Para muchos católicos sean o no practicantes suelen
pensar que la Cuaresma en cuanto a tiempo litúrgico sé refiere, termina el
Domingo de Ramos. La verdad es que no es
así la cuaresma finaliza el Jueves Santo a la hora de nona o sea a las tres de
la tarde.
¿Por qué hago dicha aclaración? Porque con la ‘Misa de la Cena del Señor’ da inicio lo que sé conoce cómo el
Triduo Pascual. Algunos seguramente me
preguntaran ¿Qué sucede o donde quedan los domingos de cuaresmas? Esto es lo que nos dice el MP # 30: “Los domingos de este tiempo reciben el
nombre de domingo I, II, III, IV, V de Cuaresma. El domingo sexto, en que
comienza la Semana Santa, es llamado domingo de Ramos en (de) la Pasión del Señor”.
Para entender lo que sucede
litúrgicamente hablando con cada domingo hay que ir casi al inicio de este mutu
propio de Pablo VI. “En el primer día de cada semana, llamado
día del Señor o domingo, la Iglesia, según una tradición apostólica que tiene
sus orígenes en el mismo día de la Resurrección de Cristo, celebra el misterio
pascual. Así pues, el domingo ha de ser considerado como el día festivo
primordial” (MP # 4).
Aquí básicamente nos dice que todo
domingo por ser el día en que el Señor resucitó es ‘domingo pascual’. Por esa
razón es que todo domingo dentro de la liturgia es domingo pascual por eso
después de la consagración en la Sagrada Liturgia Dominical (Santa Misa) dentro
de la Liturgia Eucarística cuando el presbítero o el obispo dice “este es el Sacramento (o Misterio) de nuestra Fe” el pueblo responde a una sola voz: “anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección, ven, Señor Jesús”.
Usualmente
casi toda Celebración Eucarística Dominical comienza dentro del templo bueno en
el ‘domingo de ramos’ (cómo
usualmente le solemos llamar a este día litúrgico) no suele ser así (al menos
que sé le este celebrando la Misa a personas minusválidas o ya muy ancianos). Esta suele ser a fuera del templo donde haya
algún área que sea propicia a realizar una procesión con los ramos. La liturgia de este domingo inicia con la ‘Conmemoración
de la entrada del Señor en Jerusalén y la Procesión de las Palmas (o de los Ramos)’ aquí es realizada la bendición de los ramos y la proclamación del Santo
Evangelio.
En este
ciclo B corresponde el Evangelio de San Marcos (Mc. 11, 1-10).
Este evangelio esta lleno de un gran simbolismo profético. En varias oraciones están aquí contenidos los
profetas en especial el profeta Zacarías (ver Zac. 9, 9).
Veamos algo
del simbolismo que este evento encierra.
Aquí el entrar con un burrito simboliza reinado y por ende servicio (ver
Mt. 20, 27-28). Un simbolismo en segundo
plano lo es la sencillez y por ende la humildad. Pero estos últimos dos están subordinados al
reinado y al mesianismo. Cómo podemos
apreciar aquí la sencillez y la humildad son rasgos necesarios del reinado y
del servicio.
Esta es una realidad que sé da en los cristianos gracias al Sacramento del Bautismo. Lo que en Dios es por naturaleza en los bautizados es por la gracia.
Hoy en día
hay quienes piensan que Jesús uso un burrito cómo signo de humildad y
sencillez. Al menos estas no son la
causa primaria o la razón fundamental cómo ya mencioné de ser de este evento
bíblico. La verdad es que aquí en este evento la humildad y sencillez sé dan, pero
cómo causas secundarias.
Hay que ser
realista los ‘medios de transporte’
en los pueblos semitas eran el camello y el burro. El profeta Zacarías había dicho que el
Jerusalén debía alegrarse ya que el Mesías-Rey habría de entrar en un burrito
(hijo menor de una burra) que nunca había sido montado. En Israel, pero de manera especial en
Jerusalén por la forma rocosa en que esta compuesta el terreno usar el caballo
no es algo practico. Las únicas dos
opciones aquí lo son el camello y el burro.
