1 de febrero de 2015

¡Señor, que no seamos sordos a tu voz! 4º Domingo T O – Ciclo B

Deuteronomio 18,15-20: ¡El Señor Dios hará surgir en medio de ustedes, entre sus hermanos, un profeta como yo!
Salmo Responsorial 94: R. / ¡Señor, que no seamos sordos a tu voz!
1Corintios 7, 32-35: ¡Se lo digo… para que puedan vivir constantemente y sin distracciones en presencia del Señor!
San Marcos 1, 21-28: ¡Enseñaba como quien tiene autoridad y no como los escribas!
¡Ojala escuchemos hoy (y siempre) su vos, no endurecemos nuestros corazones! (ver [en sus Biblias] Sal. 95, 7–8). Hoy la liturgia nos presenta a Jesús de Nazaret como el Profeta anunciado por Moisés.  Además, el evangelio resalta su autoridad para proclamar el mensaje del Reino de Dios o sea el mensaje de la salvación prometida por el mismo Dios y anunciado por los profetas.  Jesús el Mesías (mesías significa el ungido) entre los mesías (reyes de Israel desde David) y el Profeta (aquel que anuncia y denuncia) entre los profetas (desde Moisés y Samuel hasta llegar a Juan el Bautista).

El Libro del Deuteronomio (deuteronomio significa segunda ley) nos presenta parte del segundo discurso de Moisés (caps. 5 al 28).  Este capítulo número 18 se nos presenta al patriarca-profeta (Moisés) anunciando revelando (bajo inspiración divina) a un nuevo profeta que será un “nuevo Moisés” (con mejores cualidades según la promesa del mismo Dios). Los cristianos desde el mismo inicio de la Iglesia hemos reconocido a Jesús como este “nuevo Moisés”.  Esto se refleja clara y evidentemente en el Evangelio de San Mateo ya que los destinatarios al este escribirse eran judíos-cristianos. Jesús de similarmente a Moisés nos da la Ley del Amor que se vivifica con las Bienaventuranzas (ver Mt. 5, 1- 12) o sea con la caridad (caridad es el amor hecho acción) fraterna. 
Además de esto Moisés nos da pistas para poder reconocer a los falsos profetas como era el caso de los profetas que adoran otros dioses (dentro o fuera del Pueblo Judío). El verdadero profeta quien es un vocero o mensajero (anuncio) de Dios interpreta la historia de la salvación a la luz de la Alianza de Amor que Dios estableció con su pueblo.  El ser mensajero de Dios incluía el hablar (denunciar) de las cosas que están en contra de la Alianza de Dios para con su pueblo. Esta Alianza de Amor renace y se renueva en Jesucristo para todos los hombres y por ende para todas las naciones.  Recordemos que todo, desde la creación, la revelación a su pueblo elegido (patriarcas, jueces, profetas) hasta el cumplimento y culminación de la revelación divina con Jesús, surgió por una sola y para una sola razón, el amor. O sea ese amor que Dios, quien es Amor en toda su plenitud, nos ha querido siempre dar porque somos la cumbre y predilección de toda su creación.
San Pablo hoy sigue con las recomendaciones que comenzaron el domingo pasado (ver 1Cor. 7, 29–31) sobre la virginidad (o celibato) y del matrimonio. Pablo aquí nos habla del verdadero sentido de ambas vocaciones o llamado que Dios nos puede hacer.  
Como laico casado les puedo hablar (largas horas) de la dificultad que me ha traído el compromiso serio con la Iglesia en especial para con el matrimonio y la familia. El magisterio de la Iglesia siempre ha recordado que debemos saber crear un balance entre la vida de apostolado y la vida matrimonial-familiar. Recordemos nuestra vocación primera es la familia y el matrimonio. Pero esta vida matrimonial-familiar no debe ser “una piedra de tropiezo” para nuestro compromiso bautismal (compromiso cristiano).
Es una realidad que nuestra vida de apostolado se tiende a poner más difícil cuando nuestra esposo(a) por distintas razones no tiene el compromiso (o tiene mucho menos) que nosotros solemos tener. En este sentido es muy sabio de Pablo decirnos que el soltero tiene todo el tiempo para agradarle a Dios. Conozco muchas personas solteras que viven su compromiso cristiano al máximo y son sumamente felices. La soltería para ellos se ha convertido en una vocación y llamado. Hoy quisiera preguntarte a ti hermano(a) soltero(a): ¿vives a plenitud tu soltería para servirle a Dios y a la Iglesia?
