2 de enero de 2016

Consultas & Respuestas: “María presento ofrenda por sus pecados, ella tuvo más hijos y otros argumentos relacionados (Celibato Sacerdotal)” (Parte III)

Consultas & Respuestas: “María presento ofrenda por sus pecados, ella tuvo más hijos y otros argumentos relacionados (Celibato Sacerdotal) (Parte III)

Consulta:
Pedro tenía esposa: 1Corintios 9, 5.
Respuesta:
Saludos nuevamente en Cristo Jesús mi Hermano C
Claro que si Pedro era casado y San Marcos nos narra como Jesús curo la fiebre de la suegra de Pedro (ver Marcos 1, 29-31).  San Clemente de Alejandría (nació a mitad del II siglo d.C. y falleció alrededor del 211 d.C.) dice que la esposa de Pedro sufrió el martirio.  La Tradición Apostólica (TA) de la Iglesia nos dice que al menos tuvo una hija.
Aunque no mencionas él porque es tu pregunta sobre si Pedro estaba casado o no puedo deducir que lo hayas mencionado por el celibato sacerdotal.  Por tal motivo creo que es indispensable definir lo que es el celibato y lo que es la castidad.
El celibato es el no estar casado (o sea estar soltero) y, en el uso de la Iglesia (para los sacerdotes de Rito Latino [sacerdotes católicos de occidente], religiosos y laicos consagrados [que pertenecen a institutos laicales o apostólicos]), un compromiso de no casarse
La Iglesia hace distinción entre el celibato de laicos y el celibato eclesial.  En ambos casos se escoge libremente, por razones religiosas o por el Reino de Dios, el no casarse. 
Hay algo muy importante tener muy claro, el celibato no es un desprecio al matrimonio.  Ambas son vocaciones o llamados que provienen del mismo Dios, son intensamente estimadas por la Iglesia y son medios de amor y de servicio.
La palabra castidad proviene del latín, castus que significa moralmente puro, sin mancha.  Para la Iglesia después de Cristo Jesús, San José el padre adoptivo de Jesús es considerado modelo de castidad.  La castidad es la virtud que gobierna y modera el deseo del placer sexual según los principios de la fe y la razón. 
Por la castidad la persona adquiere dominio de su sexualidad y es capaz de integrarla en una sana personalidad, en la que el amor de Dios reina sobre todo. Por lo tanto no es una negación de la sexualidad.  Es además un fruto del Espíritu Santo por tal motivo es muy conveniente pedirlo en oración y pedir que Dios nos permita se fieles y perseverante en la castidad.
El Catecismo de la Iglesia Católica (CIC) nos define la castidad de la siguiente forma: “La castidad significa la integración lograda de la sexualidad en la persona, y por ello en la unidad interior del hombre en su ser corporal y espiritual. La sexualidad, en la que se expresa la pertenencia del hombre al mundo corporal y biológico, se hace personal y verdaderamente humana cuando está integrada en la relación de persona a persona, en el don mutuo total y temporalmente ilimitado del hombre y de la mujer.  La virtud de la castidad, por tanto, entraña la integridad de la persona y la totalidad del don (CIC # 2337). 
En otras palabras la castidad nos ayuda a definirnos no solo en lo espiritual sino también fisiológicamente pero al mismo tiempo como virtud y fruto del Espíritu Santo nos ayuda el nuestra vocación o llamado que nos hace la Iglesia desde siempre y especialmente desde el Concilio Vaticano II.  “La virtud de la castidad forma parte de la virtud cardinal de la templanza, que tiende a impregnar de racionalidad las pasiones y los apetitos de la sensibilidad humana” (CIC # 2341).
Como verán ambos la castidad y el celibato muy estrechamente relacionadas.  En gran medida pueden ser y son firmes pasos para crecer en la santidad que todos los bautizados estamos llamados a buscar e ir creciendo en ella.
La TA también atestigua que Pedro y los demás Apóstoles se mantuvieron célibes (aun que estuvieran casados, ya que el celibato en el matrimonio es posible) una vez que decidieron seguir a Cristo y proclamar el Evangelio de Salvación por todo el mundo.
