anuncio del Evangelio en el
Mundo Actual} del Papa Francisco.
Para esta reflexión aquí voy a
usar como referencia el tercer capítulo que lleva como título “El Anuncio del
Evangelio” pero más específicamente la tercera parte de este capítulo titulada
“La preparación de la predicación” cuyos numerales son del 145 al 159.
El Santo Padre Francisco comienza
este importantísimo tema con la siguiente afirmación: “La preparación de la
predicación es una tarea tan importante que conviene dedicarle un tiempo
prolongado de estudio, oración, reflexión y creatividad pastoral” (EG #
145). Aquí sería muy conveniente
entender cada uno de estos paso que el Santo Padre nos propone.
En primer lugar nos propone el
estudio. Yo he conocido predicadores
entre los cuáles se encuentran algunos sacerdotes que cuando uno le pregunta
que cómo se preparan una predicación me han contestado que ellos sé lo dejan
todo al Espíritu Santo. He conocido
también de predicadores que se afanan por estudiar que sé olvidan que hay que
darle cabida al Espíritu Santo para actué y nos dirija en la predicación. Ambas posturas, sin duda alguna yo las
considero como aptitudes irresponsables pero sobretodo muy peligrosas.
Luego Francisco nos propone la
oración. Aquí quisiera hacer una
analogía o comparación que nos pueda ayudar a entender lo importante que es la
oración para el ministerio de la predicación.
De la misma forma que María la Madre del Señor fue virgen antes, durante
y después de dar a luz a Jesús la oración la debemos llevar antes, durante y
después de la predicación. Esto aplica
también para los catequistas, los apologistas y los líderes parroquiales en la
comunidad eclesial. Dentro de la oración
incluye el pedir la asistencia e inspiración al Espíritu Santo.
Sobre este último punto el Santo
Padre hace hincapié más adelante en esta exhortación apostólica: “La confianza
en el Espíritu Santo que actúa en la predicación no es meramente pasiva, sino
activa y creativa” (EG # 145). El papa
nos exhorta a que nos ofrezcamos como instrumentos (ver y leer EG # 145).
Esto me hace recordar la canción
del “El Alfarero” donde Dios es el alfarero y todos los bautizados somos esa
vasija (nuestra alma) de barro que se fortalece con la gracia y el Amor de
Dios. Por otro lado, esa misma vasija se
puede quebrar por el pecado, la antipatía y el odio a Dios y a los hermanos. Nos sigue diciendo el Papa Francisco: “Un
predicador que no se prepara no es ‘espiritual’; es deshonesto e irresponsable
con los dones que ha recibido” (EG # 145).
En numeral 146 de esta
exhortación apostólica Francisco nos habla de “el culto a la verdad”. ¿Qué es el culto a la verdad y qué
implica? Para poder entender esto es muy
recomendable ir a la Exhortación Apostólica Evangelii Nuntiandi (EN) Acerca de
la Evangelización en el Mundo Contemporáneo de San Pablo VI.
“El Evangelio que nos ha sido
encomendado es también palabra de verdad. Una verdad que hace libres (ver y
leer Jn. 8, 32) y que es la única que procura la paz del corazón; esto es lo
que la gente va buscando cuando le anunciamos la Buena Nueva” (EN # 78). Más adelante nos dice Pablo VI: “Verdad
difícil que buscamos en la Palabra de Dios y de la cual nosotros no somos, lo repetimos una vez más, ni los dueños, ni los árbitros, sino los
depositarios, los herederos, los servidores” (EN # 78, énfasis añadido). Esto es de vital importancia ya que muy
fácilmente podríamos caer en la tentación de la manipulación de la Sagrada
Palabra de Dios.
“De todo evangelizador se espera
que posea el culto a la verdad, puesto que la verdad que él profundiza y
comunica no es otra que la verdad revelada y, por tanto, más que ninguna otra,
forma parte de la verdad primera que es el mismo Dios” (EN # 78). Muchas veces como predicadores debemos estar
sometidos a grandes sacrificios y a abnegaciones.
Esto debe motivo de siempre ser fiel a la Verdad (ver y leer Jn. 14,
6-7) quien es Cristo Jesús. Como
predicadores debemos estar muy consiente que predicamos la VERDAD y no una
verdad más.
Veamos lo que nos dice esta
exhortación apostólica sobre el culto a la verdad: “El primer paso, después de
invocar al Espíritu Santo, es prestar toda la atención al texto bíblico, que
debe ser el fundamento de la predicación. Cuando uno se detiene a tratar de
comprender cuál es el mensaje de un texto, ejercita el ‘culto a la
verdad’”.
“Es la humildad del corazón que
reconoce que la Palabra siempre nos trasciende, que no somos ‘ni los dueños, ni
los árbitros, sino los depositarios, los heraldos, los servidores’ (EG #
146)”. Esa actitud de humilde ya
sembrada veneración de la Palabra se expresa deteniéndose a estudiarla con sumo
cuidado y con un santo temor de manipularla.
