En la mente
de Jesús estaba muy arraigado el concepto y la idea del pastor. Siendo Jesús judío esto no es nada de extrañar.
Pero la
realidad era que el pastores que eran asalariados no era muy bien visto por la
gente de Judea y Galilea porque solían ser considerados como ladrones y hasta
descuidados de sus responsabilidades (ver Jn. 10, 11-13).
Pero había otro
tipo de pastor y este era aquel que velaba y cuidaba sus propias ovejas. Este solía ser responsable ya que de su
trabajo dependía que su familia tuviera que comer diariamente. Sobre este tipo de pastor fue el que Jesús se refería
cuando de una forma u otra nos ensena sobre el buen pastor y el pastoreo en
general.
El Profeta Jeremías
hablando del primer tipo de pastor que antes mencione dicta una serie de
sentencias y pronunciamientos. El
profeta hablando en nombre de Dios comienza con esta sentencia “¡Ay
de los pastores que dispersan y dejan perecer a las ovejas de mi rebaño!”
(Jer. 23, 1).
Podríamos
casi adivinar lo que Dios diría después de esta primera sentencia. “Ay de ustedes pastores que no han
hecho su función, mi juicio sobre ustedes será severo”. Tengamos en cuenta que este pronunciamiento
por parte de Dios nos compete también a los cristianos. Por eso es muy necesario hacer examen diario
de conciencia para verificar como va nuestra vocación de pastores.
Todos los
bautizados en mayor que menor grado estamos llamados a ser pastores ya sea de
la diócesis (obispo), de la parroquia (párroco y los sacerdotes), de los grupos
apostólicos (líderes en la comunidad eclesiástica), familia (padres, abuelos,
etc.). Como pastores (sea en la forma
que sea) tenemos la gran encomienda de estar representando a Dios. A la misma vez todos los cristianos tenemos
la misión de ser ovejas y cabritos ya que todos formamos parte de un pueblo que
es pastoreado por el mismo Espíritu Santo.
Jeremías
nos da un mensaje de esperanza tanto para los de su tiempo y los nuestros. Jeremías al decirnos que de la casta de David
saldrá un Pastor Supremo que dirigirá a su pueblo como un solo pueblo de Dios
para llevar a este a la culminación del Reino del Padre Dios está a la vez
reafirmando lo que previamente ya había dicho el profeta Miqueas (ver Miq. 5,
2) que el Mesías debía de nacer en Belén Efrata, quien era la menor entre las
ciudades o pueblos de Judá.
El final
del evangelio de hoy nos dice que Jesús “vio una numerosa
multitud que lo estaba esperando y se compadeció de ellos, porque andaban como
ovejas sin pastor, y se puso a enseñarles muchas cosas”
(Mc. 6, 34). Aquí podemos ver plasmado
lo que nos dice el Evangelio de San Juan que Jesús es el Buen Pastor, que
cuida, conoce y que da su vida por sus ovejas (ver Jn. 10, 11-15).
Pidamos al Espíritu
Santo que nos ayude y nos guie a ser buenos pastores (sea cual sea nuestra función
de pastoreo) y a la vez oremos por nuestros pastores (en cada área antes o no
mencionada) a ser santos y amorosos pastores.
¡Que María
la Madre del Señor y de la Iglesia que desde el silencio llevo muy bien su
pastoreo ore e interceda por todos nosotros no solo para ser dignos pastores
sino como ovejas y Pueblo de Dios vivamos y busquemos siempre la unidad de la
Iglesia como Cristo la quiere! (ver Jn. 10, 16; Ef. 4, 3-6).
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