VBlog: Catequesis, Apologética & Predicación: Las Siete Palabras de Jesús en la Cruz – Quinta Palabra…
Quinta Palabra: “Tengo sed” (Jn. 19, 28).
Invocación al Espíritu
Santo
Oración de San
Agustín
Ven a mí,
Espíritu Santo, Espíritu de sabiduría: dame mirada y oído
interior para que no me apegue a las cosas materiales, sino que
busque siempre las realidades del Espíritu.
Ven a mí,
Espíritu Santo, Espíritu de amor: haz que mi corazón siempre sea
capaz de más caridad.
Ven a mí,
Espíritu Santo, Espíritu de verdad: concédeme llegar al conocimiento
de la verdad en toda tu plenitud.
Ven a mí,
Espíritu Santo, agua viva que lanza a la vida eterna: concédeme la
gracia de llegar a contemplar el rostro del Padre en la vida y en la
alegría sin fin. Amén.
Quinta Palabra: “Tengo sed” (Jn. 19, 28).
Lo primero que viene a mí mente fue esa
Bienaventuranza de Jesús que nos dice: “Bienaventurados
los que tienen hambre y sed de justicia porque ellos serán saciados” (Mt.
5, 6). Veremos que esta vez la sed del
Señor no es saciada. Pero durante el
transcurso de esta reflexión veremos que somos corresponsables (o sea
responsables con los demás bautizados) de saciar esta sed del Señor.
Yo usualmente tengo que tomar muchos
medicamentos por me condición de la espalda (y otros padecimientos médicos) mí
garganta sé reseca de tal forma que tengo que levantar varias veces a tomar
agua. Este ejemplo que he puesto es una
leve comparación comparado con esta quinta palabra donde Jesús expresa que tiene
sed.
En el caso de Cristo la sed física ocurrió
debido a la pérdida de sangre. Aunque
ustedes no lo crean, ese fue sin duda uno de los más duros y rigurosos
tormentos que el Señor tuvo en el suplicio de la cruz. Sino pregúntele a un paramédico o profesional
de la salud cuan peligroso puede ser la perdida de la sangre en una persona.
Es este momento solo un soldado que mojo
una esponja que empapada en vinagre puesta en una vara de hisopo sé la
acercaron a la boca (ver Jn. 19, 29). No
hay duda, que Jesús tuvo sed en el sentido humano pero esta palabra tiene otras
significaciones más distintas y trascendentales.
En primer lugar, Jesús tuvo sed de hacer la
voluntad del Padre que lo había enviado (ver Jn. 6, 38) o sea tenía sed de
beber el cáliz que le había dado el Padre (ver Jn. 18, 11). En este sentido podemos decir que Jesús fue
el misionero del Padre (el que fue enviado del Abba-Dios). Si, hermanos el Señor tenía sed también de
realizar la misión que le había encomendado el “Abba-Dios”.
En esta misión que Padre le encomendó al
Verbo Encarnado, la Segunda Persona Divina también tiene sed de que todas las
almas sean redimidas y que sean salvadas.
Jesús tiene sed de darnos el Agua Viva o sea su Santo Espíritu (ver Jn.
4, 4-26) para vivir nuestra vida cristiana en santidad. De esta forma, al darnos Jesús el Agua Viva
por medio de la oración, los sacramentos, y el crecimiento en la fe vamos
saciando la sed que estamos llamados a tener de NSJC y la Iglesia.
María Santísima, tú que muchas veces
llevaste el cántaro de agua para saciar la sed de tu familia te pedimos hoy que
con tu cántaro de la oración y de la intercesión sigas llenando la sed de todos
los bautizados. Pero durante el
transcurso de esta reflexión veremos que somos corresponsables (o sea
responsables con los demás bautizados) de saciar esta sed del Señor.
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