13 de agosto de 2018

Preguntas y Respuestas: Los últimos tiempos…


Pregunta:
¿Estamos en los últimos tiempos o falta?  ¿Qué a dicho la nuestra Iglesia Católica al respecto?
¡Dios los bendiga!
(Pregunta realizada en Facebook en el Grupo: PreguntasBíblicas Católicas)
Respuesta:
La palabra tiempo proviene del latín tempus, y se entiende por tiempo que es cuanto duran las cosas que se encuentran sujetas, de una u otra cambio.  La significación del tiempo puede variar según la disciplina que lo trata.  Veamos primero algunas posturas filosóficas que aunque estas no son materia de fe nos pueden ayudar a entender el concepto del tiempo después entraremos en sus naciones teológicas.
Hay algunas de postura que han tratado de definir o aclarar el concepto del tiempo.  Aristóteles (filosofo de la Antigüedad Griega) definió el tiempo cómo noción sé relaciona con el movimiento cómo sucede en la física.  La concepción o visión aristotélica define al tiempo cómo la medida del movimiento que sé relaciona con lo que ha precedido o antecedido y lo que sucede.
San Agustín que además de ser el grandioso teólogo (además de Padre y Doctor de la Iglesia) que ha tenido la Iglesia fue también un gran filosofo.  Para este el tiempo esta íntimamente ligado con el alma.  Esta correlación del tiempo y del alma según la visión agustiniana sé debe a que el pasado es algo que ya deja de ser, el futuro es lo que vendrá o sucederá pero el presente sé escapa pasando a ser un recuerdo o sea en otras palabra el presente pasa a ser el pasado.
El filosofo alemán Immanuel Kant define el tiempo cómo una forma de intuir que ya ha pasado.  Según este filosofo esa es una virtud que es exclusiva del hombre.  Contrario a la visión aristotélica el tiempo es algo interior y personal que le permite organizar y orientar las experiencias vividas.
En la actualidad hay varias posturas que son las más comunes para explicar el concepto del tiempo.  Una de estas corrientes filosóficas es el existencialismo definió en primer lugar, el tiempo cómo lo indefinible y después de esto cómo una progresión múltiple que sé encamina por medio de una relación de antes y después. 
Según los filósofos existencialistas el tiempo es irreversible o sea este sé considera en un solo sentido.   Según Jean Paul Sartre (filosofo francés) que la temporalidad es una fuerza disolvente pero en lo más íntimo es un acto unificador”.  Temporalidad es la cualidad de lo que pertenece al tiempo y lo que le sucede en el tiempo.  También es definida cómo la condición de lo que es temporal o tiene una duración determinada y limitada (que no es infinita). Hay filósofos que definen al tiempo como una conformación de dos temporalidades, una externa y otra interna.
Hasta aquí hemos estado hablando en términos filosóficos.  Vamos ahora a continuar desarrollando el tema en términos teológicos.  Esto no significa lo mismo que nos quiere hacer ver los medios de comunicaciones seculares y en especial el cine cómo aquello que esta totalmente oculto y hasta muchas veces sé le asocia con el ocultismo. Para el cristianismo no es así sino que todo aquello que Dios nos ha revelado pero que no podemos entender del todo.
Antes de entrar en la reflexión teológica sobre el tiempo, hay que aclarar, que hago a modo de introducción sobre esta reflexión filosóficamente. Cuando sé estudia la teología es muy bueno conocer  y estar familiarizado con lo que nos enseña la filosofía, especialmente con este tema que estamos reflexionando. A modo de ejemplo, hay que decir y aclarar que los candidatos (varones) a ser parte de orden sacerdotal (diaconado, presbiterado y el episcopado) antes de estudiar la teología sé estudia la filosofía la cuál es parte de las humanidades.


Para poder entender un poco mejor este asunto de final de los tiempo y fin del mundo es indispensable conocer ¿Cuál es la diferencia entre nuestro tiempo y el tiempo de Dios?  Cómo ya sabemos nuestro tiempo sé forma del pasado, el presente y el futuro.   
