16 de marzo de 2014

Desde la TRANSFIGURACIÓN del Señor busquemos nuestra transfiguración… Domingo II de Cuaresma – Ciclo A

Génesis 12, 1-4: Vocación de Abraham, padre del pueblo de Dios.
Salmo Responsorial 32: Señor, ten misericordia de nosotros.
2 Timoteo 1, 8-10: Dios nos llama y nos ilumina.
Mateo 17, 1-9: Su rostro se puso resplandeciente como el sol.
Tanto el domingo pasado de como este segundo domingo de cuaresma se nos muestran los dos lados de la moneda.  El primer domingo de cuaresma el evangelio nos hablaba de las tentaciones del Señor.  Hoy el evangelio nos está hablando sobre la Transfiguración de Jesús.

Nos podríamos preguntar ¿Por qué en cuaresma la liturgia nos presenta la Transfiguración del Señor?  Para contestar esta pregunta tenemos que leer (y releer) y entender el contexto teológico-pastoral de la época cuando se escribió este evangelio de San Mateo.
En primer lugar recordemos que este evangelio fue escrito para comunidad judeo-cristiana donde el hagiógrafo o autor bíblico nos presenta a Jesús como Aquel (Mesías, Hijo del Hombre o Hijo de Dios) quien nos da la nueva ley del Amor.  Todo el Nuevo Testamento (en especial los evangelios) fue escrito desde una concepción post-resurrección.  Porque no fue hasta después de la resurrección de Cristo que los Apóstoles (y las primeras generaciones de cristianos) en tendieron la misión y mensaje de Jesucristo.
Ahora bien veamos el texto evangélico de la transfiguración.  Jesús aparece como una luz resplandeciente con los dos más grandes personajes del Antiguo Testamento.  Donde Moisés representa a la ley y Elías representa a los profetas.  Estos (la ley y los profetas) son los dos pilares fundamentales del Antiguo Testamento.  Estos fundamentos de alguna forma u otra nos han de llevar a Jesucristo.
Continuando con esta narración evangélica se nos dice que se encontraba Pedro aun conversando “cuando una nube luminosa los cubrió con su sombra y una voz que salía de la nube dijo: ¡Este es mi Hijo, el Amado; éste es mi Elegido, escúchenlo!” (Mt. 17, 5).  Nos dice  San León Magno: “Sin duda esta transfiguración tenía sobre todo la finalidad de quitar del corazón de los discípulos el escándalo de la cruz, a fin de que la humillación de la pasión voluntariamente aceptada no perturbara la fe de aquellos a quienes había sido revelada la excelencia de la dignidad oculta” (San León Magno, Sermón 38).  Esto según enseña este insigne papa, padre y doctor de la Iglesia que la Transfiguración del Señor le proporcionaba al mismo tiempo un motivo de esperanza de la Iglesia.  Porque todo el cuerpo de Cristo pudo conocer la transformación con que Él también fue enriquecido, y todos sus miembros adquirieron la esperanza de participar en el mismo honor con que había resplandecido la cabeza de la Iglesia.
La primera lectura nos presenta en camino de fe que tuvo que iniciar Abram.  Pero este camino de fe tenía una meta que era la tierra que el mismo Dios le habría de  mostrar.  La cuaresma es también un camino pero con una meta que es la Pascua (Resurrección) de Cristo.  En este camino cuaresmal la Iglesia nos invita a trazar la vía cuaresmal con la oración, la conversión, la privaciones personales (como sería el no comer o beber algo), el ayuno y la caridad fraterna.  [Entiéndase por caridad como el amor hecho acción y no solamente el dar limosna, lo cual es parte de pero no es toda la caridad.]  Como podemos notar nuestro camino cuaresmal culmina con esa luz deslumbrante y transfiguradora de la Pascua de Resurrección de Cristo Jesús.  Esto tenemos que buscar día a día en nuestra vida cristiana.
¿Qué nos dice esto?  Que durante el caminar cristiano vamos a encontrar piedras (y hasta grandes peñascos) donde podemos tropezar pero Cristo y la Iglesia nos dan las herramientas (oración, sacramentos, dirección espiritual) para poder levantarnos.  También tenemos la esperanza que al final del camino veremos la luz de la Resurrección Pascual (o sea el paso o caminar a la resurrección) como promesa y premio para los que vivimos el amor, la justicia y santidad cristiana.  ¡Que esta sea nuestra misión en nuestra vida cristiana!

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