Este pasado domingo (Octubre 4, 2015) el Papa Francisco
celebrando la Sagrada Eucaristía en la Basílica de San Pedro dio inicio a la XIV
Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos a celebrarse desde el 4 al
25 de octubre de este año 2015.
El lema para la misma será: “La vocación y la misión de la familia en la Iglesia y en el mundo contemporáneo”. Ya este lema de por si nos debe mover a la reflexión de forma nos vaya motivando a la evangelización y la acción pastoral para, y, con las familias.
Los Padres Sinodales con la ayuda de presbíteros, laicos peritos y expertos en áreas del saber que competen a la familia van a estar reflexionando sobre la pastoral de las familias. Además hay invitados de otras denominaciones o tradiciones cristianas que estarán participando de una forma u otra en este sínodo de las familias.
El lema para la misma será: “La vocación y la misión de la familia en la Iglesia y en el mundo contemporáneo”. Ya este lema de por si nos debe mover a la reflexión de forma nos vaya motivando a la evangelización y la acción pastoral para, y, con las familias.
Los Padres Sinodales con la ayuda de presbíteros, laicos peritos y expertos en áreas del saber que competen a la familia van a estar reflexionando sobre la pastoral de las familias. Además hay invitados de otras denominaciones o tradiciones cristianas que estarán participando de una forma u otra en este sínodo de las familias.
El Santo Padre en su homilía de la Santa Eucaristía que
celebro como apertura del sínodo hablo de tres puntos en los cuales quisiera
reflexionar. Dichos puntos son el drama
de la soledad, el amor entre el hombre y la mujer, y la
familia.
Muchas veces hemos escuchado decir que la soledad
(primer punto) mata. Como militar que
fui de los EEUU he visto y veo exmilitares que enferman mentalmente ya que por
distintas circunstancias caen en la telaraña de la soledad. Y digo telaraña porque yo suelo comparar la
soledad con una telaraña.
Si hemos observado cuando cualquier insecto cae en una
telaraña nos daremos cuenta que a estos se le hacen casi imposible salir de la
telaraña. Algo similar sucede con los seres humanos cuando caemos en las redes
de la soledad. Para salir de esta por nuestra propia cuenta se nos hace casi
imposible de lograr. La soledad en estos casos cae en peligro de
depresión. Está en mi humilde opinión es
una de las consecuencias más peligrosas de la soledad.
Es por eso que necesitamos toda la ayuda que sea posible
ya sea de la familia, de la comunidad eclesial o sea la familia eclesial (ya
sea parroquial, diocesana y universal) en especial de los sacerdotes. Además en los casos más fuertes o extremos (como
lo suele ser la depresión) veremos que hay que recurrir a la ayuda profesional,
como psicólogo, psiquiatra, u otros profesionales de la salud. Claro está, el uso de profesionales de la
salud debe estar guiado por una moral y ética cristiana que le sirva de faro en
el camino de la vida.
En mi caso personal algo que me ayuda a superar
obstáculos (que me llevan a la soledad) es estar recordándome constantemente
que hay otros (familia, amistades, miembros de la comunidad eclesial, etc.) que
necesitan de mí y que no me puedo darme el lujo de quedarme estancado en el
hoyo.
Además suelo recordarme que tengo ayuda y apoyo
espiritual y que están siempre disponibles cuando los necesite. Sin olvidar que Dios puede curar y sanar
cualquier lepra espiritual que ocasione en mi la soledad y que siempre debo
recurrir a la oración.
El segundo punto que el Papa Francisco nos habla en su homilía
(del Domingo XXVII del Tiempo Ordinario del Ciclo B) era “el amor entre
el hombre y la mujer”. Este
tópico de por si se podrían y se han escritos montones de libros sobre el
mismo. Simplemente me limitare a
realizar algunas observaciones que en casi 15 años de matrimonio con altas y
bajas mi esposa y este servidor (en Cristo Jesús) hemos podido vivir sobre
nuestro amor. Hay una expresión que
utilizaban en un programa de comedia de Venezuela que decía: “el matrimonio
es como el demonio”. Yo le suelo
decir las parejas que le doy retiro o algún taller de formación que dicha
expresión es una verdad a media o sea una falacia. Ya que el matrimonio es como el demonio
cuando no se tiene a Cristo.
