A principios de
diciembre del 1273 mientras Santo Tomas de Aquino estaba trabajado y
escribiendo sobre la Eucaristía en su Suma Teológica, Cristo se le apareció a
Tomas de Aquino y le dijo: “Tomas has trabajado y escrito muy bien sobre mi
Cuerpo. ¿Qué quieres en recompensa? El santo dominico le contesto al Señor “Non
Nisi Te Domine” que significa “Nada más
que a ti, Señor”.
Esta historia me
hace recordar y meditar en San Pablo cuando él decía a la Comunidad Eclesial de
Corintos en su 2ª carta que nadie debe gloriarse de la obra de Dios ni de sus
las gracias que nos dan para su obra. En
esta después que se le había espetado un aguijón (aguijón es la punta o ponzoña
de ciertos animales como las abejas y avispas) de satanás en su carne. Tres veces le había pedido al Señor que se lo
quitara y este le indico a San Pablo: “te basta mi gracia” (2ª Cor. 12,
9).
Dos cosas es de
vital importancia aquí preguntarnos. Primero, si Dios nos preguntara que
queremos como recompensa de una acción meritoria nuestra que contestaríamos. Segundo, si le pidiésemos a Dios que nos
quite un malestar y este nos contestara “te basta mi gracia” que
haríamos. Son dos situaciones por las
que nos podríamos ver envueltos.
Sobre la primera
no tenemos necesariamente que Dios “en persona” nos pregunte. Muchas veces Él nos pregunta y nos contesta
por medio de los eventos en nuestras vidas.
Este (Dios) nos pone personas ya sean familiares, amistades, sacerdotes,
religiosos, religiosas, etc. que podrían ir mancando el camino de lo que el
mismo Dios quiere para cada uno de nosotros.
Desde nuestro
bautismo ya Dios nos hace la pregunta más fundamental de nuestras vidas. ¿Quieres ser feliz en esta vida y en la
futura (la vida eterna)? Es por eso que
aun siendo unos bebes nuestros padres y padrinos suelen responder esa pregunta
a Dios por nosotros.
Cuando ellos le
piden el Sacramento del Bautismo a la Iglesia muchas veces aun sin ellos
saberlos le están contestando esta pregunta.
Es por eso que ellos son los responsables de educarnos en la fe
cristiana para de esa forma vayamos aprendiendo que es la felicidad
verdaderamente para el cristiano.
Jesucristo nos
da las claves básicas para la felicidad.
Estas las podemos encontrar tanto en el Evangelio de San Mateo como en
el de San Lucas (ver Mt. 5, 1-12; Lc. 6, 20-26). Estas son las Bienaventuranzas y esta palabra
es sinónimo de dichosos, felices y beatitudes.
Para el mundo y
la sociedad los cuales de una forma u otra buscan alejarnos y distanciarnos de
Cristo Jesús y la Iglesia que el fundo nos dirán que la felicidad estriba en
todo los contrario a lo que nos dice la Palabra de Dios en la Beatitudes o
Bienaventuranzas.
Cuando leemos
ambos textos antes citados vamos a ver que hay unas diferencias. Primero notaremos que hay 8 buenaventuras en
Mateo mientras que en Lucas hay solo 4.
Para entender y comprender el porqué de esto hay varias cosas que
debemos tener muy en cuenta.
Primero es muy
conveniente saber cuáles son los pasos por los cuales se formó la Biblia tal
como hoy en día la conocemos. Estos son
cinco pasos y son los siguientes tanto para el Antiguo Testamento como para el
Nuevo Testamento y estos son: los eventos (para el AT se dieron en unos 2000
años mientras que para el NT en unos 100 años), la tradición oral, la tradición
escrita (para el beneficio de las comunidades del tiempo), la edición (el orden
actual de la Biblia es producto de la edición) y por último la canonicidad o
sea las comunidades en oración se reunieron (al menos las cristianas) para
determinar cuáles libros estaban inspirados por el Espíritu Santo y eran por lo
tanto eran considerados como Palabra de Dios.
Después de esto
hay que tener en cuenta los contextos de esta palabra de Dios. ¿Cuáles serían estos contextos a tener en
cuenta? Los contextos que hay que considerar cuando
leemos un texto bíblico son los géneros literarios, las condiciones (creencias,
cultura, etc.) del tiempo y los procesos de revelación que tomaron parte en
estos Sagrados Textos entre otros. ¿Por
qué este último de los contextos?
Recordemos la revelación en el Antiguo Testamento es progresiva. Es por eso que la Iglesia nos enseña que
Jesucristo es la fuente y culmen de la Revelación Divina. Es por eso nos dice el Catecismo de la Iglesia
Católica (CIC) nos dice: “Cristo, el Hijo de Dios hecho hombre, es la
Palabra única, perfecta e insuperable del Padre. En Él lo dice todo, no habrá
otra palabra más que ésta” (CIC # 65).
