19 de julio de 2015

¡Nuestra vocación de pastores y nuestra misión de ser ovejas & cabritos! Domingo XVI Tiempo Ordinario – Ciclo B

En la mente de Jesús estaba muy arraigado el concepto y la idea del pastor.  Siendo Jesús judío esto no es nada de extrañar. 
Pero la realidad era que el pastores que eran asalariados no era muy bien visto por la gente de Judea y Galilea porque solían ser considerados como ladrones y hasta descuidados de sus responsabilidades (ver Jn. 10, 11-13).
Pero había otro tipo de pastor y este era aquel que velaba y cuidaba sus propias ovejas.  Este solía ser responsable ya que de su trabajo dependía que su familia tuviera que comer diariamente.  Sobre este tipo de pastor fue el que Jesús se refería cuando de una forma u otra nos ensena sobre el buen pastor y el pastoreo en general.
El Profeta Jeremías hablando del primer tipo de pastor que antes mencione dicta una serie de sentencias y pronunciamientos.  El profeta hablando en nombre de Dios comienza con esta sentencia “¡Ay de los pastores que dispersan y dejan perecer a las ovejas de mi rebaño!” (Jer. 23, 1).
Podríamos casi adivinar lo que Dios diría después de esta primera sentencia.  “Ay de ustedes pastores que no han hecho su función, mi juicio sobre ustedes será severo”.  Tengamos en cuenta que este pronunciamiento por parte de Dios nos compete también a los cristianos.  Por eso es muy necesario hacer examen diario de conciencia para verificar como va nuestra vocación de pastores. 
Todos los bautizados en mayor que menor grado estamos llamados a ser pastores ya sea de la diócesis (obispo), de la parroquia (párroco y los sacerdotes), de los grupos apostólicos (líderes en la comunidad eclesiástica), familia (padres, abuelos, etc.).  Como pastores (sea en la forma que sea) tenemos la gran encomienda de estar representando a Dios.  A la misma vez todos los cristianos tenemos la misión de ser ovejas y cabritos ya que todos formamos parte de un pueblo que es pastoreado por el mismo Espíritu Santo.
Jeremías nos da un mensaje de esperanza tanto para los de su tiempo y los nuestros.  Jeremías al decirnos que de la casta de David saldrá un Pastor Supremo que dirigirá a su pueblo como un solo pueblo de Dios para llevar a este a la culminación del Reino del Padre Dios está a la vez reafirmando lo que previamente ya había dicho el profeta Miqueas (ver Miq. 5, 2) que el Mesías debía de nacer en Belén Efrata, quien era la menor entre las ciudades o pueblos de Judá.
El final del evangelio de hoy nos dice que Jesús “vio una numerosa multitud que lo estaba esperando y se compadeció de ellos, porque andaban como ovejas sin pastor, y se puso a enseñarles muchas cosas” (Mc. 6, 34).  Aquí podemos ver plasmado lo que nos dice el Evangelio de San Juan que Jesús es el Buen Pastor, que cuida, conoce y que da su vida por sus ovejas (ver Jn. 10, 11-15).
Pidamos al Espíritu Santo que nos ayude y nos guie a ser buenos pastores (sea cual sea nuestra función de pastoreo) y a la vez oremos por nuestros pastores (en cada área antes o no mencionada) a ser santos y amorosos pastores.
¡Que María la Madre del Señor y de la Iglesia que desde el silencio llevo muy bien su pastoreo ore e interceda por todos nosotros no solo para ser dignos pastores sino como ovejas y Pueblo de Dios vivamos y busquemos siempre la unidad de la Iglesia como Cristo la quiere! (ver Jn. 10, 16; Ef. 4, 3-6).

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