Sab
9,13-18: ¿Quién comprende lo que Dios
quiere?
Salmo
Responsorial 89: Señor, tú has sido nuestro refugio
de generación en generación
Fil
9-10.12-17: Recíbelo, no como esclavo, sino
como hermano querido
Lc
14,25-33: Quien no renuncia a todo no puede
ser mi discípulo
Cuando leemos los textos evangélicos donde
Jesús nos dice cuáles son las exigencias para ser sus discípulos o seguidores
podríamos decir que Jesús demasiado. La
verdad es que quien nos diga que ser cristiano es algo fácil nos está
mintiendo. Como solemos ver y escuchar
unos supuestos predicadores que nos pintan “villas
y castillas” y nos prometen una gran prosperidad para nuestras vidas. Dios puede permitir todo esto sin duda alguna
pero es lo que Dios por su gran misericordia nos da y otra es cosa es lo que
estos predicadores nos pintan las cosas y la vida “color de rosa.”
Hoy la liturgia nos propones las exigencias
y requerimientos que el ser discípulos de Cristo implica. El Amor a Dios va a ser el tema central para
la Palabra de Dios que proclamamos en esta Eucaristía Dominical. Esta nos inducen a una opción radical de por
encima de toda atadura y limitación. Vemos
que el principal requisito para ser discípulo es cargar con nuestra cruz y
seguirle.
Esto sin duda alguna implica mucho,
podríamos estar horas y horas tratando de comprender lo que discipulado de
Cristo requiere. En palabras sencillas,
podríamos decir que tomar la cruz es llevar a cabalidad nuestra vida diaria con
aptitudes cristiana. Nos podríamos
preguntar cuando tenemos x o y situación (buena, difícil, negativa o mala) ¿Qué
haría Cristo en esta situación?
En la vida tenemos altas y bajas y como
decía mi abuelo: “tenemos situaciones
flacas y situaciones gordas”. No
importa cuán buena o mala puedan ser las situaciones en la vida nuestro
compromiso cristiano debe resaltar.
Tomar la cruz de cada día, afrontar las situaciones de la vida sin
importar su color blanco o negro.
La primera lectura nos muestra el camino de
la Sabiduría. Posemos notar que en el
Libro de la Sabiduría los capítulos del 1 al 5 tienen como tema centrar la
justicia. Mientras que los capítulos del
6 al 10 de este libro sagrado nos presentan el tema de la sabiduría. El contenido
inmediato es una oración de Salomón a Dios implorándole la sabiduría para guiar
y conducir apropiadamente a su pueblo.
La carta a Filemón es la única carta genuina
de Pablo destinada a una persona particular.
Filemón es un cristiano de buena posición, que había sido convertido por
el mismo Pablo. Pablo le quiere
ensenarle que la acción liberadora de Jesús puede convertir y transformar a los
esclavos en verdaderos hermanos que puedan llegar a vivir la hermandad cristiana.
La radicalidad del seguimiento de Jesús nos
compromete y la vez nos libera. Al
seguir a Jesús se crean nuevos vínculos y lazos de comunión que se deben
manifestar en la comunidad eclesial.
Toda la Palabra de Dios es comunicación de
Dios hacia el hombre para que llegue y alcance el infinito, lo que no acaba. Rezamos en Credo en las Eucaristías
dominicales que Jesús está sentado a la derecha de Dios Padre. Pero para que esto sucediera tuvo que pasar
por la cruz. La cruz (tanto en Jesús
como para nosotros) se convierte en ese puente que nos lleva al Cielo (o sea
ante la Presencia infinita y gloriosa de Dios).
Jesús no necesita la salvación como la necesitamos todos nosotros pero
quiso darnos el ejemplo.
Dar ejemplo como el de María la Madre del
Crucificado, que supo llevar su cruz y desde el silencio. Que ellas interceda por nosotros, para que
podamos vivir el discipulado cristiano con verdadera convicción y
compromiso. Que el Espíritu de la Sabiduría
nos guíe amorosamente a vivir nuestro compromiso bautismal.
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