Desde los tiempos apostólicos en la Iglesia el varón  que era casado (usa sola vez) se podía ordenar diacono, luego presbítero pero luego de esto si enviudaba ya no podía casarse de nuevo.  Ya que el Sacramento del Orden es un impedimento para el Sacramento del Matrimonio.  Es por eso que los diáconos permanentes (que son casados) una vez que enviudan no se pueden volver a casar y si desean y sienten el llamado pueden ordenarse presbíteros (sacerdotes).
Cuando el varón era soltero y decidía ordenarse (diacono y presbítero) ya no podía casarse. Y hay records de presbíteros y obispos que se habían ordenado siendo solteros o célibes como opción libre.  Todo esto que menciono me refiero a los primeros siglos de la Iglesia.
Como mencioné previamente sé que hiciste la observación que San Pedro era casado por el celibato sacerdotal.  ¿Por qué los sacerdotes no se casan?  Recuerda que en los primeros siglos de la Iglesia el celibato en los presbíteros era algo opcional.
Los cual hoy en día sigue siendo opcional.  Quien descubre que tiene vocación y es llamado por Dios a ser presbítero (o sea sacerdote) elige y debe descubrir el celibato para descubrir si está o no llamado por Dios.  En otras palabras es una donación de sí mismo, de su persona que el candidato al presbiterado hace a Dios y a la Iglesia tan como Jesucristo lo hizo.
Yo estuve en ese discernimiento y después de siete (7) años descubrí que Dios no me estaba llamando a ser sacerdote.  Como puedes apreciar es un proceso largo de discernimiento y descubrimiento de día a día de la vida religiosa y sacerdotal.
Es muy interesante como lo explica el mismo Cristo Jesús: “Hay hombres que han nacido eunucos. Otros fueron mutilados por los hombres. Hay otros todavía, que se hicieron tales por el Reino de los Cielos. ¡Entienda el que pueda!” (Mateo 19, 12).
San Pablo trata esta tema muy elocuentemente: “Yo quisiera verlos libres de preocupaciones.  El que no se ha casado se preocupa de las cosas del Señor y de cómo agradarle.  No así el que se ha casado, pues se preocupa de las cosas del mundo y de cómo agradar a su esposa, y está dividido.  De igual manera la mujer soltera y la virgen se preocupan del servicio del Señor y de ser santas en su cuerpo y en su espíritu. Mientras que la casada se preocupa de las cosas del mundo y de agradar a su esposo.  Al decirles esto no quiero ponerles trampas; se lo digo para su bien, con miras a una vida más noble en la que estén enteramente unidos al Señor” (1Cor. 19, 32-35).
Con las jóvenes (en edad y de corazón) señoritas que aspiran discernir la vida religiosa o la vida de laica consagrada (que pertenecen a institutos de vida apostólica o laical, no usan hábitos y siguen siendo laicas) sucede algo similar a los varones.  Ellas deben pasar por ese proceso de discernimiento (por eso para la vida religiosa hay postulantado y noviciado) y luego de esto hacen votos (consejos evangélicos: pobreza, castidad y obediencia) temporales y finalmente como “paso final” votos solemnes.
Entre una opción y la otra (presbíteros casados vs presbíteros y obispos célibes) la Iglesia fue discerniendo hasta llegar a la conclusión que el Orden Sacerdotal dentro de la vida célibe (y solteros) era la mejor opción.  Esto tomo siglos de reflexión.
Veamos algunos puntos de referencia de esta reflexión sobre el celibato sacerdotal que como ya indique tomo siglos en realizarse.   El Sínodo de Elvira realizado del 300 al 303 (aprox.) nos dice en el canon # 27: “El obispo o cualquier otro clérigo tenga consigo solamente o una hermana o una hija virgen consagrada a Dios; pero en modo alguno plugo (de acuerdo al Concilio) que tengan a una extraña” (Enrique Denzinger, El Magisterio de la Iglesia, ed. Herder, Barcelona 1955, n. 52 b, p. 22).