En algunos retiros matrimoniales se enseña que tanto la
mujer como el hombre poseen lo que llaman “cordones umbilicales”. Aquí no estamos hablando corporalmente claro
esta sino más bien en el ámbito emocional.
¿Qué implica o que significa aquí tener cordones umbilicales? Muchas veces hacemos cosas tales como gestos,
expresiones, que aunque no sabemos porque lo hacemos los realizamos ya que lo
aprendimos de algunos de nuestros padres (o de ambos).
Voy a poner un ejemplo, yo tengo la costumbre de antes de
ponerme un pantalón (o cualquier otra prenda de vestir) sacudo dicha prenda de
vestir fuerte. Yo no tenía idea (antes
de un retiro matrimonial que mi esposa y yo hicimos antes de casarnos) porque
hacia eso. Hasta que en una ocasión
hablando con mi madre le comente y ella sonriendo me dijo que yo lo aprendí de
mi padre ya que él hace eso también.
Posiblemente él lo aprendió de su padre (mi abuelo).
Hay ciertos cordones umbilicales que los llevamos o
arrastramos al matrimonio que por distintas razones no son muy saludables para
la relación matrimonial (y de familia) tanto en lo humano como en lo emocional. El problema se suele acrecentar cuando esos
cordones umbilicales o costumbres
negativas las seguimos manteniendo años tras años y hasta décadas. Esto aunque parezca una tontería o simpleza
puede deteriorar la relación matrimonial y familiar muchas veces sin que nos
demos cuenta.
Cuando hablamos del amor en la pareja (hombre-mujer) hay
que tener ciertos términos o vocablos muy claros. Yo le suelo decir en mis clases de catequesis
(generalmente de adultos) que para aprender un nuevo idioma debemos ir
adquiriendo una gran porción de vocabulario.
Similarmente cuando estamos estudiando una profesión nueva debemos adquirir
un vocabulario propio de la profesión que estemos estudiando.
Lo mismo sucede cuando queremos aprender la fe cristiana
bebemos adquirir un vocabulario propio a la fe católica (al menos para
comenzar). Recordemos que los inicios
del cristianismo los idiomas que predominaban eran el arameo (o hebreo), el
griego koiné (o sea griego del pueblo) y después del tercer y cuarto siglo d.C.
el latín.
La palabra amor en tiene dos palabras arameas (antiguo
arameo) que lo define. Los siguientes
son RKhMA y KhUBA.
Estas debemos entenderlas desde sus respectivos contextos. El vocablo arameo
RKhMA es usada asumiendo en contexto de amistad. Mientras que el vocablo arameo
KhUBA expresa su contexto en la relación afectiva. Como consecuencia lógica hay
que establecer que ambos contextos de estas definiciones de amor en arameo son
sumamente necesarios para el amor de la pareja, como nos enseña la Iglesia, un
hombre y una mujer.
El vocablo hebreo rajem por algunos autores
es definido también como amor pero este es un amor que va
encaminado por la misericordia. Por eso hay quienes definen rajem
como misericordia.
El vocablo ahavah o ahavá se traduce literalmente como amor. La palabra amor en griego
traducimos agápē. El ágape se refiere al amor
incondicional o sea al amor que lo entrega todo de forma oblativa o
incondicionalmente sin esperar nada a cambio.
Jesús y la Sagrada Familia son
los modelos perfectos por excelencia del ágape.
La palabra hebrea tzedaká
se traduce como caridad o sea el amor hecho acción.
La raíz del vocablo hebreo tzedaká está íntimamente relacionado a los
términos justicia o rectitud
los cuales en hebreo son traducidos como tzedek. Por eso
cuando obramos en caridad fraterna (lo cual no es solamente dar limosnas)
estamos obrando en justicia y rectitud. La
palabra caridad en griego se traduce también como agápē ya que la caridad es el amor hecho
acción u obras.
El tercer punto
que Francisco expuso en su homilía fue la familia. En palabra del Santo Padre debo expresar que
la familia no solo es la Iglesia Domestica sino también es la base de la
sociedad y del mundo. Son muchos los
retos por los cuales se enfrenta la familia hoy en día.
“Uno de los
grandes desafíos de los últimos tiempos, es el intento, en sociedades
secularizadas, de cambiar las leyes que, durante siglos, incluso milenios, han
reconocido el plan de Dios para el matrimonio y la familia como se presenta en
el orden de la Creación, y que constituye un patrimonio común para toda la
humanidad gobernada por la ley natural” (Cardenal William J. Levada [Prefecto Emérito
de la Congregación para la Doctrina de la Fe], “La Familia en el Catecismo
de la Iglesia Católica; Congreso Teológico-pastoral internacional sobre la
familia” Valencia, España; Viernes 7 de julio de 2006).
