3 de octubre de 2013

¡Nuestra tarjeta de presentación! Domingo XXVII Tiempo Ordinario

Habacuc 1, 2-3; 2, 2-4
Salmo (Responsorial) 94, 1-2. 6-7. 8-9
2 Timoteo 1, 6-8. 13-14

Lucas 17, 5-10


Hoy en día, especialmente en los negocios y en los trabajos en general están muy de moda las tarjetas de presentación o acá en EEUU las “business cards”. De lo bien que estén hechas estas tarjetas de presentación dependerá muchas veces el éxito de la empresa que busque realizar. Hoy en día hasta en la Iglesia vemos hermanos y hermanas tener sus “business cards” para introducir sus apostolados (como es el caso de este servidor). En términos más amplios podemos decir que el cristiano o sea todo bautizado tiene una tarjeta de presentación y es la Fe. Claro está, de lo colorida que este nuestra “business card” cristiana (o sea la fe) va a depender cuan fructuosa salga nuestra función espiritual que es la vida cristiana.


Si fuésemos a buscar un texto bíblico que fuera como esa tarjeta de presentación de Jesús en los evangelios a mi entender serían las Bienaventuranzas (ver Lucas 6, 20 – 23; Mateo 5, 1 – 12). En estas Jesús nos presenta cuales son los requisitos, por así decirlo para ser sus seguidores o sea cristianos. Viviendo las Bienaventuranzas vivimos en compromiso lo que conlleva la fe cristiana.
Antes de continuar hay dos palabras que utilice en la oración anterior que me interesa grandemente poder profundizar un poco más, y estas son fe y compromiso.
La Carta a los Hebreos nos da la definición de esa palabra tan trascendente que es la fe. “La fe es aferrarse a lo que se espera, es la certeza de cosas que no se pueden ver” (Hebreos 11, 1). En este capítulo 11 a los Hebreos el autor nos recuerda a esos paladines o “quijotes” de la fe, desde el justo Abel a nuestro Padre en la fe Abraham, Samuel y los profetas del Antiguo Testamento en hagiógrafo o autor sagrado nos recuerda las hazañas de estos en la fe al único y verdadero Dios. En forma singular también la Iglesia desde los tiempos apostólicos nos ha recordado la vida de los santos en especial la Virgen María Madre de Dios y de la Iglesia. Los cuales participando de la única y verdadera santidad la de Cristo Jesús (o sea la de Dios) estos han dado testimonio heroico de la fe cristiana. 
Por eso en nuestros días la Iglesia se ha dado a la tarea de reconocer el valor heroico que han vividos nuestros “santos modernos”. Como es el caso de los Papas Juan XXIII y Juan Pablo II que prontamente serán canonizados (o sea reconocidos como santos), el  próximo 27 de abril del 2014 (según la prensa católica). Muchas personas viven su fe heroicamente aunque la gran mayoría no son “reconocidos” o canonizados por la Iglesia, los católicos celebramos un día para para estos santos y es el “Día de todos los Santos” (noviembre 1). Todos estos cristianos santos (canonizados y no canonizados) vivieron las Bienaventuranzas como esa “business card” cristiana hasta las últimas consecuencias. Hoy en día, tú y yo estamos llamados a vivir de la misma forma.
En la primera lectura el Profeta Habacuc nos deja ver claro que Dios tiene un plan de salvación cuando nos dice: “el justo vivirá por su fe” (Habacuc 2, 4). Esta respuesta que le da Dios al profeta es un llamado a la paciencia. Para poder entender esto hay que entender cuál era la interrogante del profeta hacia Dios. ¿Por qué triunfa la injusticia? ¿Por qué triunfan los planes del malvado? Hay una expresión que solía utilizar mi abuelo “Dios sabe lo que hace y porqué lo hace” o sea que Dios en su infinita sabiduría tiene un plan providencial para cada uno de sus hijos. Solo nos falta tener fe en este plan de salvación de Dios para con cada uno de nosotros. Para rematar el mismo Jesucristo nos pone el reto de “tener fe como un granito de mostaza” (ver Lucas 17, 5). ¿Qué implica esto? Sin duda alguna mucho o sea Jesús nos pide una fe sólida, donde sepamos dar todo a cambio. Una fe alimentada por la oración, los sacramentos (en especial la Eucaristía y la Reconciliación), dirección espiritual (algún sacerdote, religioso(a) o algún laico [competente y/o certificado cuando así las diócesis lo requiere]), y de nuevo mucho y más oración.

La segunda palabra en la que quisiera profundizar un poco también es el “compromiso”. Esta palabra de por sí sola es algo fuerte y hasta le tenemos miedo muchas veces. Podríamos decir que el compromiso es una obligación contraída por medio de acuerdo, promesa o contrato. En el caso de la fe y la vida cristiana es un acuerdo entre Dios y el hombre, una promesa que nuestros padres (y luego nosotros al tener uso de razón) hacen a Dios y la Iglesia de educarnos en la fe cristiana pero sobretodo es un contrato que el mismo Jesucristo pagó con su sangre en el calvario colgado de la Cruz. Esta tarjeta de presentación (o sea la Bienaventuranzas) que nos dejó Jesús nos muestran el camino de cómo vivir el compromiso bautismal o compromiso cristiano.
Un compromiso que nos lleva a vivir la pobreza en espíritu para ser solidarios con aquellos más necesitados. Un compromiso que nos lleva a ser paciente para con los demás. Un compromiso que nos lleva a tener hambre y sed de justicia. Un compromiso que nos mueve a ser compasivos dando y siendo misericordiosos con los demás. Un compromiso que nos lleva a trabajar por la paz; viviendo y diciendo como Pablo VI: “Si quieres paz lucha por la justicia”. Un compromiso que por muchas circunstancias (muchas veces injustas) nos convierte en perseguidos por el Reino de Dios. Pero un compromiso que nos debe llegar a “vivir-la-mejor-versión-de-nosotros-mismos” o sea la santidad. ¡Que ese sea nuestra fe y que ese  sea nuestro compromiso!

No hay comentarios.:

Consultas y Respuestas: Testimonios de Fe…

Las Bienaventuranzas como faro del examen de conciencia (Conclusión)

En estos tiempos en los medios de publicidad y de  “marketing”  (mercadeo) se nos presenta la felicidad temporera y efímera como si fuera  “...