Hay una canción de salsa muy conocida en Puerto Rico y el Caribe que dice “pasado es pasado, presente es el que vivimos pero del futuro que nadie conoce el camino”.   El presente es sin duda alguna el tiempo más corto que vivimos los seres humanos.  Pero veremos que en Dios nos es así.  A nuestro tiempo sé le suele llamar Kronos (griego).  Ya que este tiempo marca cantidad.  Por eso tenemos días, semanas, meses, años, siglos, etc.
Veamos ahora cómo es el tiempo de Dios.  El hagiógrafo o autor sagrado del Libro de los Salmos nos dice: “Pues mil años a tus ojos son un ayer que pasó, una vigilia en la noche” (Sal. 90, 4).  Otra versiones bíblica suelen decirlo de esta forma: “Mil años ante tu presencia son un ayer que pasó; una vela nocturna” (Sal. 90, 4 / Biblia Didajé).
Una de las propiedades de Dios, por así decirlo, es que Dios es eterno.  El Libro del Apocalipsis nos dice que Dios es el Alfa y el Omega (primera y ultima letras del alfabeto griego / ver y leer Ap. 1, 8).  Aquí el autor sagrado nos quiere mostrar la eternidad, la soberanía y la perfección de Dios. 
“Nuestra profesión de fe comienza por Dios, porque Dios es ‘el primero y el último’ (Is 44,6), el principio y el fin de todo. El Credo comienza por Dios Padre, porque el Padre es la primera Persona divina de la Santísima Trinidad; nuestro Símbolo se inicia con la creación del cielo y de la tierra, ya que la creación es el comienzo y el fundamento de todas las obras de Dios” (CIC # 198).
Si me preguntan ¿en Dios hay pasado?  Tengo que decir no ya que el pasado es pasado o sea que ya pasó.  Si me preguntan ¿en Dios hay futuro? Tendría que decir no porque del futuro nadie conoce el camino.  Entonces que nos queda decir que el tiempo de Dios es eterno.  En otras palabra el tiempo de Dios es un eterno presente.  A este tiempo de Dios sé le suele llamar kairós.
Este tiempo de Dios sé distingue por ser un periodo definido ("solo Dios sabe la hora y el día" ver y leer Mt. 24, 36; Mc. 13, 32-37).  Además es un tiempo oportuno y favorable.  También es un tiempo señalado y preciso.
¿Qué es la escatología?  La escatología es una rama teológica que estudia los novísimos o las realidades ultimas. Estas realidades ultima son la muerte, el juicio, el cielo, el infierno y el purgatorio.
Hay dos tipos de escatología:
Escatología Individual estudia:
@ La muerte {ya sea física y/o espiritual}
@ El juicio particular
@ El Cielo o la felicidad eterna
@ El purgatorio cómo una purificación antes de pasar al Cielo
Escatología Universal o Cósmica estudia:
@ La proximidad del fin del mundo
@ La resurrección de la carne
@ El juicio general
@ La consumación final de todas las cosas
El “fin de los tiempos” corresponde a (comienza con…) la primera venida de Cristo (ver y leer Heb. 1, 2; 1Co 10, 11; Heb. 9, 26) (ver y leer el Catecismo de la Iglesia Católica {CIC} # 668 al 682) y a los eventos inmediatos antes de su regreso y el final de las edades o del mundo (ver y leer Mt. 24, 13; 2Tim 3, 1; 2Pe. 3, 3).
El Credo nos dice que el Señor “ha de venir a juzgar a vivos y muertos”.  Esto nos deja entrever que la Segunda Venida de Cristo esta muy relacionada con el fin del mundo y con el juicio final.  La sección del CIC que nos habla sobre este tema la contiene los numerales 668 al 682 los cuáles sería muy convenientes leerlos. 
Es muy pertinente preguntarnos ¿cómo hemos de ser juzgados, en particular en el juicio final?  El Evangelio de San Mateo es muy aclaratorio en este sentido (ver y leer Mt. 25, 31-46).
Cómo nos dice San Juan de la Cruz: “al final de nuestra vida, seremos juzgados sobre el amor; aprende a amar como Dios quiere ser amado y deja tu condición”.  Esta debe ser la metodología de vivir nuestra vocación bautismal y para encaminarnos en la santidad.
