23 de mayo de 2014

¡El Padre les dará otro Paráclito…! Domingo VI de Pascua (Ciclo A)

Hechos 8, 5-8. 14-17: Les impusieron las manos y recibieron el Espíritu Santo.
Salmo Responsorial 65: Las obras del Señor son admirables. Aleluya.
1Pedro 3, 15-18: Murió en su cuerpo y resucitó glorificado.
Juan 14, 15-21: Yo le rogaré al Padre y él les dará otro Paráclito.
Las promesas de Dios siempre han sido un tema muy interesante y notorio de por sí.   Hoy nos encontramos ante una de las promesas más esperada tanto para las generaciones cuando se estaba gestando el Nuevo Testamento como las nuestras en la actualidad.  Pero como he mencionado antes si queremos conocer lo que implica y significa esta promesa (al igual cuando queremos familiarizarnos con nuestra fe) debemos ir creando un vocabulario propio sobre tema que nos interesa comprender.

El origen de nuestro vocabulario cristiano lo tenemos del dos idiomas y estos son el griego (griego de la Koiné o del pueblo) y del latín.  A modo de ejemplo tenemos que la palabra iglesia proviene de la voz griega ekklēsía vía el latín ecclesia las cuales significan asamblea o convocación.  Por eso se dice que los bautizados somos la iglesia.  El término católica viene del griego también y significa universal.  Contrario a los que muchos dicen esta palabra católica(o) tiene su connotación bíblica (ver Mc. 16, 15; Mt. 28, 19).
Por otro lado en el evangelio Jesús nos promete otro Paráklêtos (griego) o Paráclito (español) el cual formaba parta del lenguaje jurídico.  La significación de este término es muy variada y amplia.  Paráclito suele ser asociado o definido como: abogado defensor, auxiliador, protector, intercesor y consolador entre otros términos similares.
Podemos notar que Jesús les dice a sus discípulos que orara al Padre para que Este les enviara al otro Paráclito.  ¿Quién es entonces el primer paráclito?  Pues Jesús es el primer paráclito.  Todos esos términos usados anteriormente para definir paráclito sin duda alguna hay que distinguirlos claramente en Jesús.  Esto no lo hacía solo con sus discípulos sino más bien con todo el pueblo.
En nuestra primera lectura tenemos al diacono Felipe predicando en Samaria.  Como nos dice el texto su fama se extendió en medio de los samaritanos según los signos y milagros que surgían tras su predicación.  Pero aunque Felipe bautizaba en nombre de Cristo el Espíritu Santo no había descendido sobre los samaritanos.  Por tal motivo los apóstoles envían a Pedro y a Juan y al imponer las manos quedaron llenos del Espíritu Santo.
De la misma forma que el Espíritu Santo fue absolutamente imprescindible para la fe de la gente en Samaria también lo sigue siendo para nosotros.  En este texto tenemos el fundamento bíblico para el Sacramento de la Confirmación.  ¿Mantenemos vivo el ardor y el esplendor de nuestra confirmación al pasar de los años?  ¿Sigue el Espíritu Santo llevando nuestras vidas con la misma efervescencia y resplandor que cuando recibimos este sacramento de la Iniciación Cristiana?
En la segunda lectura San Pedro nos indica que debemos estar prestos a dar razones de nuestra fe y esperanza.  Nos debemos preguntar ¿sigue siendo Cristo la razón de nuestra fe y nuestra esperanza?  Al igual que en los primeros tiempos de la Iglesia la persecución hacia los que tenemos a Cristo por Maestro sigue latente.  Podemos ver en las noticias y hasta en la Internet como hoy en día mueren cristianos simplemente porque son cristianos.  ¿Sigue siendo Cristo en los momentos difíciles y duro la razón de nuestra fe y nuestra esperanza?
Hoy la liturgia por medio de su Santa Palabra nos ofrece al Espíritu Santo como el Don de Dios por excelencia.  Este don se nos da a cada uno pero a la misma vez se le da a la comunidad.  Cristo nos conserva vivos para el Padre por la gracia del Espíritu Santo.  Ya llegando al final del Tiempo de Pascua vamos a ver que el protagonista de los textos bíblicos lo será el Espíritu Santo.  Pidamos al Espíritu Santo que siga llevado nuestras vidas con ardor y entusiasmo para llegar al Padre.  Pidamos también que su amor siga reinando en nuestras vidas para poder así manifestarlo hacia los demás.  


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