Además de lo
antes mencionado hay mencionado hay que entender que ambos textos de las
bienaventuranzas hay contextos que son distintos. La diferencias no son solo de números sino
también en cuantos a sus editores por ejemplo.
Vamos a ver que
Lucas nos sitúa a Cristo en una planicie mientras que Mateo lo sitúa en una
montaña. Posiblemente los editores de
ambos evangelios no sabían dónde Jesús las predico realmente.
Es sabido que
Mateo nos quiere presentar a Jesús como un Nuevo Moisés. De la misma forma que Moisés recibió la Ley
de Dios en el Monte Sinaí de esa misma forma Jesús nos da ley o esa aplicación
de la ley según el mismo amor de Dios desde la montaña. O sea las razones de Mateo eran pastorales y
no históricas literalmente hablando.
Como indican algunos exegetas y comentaristas bíblicos posiblemente
Jesús las predico en una planicie y quizás fueron las cuatro que expone
Lucas.
Tenemos que
también la diferencia estriba en ambos textos van dirigidos a grupos
distintos. Por ejemplo Mateo les escribe
a cristianos de origen judío o hebreos mientras que Lucas les escribe a
cristianos que en su mayoría eran gentiles o paganos.
Veamos entonces algunas
de las bienaventuranzas para visualizar en que estriba la felicidad. Estoy usando para esta reflexión las
Bienaventuranzas de San Mateo (ver Mt. 5, 1-12). La versión bíblica de la cual estaré
reflexionando es la Biblia de Jerusalén Latinoamericana ya que está según mi
humilde entender es una de las mejores biblias para el estudio.
La primera
bienaventuranza nos habla de los “pobres de espíritu” (ver Mt. 5,
3). En términos bíblicos la palabra
usada para pobres en hebreo es “Anawim”. Pero esta no solamente es usado este término
Anawim para pobres materialmente hablando sino más bien para todos aquellos que
sin importar su status social se hacían pobres por el Reino de Dios. O sea se hacían pobres por amor a Dios y los
hermanos para darles y ayudar a otros en sus necesidades en espacial aquello
que por distintas razones son marginados.
Me acuerdo que
cuando yo estaba comenzando la filosofía en el seminario, usualmente llegaba a
Misa una persona vestida muy sencillamente sin lujos y nada que lo
distinguirá. Un día se me metió en la
cabeza preguntarle a un compañero del seminario que ya estaba en teología y
llevaba más años que yo en el seminario; ¿Quién es esa persona que viene así
vestido todos los días a Misa? Para mi
sorpresa ese compañero de seminario me contesto que ese era el mayor
patrocinador del seminario (una persona muy rica) y no era patrocinador de un
solo seminarista sino más bien de todos los seminaristas que pertenecían al
seminario en ese entonces. Wow… que
sorpresa la mia y más que sorpresa que tremenda lección la que aprendí.
La quinta
bienaventuranza es una de la que más me tocan el corazón por muchas
razones. Esta quinta bienaventuranza nos
dice: “Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzaran
misericordia” (Mt. 5, 7).
Recientemente escribí una reflexión sobre la misericordia la misma se
titula: “¡La
misericordia como definición del amor!”
Como explique en
esta reflexión antes mencionada: “con las Bienaventuranzas Jesús nos está
diciendo que el amor es la máxima expresión de la vida cristiana”. El amor se visualiza actuado por medio de la
caridad fraterna y la misericordia.
Estas son por así decirlo como dos automóviles especiales que transitan
de forma permanente en la autopista del amor.
Jesús
diciéndoles a los fariseos cuando estaba cenando en casa de Mateo ya que estos
lo estaban criticando porque comía con pecadores: “Vayan y aprendan que
significa: Misericordia quiero y no sacrificios. Porque no he venido a llamar a los justos
sino a los pecadores” (ver Mt. 9, 10-13).
Me llama mucho la atención cuando Jesús dice: “Misericordia quiero y
no sacrificios” con este cita Jesús hace alusión al Profeta Oseas (ver Os.
6, 6).
Con estos textos
y otros similares vamos a ver que Jesucristo situaba y elevaba al amor y por
ende a la caridad y la misericordia por encima del holocausto y del sacrificio. Por eso Jesús les dice a sus discípulos: “Si
ustedes me aman, guardarán mis mandamientos, y yo rogaré al Padre y les dará
otro Protector que permanecerá siempre con ustedes, el Espíritu de Verdad, a
quien el mundo no puede recibir, porque no lo ve ni lo conoce” (Jn. 14,
16-17).
Siguiendo la
línea de esta reflexión podríamos decir que el Espíritu Santo es consolador por
su inmensa misericordia, es consolador por su caridad que no conoce límites y es
el Consolador por su Amor Eterno que todo lo puede y que mucho mejor aún que
nos lleva a los hermanos y al mismo Dios.
