21 de marzo de 2018

Las Siete Palabras de Jesús en la Cruz: Séptima Palabra…

VBlog: Catequesis, Apologética & Predicación: Las Siete Palabras de Jesús en la Cruz – Séptima Palabra…
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Séptima Palabra: Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu” (Lc. 23, 46).

Invocación al Espíritu Santo (Para meditar las Siete Palabras)
Padre concédenos tu Santo Espíritu, para que examinemos y sepamos pedir perdón por todos los pescados en especial aquellos que no sabemos porque los hacemos.  Concédenos la gracia y el don de saber decir de todo corazón cuando nos ofendan “Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen”.
Padre concédenos tu Santo Espíritu, para que a ejemplo del Buen Ladrón con plena confianza y fe certera podamos pedirte la entrada a tu Reino de Amor, Justicia y Paz.  Que podamos escuchar en tu ‘hoy eterno’ y con los oídos espirituales lo que le dijiste al Buen Ladrón, “hoy estarás conmigo en el paraíso”.
Padre concédenos tu Santo Espíritu, para que seamos dóciles al mandato que nos diste en la cruz “mujer eh ahí tu hijo, hijo eh ahí tu madre”.  Danos las gracias no solo para acoger a tu Madre en mi casa sino además acogerla como algo mío y a quien atesoro con todo mi corazón y con todo mi ser.
Padre concédenos tu Santo Espíritu, para que sepamos reconocer cuando estamos frustrados y nos sintamos desamparados.  Danos la gracia necesaria para siempre reconocer y vivir en tu presencia.  Y cuando nos sintamos desolados que podamos decir y orar con el Salmo 22: “Dios mío, Dios mío porque me has abandonado”.
Padre concédenos tu Santo Espíritu, para que siempre tengamos hambre y sed de justicia.  Danos tu gracia para que siempre podamos saciar por medio de la caridad fraterna la sed de nuestros hermanos.  Que podamos decir a igual que Cristo Jesús: “Tengo sed”.  Sed de todas las cosas buenas y nobles, pero sobretodo que tengamos sed De Dios.
Padre concédenos tu Santo Espíritu, para que como cristianos siempre sepamos trabajar y luchar con celo apostólico hasta llegar a la perseverancia final.  Danos Señor tu gracia para que al final de este peregrinar en esta vida sepamos y podamos decir como Jesús y San Pablo, respectivamente: “Todo está cumplido”.  “He combatido el noble combate, he acabado la carrera, he conservado la fe”.
Padre concédenos tu Santo Espíritu, y el don de la perseverancia final en nuestra fe la cual está cimentada sobre la base de los apóstoles.  Danos Señor tu gracia para que al final de nuestra vida podámonos decirle a Dios: “Padre en tus manos encomiendo mi espíritu”.
Autor: Daniel Caliz
Séptima Palabra: Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu” (Lc. 23, 46).
Las páginas del Nuevo Testamento están llenas de actos de amor de parte de Jesús para con su Padre Dios.  Cada vez que lo llamaba Abba que no solo significa Padre, pero además “papito lindo” o “papito amoroso”.  Llamar a Dios Abba sobrepasa las expectativas humanas.  Ya que cualquier palabra humana sé queda súper corta al momento en que tratemos de entender cuanto significaba para Jesús llamar a su Padre Dios, Abba.
Ahora el que había experimentado el abandono de parte de Dios no tiene temor alguno de morir y confiadamente le entrega su espíritu al Abba-Padre al Dios Eterno.  El hecho de que haya alrededor de 2350 millones de cristianos en el mundo no impide para nada que ese Abba-Dios o sea ese Padre-Dios se desborde en amor y misericordia por cada uno de los cristianos a cada uno en particular.  La omnipotencia de Dios se manifiesta en Amor, Misericordia y Gracia inmensurable.  Pidámosle al Espíritu Santo la gracia y el don de poder vivir la omnipotencia de Dios en sus distintas manifestaciones. 