Nos debemos
preguntar: ¿Cómo se ven afectadas nuestras parroquias y nuestras comunidades
eclesiales ante esta gran propaganda de la secularización ya sea por la
sociedad en especial por los medios de comunicaciones seculares? Antes de contestar esta pregunta sería muy
conveniente saber que es la secularización.
La secularización debe
preocupar a todos los cristianos ya que pretende descristianizar todos los
entornos del ser humano en especial a la familia. Sus exponentes (científicos, políticos, y miembros
de otras áreas del saber humano pero especialmente los medios de comunicaciones
seculares) ponen en duda las creencias, critican las prácticas sacramentales y quieren
hacer perder en las personas el sentido religioso y los valores éticos y
morales cristianos.
Además de la secularización
un reto que tememos las familias cristianas es el ser sal y luz (ver Mt. 5,
13-16) en la sociedad y en este mundo. Esto
solo puede ser posible con buen testimonio de vida cristiana en todos (y todos
significa todos) los ámbitos de la vida familiar.
En las pláticas de
formación pre-bautismal suelo insistir esto mucho a los padres y padrinos. Los padres y padrinos estamos llamados a ser
los primeros catequistas de nuestros hijos pero esto lo debemos llevar a cabo
con buen ejemplo de vida cristiana que le sepamos dar a nuestros hijos y/o ahijados. La catequesis sin testimonio de vida por
parte del catequista se convierte una mera clase de religión. En este sentido podemos decir que la
catequesis (todo tipo de catequesis o formación permanente de los laicos)
comienza con el testimonio de vida cristiana.
Las diócesis, las
parroquias, y toda comunidad eclesial tiene el gran reto de establecer (o
reforzar) una catequesis familiar. Por
mi experiencia en mis funciones pastorales en esto fallamos muchas
parroquias. Y cuando digo parroquias no
hablo solamente de los párrocos y sacerdotes y los líderes laicos “más
cercanos” sino también hablo de toda la comunidad eclesial. Todos los miembros de la comunidad estamos
llamados y comprometidos por nuestra misión bautismal (triple misión de Cristo
de ser: sacerdotes [sacerdocio común de los fieles], reyes y profetas) de velar
y poner lo mejor de nosotros (dones y talentos) al servicio de la evangelización,
catequesis y formación cristiana de la comunidad.
Este sínodo NO
tiene la finalidad de cambiar la doctrina de la Iglesia como ya ha
establecido el Papa Francisco en varias ocasiones. Si tiene la finalidad de analizar y
reflexionar en los problemas que afectan a las familias desde su más íntimo núcleo
que es la fe y la moral cristiana. Los
obispos (algunos escogidos según sus respectivas conferencias episcopales y según
la propia discreción del Santo Padre (que puede invitar a los obispos que el
crea necesarios), además familias que son invitadas como auditores y peritos o
expertos (los cuales podrían ser sacerdotes, religiosos{as} o laicos) estarán por
tres semanas reflexionado y buscando las mejores alternativas según les inspire
el Espíritu Santo.
En estas semanas
que está transcurriendo esté Sínodo XIV Ordinario de los Obispos el reto mayor
y la vez deber que tenemos los cristianos y todas las familias es orar por el
Santo Padre y por los Obispos del mundo y todos sus participantes. Para que el Espíritu Santo guie al Magisterio
de la Iglesia con el mismo ardor que lo hizo con los Apóstoles y las primeras generaciones
de la Iglesia para que las familias cristianas sean sal y luz de la tierra
porque Jesús el Señor que está siempre presente en la Iglesia es la Sal y la
Luz que la cual se nutre la Familia Domestica y la Iglesia Católica que es esa
gran Familia Universal que sirve como faro siempre encendido ante el profundo océano
de la sociedad y de este mundo.
¡María Santísima
Madre de Dios y de la Iglesia te encomiendo al Santo Padre y los Obispos y
participantes de este Sínodo de la Familias para que orando e intercediendo por
ellos puedan obtener los necesarios beneficios y gracias para el bien común de
toda la Iglesia! Amén, Amén y Amén por
el Dios que es Uno y Trino.
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