Aquí hay que entender que el final de los tiempos y el fin del mundo son dos cosas distintas.  Aunque si están relacionadas entre si una con la otra.  El día del juicio final corresponde al final del mundo cómo nos enseña el Catecismo de la Iglesia Católica (ver y leer CIC # 678 al 681).  Podríamos decir que estamos al final de los tiempos pero no al final del mundo (o final de las edades).  Ya que esto último le corresponde solo a Dios saber y de hecho esta solo en la “mente infinita” o inteligencia infinita de Dios.
Los católicos no tenemos porque ser alarmistas.  Pero esto no significa que no tengamos que estar preparados.  Aquí entra en juego una virtud (y don) muy esencial para todo cristiano y es la virtud (o el don) de la perseverancia final (ver y leer Mt. 24, 9-14). 
Hay una canción que desde niño siempre he escuchado y que dice “bésame, bésame mucho cómo si fuera esta noche la ultima vez”.  Algo análogo o similar podríamos decir para lograr la perseverancia final, ora mucho, sé totalmente fiel a la Iglesia (sacramentos, doctrina, moral, etc.) y ama mucho cómo si fuera hoy el día del juicio final”.
Hay dos herejías que están relacionadas o asociadas con esto del final del mundo.  Una de ellas es el milenarismo y la otra es el rapto.
¿Qué es el milenarismo?  El milenarismo conocido también cómo quiliasmo (o chiliasmo”, del griego chilia, scil. etc.) es la enseñanza o doctrina que dice que Cristo vendrá a reinar en la Tierra por un periodo de mil años antes de que sé de el combate contra el mal.  Según los teólogos que apoyan esta doctrina (mayormente protestantes aunque hay teólogos católicos que la apoyan, lamentablemente) esto hará que el diablo pierda totalmente la influencia que tiene en este mundo y de esta forma hacer que sé produzca el juicio final.
Hay dos vertientes de esta doctrina de origen protestante. 
Según la primera, el Señor vendrá antes de su venida final y definitiva y reinará durante un periodo de mil años, al finalizar este tiempo regresará al Cielo. 
La segunda nos dice, que al final de los tiempos Jesús ha establecer un reino material y espiritual y El reinará en persona o sea físicamente.  Esta segunda visión del milenarismo enseña además que al finalizar ese periodo de mil años los justos llegarán al Cielo mientras que los condenados irán al infierno.
Esta doctrina sé apoya en una mala y errónea interpretación de Ap. 20, 1-5.  Nos debemos preguntar ¿Cuáles son las raíces de esta doctrina?  Al finalizar la era apostólica algunos cristianos adoptaron el concepto del mesianismo judío de alcanzar un reino mesiánico terrenal.
Esta doctrina ha sido condenada por el Magisterio de la Iglesia (ver y leer CIC # 676-677). De hecho esta doctrina nunca fue apostólica o sea que ninguno de los apóstoles enseño o predico esta doctrina.  De hecho algunos Padres de la Iglesia asumieron esta postura del mesianismo.  Algunos de estos fueron Papias de Hierapolis, San Justino, y San Ireneo de Lyon.
Claro esta, que hubieron Padres de la Iglesia que combatieron el milenarismo.  Entre los opositores del milenarismo estaban Orígenes de Alejandría, San Jerónimo, y de forma extraordinaria el gran Doctor de la Iglesia, San Agustín de Hipona.
Este último en su obra monumental “La Ciudad de Dios” nos indica que durante un tiempo fue militante de esta doctrina.   En esta misma gran obra su autor nos dice que luego cambio de mentalidad y reconoce el error que esta doctrina implicaba (ver De Civitate Dei, Libro XX Capítulos 5 al 7).
Desde el siglo XVI surge lo que sé conoce cómo el “milenarismo protestante”.  Según la Enciclopedia Católica Online (ec wiki) fueron los anabaptistas los que “creían en una nueva, dorada edad bajo el cetro de Cristo, luego del derrocamiento del papado y de los imperios seculares” (ec wiki).  Además ec wiki nos indica que “en el 1534 los anabaptistas establecieron en Münster (Westfalia) el nuevo Reino de Zion, el que abogaba por la propiedad compartida y las mujeres en común, como un preludio del nuevo reino de Cristo”. Según esta misma fuente estas exageraciones fueron combatidos y su milenarismo rechazado por la Confesión de Augsburgo. Igualmente sé dio en la Confesión de Helvética, de modo que no obtuvo aprobación en las teologías luterana y reformada.