En esta última palabra Cristo está evocando el Salmo 31: “A tus manos encomiendo mí espíritu: tú, el Dios leal, me libraras; tu aborreces a los que veneran ídolos inertes, pero yo confió en el Señor” (Sal. 31, 6-7).  Sin duda alguna Jesús tuvo la confianza más grande que un ser humano pueda tener en el Padre Dios.  Aquí podemos apreciar que Cristo uso esta palabra para expresar su identificación y conexión con la voluntad del Padre.
Es muy interesante cómo San Lucas hace énfasis en que NSJC “clamando con voz potente” (Lc. 23, 46) pronuncio esta última palabra.  De igual forma, Lucas acentúa que “dicho esto expiró” (Lc. 23, 46).
Aquí es muy importante la tradición que la Iglesia conserva hoy en día que cuando se está celebrando la Eucaristía en el Domingo de Ramos (o Domingo de la Pasión cómo también sé le conoce) toda la comunidad eclesial (incluyendo a todos los ministros del altar) y el Servicio de la Palabra con la Sagrada Comunión del Viernes Santo (aguas… en Viernes Santo es el único día que no sé celebra la Santa Misa sino más buen sé celebra el Servicio de la Palabra con la Sagrada Comunión) que cuando sé está leyendo o proclamando la Pasión del Señor al momento de mencionar que Jesús murió o expiró toda la comunidad se arrodilla y hace silencio por unos segundos.  Esto tradición por sencilla que sea está llena de simbolismo que nos ayudan a crecer espiritualmente. 
¡Ojalá nunca perdamos esa tradición en la Iglesia!
Una vez muerto Jesús pareciera que todo había finalizado en este evento trágico para los discípulos del Señor.  Al menos esta era lo que pensaban los apóstoles y discípulos que “estaban a puertas cerradas por miedo a los judíos” (cf. Jn. 20, 19). 
Los discípulos de Emaús (ver Lc. 24, 13-35) también llevaban en su corazón esta concepción de que todo había finalizado con la muerte del Maestro.  Es el mismo Señor quién les tuvo que explicar las Escrituras (Antiguo Testamento) de que Él debía morir de esa forma porque ya estaba destinado por el Padre Dios. 
Pero los sus ojos estaban cerrados espiritualmente hablando, cómo nos suele pasar a cada uno de nosotros.  Es hasta que Jesús parte el pan que estos discípulos reconocieron el Señor Resucitado. 
La Iglesia sé ha mantenido y sé seguirá manteniendo fiel al mandato del Señor de celebrar la Cena del Señor, o la Eucaristía o la Santa Misa de cada vez que se celebre lo hace en memoria (ver 1Cor. 11, 23-25) del Señor de la Pascua o sea el Mesías y Redentor Resucitado.  En este sentido debemos retomar la conciencia de que negar la Eucaristía o sea negar la Presencia Real de Jesús en la Sagrada Comunión es negar la Resurrección del Señor.
Esta última palabra de Jesús en la Cruz {Padre, en tus manos pongo mi espíritu” (Lc. 23, 46)} nos deja encerrados en9 un inmenso océano de los misterios de fe del Verbo Encarnado en Jesús de Nazaret.  Cómo vemos lo que aparentaba ser lo último para Jesús y sus discípulos fue una Pascua (un Paso) Definitiva del Señor. 
Esta última palabra de Jesús en la Cruz {Padre, en tus manos pongo mi espíritu” (Lc. 23, 46)} nos deja encerrados en9 un inmenso océano de los misterios de fe del Verbo Encarnado en Jesús de Nazaret.  Cómo vemos lo que aparentaba ser lo último para Jesús y sus discípulos fue una Pascua (un Paso) Definitiva del Señor. 
Ahora la Iglesia en cierto sentido está pasando por una pascua por ese paso donde tiene que ir volviendo a sus raíces para cuando le toque la Pascua Eterna y Definitiva llegue engalanada de las joyas de la gracia y la caridad fraterna para cuando llegue el Novio y lo reciba su Amada Esposa la Iglesia.

Santísima Virgen María tu que eres la ultima prefiguración de la Iglesia ya que tu eres todo la que la Iglesia esta llamada a ser ora e intercede por cada uno de tus hijos los bautizados.


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