Otro
punto por destacar en este evangelio de San Marcos lo es el siguiente: “Los que iban delante de Jesús y los que lo seguían, iban gritando vivas:
‘¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor! ¡Bendito
el reino que llega, el reino de nuestro padre David! ¡Hosanna en
el cielo!’” (Mc. 11, 9-10). La palabra ‘hosanna’
nos viene del griego ‘hosanna’ y significa ‘salvación’.
Puede que
históricamente hablando la salvación fuera o significara algo distinta a lo que
hoy en día esperásemos. Esto tiene que ver mucho con la clase de mesías
que esperaban los judíos en tiempo de Jesús.
Bueno en realidad en cierto sentido estamos
retrocediendo en cuanto al significado de la palabra ‘salvación’.
Ahora bien, veamos este texto de San Marcos
que citamos previamente (Mc. 11, 9-10). Nos dice
hosanna o sea estamos siendo salvados por Aquel que viene en el nombre del Señor. Luego
nos dice bendito quién viene a reinar cómo David. Esta cita bíblica concluye diciéndonos “¡Hosanna en
el cielo!” En otras palabras, nos esta diciendo que la
salvación nos viene del cielo o sea de la eterna morada (o Jerusalén Celestial)
del Altísimo.
En evangelio que antes comentamos es el que sé
proclama para la bendición de los ramos o palmas que usualmente sé realiza
afuera del templo. Ahora estaremos
comentando la lectura de Pasión según San Marcos (Mc. 14, 15–15, 47) que corresponde
a el Ciclo B del calendario litúrgico. Esta
comienza en el capítulo 14 (versículo 1) y finaliza en el capítulo 15 (versículo
47) de San Marcos.
Hay que establecer muy claro que es
imposible explicar este texto de la pasión y muerte de NSJC en una sola homilía
(cuando la da un diácono y presbítero en la Eucaristía). Lo mismo aplica para cuando sé escribe en
forma de reflexión la pasión y muerte de NSJC.
Pero a pesar de lo antes mencionado voy a tratar de explicarla y
comentarla lo mejor posible.
Ahora veamos el sentido profético y simbólico
de la entrada de Jesús a Jerusalén. Ya
previamente expliqué que significaba o implicaba en que Jesús entrara en un
burrito que nadie previamente hubiese montado (ver Zac. 9, 9). Con esta forma de entrar a Jerusalén le
estaba enseñando al pueblo que Judea no necesita un rey al estilo de los países
circuncidantes a Israel. Sino más bien,
sin armas y sin violencia usando el servicio (ver Mt. 20, 27-28) a los demás nos
muestra cómo debía entenderse el reinado y mesianismo de Jesús.
Veamos ahora el sentido pragmático (practico)
y teológico de este texto. Este texto
esta lleno de un gran sentido de la misión que el Padre le había encomendado al
Hijo. Cómo explicaba en las reflexiones
que realice hace varias semanas atrás sobre las Siete Palabras de Cristo en la
Cruz, la principal misión o vacación de Jesús fue realizar la voluntad del
Padre. La redención y salvación son
consecuencias directas de la realización de la voluntad o misión que el Padre
le había encomendado.
Cómo ya he explicado la misión y vocación no
consistía en hacer cosas inentendibles o complicadas sino más bien esta
conllevaba hacer cosas practicas (curar o sanar enfermos por ej.). Cómo ya he mencionado en otras ocasiones y
muy bien ha dicho me hermano Frank Morera la teología cristiana es la “teología del
sentido común”. Algo
similar podríamos decir sobre Jesús, sus enseñanzas son “pedagogías
del sentido común”. El ejemplo más típico de esto lo son las
Bienaventuranzas y más aún todo el Sermón del Monte (capítulo 5 de San Mateo).
¿Qué significación
actual podríamos sacar de este texto matéano?
Este texto esta impregnado de un grandioso sentido esperanzador. El verdadero amor solo nos llega por medio de
la entrega plena y oblativa. En este
sentido es fácil entender porque nos dice “nadie me
quita la vida, sino que yo mismo la entrego” (Jn. 10, 18). Es Cristo Jesús quién entrega plenamente su
vida por nosotros, esa es la entrega oblativa en el más amplio sentido de la
palabra.
