Is 8,23b–9,3: En la Galilea de los gentiles el pueblo vio una luz
grande
Salmo Responsorial 26: El Señor es mi luz y mi salvación.
1Cor 1,10–13.17: Pónganse de acuerdo y no anden divididos
Mt 4,12–23: Se estableció en Cafarnaún. Así se cumplió lo que había dicho Isaías
El domingo es un día de
mayor trascendencia y magnitud en la semana. La palabra domingo viene del latín “dominus” que literalmente significa señor. En otras palabras el domingo es día del Señor. Pero hay que entender que el domingo no solo es el día del Señor solo por su significación. Haciendo una deducción lógica; Cristo
fue crucificado el día viernes y como proclamamos en el Credo resucito al
tercer día, o sea que Cristo resucito el Domingo. Esto era los que celebraban los
primeros cristianos la pascua del Señor.
La Celebración Eucarística en el
domingo no es por mera casualidad o por que a alguien se le antojo que fuera
así. Para finalizar la consagración en
la Misa el sacerdote (u obispo) nos suele decir: “Este es el sacramento de nuestra fe” a lo que contestamos: “Anunciamos tu muerte, proclamamos tu
resurrección. ¡Ven, Señor Jesús!”. Podríamos
decir que última cita (o proclamación) que con voz esperanzadora manifestamos
en la Eucaristía es un legado de los primeros cristianos. Porque ellos cada domingo lo que se reunían a
celebrar era mucho más que la Fracción
del Pan junto o con esta celebración proclamaban y testimoniaban la pascua
del Señor.
La Palabra de Dios en este
domingo nos invita a dejarnos iluminar por Cristo, nos llama a tener una conversión
personal, invita a vivir unidos en la fe,
y nos pide que escuchemos su llamada e invitación para anunciar el Reino
de Dios. Recordemos que cuando se nos
anuncia y predica el Reino de Dios para formar parte de este es requisito
fundamental la conversión. Cuando
entendamos esto y lo vivamos entonces podríamos predicar el Reino de Dios tal
como lo hiso Jesús.
El texto de la primera lectura
forma parte así nombrado “el Libro del
Emmanuel”. En este manuscrito se contienen
algunas de las más importantes profecías mesiánicas. El profeta exclama que la luz de Dios ha de alcanzar
a los gentiles. Se le llamaba la "Galilea de los Gentiles"
porque quedando en la frontera, había un vasto comercio e intercambio cultural
helénico (griegos y de otras partes del Imperio Romano).
En la segunda lectura en el fragmento
que se proclamó hoy Pablo quiere aclarar y resolver las divisiones de la
comunidad cristiana de los Corintios.
Para Pablo es de vital importancia que todo cristiano entienda que hay
un solo guía y maestro que es Jesús el Señor.
El Apóstol nos invita a llevar una armonía y concordia en la comunidad.
El fragmento de San Mateo que
leemos hoy nos describe los inicios de la misión de Jesús. La decisión de Jesús de fijar su residencia
en Cafarnaúm es un símbolo significativo de su plan evangelizador. En tiempo de Jesús, Cafarnaúm era una ciudad
fronteriza entre el pueblo de Israel y el mundo pagano. He aquí la importancia y trascendencia de que
el ministerio de Jesús comenzara en Cafarnaúm la cual era una ciudad mercantil
y comercial de Galilea.
El evangelio de hoy nos narra
como Jesús llamó a cuatro de sus discípulos Pedro, Andrés (que eran hermanos),
Santiago y Juan (hijo de Zebedeo). Aquí
hay que resaltar que es Jesús quien llama.
Y Jesús nos sigue llamando hoy. Hoy
Jesús nos llama a ser sus discípulos.
Esto implica que al decirle “Sí”
a Jesús nos comprometemos a seguirle con una profunda y sincera adhesión. El discipulado requiere seguirle con fe, con
esperanza y sobre todo con caridad (que es amor hecho acción). Es inminente y vital que el compromiso sea real,
palpable y convincente como nos lo pide el Evangelio.
El Salmo Responsorial 26
introduce con la aclamación: “El Señor es
mi luz y mi salvación” luego prosigue “¿a
quién temeré? El Señor es la defensa de mi vida, ¿quién me hará temblar?”
Estas son aclamaciones que deben estar en la mente y el corazón del discípulo
seriamente comprometido con y con la Iglesia.
Seamos discípulos y testigos del Reino socorriendo
a cuantos nos necesitan, al mismo tiempo debemos proclamar el Evangelio, de lo
contrario, como dice el Papa Francisco, seremos solamente una ONG piadosa. Como discípulos estamos llamados a vivir
nuestra vida (y por ende nuestra vocación personal) con intensidad, con
alegría, unos a otros (incluyendo al Espíritu Santo) animándonos y fortaleciéndonos
en la fe, para seguir caminando en el nombre del Señor hasta encontrarnos con
Él.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario