La base del Cristianismo como religión (o trato con
Dios) son sus verdades de fe. Como
cristianos estas verdades de fe las expresamos en nuestras profesiones de fe o
credos. La Iglesia desde sus inicios ha
venerado a María y reconocido sus realidades de fe que se refieren a ella. Los dogmas sobre la María demuestran la
expresión bíblica que “nada
es imposible para Dios” (Jeremías 32, 17; Lucas 1, 37).
En la doctrina católica, un dogma es una verdad revelada definida por la Iglesia Católica. La entiende como una verdad perteneciente al campo de la fe o de la moral, revelada por Dios y transmitida desde los Apóstoles a través de la Escritura o de la Tradición, y propuesta por la Iglesia para su aceptación por parte de los fieles. “El Magisterio de la Iglesia ejerce plenamente la autoridad que tiene de Cristo cuando define dogmas, es decir, cuando propone, de una forma que obliga al pueblo cristiano a una adhesión irrevocable de fe, verdades contenidas en la Revelación divina o también cuando propone de manera definitiva verdades que tienen con ellas un vínculo necesario” (CIC # 88).
Los Cuatro Dogmas Marianos
En nuestra fe hay muchas creencias que no han sido decretados como dogmas; hay santos que no han sido canonizados. Por ejemplo, la Virgen María es la más santa de los creyentes en Cristo, sin embargo nunca hubo una declaración o canonización de María como santa de la Iglesia.
Las definiciones dogmáticas se han hecho en la medida que han sido necesarias, pero la totalidad de la doctrina cristiana no está definida de manera específica como dogmas, sino que hay puntos clave de la doctrina que se han declarado dogmas como tales.
Hasta ahora la Iglesia ha declarado cuatro verdades sobre María en forma dogmática: María Madre de Dios, María Siempre Virgen, La Inmaculada Concepción de María y la Asunción de María
La Iglesia se fijó en María por causa de Jesús; desde la Biblia vemos aparecer a María relacionada con Jesús. Ella es nombrada en el evangelio de Lucas, el nombre de la virgen era María (Lc 1,27), porque Jesús al encarnarse tuvo que hacerlo en una persona concreta de carne y hueso, con nombre y apellido, perteneciente a una familia y un pueblo concretos.
En la medida que la Iglesia fue reflexionando en las verdades reveladas de Dios, siguió acudiendo a María para entender mejor a Jesús. Él era verdadero hombre y verdadero Dios; para ser verdadero hombre tiene que ser hijo de un ser humano; para ser verdadero Dios tiene que ser por obra del Espíritu de Dios y no por semilla humana. Y estos son los dos primeros dogmas marianos, la Maternidad Divina y la Virginidad de María, es decir, María es Madre de Dios y es siempre Virgen.
En la doctrina católica, un dogma es una verdad revelada definida por la Iglesia Católica. La entiende como una verdad perteneciente al campo de la fe o de la moral, revelada por Dios y transmitida desde los Apóstoles a través de la Escritura o de la Tradición, y propuesta por la Iglesia para su aceptación por parte de los fieles. “El Magisterio de la Iglesia ejerce plenamente la autoridad que tiene de Cristo cuando define dogmas, es decir, cuando propone, de una forma que obliga al pueblo cristiano a una adhesión irrevocable de fe, verdades contenidas en la Revelación divina o también cuando propone de manera definitiva verdades que tienen con ellas un vínculo necesario” (CIC # 88).
La Iglesia Católica tiene una posición muy clara con respecto al dogma, y
es que las verdades divinas siempre han existido, solo que cuando se tiene una
duda, o una desviación doctrinal, es necesario reafirmar dicha verdad por medio
de un dogma.
Por
ejemplo: desde el inicio del cristianismo se reconoció a Jesucristo como hijo
de Dios; ahora bien, cuando se dio la desviación doctrinal de Arrió sobre la naturaleza divina de
Jesucristo, fue necesario hacer un artículo de fe, que determinara y
solucionara esta situación, de manera que ya no habría dudas, sino que se
determinara como una verdad; esto ocurrió en el Concilio de Éfeso (año 431
d.C.). Este concilio definió a
Jesucristo como verdadero Dios y verdadero hombre.Los Cuatro Dogmas Marianos
En nuestra fe hay muchas creencias que no han sido decretados como dogmas; hay santos que no han sido canonizados. Por ejemplo, la Virgen María es la más santa de los creyentes en Cristo, sin embargo nunca hubo una declaración o canonización de María como santa de la Iglesia.
Las definiciones dogmáticas se han hecho en la medida que han sido necesarias, pero la totalidad de la doctrina cristiana no está definida de manera específica como dogmas, sino que hay puntos clave de la doctrina que se han declarado dogmas como tales.
Hasta ahora la Iglesia ha declarado cuatro verdades sobre María en forma dogmática: María Madre de Dios, María Siempre Virgen, La Inmaculada Concepción de María y la Asunción de María
La Iglesia se fijó en María por causa de Jesús; desde la Biblia vemos aparecer a María relacionada con Jesús. Ella es nombrada en el evangelio de Lucas, el nombre de la virgen era María (Lc 1,27), porque Jesús al encarnarse tuvo que hacerlo en una persona concreta de carne y hueso, con nombre y apellido, perteneciente a una familia y un pueblo concretos.
En la medida que la Iglesia fue reflexionando en las verdades reveladas de Dios, siguió acudiendo a María para entender mejor a Jesús. Él era verdadero hombre y verdadero Dios; para ser verdadero hombre tiene que ser hijo de un ser humano; para ser verdadero Dios tiene que ser por obra del Espíritu de Dios y no por semilla humana. Y estos son los dos primeros dogmas marianos, la Maternidad Divina y la Virginidad de María, es decir, María es Madre de Dios y es siempre Virgen.
María es una
madre humana que da a luz un hijo que es Dios, el Mesías de Dios, pero sin
tener relaciones con hombre. El relato
de la Anunciación en Lucas (Cf. Lc 1,26-38), nos dice con claridad esta
realidad humano-divina de Jesús, y que María es la madre, por la intervención
del Espíritu Santo y no por la intervención de un varón humano. María es la madre de Cristo, que luego en el
siglo V la Iglesia la proclama como madre de Dios (Theotokos), y María es al mismo tiempo Virgen, que la Iglesia en varias
ocasiones declara como siempre virgen.
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