El predicador nos dice Francisco debe tener una actitud (carácter,
disposición, gallardía) y aptitud (idoneidad, destreza, inteligencia) de
discípulo para que sepa escuchar cómo el
Profeta Samuel: “Habla,
Señor, que tu siervo escucha” (1S 3, 9).
El Santo Padre continúa dándonos
algunas recomendaciones para poder entender y conocer las Sagradas Escrituras
mejor. “Conviene estar seguros de
comprender adecuadamente el significado de las palabras que leemos” (EG # 147). Hay que tener en cuenta que “los textos
bíblicos que estudiamos tiene dos mil o tres mil años, su lenguaje es muy
distinto del que utilizamos ahora” (EG # 147).
Esto me recuerda lo que dice el
Catecismo de la Iglesia Católica (CIC) sobre la interpretación de la Palabra de
Dios. “Para descubrir la intención de
los autores sagrados es preciso tener en cuenta las condiciones de su tiempo y
de su cultura, los «géneros literarios» usados en aquella época, las maneras de
sentir, de hablar y de narrar en aquel tiempo. ‘Pues la verdad se presenta y se
enuncia de modo diverso en obras de diversa índole histórica, en libros
proféticos o poéticos, o en otros géneros literarios’ (DV 12,2)” (CIC # 110).
“Para entender adecuadamente el
sentido del mensaje central de un texto, es necesario ponerlo en conexión con
la enseñanza de toda la Biblia, transmitida por la Iglesia” (EG # 148). “Éste es un principio importante de la
interpretación bíblica, que tiene en cuenta que el Espíritu Santo no inspiró
sólo una parte, sino la Biblia entera” (EG # 148). Además nos dice el Santo Padre que: “Uno de
los defectos de una predicación tediosa e ineficaz es precisamente no poder
transmitir la fuerza propia del texto que se ha proclamado”.
El CIC nos dice sobre la interpretación de las Sagradas Escrituras: “En la sagrada Escritura, Dios habla al
hombre a la manera de los hombres. Por tanto, para interpretar bien la
Escritura, es preciso estar atento a lo que los autores humanos quisieron
verdaderamente afirmar y a lo que Dios quiso manifestarnos mediante sus
palabras (cf. DV 12,1)” (CIC # 109).
Cómo verán tanto el CIC y el EG están en la misma línea de pensamiento
en cuanto a la interpretación de la Sagrada Escritura se refiere.
El Papa Francisco desde los
numerales 149 al 151 nos habla de la personalización de la Palabra. Aquí el Santo Padre nos recuerda que debemos
tener ‘una gran familiaridad personal con la Palabra de Dios’. También nos dice que: “no basta conocer su
aspecto lingüístico o exegético, que es también se necesita acercarse a
la Palabra con un corazón dócil y orante” (EG # 149 énfasis añadido).
Francisco citando a San Pablo nos
dice: “predicamos no buscando agradar a los hombres, sino a Dios, que examina
nuestros corazones” (1Ts. 2, 4). Este un
punto que muchas veces solemos olvidar los predicadores. Nos podríamos preguntar: ¿Cuál es la solución
a este problema? Yo diría que la oración
y una oración perseverante. Nuestra
corazón, nuestra mente y todo nuestro ser debe escuchar primero la Santa Palabra
que nos toca predicar, de esta forma se transmitirá al Pueblo fiel de Dios con
fertilidad y fecundidad: “de la abundancia del corazón
habla la boca” (Mt.12, 34).
En el numeral 153 de la EG el
papa nos propones una preguntas que nos debe ayudar en la reflexión y
meditación de la Palabra de Dios.
Veamos algunas de estas
preguntas:
- ¿Qué me dice a mí este texto?
- ¿Qué quieres cambiar de mi vida con este mensaje?
- ¿Qué me molesta en este texto?
- ¿Por qué esto no me interesa?
- ¿Qué me agrada?
- ¿Qué me estimula de esta Palabra?
- ¿Qué me atrae?
- ¿Por qué me atrae?
Sin duda alguna estas preguntas
nos pueden ayudar en la meditación, reflexión y estudio de la Palabra de Dios.
El Santo Padre advierte de
algunas tentaciones que nos podrían suceder a cada uno de nosotros. “Cuando uno intenta escuchar al Señor, suele
haber tentaciones. Una de ellas es simplemente sentirse molesto o abrumado y
cerrarse; otra tentación muy común es comenzar a pensar lo que el texto dice a
otros, para evitar aplicarlo a la propia vida. También sucede que uno comienza
a buscar excusas que le permitan diluir el mensaje específico de un texto” (EG
# 153). Por experiencia te puedo decir
que las tentaciones se vencen y se superan por medio de la oración.