Algunas de las sectas fanáticas que adoptarían más tarde esta postura milenarista fueron los Irvingitas, los Mormones y los Adventistas.  Estos adoptaron visiones tanto apocalípticas cómo la milenarista, y de esta forma esperaban o esperan el retorno de Cristo y la instauración o establecimiento de su reino en una fecha muy próxima.  Cabe señalar que algunos de estos pastores y lideres de estas sectas han propuesto fechas sobre el retorno de Cristo y en ninguna de ellas han acertado.
La otra herejía que los protestantes suelen relacionar con el fin de los tiempos es el Rapto.  Esta doctrina protestante nace en el siglo XIX.  Según el P. Michael D. Guinan, O.F.M., PhD que el rapto fue promulgado por primera ves por un líder religioso prominente y destacado llamado John Nelson Darby (1800-1882). 
Este era muy pesimista con lo que observaba en el estado secular (mundo) y del estado de la Iglesia Anglicana. Una vez que sé separa de la Iglesia Anglicana sé une a los Hermanos de Plymouth.
Cerca del año 1830 comienza a enseñar que la Venida del Señor sería precedida por un “rapto de los santos.  Algunos de los miembros de los Hermanos de Plymouth no estuvieron de acuerdo con sus ideas sobre el rapto.  Pero este desestimo toda critica.  Según el mismo Darby Dios mismo le había revelado ese asunto del rapto.
¿Qué es el rapto?  El rapto es otro error doctrinal.  Esta doctrina protestante NO tiene ningún fundamento bíblico. Nuestros hermanos esperados (a.k.a. protestantes) suelen usar cómo fundamento bíblico a San Pablo.  ¿Cuál es este texto bíblico?  Este es un texto de la Primera Carta de San Pablo a los Tesalonicenses (ver y leer 1Tes. 4, 15-17).
  
La interpretación literal de nuestros hermanos separados es la siguiente:
@ Al Cristo Jesús retornar a este mundo (v. 15)…
@ Vendrá la Resurrección de los muertos (v.16)…
@ Los que vivamos seremos llevados (o arrebatados) con ellos entre nubes al encuentro del Señor (v. 17)…
¿Acaso los que sobrevivieron a la persecución del anticristo (imperio romano, y otros que han sido formado con el mismo molde), no tendrán ningún beneficio en ser resucitados sobre aquellos que murieron antes de Su venida?
La respuesta a esa pregunta nos la da el Catecismo de la Iglesia Católica.  “¿Cuándo? Sin duda en el ‘último día’; ‘al fin del mundo’.  En efecto, la resurrección de los muertos está íntimamente asociada a la Parusía de Cristo: ‘El Señor mismo, a la orden dada por la voz de un arcángel y por la trompeta de Dios, bajará del cielo, y los que murieron en Cristo resucitarán en primer lugar’” (CIC # 1001).
Veamos algunos textos neotestamentareo que apoyan lo que nos dice el CIC en el numeral 1001. 
“Esta es la voluntad del que ha enviado; que no sé pierda nada de lo que me dio sino que lo resucite el último día.  Esta es la voluntad de mí Padre: que todo el que ve al Hijo y cree en El tenga vida eterna y yo lo resucitaré el último día (Jn. 6, 39-40 énfasis añadido).  Es muy importante entender reflexionar que Dios no quiere la perdición de nadie.  Nos salvamos por una opción amorosa de fidelidad y perseverancia que le hacemos a Cristo y la Iglesia.  Lo contrario a esto nos podría llevar a perdición eterna en el infierno.
“Nadie puede venir a mí si no lo atrae el Padre que me ha enviado.  Y yo lo resucitaré el último día (Jn. 6, 44 énfasis añadido).   En este asunto de la salvación que obtenemos por medio de la gracia y don de Dios actúa toda la Santísima Trinidad.
