No hay duda alguna que para los que creemos en un solo
Dios quien es creador que la máxima y más hermosa expresión de su creación
somos los seres humanos. Esta forma de pensar se suele dar en aquellos que no
creen en Dios ya sea ateos o agnósticos. Permítanme explicarme.
El ateo aunque no crea en Dios y por ende diga que Dios
no ha creado nada de lo que hay en este planeta sin embargo suele reconocer que
él ser humano está a la cabeza de todo lo existente en este mundo. El
agnosticismo (‘agnóstico’ literalmente significa sin-conocimiento) aunque
afirma que Dios y todo lo relativo a Dios (religión, teología, creencias etc.,
etc.) no se puede o es imposible conocer (o sea que es inconcebible para la
razón humana y por lo tanto no se puede conocer) entiende y ve al ser humano
como número uno de las cosas de este mundo.
Creyendo o no creyendo reconocemos al hombre como lo
primero del orden de las cosas de este mundo. Pero para los que creemos por la
revelación misma de Dios entendemos por fe que fuimos creados a imagen y
semejanza de Dios. Por tal motivo también podemos descubrir el amor o la
caridad como el amor hecho acción. Este Amor de Dios nos llevara a descubrir
otras cosas relacionadas o qué brotan del mismo Dios.
Hoy quisiera reflexionar en algo que brota del mismo
corazón de Dios y me refiero a la misericordia.
En hebreo el término que se utiliza para definir misericordia es ‘jesed’. Pero jesed (‘jesed’ es también traducido como
gracia, fidelidad, bondad y amor fiel) es algo más grande que la misma
misericordia sería más bien el amor misericordioso de Dios. En mi reflexión “¡La
misericordia como definición del amor!” había explicado que es la
misericordia: “tener misericordia es poseer un corazón solidario con todos aquellos
que tienen y padecen necesidad”.
Podríamos decir que nuestra salvación, llegar a Cielo
(o sea llegar un día ente la Presencia Beatifica de Dios para con sus santos y
ángeles adorarle eternamente) va a depender de la misericordia que hagamos
realidad para con nuestro prójimo.
Vemos un texto neotestamentario para poder profundizar
un poco más en la reflexión. Jesús les
está hablando a los discípulos de cómo va a ser el juicio final (ver y leer Mt. 25,
31-46). Querido lector te recomiendo
que hagas un alto en esta reflexión y leas y medites este texto del Evangelio
de San Mateo (Mt. 25, 31-46).
Aquí Jesús nos está hablando de lo que la Iglesia llama
las “obras de misericordia”. Antes de
mencionar cuales son estas obras de misericordia veamos o analicemos algunos
puntos cruciales para esta o cualquier otra reflexión sobre la misericordia.
De la misma forma que la fe la debemos mostrar con
nuestras obras (ver y leer Sant. 2, 14-26) así también el amor se demuestra con obras
(por medio de la caridad fraterna) y por consecuencia lógica la misericordia
también de demuestra con obras.
Algo básico que tenemos que tener muy presente que Dios
nos da la libertad. De acuerdo a
Wikipedia “la Libertad es la capacidad de la conciencia para pensar y obrar
según la propia voluntad.” Es muy importante recordar que la libertad siempre
(y siempre significa siempre) debe obrar para el bien. Lo contrario a libertad es el libertinaje o
sea el abuso a la libertad.
Nos debemos preguntar: ¿Qué mayor bien que Dios y su
Espíritu Santo? Dios es eterno amor,
suma bondad, pero también es infinita misericordia. Y es en esa misericordia que nos debemos ver
reflejados. Para esto sería muy
conveniente hacernos un examen de conciencia basado en las obras de
misericordia.
Veamos ahora las obras de misericordia corporales:
- Dar de comer
al hambriento
- Dar de beber
al sediento
- Dar posada al
necesitado
- Vestir al
desnudo
- Socorrer a los
presos
- Enterrar a los
difuntos
- Visitar a los
enfermos

Veamos ahora las obras de misericordia espirituales:
- Enseñar al que
no sabe
- Dar buen
consejo al que lo necesita
- Corregir al
que está en error
- Perdonar las
injurias
- Consolar al
triste
- Sufrir con
paciencia los defectos de los demás
- Rogar a Dios
por vivos y difuntos
Como todo examen de conciencia, este tiene el propósito
de mejorar nuestra vida cristiana en todas las facetas de nuestra vida. Nos debemos preguntar ¿en cuál de estas obras
de misericordia debo trabajar más? Claro
está, no debe faltar la oración y la vida sacramental con estas obras de
misericordias.
Las obras de misericordia tanto corporales como
espirituales son esos espejos por los cuales nos debemos mirar. Puede que haya algunos que nos veamos
reflejados con gran claridad. Puede que haya otros que nos notemos opacos
porque posiblemente no trabajamos lo suficiente en dichas obras de
misericordia.
En la oración del Padre Nuestro nos dice “perdona
nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden”. Esta gran oración y perfecta por excelencia
podría decir “concédenos tu misericordia así como nosotros somos
misericordiosos con los demás”.
Tengo que admitir que ser misericordioso no siempre es
fácil de realizar. Por eso es necesaria
la vida de oración. Pero cuando ya nuestra mente y nuestro corazón ya no tengan
más palabras, la verdad no tenemos por qué preocuparnos por que “el espíritu viene en nuestra ayuda. No sabemos
cómo pedir ni qué pedir, pero el Espíritu lo pide por nosotros, con gemidos
inefables” (Rm. 8, 26).
Pidamos siempre la asistencia del Espíritu Santo para
que siguiendo el ejemplo de Jesús podamos obrar siempre como nos dice la Santa
Palabra que Dios es “es paciente y rico en misericordia” (ver Num. 14, 26; Ef.
2, 4;).
¡Virgen Sagrada María tu corazón fue traspasado por una
espada (la espada de nuestros pecados) pero ese corazón herido se llenó de
misericordia por eso te pedimos que intercedas ante tu Hijo Amado quien es
infinita misericordia para que llene nuestros corazones de amor, esperanza e
misericordia que nunca se agote! ¡Que
así sea!
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