Como podrán visualizar el título de esta reflexión tiene dos
palabras que nos parecerán palabras sumamente extrañas. La verdad son palabras
en griego que significan respectivamente discípulos y coherederos.
Estas dos palabras veremos que tienen una íntima relación. En esta reflexión no
únicamente veremos estas palabras están estrechamente relacionadas sino también
que implica ser discípulo de Jesucristo.
Como he mencionado en algunas ocasiones es muy conveniente
recordar que los primeros idiomas del cristianismo lo fueron el arameo (y el
hebreo, los textos sagrados estaban escrito en hebreo), griego koiné (griego
del pueblo). De estos tres idiomas Jesús
hablaba los primeros dos, aunque hay peritos en teología y tradición judía que están
convencidos que el Señor hablaba el griego también (Poncio Pilato hablaba el
griego).
Como mencionaba anteriormente la palabra “mathetes” (griego) significa discípulo. En el latín discípulo se traduce como
discipulu. Este término se le aplica frecuentemente a una persona que
está aprendiendo y asimilando cualquier arte o ciencia bajo la enseñanza de
otra persona que se ha distinguido por sus logros al cual se le suele llamar
maestro.
En los evangelios descubrimos el ejemplo perfecto de maestro
en Jesús. Este siempre invita a sus
discípulos a la reflexión. Ya sea mediante preguntas desafiantes o con planteamiento
que los obligan a decidirse por una posición. Los discípulos de Jesús le hacen
preguntas al Maestro, muchas veces intrigados por las obras o por las
decisiones de éste.
Debemos preguntarnos: ¿Cómo seremos verdaderos discípulos
del Maestro? Jesús nos dice en el texto evangélico
de hoy que no debemos tener miedo. En
otras palabras la valentía es requisito para ser discípulo de Jesús. Cristo nos recuerda que el Padre Dios conoce
todo lo que necesitamos y si le provee nido a los pajaritos y le da lo
necesario a otras creaturas del “reino animal” con mayor razón nos dará lo que
necesitamos. Solo necesitamos tener fe,
esperanza (confianza) y caridad fraterna.
Enfáticamente nos dice nuestro Mesías y Redentor que seremos
perseguidos, criticados, ridiculizados y hasta martirizados por nuestra fe en
Cristo Jesús. Esto sigue sucediendo en
los países donde el islam fanatizado y radical (Egipto, Irak, etc.) donde la
sangre de los mártires sigue corriendo como un rio.
Pero por otro lado estos hermanos y hermanas que dieron su máximo
testimonio (mártir = testigo) de la fe están en la Iglesia Triunfante orando e intercediendo
por nosotros los que estamos en la Iglesia Peregrinante.
Como discípulos debemos tener el cuidado de no caer en la tentación
que somos más que el Maestro. Cuando
actuamos y queremos buscar nuestra propia comodidad entonces estamos diciendo
(aunque no sea verbalmente) que somos más que Jesús. Cuando la doctrina de la Iglesia a la cual
Cristo le dejo por medio de los Apóstoles y sus sucesores el depósito de la fe nos
parece que no cuadra con mi forma de pensar y no la sigo, entonces estamos
diciendo que somos más que Jesús.
Pero estamos consiente que como discípulos (como verdadero discípulos)
tenemos una herencia y porque Cristo pago con su misterio pascual (pasión,
muerte y resurrección del Señor) somos coherederos con Él, nos debemos
preguntar: ¿Estamos actuando para ser dignos coherederos con Cristo Jesús? En buen examen de conciencia (con una conciencia
recta) nos dará la contestación a la pregunta antes hecha.
Debemos preguntarnos: ¿Cuál herencia queremos? La que nos
ofrece Cristo Jesús o la que nos ofrece con aparentes lujos y pompas. Yo no sé sobre ustedes mis muy queridos
hermanos pero yo quiero la herencia de Cristo.
Como dice San Pablo, al final de mi vida terrena yo quiero decir he
corrido la carrera y he llegado a la meta, solo me espera la corona
merecida.
En eso pongo mi fe, mi esperanza y para eso encamino toda la
caridad (= amor hecho acción) fraterna que pueda realizar.
Hoy es la Memoria de San Benito Abad, ¡pidamos que junto a
María la Madre Dios intercedan por nosotros para ser dignos discípulos dando un
testimonio pleno con todas sus consecuencias!
¡Que así nos ayude Dios!
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