La respuesta a esa pregunta nos la da el Catecismo de la Iglesia Católica.  ¿Cuándo? Sin duda en el ‘último día’; ‘al fin del mundo’.  En efecto, la resurrección de los muertos está íntimamente asociada a la Parusía de Cristo: ‘El Señor mismo, a la orden dada por la voz de un arcángel y por la trompeta de Dios, bajará del cielo, y los que murieron en Cristo resucitarán en primer lugar’” (CIC # 1001).
Veamos algunos textos neotestamentareo que apoyan lo que nos dice el CIC en el numeral 1001. 
“Esta es la voluntad del que ha enviado; que no sé pierda nada de lo que me dio sino que lo resucite el último día.  Esta es la voluntad de mí Padre: que todo el que ve al Hijo y cree en El tenga vida eterna y yo lo resucitaré el último día (Jn. 6, 39-40 énfasis añadido).  Es muy importante entender reflexionar que Dios no quiere la perdición de nadie.  Nos salvamos por una opción amorosa de fidelidad y perseverancia que le hacemos a Cristo y la Iglesia.  Lo contrario a esto nos podría llevar a perdición eterna en el infierno.
Nadie puede venir a mí si no lo atrae el Padre que me ha enviado.  Y yo lo resucitaré el último día (Jn. 6, 44 énfasis añadido).  En este asunto de la salvación que obtenemos por medio de la gracia y don de Dios actúa toda la Santísima Trinidad.
El Bautismo es la puerta de la salvación.  De aquí en adelante la fe, la esperanza y la caridad (o sea el amor hecho acción) las virtudes teologales que sé nos dan en el bautismo van creciendo cómo crece un planta que recién sembrada. Esta eventualmente sé fortalece y ayudara a otros bautizados a que vivan esta misma experiencia personal de fe en Cristo Jesús y por consecuencia a la Iglesia.
Marta respondió: Sé que resucitará en la resurrección del último día (Jn. 11, 24 énfasis añadido).   Aquí es de vital importancia el versículo 25 y 26 que prosigue a la cita anterior.  Jesús le dijo: ‘Yo Soy la resurrección y la vida: el que cree en mí aunque haya muerto vivirá; y el que está vivo y cree en mí no morirá para siempre. ¿Crees esto?’” (Jn. 11, 25-26 énfasis añadido).
A quien debe retener el cielo hasta el tiempo de la restauración universal, de que Dios habló por boca de sus santos profetas (Hch. 3, 21, énfasis añadido).  Jesús es Rey Mesiánico y esto queda confirmado con su resurrección que inaugura su reinado definitivo y perpetuo de servicio (ver y leer Mt. 20, 28).  De esta forma, la creación sé renueva a imagen de Nuestro Señor Jesucristo.
Retomemos nuevamente el asunto de rapto.  El CIC nos da una lista de eventos que deben suceder antes de su Segunda Venida.  El siguiente es el orden cronológico (ver y leer CIC # 673-677):
@ La plenitud de los gentiles sé adherirán o entrarán a formar parte de la Iglesia.
@ A continuación (rápidamente) de paso anterior entraran también la plenitud de los judíos en la Iglesia.
@ La Iglesia debe pasar lo que personalmente yo suelo llamar “el Niagara en bicicleta” o sea por una gran prueba mediante la imposición religiosa anticristiana (del Anticristo) que tendrá cómo resultado la apostasía a la verdad o sea la apostasía contra el mismo Cristo Jesús y su Cuerpo Místico que es la Iglesia sobre la rebelión del mal.
Dios triunfará y vencerá sobre la rebelión del mal.  Aquí sé realizara la Segunda Venida del Señor (la parusía) y el Juicio Final después de la ultima sacudida cósmica que este mundo ha de pasar.
La palabra parusía viene del griego ‘parousia’ que significa epifanía, manifestación, llegada o advenimiento.   Para nosotros los cristianos la parusía sé refiere a la Segunda Venida de Cristo en gloria y poder y aquí es cuando se dará el Juicio Final (ver y leer Mt. 25, 31-46).
Hay que tener en cuenta que cuando uno investiga cada uno de estos grupos sectarios ellos mismo no están en acuerdo común cómo y cuando va a suceder el rapto.  Esto ya nos dice aquí ahí ya algo que no concuerda y que por ende hay algo que no esta bien.