Francisco nos dice que la Palabra
de Dios nos “invita siempre a dar un paso más, pero no exige una respuesta
plena si todavía no hemos recorrido el camino que la hace posible” (EG # 153).
“El predicador necesita también
poner un ‘oído en el pueblo’, para descubrir lo que los fieles necesitan
escuchar. Un predicador es un contemplativo de la Palabra y también un
contemplativo del pueblo. De esa manera,
descubre ‘las aspiraciones, las riquezas y los límites, las maneras de orar, de
amar, de considerar la vida y el mundo, que distinguen a tal o cual conjunto
humano’, prestando atención ‘al pueblo concreto con sus signos y símbolos, y
respondiendo a las cuestiones que plantea’” (EG # 154).
Es verdad que cuando uno llega a
una parroquia que nunca había visitado uno no sabe nada sobre dicha comunidad
eclesial. Uno podría hacer un acercamiento
con la persona que lo invite a predicar.
¿Cómo podemos hacer esto? Uno le
puede preguntar ya al sacerdote o el laico que nos haya invitado, sobre qué
temas o tópicos quiere que uno hable.
Además en la forma o manera que sea posible uno puede ir observando a la
comunidad ya sea en la Santa Misa u otras actividades dentro de la parroquia.
El Santo Padre Francisco se hace
eco de las palabras de San Pablo VI que nos dice que los fieles “esperan mucho
de esta predicación y sacan fruto de ella con tal que sea sencilla, clara,
directa, acomodada” (Evangelii Nuntiandi {EN} # 33; EG # 158). La sencillez tiene que ver con el lenguaje
utilizado. Debe ser el lenguaje que comprenden los destinatarios para no correr
el riesgo de hablar al vacío.
Los numerales del 156 al 159 nos
presentan algunos recurso pedagógicos que serán de gran utilidad para preparar
nuestra predicación. El papa nos
recuerda en el numeral 156 lo que ya San Pablo VI había dicho sobre lo que
conlleva la evangelización: “La evidente importancia del contenido no debe
hacer olvidar la importancia de los métodos y medios de la evangelización” (EN
# 40). El Santo Padre hace un
comentario sobre una anécdota que le
sucedió a él: “Una buena homilía, como me decía un viejo maestro, debe contener
‘una idea, un sentimiento, una imagen’” (EG # 157). Esto sin duda alguna sé podría aplicar a
cualquier otro tipo de predicación.
El lenguaje que se debe utilizar
cuando predicamos fue también fue reflexionado por el Papa Francisco en esta
exhortación apostólica. “La sencillez
tiene que ver con el lenguaje utilizado. Debe ser el lenguaje que comprenden
los destinatarios para no correr el riesgo de hablar al vacío” (EG # 158). El Vicario de Cristo nos advierte sobre un
riesgo referente al lenguaje. “El mayor
riesgo para un predicador es acostumbrarse a su propio lenguaje y pensar que
todos los demás lo usan y lo comprenden espontáneamente” (EG # 158).
Para finalizar y como conclusión
quiero copiar todo lo que nos dice el Papa Francisco en el numeral 159. “Otra característica (a tener en cuenta) es
el lenguaje positivo. No dice tanto lo
que no hay que hacer sino que propone lo que podemos hacer mejor. En todo caso, si indica algo negativo,
siempre intenta mostrar también un valor
positivo que atraiga, para no quedarse en la queja, el lamento, la crítica o el
remordimiento. Además, una predicación positiva siempre da esperanza, orienta
hacia el futuro, no nos deja encerrados en la negatividad. ¡Qué bueno que
sacerdotes, diáconos y laicos se reúnan periódicamente para encontrar juntos
los recursos que hacen más atractiva la predicación!”
¡Que el Espíritu Santo Paráclito
nos de sus dones para crecer en la santidad por medio del amor y la caridad
fraternal sirviendo a los demás! ¡Que el Paráclito nos de sus carismas para
servir y para el bienestar de la comunidad eclesial!
¡Santísima Virgen María tu Madre
de Jesús Predicador por excelencia y Madre de los predicadores en la
Iglesia ruega e intercede por todos los
predicadores, apologistas, catequistas y
líderes parroquiales para que seamos pilares fuertes de la
evangelización en este mundo sediento de Dios!
¿Quieres conocer sobre el MCA (Ministerio
Católico Anawim Inc.)? Antes que nada
pedimos que nos incluyas en tus oraciones.
Si necesitas un recurso para la evangelización al final de esta
reflexión te brindamos más información.
En el Blog: Catequesis
de Adultos tenemos en documentos pdf antes de los temas tengo la Información
del Ministerio Católico Anawim Inc. y mí Curriculum
e Historial de Pastoral.
¡Dios… Bendiga… Amén!
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