“Destruyan este templo y yo lo reconstruiré en tres días” (Jn. 2, 19). Aunque esta
cita no esta en el texto evangélico de hoy quisiera incluirla y comentarla ya
que esta posee un enorme sentido cristológico-eclesial el cuál es necesario
para la reflexión de este evangelio.
Personalmente cuando yo voy para Santa Misa
dominical no suelo decir que “voy para la Iglesia” sino más bien suelo decir “voy para
la parroquia” (o voy al templo). No sé nos debe olvidar que desde nuestro
Bautismo ya somos Iglesia o sea miembros de la Iglesia que Cristo fundo. Yo no digo que decir “vamos para la Iglesia”
este mal, sino que “somos iglesia” sin importar donde estemos o para donde vayamos.
Jesús desde la Cruz plasma las ultimas pinceladas
de la Iglesia. Desde el costado de Cristo
del cuál brotó sangre y agua. Con este acto emergen los Sacramentos del
Bautismo y el de la Eucaristía. Con el primero
que hijos adoptivos de Dios y nos hace hijos de la Iglesia y el segundo que nos
alimenta para el caminar espiritual. En
este sentido, las palabras que repetimos de Juan el Bautista en la Santa Misa: “este es el Cordero de Dios que
quita el pecado del mundo” (Jn. 1, 29) son
palabras y una realidad con profundo significación cristológica-eclesial
y todo gracias a la muerte del Señor en la Cruz.
Vamos que San Ambrosio de Milán (quién bautizo
a San Agustín) va más allá y lo expresa de la siguiente forma: “del mismo modo que Eva
fue formada del costado de Adán adormecido, así la Iglesia nació del corazón
traspasado de Cristo muerto en la cruz” (Ver
CIC # 766). Porque la verdad es que
antes de que naciera los sacramentos tenía que nacer la Iglesia. No puede haber Sacramentos sin la Iglesia y
viceversa.
La redención y la salvación la obtenemos por medio de la
obediencia (cumplimiento de la voluntad) del Verbo Encarnado hacía el
Abba-Padre. Muriendo en la Cruz Jesús
nos asegura la redención y la salvación, pero debemos trabajarlas arduamente, estas
no son de gratis.
Lo bueno de todo esto es que el Señor y su Santo Espíritu
nos ponen los medio o herramientas para buscar y trabajar la salvación. Primero desde su Ministerio Publico nos deja,
nos funda la Iglesia. Para darnos la gracia (santificante y
sacramental) instituye los sacramentos. Además
enseñándonos el Padre Nuestro cómo modelos de la oración nos deja (valga la
redundancia) la oración. Además la
Iglesia cómo Madre y Maestra nos ofrece la dirección espiritual.
Para Jesús la Cruz no fue instrumento de tortura cómo muchos
pensaran. Para el Señor la Cruz sé transformo
en vía de amor y por medio de la caridad (amor hecho acción) fraterna. En este sentido el ‘camino al calvario’ dio inicio desde inicio su Vida Publica. Para el Señor la Cruz sé convirtió en su ‘Altar Mayor’ o sea camino de redención y
salvación.
Pidamos al Espíritu Santo que en esta Semana Santa
(Semana Mayor) podamos crecer en amor y entrega oblativa tal cómo lo fue Jesús.
María Santísima Madre del
Amor que sé dio en entrega oblativa hasta las ultimas consecuencias ora e intercede
por todos tus hijos.
[1] Esta carta escrita en forma de “mutu propio” lamentablemente no esta
traducida al español en el sitio web del Vaticano y solo existe versiones
resumidas en ingles, italiano, latín y portugués. La pagina web de ACI Prensa tiene esta carta
completa traducida al español y les incluyo para su beneficio dicho enlace Carta
Apostólica ‘Mysterii Paschalis’ (tanto
en el texto de esta reflexión cómo en esta nota al calce).
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