Si bien las diferencias existen entre algunos de estos grupos, estos tienen un común denominador: al final, Jesús vendrá sobre las nubes del cielo y los justos (o sea los santos) serán arrebatados, es decir, atrapados en el aire, para estar con Cristo Serán separados de los pecadores que permanecerán en la tierra para soportar un período de gran sufrimiento (la Tribulación).
Esto nos deja ver varias esta doctrina no es apostólica (no es del tiempo de los Apóstoles), ningún Padre de la Iglesia nunca (aquí nunca significa NUNCA) predico o enseño esta doctrina.  Es más ningún Doctor de la Iglesia (ni si quiera remotamente) pensó en el rapto (o cualquier cosa similar) cómo doctrina de la Santa Madre Iglesia.  Pero vayamos más allá, ninguno de los reformadores iniciales del protestantismo (Lucero, Calvino, Zuinglio, ni ningún otro) predicaron ni enseñaron esta doctrina.
A mí personalmente no me extraña que muchos los cristianos fundamentalistas (o extremamente fundamentalistas) tanto de los Estados Unidos cómo de nuestros países Latino Americanos crean en esta doctrina del Rapto.  Lo que si me duele en el alma que un católico caiga en esta trampa de las sectas protestantes.
Personalmente creó que es muy lamentable que un católico ya sea teólogo, presbítero (sacerdotes) y/o laico caigan en este tipo de herejías (especialmente el milenarismo ya que gracias a Dios son muy pocos los católicos que creen en el rapto) es sumamente lamentable. 
¿Qué es una excomunión ya que de esto es que vamos a reflexionar y tratar de definir?  La excomunión es una “pena medicinal” o censura que establece la Iglesia para aquellos de los bautizados católicos (o quienes han entrado al seno o comunión plena de la Iglesia). De esta forma, quedan excluidos de la vida de la Iglesia y por ende quedan excluidos o separados también de la vida sacramental. Un protestante no puede ser excomulgado ya que esta de por si fuera de la comunión de la Iglesia. 
El porque pastoral de la excomunión es poder salvaguardar y proteger al Pueblo de Dios.  En este sentido es muy beneficioso aclarar que la excomunión no es una medida caprichosa de la Iglesia.  Por el contrario sino que es una medida además para evitar el escandalo.  Además del Catecismo de la Iglesia Católica (CIC) también el Código de Derecho Canónico (CDC) nos dan más detalles sobre la excomunión.
                                     

Existen dos tipos de excomuniones los cuáles veremos a continuación. “Ciertos pecados particularmente graves están sancionados con la excomunión, la pena eclesiástica más severa, que impide la recepción de los sacramentos y el ejercicio de ciertos actos eclesiásticos, y cuya absolución, por consiguiente, sólo puede ser concedida, según el derecho de la Iglesia, por el Papa, por el obispo del lugar, o por sacerdotes autorizados por ellos.  En caso de peligro de muerte, todo sacerdote, aun el que carece de la facultad de oír confesiones, puede absolver de cualquier pecado y de toda excomunión” (CIC # 1463).
Ya San Juan Pablo II nos enseñaba que la censura eclesiástica (que incluye la excomunión) sé debe tomar cómo remedio medicinal y no cómo un mero acto legal.
“Os exhorto a considerar atentamente que la disciplina canónica relativa a las censuras, a las irregularidades y a otras determinaciones de índole penal o cautelar, no es efecto de legalismo formalista. Al contrario, es ejercicio de misericordia hacia los penitentes para curarlos en el espíritu y por esto las censuras son denominadas medicinales” (Discurso del Papa Juan Pablo II a la Penitenciaría Apostólica de 1990; 31 de marzo del 1990). 
“El objetivo de la excomunión es llevar a los culpables al arrepentimiento y a la conversión” según ha indicado el Cardenal Mauro Piacenza quién es el actual Penitenciario Mayor de la Santa Sede.