Veamos la
séptima bienaventuranza: “Bienaventurados los perseguidos por causa de la
justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos” (Mt. 5, 10). A simple vista sin analizar ni profundizar en
la reflexión podríamos decir que las palabras justicias y misericordia no
tienen nada en común. Cuando comenzamos
a indagar y a reflexionar con más dedicación veremos que estas dos palabras
tienen mucho en común.
Podríamos decir
que la justicia debe comenzar con una atmósfera de misericordia. De esta forma
sin descuidar los principios de la justicia esta será o se verá mucho más
cristiana.
Yo solía
trabajar en una cárcel como oficial de corrección en el este estado donde
vivo. En mi oración siempre le pedía a
Dios, antes de comenzar a trabajar la jornada del día: “Dios permíteme ser
justo e imparcial pero más aún permíteme actuar en mi misericordia sin descuidar
la justicia y por ende mí mismo trabajo. Además te pido Señor que no permitas que
yo sea instrumento de persecución para con los presos”. Y pedía la intercesión de María Santísima para
que a la vez que intercedía por mí en mi trabajo los presos pudieran apreciar y
ver en mi persona mi testimonio de vida cristiana al actuar en justicia, en
misericordia, y al no juzgarlos y no perseguirlos.
Es común ver
muchas personas fuera de la Iglesia que nos juzguen (en mayor o menor grado) y
hasta que nos persigan de alguna forma u otra.
Pero es mucho más lamentable y doloroso cuando lo hacen personas que son
católicas y participan de una forma u otra en los grupos eclesiales.
Es una tristeza
ver como son perseguidos y martirizados los cristianos en el Medio Oriente,
África y en otras partes del planeta.
Tengamos muy en claro que aquí no estamos hablando solamente de
católicos y estamos hablando de distintas tradiciones o grupos de
cristianos. Para personalmente hablando
me es tan doloroso cuando sucede con un católico como cuando pasa con un
ortodoxo porque como decía San Juan Pablo II “todo hombre (ser humano) es
mi hermano”.
Hay una
expresión que dice: “Dios dice ayúdate que Yo ye ayudare”. Ante esta gran situación que está afectando a
los cristianos, ¿Qué podemos hacer? Hay
grupos dentro de la Iglesia Católica que están haciendo enormes esfuerzos para
ayudar a nuestros hermanos afectados. Me
viene a la mente (como ejemplo) los Caballeros de Colon. Ellos no solo están dando dinero sino también
que están ayudando directa y personalmente con estos hermanos que están más que
afectados.
En Vaticano y la
Santa Sede están trabajando en conjunto con otros grupos (ej. Caridades
Católicas) para aliviar esta situación.
El Papa Francisco ha ido más allá, recientemente le ha pedido a los
Obispos Europeos que le abran las puestas de los obispados, parroquias,
conventos, monasterios, etc. para albergar a refugiados que vienen del Medio
Oriente y de África.
Yo estoy seguro
que algo más podríamos hacer obrar en misericordia, caridad fraterna y por ende
en amor. Hablemos con nuestros párrocos
y sacerdotes de nuestras comunidades eclesiales. Hablemos con nuestros obispos. Yo estoy en fe, muy seguro que el Espíritu
Santo ira suscitando obras y acciones misioneras para levantar la dignidad de
la persona humana de tantos hermanos marginados y perseguidos por la causa de
la justicia o sea la misma causa de Dios.
Pero vamos a ver
que el mismo Jesús nos da pistas para cuando esto sucede que aptitud (talento, disposición,
facultad) y actitud (cualidad, proceder, acción) debemos asumir: “Alégrense
y regocíjense, porque su recompensa será grande en el cielo; pues de la misma
manera persiguieron a los profetas anteriores a ustedes” (Mt. 5, 12). En otras palabras debemos actuar y hacer todo
lo que esté a nuestro alcance pero también es nuestro deber orar e interceder y
pedir la intercesión a Maria Santísima Madre de Jesús y Madre de los afligidos
y perseguidos y la intersección de los santos en especial de aquellos que han
dado estas regiones afectadas.
Recordemos que
cuando optamos por Dios, por conocerlo, seguirlo junto a los hermanos en la
Iglesia amar y hacerle el bien al prójimo está incluido en este paquete de
optar por Dios. Jesús diciéndole a los
fariseos que lo querían poner a prueba cual era el mayor de los mandamientos
les dice: “Amar a Dios sobre todas las cosas, este el primer
mandamiento. El segundo es similar a
este, amaras a tu prójimo como a ti mismo”.
Cuantas veces le
hemos dicho al Señor, “lo único que quiero eres tu Señor”. La verdad es que como seres humanos vamos a
necesitar de otras cosas pero cuando Cristo está en el centro de nuestras
vidas, en el centro de nuestras familias como dice la misma Palabra de Dios “lo
demás llegara por añadidura”.
¡Que Maria la
Madre del Señor y Madre de la Iglesia que con su vida lo único que eligió fue
al Señor interceda y ore por cada uno de nosotros para saber elegir a Cristo y
llevarlo siempre en nuestras vidas! Así
nos ayude Dios.
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