20 de junio de 2015

Un Dios con Poder, aunque usted no lo crea! Domingo XII T O (Ciclo B)

Job 38, 1.8-11: Aquí se romperá la arrogancia de tus olas.
Salmo Responsorial 106: Demos gracias al Señor por su bondades.
2 Corintios 5, 14-17: Lo antiguo ha pasado, lo nuevo ha comenzado.
Marcos 4, 35-40: ¿Quién es éste? ¡Hasta el viento y las aguas le obedecen!
Este domingo continuamos reflexionando en el Evangelio de San Marcos (y durante todo este ciclo B).  Hoy en día lamentablemente se ha puesto muy moda algunos teólogos que si los dejan le quitan a Dios de todo tipo de poder.  Algunos han llegado a decir, por ejemplo, que Cristo no hizo milagros que cuando el evangelio nos dice que se multiplicaron los panes y los peces que Jesús comenzó una realizar especie de conllevar un ágape  y que después todo el mundo a se puso a compartir lo que tenían (ver Mt. 14, 14-21).  Pero aquí hay problema, solo debemos leer el texto y veremos que Mateo nos detalla todo paso por paso.

Igualmente este tipo de teólogos relativistas están negando la Resurrección del Señor.  Cuando Jesús llegó a donde (leíamos hace unos domingos atrás) los discípulos Él le pidió de comer para que vieran que era Él o sea que tenía cuerpo. Tengamos en cuenta que solo resucita lo que ha muerto y solo el cuerpo muere ya que el alma es eterna.  Hay datos de la muerte de Jesús que son extra-bíblicos.  Cuando se niega la Resurrección del Señor no solo se niega su muerte sino también se está negando la Eucaristía: “este es mi Cuerpo… esta es mi Sangre”.

En la primera lectura Dios le dice a Job que las fuerzas de la naturaleza están en sus manos ya que Él tiene el poder para eso y mucho más.  Hay una expresión que es muy común que nos dice: “que Dios muchas veces actúa por caminos torcidos”.  O como mi viejo querido suele decir: “Dios sabe lo que hace y porque lo hace”.  Esta lectura la podremos visualizar que está asociada a la lectura del evangelio.
Pero veamos más allá de las palabras.  Veamos en su más profundo significado.    ¿Qué nos quiere decir Dios con que Él es quien tiene en sus manos el orden de las fuerzas naturales en esta vida?  Quizás también que de la misma forma que Él tiene la furia del mar en sus manos también puede tener nuestras más intensas pasiones y transformarlas para bien.  Solo hay un requisito para que esto sea así y es tenemos que así quererlo y desearlo ya que Dios respeta nuestra libre albedrío.
Nuestra segunda lectura no expresa elocuentemente como Cristo nos ha dado hasta el torrente infinito de su amor demostrándolo con la más impensable razón y motivo para darnos su amor por medio de su muerte y como dijo San Pablo y una muerte de cruz.  Lo más hermoso de todo esto es que El venció la muerte con su resurrección y de esta forma nosotros por medio del Bautismo (ese nuevo nacimiento a la vida de la gracia) muramos al pecado y vivamos por Cristo y para Cristo.
En el evangelio vemos como Jesús aparenta calmar la tormenta pero nos debemos preguntar: ¿de verdad calmo la tormenta? ¿O creo otra más íntima y más fuerte?  Vemos como esta Jesús tomándose la siesta y los discípulos le gritan ¿no te importa que podamos perecer?  Se levantó Jesús y de repente el mar quedo en calma pero después de esta calma comenzó otra tormenta más impetuosa en sus corazones de los discípulos.  “Todos se quedaron espantados y se decían unos a otros: “¿Quién es éste, a quien hasta el viento y el mar obedecen?” (Mc. 4, 41).
Los discípulos conocían muy bien el pasaje de Job y entendían que solo Dios tenía poder sobre la impetuosidad del mar.  Pero me puedo muy bien imaginar que al ver como Jesús domino el ímpetu del mar se acordaron del libro de Job.  Pero sin duda alguna como vemos en el texto esto les causo más revuelo en sus mentes y corazones. 
Las primeras comunidades de cristianos creían en estos milagros de Jesucristo sin ponerlos a prueba.  Si dudaron de la divinidad de Jesús (por ejemplo, dudaron de sus naturalezas la humana y/o la divina otras cosas similares a esta) pero nunca dudaron sus milagros y las cosas que El hizo.  Pero estos primeros cristianos tenían y nosotros tenían algo que no tenían los discípulos de Jesús en tiempo terrenal, el otro Paráclito, el Espíritu Santo quien nos enseña y nos hace comprender estas cosas porque si no fuera así nos estuviera pasando igual que a los discípulos de Jesús en su tiempo.
Cuando no estamos adentrados al misterio de Jesucristo ya sea porque no hemos tenido una experiencia personal con Jesús de Nazaret nos puede pasar como a estos discípulos y hasta nos haremos cuestionamientos sino iguales bien similares.
No podemos preguntar entonces porque son (aparentemente) tan fáciles estas cosas de dudar.  Precisamente por lo que comente al principio que hay teólogos entre ellos sacerdotes y laicos que pretenden relativizar la fe.  Les quiero decir algo de corazón yo tengo tres primos que son teólogos (uno con doctorado, otro con maestría y otro que es diácono permanente y que estuvo 7 años al igual que este servidor en el seminario {ante de estar casado y que lo ordenaran diácono}) yo les he dicho que yo que soy el que tiene menos formación teológica que si los escucho diciendo o escribiendo cosas que van en contra de lo que ensaña la Iglesia los voy a denunciar con sus respectivos obispos.  Igualmente le digo que si soy quien caigo en esto que también ellos hagan lo mismo hagan conmigo.  Porque todos los bautizados y miembros de la Iglesia estamos llamados a custodiar y defender la integridad de nuestra fe cristiana-católica.
Hoy en día como parte de nuestro testimonio de vida cristiana estamos llamados a alimentar y fomentar la fe, la esperanza y la caridad (= amor hecho acción).  Hoy más que nunca necesitamos cristianos que sepan cumplir con su compromiso bautismal de ser como Cristo Jesús: sacerdotes (sacerdocio ordenado o ministerial + sacerdocio común de los fieles) para ofrecer el Sacrificio de los sacrificios y el de nuestra vida diaria y familiar; reyes para como Cristo reinar por medio del servicio y profetas para anunciar el amor, la gracia y la misericordia que vienen de Dios pero igualmente denunciar el odio, el pecado y la crueldad que viene del enemigo el diablo “que anda como león rugiente para devorarnos” (1Pe. 5, 8) y todo lo que de una forma u otra se asocia a este.
¡Que María Santísima quien conocía muy bien a su Hijo y no le extrañaba estas cosas, ruegue e interceda por nosotros!

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