Este
pasado domingo (noviembre 30, 2014), primer domingo de adviento (Ciclo B) estaba
“chateando” (conversando en línea) por Facebook con una de mis
amistades. Esta persona me pregunto si
mañana comenzaba la navidad.
Sin
duda alguna esta pregunta me dio mucho que pensar (pero no por la persona ni
porque me haya preguntado eso) y que reflexionar. Claro está le explique que apenas comenzaba
el tiempo de adviento y que la navidad propiamente el día 24 (a la medianoche)
desde el inicio del día 25 de diciembre.
Lamentablemente
vivimos en medio de una sociedad y en un mundo que nos quiere meter sus ideas y
propagandas “por boca y nariz” como solemos decir en mi pueblo. Es muy común ver en el comercio en especial
en las grandes cadenas comerciales una vez pasado el Día de Acción de Gracia
poner todo lo de la navidad. El famoso “viernes
negro” (Black Friday) es un perfecto ejemplo de esto. Ahora también para rematar se inventaron el “lunes
cibernético” (Cyber Monday) donde según los anuncios publicitarios usted
puede adquirir grandiosos cosas. También
hay que decir que hay algunas de estas tiendas que tienen su propaganda
navideña desde antes de Acción de Gracia.
Los
medios publicitarios nos van adoctrinando ya desde antes del “día de la
brujas” (Halloween). Ya que para esta
celebración también orquestalmente o magistralmente están muy bien preparadas
sus campañas publicitarias. Veamos como
ejemplo este mismo día de “Halloween”.
Esta palabra Halloween viene del antiguo inglés “hallow =
santo + eve =vísperas” lo cual se traduce gramaticalmente al español como
la víspera del día de los santos. Es muy
conocido que las propagandas comerciales para este día (al igual o mayormente
en acción de gracias y navidad) suele ser multimillonarias.
Ciertamente
el problema no estriba solo en lo que he mencionado antes. Esta propaganda comercial tiene la “suprema”
intención de adoctrinarnos de tal forma que perdamos de perspectiva las
enseñanzas de la Iglesia y muchas veces nos desvían de la moral cristiana que
nos ha enseñado la Iglesia por ende nos desvía de los que Jesucristo nos ha
enseñado también. Muchos de estos planes
y/o proyectos publicitarios van más allá que la compra y venta.
Según
estudios psicológicos y psiquiátricos estas campañas están diseñadas con
técnicas apoyadas por métodos psicológicos de forma tal que descifre el o las
áreas más débiles o sea el lado más débil en cuanto a nuestros gustos se
refieren.
Quisiera
dar un ejemplo muy personal. Mi
debilidad en cuanto comprar cosas son los equipos electrónicos y programas
(softwares) de sonidos y/o para uso dentro de los Medios de Comunicaciones y en
mi caso, los medios de comunicaciones católicos. Cada vez que estoy buscando información de
algún equipo o software (ya sea en los buscadores o “search” o alguna página
web en particular) este mismo sigue apareciendo anunciado en todas las páginas
web incluyendo si entro a ver a alguna página web que sea católica.
Les
puedo decir con toda razón esto no está sucediendo por casualidad. Esto sucede para señalarme y recordarme que
necesito dicho equipo. También estos
anuncios ya sea radio, televisión, prensa escrita y con mayor en la Internet
tienen como uno de sus principales objetivos es exprimirnos el bolcillo pero
sobretodo las tarjetas de crédito.
¿Qué
efecto negativo tiene esta publicidad comercial? En primer lugar me va apartando o
distanciando de Dios. Como consecuencia
de este primer efecto, nos va distanciando con la relación con los hermanos ya
sea dentro y fuera de la Iglesia, en especial en la familia. Recordemos lo que dijo Jesús cuando le
preguntaron cuál es el mandamiento más importante de la Ley Mosaica (ver Mateo
22, 34-40). Jesús le contesto que amar a
Dios y después de esto nos dice que muy parecido al primero está el amor a los
hermanos.
Desafortunadamente
esta difusión mercantil como un cáncer va destruyendo nuestra relación con
compañeros de trabajo o estudio, la relación de amistad, la relación con los
hermanos, la relación del matrimonio y la familia hasta llegar a distanciar y
destruir nuestra relación con Dios.
¿Qué
podemos hacer para trabajar por reconstruir lo que se ha ido destruyendo tanto
con el prójimo como con Dios?
