16 de septiembre de 2015

¿Cómo me reflejo ante la Misericordia de Dios?


No hay duda alguna que para los que creemos en un solo Dios quien es creador que la máxima y más hermosa expresión de su creación somos los seres humanos. Esta forma de pensar se suele dar en aquellos que no creen en Dios ya sea ateos o agnósticos. Permítanme explicarme.
El ateo aunque no crea en Dios y por ende diga que Dios no ha creado nada de lo que hay en este planeta sin embargo suele reconocer que él ser humano está a la cabeza de todo lo existente en este mundo. El agnosticismo (‘agnóstico’ literalmente significa sin-conocimiento) aunque afirma que Dios y todo lo relativo a Dios (religión, teología, creencias etc., etc.) no se puede o es imposible conocer (o sea que es inconcebible para la razón humana y por lo tanto no se puede conocer) entiende y ve al ser humano como número uno de las cosas de este mundo. 
Creyendo o no creyendo reconocemos al hombre como lo primero del orden de las cosas de este mundo. Pero para los que creemos por la revelación misma de Dios entendemos por fe que fuimos creados a imagen y semejanza de Dios. Por tal motivo también podemos descubrir el amor o la caridad como el amor hecho acción. Este Amor de Dios nos llevara a descubrir otras cosas relacionadas o qué brotan del mismo Dios.
Hoy quisiera reflexionar en algo que brota del mismo corazón de Dios y me refiero a la misericordia.  En hebreo el término que se utiliza para definir misericordia es ‘jesed’.  Pero jesed (‘jesed’ es también traducido como gracia, fidelidad, bondad y amor fiel) es algo más grande que la misma misericordia sería más bien el amor misericordioso de Dios.  En mi reflexión ¡La misericordia como definición del amor! había explicado que es la misericordia: “tener misericordia es poseer un corazón solidario con todos aquellos que tienen y padecen necesidad”.
Podríamos decir que nuestra salvación, llegar a Cielo (o sea llegar un día ente la Presencia Beatifica de Dios para con sus santos y ángeles adorarle eternamente) va a depender de la misericordia que hagamos realidad para con nuestro prójimo.
Vemos un texto neotestamentario para poder profundizar un poco más en la reflexión.  Jesús les está hablando a los discípulos de cómo va a ser el juicio final (ver y leer Mt. 25, 31-46).   Querido lector te recomiendo que hagas un alto en esta reflexión y leas y medites este texto del Evangelio de San Mateo (Mt. 25, 31-46).
Aquí Jesús nos está hablando de lo que la Iglesia llama las “obras de misericordia”.  Antes de mencionar cuales son estas obras de misericordia veamos o analicemos algunos puntos cruciales para esta o cualquier otra reflexión sobre la misericordia.
De la misma forma que la fe la debemos mostrar con nuestras obras (ver y leer Sant. 2, 14-26) así también el amor se demuestra con obras (por medio de la caridad fraterna) y por consecuencia lógica la misericordia también de demuestra con obras.
Algo básico que tenemos que tener muy presente que Dios nos da la libertad.  De acuerdo a Wikipedia “la Libertad es la capacidad de la conciencia para pensar y obrar según la propia voluntad.” Es muy importante recordar que la libertad siempre (y siempre significa siempre) debe obrar para el bien.  Lo contrario a libertad es el libertinaje o sea el abuso a la libertad. 
Nos debemos preguntar: ¿Qué mayor bien que Dios y su Espíritu Santo?  Dios es eterno amor, suma bondad, pero también es infinita misericordia.  Y es en esa misericordia que nos debemos ver reflejados.  Para esto sería muy conveniente hacernos un examen de conciencia basado en las obras de misericordia.
Veamos ahora las obras de misericordia corporales:
-  Dar de comer al hambriento
-  Dar de beber al sediento
-  Dar posada al necesitado
-  Vestir al desnudo
-  Socorrer a los presos
-  Enterrar a los difuntos
-  Visitar a los enfermos
 
Veamos ahora las obras de misericordia espirituales:
-  Enseñar al que no sabe
-  Dar buen consejo al que lo necesita
-  Corregir al que está en error
-  Perdonar las injurias
-  Consolar al triste
-  Sufrir con paciencia los defectos de los demás

-  Rogar a Dios por vivos y difuntos
Como todo examen de conciencia, este tiene el propósito de mejorar nuestra vida cristiana en todas las facetas de nuestra vida.  Nos debemos preguntar ¿en cuál de estas obras de misericordia debo trabajar más?  Claro está, no debe faltar la oración y la vida sacramental con estas obras de misericordias.
Las obras de misericordia tanto corporales como espirituales son esos espejos por los cuales nos debemos mirar.  Puede que haya algunos que nos veamos reflejados con gran claridad. Puede que haya otros que nos notemos opacos porque posiblemente no trabajamos lo suficiente en dichas obras de misericordia.
En la oración del Padre Nuestro nos dice “perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden”.   Esta gran oración y perfecta por excelencia podría decir “concédenos tu misericordia así como nosotros somos misericordiosos con los demás”.
Tengo que admitir que ser misericordioso no siempre es fácil de realizar.  Por eso es necesaria la vida de oración. Pero cuando ya nuestra mente y nuestro corazón ya no tengan más palabras, la verdad no tenemos por qué preocuparnos por que “el  espíritu viene en nuestra ayuda. No sabemos cómo pedir ni qué pedir, pero el Espíritu lo pide por nosotros, con gemidos inefables” (Rm. 8, 26).

Pidamos siempre la asistencia del Espíritu Santo para que siguiendo el ejemplo de Jesús podamos obrar siempre como nos dice la Santa Palabra que Dios es “es paciente y rico en misericordia” (ver Num. 14, 26; Ef. 2, 4;).
¡Virgen Sagrada María tu corazón fue traspasado por una espada (la espada de nuestros pecados) pero ese corazón herido se llenó de misericordia por eso te pedimos que intercedas ante tu Hijo Amado quien es infinita misericordia para que llene nuestros corazones de amor, esperanza e misericordia que nunca se agote!  ¡Que así sea!

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