Mi duda es ¿Por qué si Pedro afirma en el primer versículo (Hch.
2, 38) que con el bautismo de Jesús se recibe el
don del Espíritu Santo, en este otro texto (Hch. 8, 15-17) dice que aunque recibieron el bautismo de Jesús no recibieron el Espíritu
Santo? Me atrevo a decir que se
contradice o que es lo que no logro entender.
Pregunta:
Me ayudan con la
siguiente duda sobre el sacramento del bautismo y la confirma: El texto bíblico
que respalda en parte la enseñanza del bautismo es “Pedro les contestó: ‘Conviértanse y que cada uno de ustedes se haga
bautizar en el nombre de Jesucristo, para perdón de sus pecados; y recibirán el
don del Espíritu Santo” (Hch. 2, 38).
Quiero que se centren la atención en que con el bautismo se recibe el
don del Espíritu Santo.
Por otra parte
el texto que respalda la enseñanza de la confirma es: “Estos bajaron y oraron por ellos para que recibieran el Espíritu
Santo; pues todavía no había descendido sobre ninguno de ellos; únicamente
habían sido bautizados en el nombre del Señor Jesús. Entonces les imponían las manos y recibían el
Espíritu Santo” (Hch. 8,
15-17). En este caso dice que recibieron
el bautismo de Jesús pero no recibieron el Espíritu Santo.
Mi duda es ¿Por
qué si Pedro afirma en el primer versículo que con el bautismo de Jesús se
recibe el don del Espíritu Santo, en este otro texto dice que aunque recibieron
el bautismo de Jesús no recibieron el Espíritu Santo? Me atrevo a decir que se contradice o que es
lo que no logro entender.
Pregunta realizada vía Facebook por el Grupo: Preguntas Bíblicas
Católicas…
Respuesta:
Hace unos días
atrás publiqué en mí Blog: Catequesis de Adultos una explicación que hice sobre
cómo
interpretar la Palabra de Dios correctamente.
Primero las
Fuentes de la Revelación Divina según es enseñada en la Iglesia Católica que
son la Tradición Apostólica y la Palabra Escrita o Biblia (Constitución Dogmática Dei Verbum {DV #
9}).
@ Luego que los
Católicos nos dejamos llevar por el Magisterio de la Iglesia a quién el mismo
Jesucristo la dejo la encomienda de enseñar la verdadera interpretación de las
Escrituras (ver DV # 10).
@ Los católicos
además a la hora de interpretar la Biblia nos dejamos llevar según los
distintos contextos que sé nos presentan en la Palabra de Dios (ver Catecismo
de la Iglesia Católica { DV # 12, 2; CIC # 110}).
@ Con todo esto,
hay que conocer cuáles son sentidos que sé dan el la Palabra de Dios cómo lo
son el sentido literal y el sentido espiritual.
Este último sé subdivide en tres distintos sentidos que son: sentido
alegórico, sentido moral y el sentido anagógico (ver CIC # 117).
Es también muy
beneficioso conocer las propiedades o características que sé encuentran en las
Sagradas Escrituras que son la unidad, la inerrancia y
la santidad. De igual forma sería muy conveniente conocer
al menos lo básico sobre los idiomas con que sé escribió la Biblia (en especial
para con los términos más comunes o usados y su contexto literario) que son el
hebreo, el arameo y el griego.
* Oración para
la asistencia del Espíritu Santo… para recibir la gracia, los dones.
* Conocer las
enseñanzas del Magisterio de la Iglesia en especial la de los Papas…
* Biblia
Católica (con una traducción fiable)…
* Biblia de
Estudio “Didaje” CE España
* Diccionario
Bíblico Católico
* Libro de
Comentarios Bíblicos
* Catecismo de
la Iglesia Católica
* Código de
Derecho Canónico
* Padres de la
Iglesia
* Conocer la
Historia de la Iglesia
* Colección de
los libros (3) “Jesús de Nazaret” (Benedicto XVI)…
El sentido literal no
significa interpretar al pie de la letra el texto, sino tratar de buscar el
sentido que le dio el autor mismo de ese texto, teniendo en cuenta la intención
del autor, el auditorio a quien se dirigía, la situación de su tiempo y el
género literario empleado. Este sentido literal requiere del uso de la crítica
en sus dos vertientes: la literaria y la histórica.
La crítica literaria analiza el género
literario en que está escrito ese libro de la Biblia. La crítica histórica trata de
descubrir la historia literaria del libro o pasaje bíblico en cuestión,
ubicando la época y cultura en que se escribió y de esta forma poder conocer la
intención teológica del hagiógrafo o autor sagrado.
