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Catequesis, Apologética & Predicación: Las Siete
Palabras de Jesús en la Cruz – Sexta
Palabra…
Sexta Palabra: “Todo está cumplido” (Jn 19, 30).
Invocación al Espíritu Santo
Oración de la Liturgia Bizantina
Rey celestial, Consolador, Espíritu de
la verdad, que estás presente en todas partes y lo llenas todo.
Tesoro de todo bien y Fuente de vida, ven
y haz de nosotros tu morada, purifícanos de toda mancha y salva nuestras almas,
Tú que eres bueno. Amen… Amen… Amen
Sexta Palabra: “Todo está cumplido” (Jn 19, 30).
Jesús consiente de que la misión que le dio el Padre había finalizado, dice desde su “altar mayor” de la cruz nos dice “Todo está cumplido”. Nos sigue diciendo el texto joánico que después que el Señor dijo esta sexta palabra nos dice: “E
inclinando la cabeza y entregó su espíritu” (Jn. 19, 30).
Si yo le pregunto a usted hermano(a) ¿Qué vino a realizar en esta vida Jesús de Nazaret?
Unos sin duda me dirían que vino a hacer
milagros (signos), otros quizás me
dirían vino a sanar a los enfermos, y otros me dirían vino a
redimirnos y a salvarnos.
No hay duda
de que el Señor realizo todas estas cosas en especial las últimas dos que acabo de
mencionar (la redención y la salvación)
pero hay algo que hemos pasado por alto y que fue lo principal que Jesús
realizo en su vida terrena. ¿Qué fue
dinos ya? El Señor vino a realizar la voluntad del Padre (del Abba-Dios).
Si el Verbo Encarnado no hubiese realizado la voluntad
del Padre no hubiese hecho nada de lo que mencione previamente (milagros {signos}, sanación, redención y
salvación) nada de esto hubiese sucedido.
Y vemos el Señor hizo hasta el final la voluntad del Abba-Dios, sin peros.; (sin excusas) sino con dedicación
y entrega fidedigna con una gran
comunicación en la oración con el Padre durante toda
su vida terrena.
En
varias veces nos dice que el vino a este mundo a cumplir la voluntad de quién
lo envió (ver Jn. 6, 38), el Padre Dios.
Y no solo eso, sino que además dio testimonio del Padre. Podemos ver cómo Jesús
les dice a sus discípulos cuando estos les insistían que comiera: “Mi
alimento es hacer la voluntad de aquel que me ha enviado y llevar a cabo su
obra”
(Jn. 4, 34).
En los momentos donde la prueba es más fuerte Él le
pide al Abba en oración que se haga la voluntad del Padre y no la de Él (ver
Mt. 26, 39). También vemos cómo Felipe le dice al Señor “muéstranos al Padre” (ver
Jn. 14, 8-14) a esto sigue toda una catequesis de parte de Jesús a sus
discípulos y apóstoles.
La Carta a los hebreos nos da versículos parecidos a estos último que
acabo de mencionar. “No tenemos un sumo sacerdote incapaz de compadecerse de
nuestras debilidades, sino que ha sido probado en todo cómo nosotros menos en
el pecado. Por eso, comparezcamos
confiados ante el trono de la Gracia, para alcanzar misericordia y encontrar gracia
para un auxilio oportuno” (Heb. 4, 15-16).
Cuantas veces que muere un familiar o pariente cercano ya sea de sangre
(o una amistad íntima) estos cuando están preparados porque han perseverado en
la fe hasta el momento culminante de esta vida terrena podrán decir cómo San Pablo:
“He combatido el noble combate, he acabado la carrera, he
conservado la fe. Por lo demás, me está
reservada la corona de la justicia, que el Señor, juez justo, me dará aquel
día; y no solo a mí, sino también a los que hayan aguardado con amor su
manifestación” (2Tim. 4, 7-8; ver 1Cor.
9, 26).
El Señor con
su muerte ha puesto el punto final al viejo mundo del odio, de la injusticia,
la discordia y el pecado por medio de la fe, de la esperanza y de la caridad
fraterna (virtudes teologales que adquirimos en nuestro Bautismo) comenzamos un nuevo mundo donde reina el
amor, la justicia, la paz y la gracia de Dios.
Sé ha cumplido plenamente los tres sustantivos con los cuáles el Señor
de definió: “el Camino, la Verdad y la Vida” (ver Jn.
14, 6).
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