En
primer lugar estar consciente y reconocer cuan hondo estamos en
el poso del consumerismo. Una persona
que esté en el vicio ya sea de alcohol o las drogas (a modo de ejemplo) lo
primero que necesita para propósito de recuperación y sanación (exterior e
interior) de ese vicio es reconocer con honestidad que tiene dicho vicio y que
este no solo lo lastima a él sino que también a toda la familia. Voy más allá, este tipo de situación lastima
inclusive a la comunidad parroquial y eclesial.
Luego
de esto, se debe estudiar y conocer lo que la Iglesia nos enseña e ir
poniéndolo en práctica. Reconocer y
tener muy presente que nos expone a la tentación para evitarla en lo más que
sea posible dicha situación de tentación para no recaer. ¡No vayas a lo más hondo de la piscina porque
si no sabes nadar te puedes ahogar!
Comenzar
una vida de oración, paso a paso con (incluyendo oración de sanación y
reparación). Como solía decir Ceferino “Cefo”
Conde-Faría jugador de béisbol (semi-profesional en Puerto Rico): “lo importante
es llegar a primera”. Para llegar a
la meta (anotar la carrera como se hace en béisbol o el gol en futbol [AKA “soccer”)
hay comenzar y estar seguro que ese primer paso (reconocer) se dé para pasar al
próximo paso.
Llevar
una vida sacramental, en especial en la Eucaristía y la Reconciliación además
de aumentar en nosotros la gracia (sacramental y santificante) nos va
adentrando al misterio de Cristo y de la Iglesia. Nadie puede dar lo que no tiene. Para amar a Dios y los hermanos hay que
entrar en comunión (común unión). Esto será
una herramienta de gran valor que nos ayudara a optar por Jesús y por la
Iglesia. Para optar por Jesucristo y por la Iglesia hay
que amarlos. Recordemos que el amor se
hace visible y palpable por medio de la caridad (=amor hecho acción).
Un
“católico simplista” que se conforma con solo ir a Misa en domingo podría
pensar que esto (el consumismo y sus estrategias de publicidad) no le afecta a él
o a ella. La verdad es que nos afecta a
todos a algunos más y a otros menos pero todos nos enredamos en la telaraña que
nos ponen los medios de comunicaciones al darle publicidad al consumismo.
Es
necesario hacer un juicio crítico y analítico y educar a los hijos sobre este
tema. Los adolescentes y los jóvenes son
los más vulnerables en caer en esta “bagatela” del consumerismo. Estos cuando no han sido educados y no se le
han comunicado cuales son las consecuencias de este mal se convierten en los más
asequibles a descender en el “profundo poso del consumerismo” y su
propaganda mal intencionada.
A
consecuencia de esta realidad, donde los jóvenes se convierten en presa fácil,
los padres debemos preguntarnos: ¿Qué debo hacer para evitar que mi hijo(a) no
sea presa de este mal? ¿Cómo podemos mejorar y aliviar este mal en nuestros
hijos?
Primero
nos toca a los padres hacernos un examen de conciencia sincero y realista. ¿Por qué digo y sugiero esto? Recordemos cuando nuestros hijos en su etapa
de la infancia y niñez nos solían imitar.
Por lo regular los alabábamos y le solíamos decir: “que ‘monito’ o
que bien [simpático(a)] se ve el nene(a)”. Entonces ahora de adolescente y joven ya no
se ve simpático sino que decimos no sé cómo lidiar o bregar con el (o ella). Volviendo al examen de conciencia: cuantas
veces no dimos el mejor de los ejemplos, cuantas veces era yo quien estaba mal
y al niño o la niña nos imitaban decíamos “que bien se veía”.
Cuando
papá y mamá ya no pueden y han agotado todos los recursos, recuerden que para
Dios no hay nada imposible (ver Lucas 1, 37).
Buscar ayuda muchas veces suele ser la mejor alternativa. Tenemos que estar seguro que la ayuda sea la
adecuada (un sacerdote, una religiosa, un religioso y hasta un laico
comprometido con la Iglesia pero sobretodo muy bien preparado. Esto aplica también para los sacerdotes y los
religiosos(as). La Iglesia siempre nos
da las herramientas lo que hay es que saberlos aprovechar.
Podemos
y debemos acoger como modelo muy digno a la Sagrada Familia. Pidamos su intercesión. Que María con su profesión elocuente de Madre
y ama de casa interceda por los jóvenes y por las madres. José
hombre justo y trabajador incansable que aun desde el silencio interceda por
los adolescentes y por los padres. Jesús
(= Dios o Yahvé salva) hijo obediente y amoroso nos cuide y nos bendiga por
medio de su amor y misericordia divina.
¡Que
el Espíritu Santo nos guie y nos de don del discernimiento para que podamos
siempre optar por las mejores alternativas, para todo en la vida!
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