11 de octubre de 2015

¿Puede haber misericordia sin la verdad y sin la justicia?

Ayer sábado (octubre 10, 2015) en el Sínodo de la Familia se discutieron tres puntos que es muy importante comprender y saber cómo aplicarlos en nuestra vida cristiana.  Estos tres puntos como los expongo en el título de esta reflexión son: misericordia, verdad y justicia.

Es muy conveniente definir estos términos para así poder continuar con esta reflexión.
La palabra misericordia tiene su origen del latín misere o sea miseria o necesidad.   Siguiendo con esta etimología también tenemos cor y cordis también del latín que significa corazón.  Finalizando con el sufijo ia que enfoca hacia los demás.   Tener y obrar en misericordia es poseer un corazón solidario con todos aquellos que tienen y padecen necesidad.
Ahora bien los Padres Sinodales nos exponen la misericordia encaminada en la verdad y la justicia.   Estas últimas dos palabras también es muy conveniente definirlas.
La palabra verdad como muchas palabras del español proviene del latín veritas.  Al dividir esta palabra veritas la podemos dividir en dos.  Primero la raíz verus de donde nacen las palabras veracidad, verosímil, averiguar.   La “división etimológica” de esta palabra en latín veritas finaliza con el sufijo tat/tas que equivalen a los sufijos en español tad/dad con palabras como bondad, dignidad, caridad, etc. 
Jesús nos dice que es la verdad (ver Jn. 14, 6).   Podemos decir que Dios es la verdad plena u absoluta.  Similarmente podemos decir que los seres humanos por nuestra naturaleza y limitación no podemos obtener esa verdad en su plenitud.  Pero con fe, esperanza y amor (caridad) podemos y debemos vivir y buscar esa verdad plena e infinita que es Cristo Jesús.
La justicia nos viene del latín iusticia (el latín no tiene la letra j y vamos a ver que la palabras que comienzan con j en latín comienzan con la letra i).  Esta palabra latina la tiene el prefijo ius que se refiere al derecho y  justicia.
En ética se define a la palabra persona como “el sujeto de su propia justicia”.  Pero mi justicia llega hasta donde comienza la justicia de la otra persona.  Cuando yo paso por encima de la justicia del hermano(a) estoy cometiendo una injusticia.
Ente sentido podemos indicar que el aborto y la eutanasia además de ser crímenes y pecados son una injusticia porque se está sobrepasando la justicia de estos hermanos que aunque indefensos son nuestros hermanos en especial aquellos que están en el vientre materno, que también son nuestros hermanos.
Todos los pecados por su propia naturaleza son una injusticia.  En la Biblia, tanto en el AT como en el NT cuando se hablaba de un hombre justo se refiere a personas que vivían en santidad. La santidad tiene como base fundamental la justicia.
Ahora bien para el matrimonio y la familia tienen como pilares fundamentales la misericordia, la verdad y la justicia.  Me permito poner un ejemplo que me sucedió a mí.  Un día mi padre había puesto un dinero en la mesa del comedor.  Yo tome un dólar sin pedir permiso y sin decirle nada a nadie.  Por la tarde cuando mi querido viejo me pregunto le dije la verdad.  Luego mi padre me indico que ese dinero era para comprar un medicamento para mi madre.
Ya después en la noche en mí cama estuve llorando porque pudo darse el caso que mi madre se quedara sin el medicamento que ella necesitaba.  De esa ocasión aprendí la lección.  Ya sabía que todo había que hacerlo en justicia.
La misericordia es la Puerta del Corazón de Cristo abierta de par en par para el matrimonio, para la familia y para todos los seres de vida.  La misericordia al igual que nuestra oración, la caridad fraterna y nuestros hábitos y todo el diario quehacer debe ser parte de nuestra vida.
Como hemos podidos observar la misericordia debe ser vivida desde la verdad con todas sus consecuencias.  La misericordia también debe convivir con la justicia.  Podríamos decir que la misericordia sin la verdad y la justicia es una falsa misericordia.

¡Virgen María Madre de la Misericordia te pedimos que ores e intercedas por cada uno de tus hijos para que viendo el rostros misericordioso de Jesús sepamos amarnos los unos a los otro como tu Hijo nos lo pidió!  Que así sea.

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