A nosotros los casados también nos toca hacer ese examen de conciencia para ver cuánto hemos descuidado la familia y el matrimonio por “las cosas de la Iglesia” y viceversa. Si algunas de estas dos situaciones están pasando en nuestra vida pidámosle a Dios que nos ayude siempre hacer balance entre el matrimonio-familia y el apostolado.
San Marcos nos parte de la trama de las primeras acciones del ministerio de Jesús en Galilea. Durante varios domingos más se estarán proclamando estos fragmentos de esta primera parte del ministerio del Señor. Jesús no enseñaba como la mayoría de las autoridades religiosas de su tiempo. La predicación o enseñanza de los rabinos consistía de la repetición de los aspectos jurídicos-normativos de la ley mosaica (ley de Moisés) la cual era la esencia religiosa (religión viene del latín “religare” y significa tratar o relacionarme con Dios) del Pueblo Judío desde los mismo tiempos del Éxodo por el desierto hasta llegar a la tierra prometida por Dios.
La sinagoga era (y es) la casa de oración para el pueblo judío donde proclamaba la Torá o la Ley Mosaica (o sea el Pentateuco, los primeros cinco libros del Antiguo Testamento). El pueblo se reunía los sábados (Sabbat) y ya en tiempo de Jesús se proclamaba los Salmos y hasta los escritos de los profetas (ver Lucas 4, 16-21).  
En tiempo de Jesús los escribas eran los intérpretes profesionales de la Ley en las sinagogas judías. Estos predicaban de forma repetitiva y daban su opinión e interpretación de la ley apoyándose en la de otros. Esto se prestaba en la mayoría de las veces a que perdiera el verdadero sentido de la ley (y otros escritos bíblicos). En este sentido podemos entender porque Jesús dice que en el evangelio que: “el sábado fue hecho para el hombre y no el hombre para el sábado” (ver Marcos 2, 23-28; Mateo 23, 1-12).
Es muy importante fijar la atención en las preguntas que hacen los personajes de esta jornada de la predicación de Jesús. Hay que puntualizar que el espíritu inmundo sabía muy bien quien es Jesús. Aquí se suele poner por claro la siguiente expresión: “Que hasta el demonio conoce a Dios” ya que conocer a Dios es relativamente fácil. Lo difícil es creer, tener fe y confianza en Dios. La gente que estaba en la sinagoga se cuestionaba que era ese poder y forma de predicar de Jesús. Cuando no conocemos a Jesús es muy común hacernos este tipo de preguntas. 
¿Qué hacía que la predicación y enseñanza de Jesús fuera distinta (única en su clase) y con autoridad? En primera instancia porque Dios y la fuerza de su Espíritu estaba con El. Además porque El vino a hacer la voluntad del Padre (ver Jn. 6, 38) y solamente podía y debía predicar (y hacer) lo que el Padre Dios solo quería y le inspiraba. 
La Iglesia Católica pese a todas las dificultades y malos testimonios de sus miembros en su historia ha sabido mantener esa autoridad que ha adquirido de Cristo y de su Espíritu Santo. Dios es un Dios de orden y de disciplina pero sobretodo es un Dios que es todo Amor. Por eso estamos llamados a seguir un orden y disciplina pero esto pierde el sentido de ser cuando le falta el amor o sea un amor que estamos llamados a transformar con nuestras buenas acciones en caridad fraterna.
A la hora de predicar y/o realizar un apostolado debemos tener en cuenta el orden y disciplina que nos propone la Iglesia pero siempre sin olvidar ese amor y la caridad como el amor convertido en acciones el cual es la misma esencia de Dios.  Jesús con autoridad nos sigue enseñando que Él es el Camino, la Verdad y la Vida (ver Juan 14, 5–7).  Estamos llamados a vivir, predicar y dar testimonio con esa misma autoridad del Señor. Pero para eso hay que vivir según lao que nos exige el mismo Jesucristo. O sea debemos estar en plena comunión con la Iglesia (la cual es universal o sea católica) que el mismo Jesucristo fundó.

¡Que así nos asista y guie Dios en su Infinito Amor!

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