Hechos 6, 1-7: Eligieron siete hombres llenos del Espíritu
Santo.
Salmo Responsorial 32: El Señor cuida de aquellos que lo temen. Aleluya.
1Pedro 2, 4-9: Ustedes son estirpe elegida, sacerdocio real.
Juan 14, 1-12: Yo soy el camino, la verdad y la vida.
Hoy en día más que nunca hay muchos quienes nos prometen
toda clase de bienestar humano pero con la ausencia de Dios, quien fue el
que nos creó. Más aún muchos pretenden ser o poseer una
verdad sin la raíz o la esencia de la verdad que es el mismo Dios. Nuestra sociedad se define a sí misma con una
“sociedad trasparente”. Esto en si no es problema sino más bien como
y de que formas esta esta pretende ser trasparente, muchas veces con la carencia
y privación de Dios. La Palabra de Dios
que nos propone hoy la liturgia (en especial en el evangelio) nos quiere hacer
ver y entender que Dios es la fuente de todo, lo material y lo espiritual.
La primera lectura vemos que las tensiones (internas y
externas) comenzaron aflorar en la comunidad cristiana naciente de
Jerusalén. De esta lectura (y otras
similares en los Hechos y las Cartas de San Pablo) podemos visualizar que la
apertura hacia el mundo de la Iglesia fue un proceso lento. Pero
este proceso de apertura se fue manifestando con la guía del Espíritu Santo.
Como dice el dicho popular: “todo problema tiene su solución”.
La comunidad griega como nos dice texto se quejaron ante los Apóstoles
que sus viudas no eran atendidas
apropiada y debidamente. Aquí hay
dos puntos a reflexionar. Primero, los Apóstoles
no podían descuidar el ministerio de la Palabra o Predicación porque para eso
fueron comisionados por el mismo Jesús (ver Mc. 16, 15-16; Mt. 28, 18-20). Segundo, para este menester se le impuso las
manos a siete hombres griegos (prosélitos o que habían aceptado el judaísmo)
justos y prudentes (o sea santos o llenos del Espíritu de Dios) y se les
encargo el orden del diaconado.
La palabra “diácono”
nos viene del griego “diakonos”, y
luego del latín “diaconus” que
significa “servidor”. En todo el sentido de la palabra podemos
decir que Jesucristo fue el “Diacono
entre los diáconos” o sea el “Servidor
entre los servidores” (ver Mt. 20, 28).
Todos los bautizados estamos llamados a la “diaconía” o sea estamos llamados a servir tal como lo hijo Cristo.
Ahora bien como
Para poder entender la segunda lectura hay que leer el Salmo
117 (118 en la Biblia). Este salmo es
uno de los salmos pascuales por excelencia.
Es pueblo Judío sabía todo lo concerniente a la construcción (ver Mt. 7,
21-29). Como dato histórico podemos
mencionar que el Coliseo Romano fue construido por esclavos judíos capturados
en el año 70 después de la destrucción del Templo de Israel.
San Pedro utilizando el conocimiento popular (podrimos
decir) que equivale y realiza tanto la piedra viva como la piedra angular en
una construcciones de su tiempo de nos demuestra que Jesucristo hace estas
mismas funciones para la construcción de su Iglesia. La piedra viva era elegida con sumo esmero
para que fuera el fundamento del edificio (ver Mt. 7, 21-29). Jesús Resucitado es la piedra viva sobre la
que construye el edificio (toda la Iglesia, cada uno de los bautizados) del
pueblo de Dios. La piedra angular es la
piedra que se coloca en la base del nuevo edificio como fundamento es la piedra
más dura y más resistente. También es la
piedra central de la bóveda de la que va a depender el equilibrio del conjunto. Cristo Resucitado se manifiesta como la base
o pedestal de la Iglesia y como la piedra de bóveda que mantiene en el
necesario equilibrio entre los que formamos su Cuerpo Místico que es la
Iglesia.
Todo el capítulo 14 del Evangelio de Juan hoy nos
presenta una síntesis de la Trinidad Santa.
Cuyo mensaje principal es que entendamos que se llega al Padre por Jesús
en el Espíritu. Tanto el Bautismo y la
Transfiguración del Señor nos dejan ver claro que Jesús vivía lleno del
Espíritu de Dios.
Podemos fácilmente preguntar a Jesús ¿Cómo llegamos a la
Casa del Padre (o al Reino de Dios)? La
respuesta sigue siendo la misma que Él les dio a sus discípulos; Yo soy el
Camino. ¿Cómo llegamos a la Plena y
Total Verdad que es el mismo Dios? Jesús
nos responde; Yo soy la Verdad. ¿Cómo
obtenemos la Plenitud de la Vida que se encuentra en Dios? Jesús nos indica; Yo
soy la Vida.
“¡El que me ve a mí ve al
Padre!” (Jn. 14, 9). Esta frase aparece precedida por otra: “Hace tanto tiempo que estoy con ustedes, ¿y
todavía no me conoces, Felipe?” (Jn. 14, 9). El encuentro con Jesús es el encuentro con el
Padre. Esta es la excelsa noticia, la
gran novedad que fundamenta las demás (Camino, Verdad y Vida) y que nos aporta
el acontecimiento pascual o el encuentro con el Resucitado.
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