En primer lugar tenemos lo que sé llama “Excomunión Latae Sententiae” o sea la excomunión que incurre ipso facto (ver CDC # 1314) o sea automáticamente para quien comete el delito (ej. apostasía, herejía o cisma, ver CDC # 1364) o sea que sé da al instante y no necesita de ninguna sentencia del tribunal eclesiástico o de un obispo incluyendo al Santo Padre el Papa.  Si embargo esta puede ser ratificada o anunciada por un obispo.
El segundo tipo lo es la “Excomunión Ferendae Sententiae”.  Esta es excomunión que sé da por medio de un proceso formal de un tribunal eclesiástico y cuya sentencia debe ser publica.  “La pena es generalmente ferendae sententiae, de manera que sólo obliga al reo desde que le ha sido impuesta” (CDC # 1314).
Antes de imponerse la pena canónica por medio de la Excomunión Ferendae Sententiae los obispos y su personal delegado en el tribunal eclesial han de buscar una retractación, rectificación y enmienda por parte de quién cae en delito (herejía en este caso) antes de dictar sentencia (ver CDC # 1341).
    ¡Cismarechazo de la sujeción al Sumo Pontífice o 
la comunión con los miembros de la Iglesia a él (Papa) sometidos!


¡Apostasíarechazo total de la fe cristiana!    

¡Herejíanegación o duda pertinaz o tenaz dogmas de fe!
Hay que tener bien claro que son delitos canónicos.  Estos son castigados con la excomunión latae sententiae” (ver CDC # 1364).  El mismo CDC define estos tres delitos canónicos. 
“Se llama herejía a la negación pertinaz, después de recibido el bautismo, de una verdad que ha de creerse con fe divina y católica, o la duda pertinaz sobre la misma; apostasía es el rechazo total de la fe cristiana; cisma, el rechazo de la sujeción al Sumo Pontífice o de la comunión con los miembros de la Iglesia a él sometidos (CDC # 751; énfasis añadido). 
En una modificación realizada en el año 2010 establece que los delitos que clasifican cómo graves están reservados a la Congregación de la Doctrina de la Fe.
Para verificar los que previamente he indicando puedes ir a Breve relación sobre los cambios introducidos en las Normae De GravioribusDelictis.  Además puedes ver las NormasSustanciales (Primera Parte) (ver y leer Art. 2 de este documento).
Ahora bien, teniendo en cuenta lo que es una herejía y que esta pasa a ser en el miembro de la Iglesia una excomunión latae sententiae. Tenemos que el milenarismo es una herejía y que afecta el núcleo de la Iglesia cómo sucede no solo con las herejías sino también con el cisma y con la apostasía.
Este es un llamado para todos los fieles católicos del Pueblo de Dios.  Hay que estar muy claro cuando alguien en nuestra comunidad eclesial ya sea parroquial o diocesana nos quiere “vender barato” una herejía.
¿Qué hay que hacer? Primero, estar preparado y conocer lo mejor posible nuestra fe católica.  Ir donde ese hermano(a) y decirle estas incurriendo en un error (herejía) sobre nuestra fe católica y darles razones validas (ver 1Pe. 3, 15; Mt. 18, 15-18).
Segundo, cuando esta primera opción no haya funcionado y estamos conscientes de que alguien esta cometiendo una herejía nos toca anunciar a nuestro párroco (y/o sacerdotes, si estos no son los que están en la herejía). 
Después en tercer lugar nos toca indicarle a nuestro obispo.  Es vital importancia que en este paso debemos estar lo mejor preparado posible.  Si fuera necesario podemos obtener ayuda de un religioso(a) o algún laico que este muy bien capacitado en cuanto a materia de fe sé refiere.  Especialmente en apologética (además de catequesis o que enseña la Iglesia) o defensa de la fe.
Más importante que estas tres cosas que acabo de mencionar es entrar en oración por esa(s) persona(s) antes, durante y después.  Especialmente entrar en oración pidiéndole al Espíritu Santo para que nos guie a todos en la verdadera doctrina católica.
¡San Justino Mártir, Patrón de los Apologistas y Defensores de la fe ruega e intercede por nosotros!

¡Santa María Madre de Dios y de la Iglesia ruega e intercede siempre por todos los bautizados en la Iglesia, en especial aquellos que desorientan la vida de fe de la Iglesia que tu Hijo muy Amado fundó!

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