Tengamos en cuenta que hablo solo del Rito (los ritos son las distintas formas según las culturas que se celebra la liturgia, en especial la Eucaristía, en cada región del planeta) Latino o Romano (católicos de occidente).  Para los Ritos Orientales la situación fue y sigue siendo muy distinta.  Pero los que aspiraban a ser obispos se mantenían y se mantienen célibes.  Y hay muchos presbíteros que siguen optando por el celibato.  Aquí me refiero a los Catolicos (unidos a Roma) Ritos Orientales entre ellos el Rito Bizantino (que es uno de los más conocido de estos ritos) y la Iglesia Ortodoxa.  De hecho las Iglesias Ortodoxas tienen órdenes monacales cuyos miembros son célibes y vírgenes en el caso de las mujeres.
¿Cómo la Iglesia ve el celibato sacerdotal desde nuestros tiempos actuales particularmente después del Concilio Vaticano II?  Uno de los documentos eclesiales que mejor trata este tema es la Encíclica Sacerdotalis Caelibatus (SC) del Beato Pablo VI sobre el Celibato Sacerdotal“El celibato sacerdotal, que la Iglesia custodia desde hace siglos como perla preciosa, conserva todo su valor también en nuestro tiempo, caracterizado por una profunda transformación de mentalidades y de estructuras” (SC # 1).
Hay ciertas cosas muy imperante poder aclarar.  Primero el Celibato Sacerdotal no es un dogma (definición oficial de algún artículo de fe ya por el Papa o por un concilio ecuménico como lo fue el Vaticano II)  de fe como lo es la Presencia Real en la Eucaristía.   El celibato sacerdotal es una norma disciplinaria y por lo tanto podría ser reformada y/o eliminada sin que se perjudique de ninguna forma la santidad de la Iglesia.  En otras palabras, la santidad de la Iglesia no depende de sus normas disciplinarias aunque en nuestro carácter personal estas nos puedan ayudar a crecer en la santidad.  Es mi opinión muy personal que no hay actualmente indicios o razones para que se cambie el celibato sacerdotal, tal como está actualmente. 
Si María la Madre Sacerdotal fuera a decirles algo a nuestros diáconos, presbíteros y obispos le diría la frase más comprometedora del Evangelio: “Hagan lo que Él les diga” (Jn. 2, 5).  Recordemos que la Iglesia es el Cuerpo Místico de Cristo donde Jesucristo es la Cabeza por lo cual lo que la Iglesia enseña y dice dirigida por el Papa y el Magisterio (en comunión con este) es la voz del mismo Cristo Jesús (ver Jn. 20, 21-23; Mt. 16, 15-19). 
Hoy quisiera como un día hizo Su Santidad Pablo VI poner el celibato sacerdotal bajo el amparo de María la Madre & Reina del Clero Sacerdotal en la Iglesia.   “Venerables hermanos nuestros, pastores del rebaño de Dios que está debajo de todos los cielos, y amadísimos sacerdotes hermanos e hijos nuestros: estando para concluir esta carta que os dirigimos con el ánimo abierto a toda la caridad de Cristo, os invitamos a volver con renovada confianza y con filial esperanza la mirada y el corazón a la dulcísima Madre de Jesús y Madre de la Iglesia, para invocar sobre el sacerdocio católico su maternal y poderosa intercesión. El Pueblo de Dios admira y venera en ella la figura y el modelo de la Iglesia de Cristo en el orden de la fe, de la caridad y de la perfecta unión con él. María Virgen y Madre obtenga a la Iglesia, a la que también saludamos como virgen y madre [48], el que se gloríe humildemente y siempre de la fidelidad de sus sacerdotes al don sublime de la sagrada virginidad, y el que vea cómo florece y se aprecia en una medida siempre mayor en todos los ambientes, a fin de que se multiplique sobre la tierra el ejército de los que siguen al divino Cordero adondequiera que él vaya” (Ap. 14, 4) (SC # 98).
Santa María la Madre & Reina del Clero Sacerdotal ora e intercede siempre por nuestros pastores para que siempre sean fiel a Cristo y a la Iglesia que,  El  mismo fundó.

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