El
don de Fortaleza perfecciona la virtud cardinal de la justicia. Este nos capacita para tener la entereza
(integridad, lealtad) y seguridad que tiene Dios. Este don nos asegura superar el temor de las
pruebas o dificultades, de los peligros y de los trabajos en nuestro diario
vivir. Este don nos ayuda a superar
cosas que por distintas razones son extraordinarias. La pregunta más común en estos casos es ¿no
sé cómo yo pude haber hecho tal o cual cosa?
La
fortaleza nos ayuda a combatir las tentaciones.
Mi abuelo solía decir que “todos tenemos nuestro
talón de Aquiles” o
sea un lado o área en nuestra vida espiritual que siempre suele ser la más dura
y difícil. Este don lo debemos pedir constantemente.
Físicamente
hablando la fortaleza nos brinda la capacidad de sacar fuerzas físicas que
jamás y nunca uno podría imaginarse que las tendría. Un ejemplo que me sucedió a mí. Un día mi padre estaba trabajando en algo de
mecánica de su automóvil. Mi viejo
estaba acostado en el piso debajo del carro, de repente el carro se zafó del
gato hidráulico y le cayó encima a mi padre.
Entre
mi madre y yo levantamos el automóvil (1100 kg = 2425 lb). Sin duda alguna el Espíritu Santo en esa
situación nos dio a mi madre y a mi fortaleza física para levantar ese auto
(para levantar ese auto se necesitarían al menos 12 personas).
Este don de Fortaleza se relaciona a la Bienaventuranza
de la Justicia: “Bienaventurados
los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados” (Mt. 5, 6).
Porque una persona animada por la fuerza del Espíritu Santo, desea
insaciablemente hacer y sufrir grandes cosas.
Muchos autores espirituales suelen llamar a este don el “don de los
mártires” ya que estos ejercen la fortaleza cristiana hasta su
última consecuencia.
La longanimidad y la paciencia son los frutos de este don. La primera, para no aburrirse ni cansarse en la espera y en la práctica del bien, y la segunda, para no cansarse ni aburrirse en el sufrimiento del mal.
La longanimidad y la paciencia son los frutos de este don. La primera, para no aburrirse ni cansarse en la espera y en la práctica del bien, y la segunda, para no cansarse ni aburrirse en el sufrimiento del mal.
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María Madre y Reina de los Mártires... |
María
Madre y Reina de los Mártires ruega por nosotros para que seamos
testigos fieles hasta el último momento de nuestra vida cómo lo fueron tus
hijos predilectos los mártires.
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