Ahora tratemos de aplicar lo antes mencionado sobre
la interpretación bíblica.
¿Veamos cuál era la situación
en ambos de estos textos de los Hechos de los Apóstoles? Antes de hacer esto cabe mencionar que muchas
veces en la Biblia para comprender un texto es muy recomendable leer antes y después
de dicho texto.
En el primer texto es muy
meritorio comenzar a leer desde Hch. 2, 12 y finalizar en Hch. 2, 41. Enseguida nos daremos cuenta de que este
texto nos habla de la predicación de Pedro tras la venida del Espíritu Santo en
Pentecostés. Aquí es ejemplar cómo Pedro
acentúa la necesidad del perdón de los pecados para que llegue el Espíritu Santo. El género literario de este texto es la homilía.
Vuelvo recalcar que si
Felipe (uno de los 7 diáconos que ordenaron los apóstoles ) había bautizado lo más
posible era que el al no ser apóstol no podía o sé limitaba de imponer las
manos. Esta sin duda alguna pudo ser una
razón validad y fiable.
Hay que recordar que el
signo externo de la realidad interna (espiritual) de recibir el Espíritu Santo
era la imposición de la manos. Además que
los sacramentos desde los tiempos apostólicos fueron evolucionando hasta llegar
a ser lo que son y representan en la actualidad. Recordemos que hasta antes del Concilio
Vaticanos II (o hasta un poco después) el Sacramento de la Confirmación el niño
teniendo en 1 año a tres años de edad.
El segundo texto nos habla
de cómo Pedro y Juan confirmaron la obra evangelizadora de Felipe con los samaritanos. Aquí sin duda alguna es muy conveniente
comenzar nuestra lectura en lo que sé nos dice que sucedió previamente a este
evento en Hch. 8, 9 al Hch. 8, 25. Aquí San
Lucas nos presenta la situación que sufrió la comunidad cristiana de Samaria
con el Mago Simón. Este texto nos
presenta el género literario de la narración.
Ya esto nos da una
excelente pista porque el hagiógrafo Lucas nos dice que NO habían recibido el Espíritu Santo. O sea que para que el Espíritu Santo llegue
al bautizado es necesario la recta intención además la verdadera conversión
para que Dios haga su obra en los que recibieron el bautismo. Cómo mencione previamente hay que tener en
cuenta los distintos contextos y en este caso el contexto histórico.
No podemos hablar sobre quién
recibió o no el Espíritu Santo porque simplemente no lo sabemos solo Dios lo
sabe. Los magos de ese entonces tenían sus
seguidores y estos muchas veces eran casi adorados cómo dioses (contexto histórico). En el caso de que con Simón el Mago fuera así
sin duda los seguidores de este no habían obtenido el Don del Espíritu Santo. Recordemos que Simón (mago) asombró a muchos
(ver Hch. 8, 9-12) o sea que sin duda tenía seguidores. Aunque esto disminuyó cuando Felipe comenzó a
predicar a los samaritanos (ver Hch. 8, 12-13).
Un detalle muy importante
recordar es que no podemos quedarnos aquí con el sentido literario ya que el
sentido espiritual busca o usa otras metodología para su reflexión ambas están de
una forma u otra relacionada y hasta conectadas.
Veamos el sentido espiritual
de estos textos.
¿Cuál es el sentido alegórico de esta cita bíblica?
Todo este primer texto nos
va describiendo todo lo que sucedió con Jesús cómo el plan de Dios para darnos
la salvación. Aquí entran en juego dos
pasos que Pedro utilizó para demostrar que Cristo Jesús es el Mesías y Salvador
que desde siglos antes ya anunciaban los profetas (Is. 2, 2; Jl. 3, 1-5; Sal.
18, 6; Rm. 10, 9-13; 2Sam. 7, 12; Sal. 132, 11; Is. 57, 19). El primero fue dar testimonio de Jesús y lo
segundo fue la reacción de los oyentes. “¿Qué tenemos que hacer, hermanos?” (ver
Hch. 2, 37-39).
El sentido alegórico del
segundo texto es básicamente el mismo que el del primer texto. Pero además de eso, este texto resulta ser un
espejo en el cuál nos debemos mirar. ¿Cuan
opaco o claro me veo o cuan opaco o claro sé ve mí comunidad parroquial ante
este espejo?
Nuestro segundo texto nos
presenta la gran trascendencia de la salvación que no hay riquezas en este
mundo que la pueda comprar. Los
sacramentos y los dones del Espíritu Santo son instrumentos que Dios pone para
nuestra salvación.
Hay que tener mucho
cuidado en no confundir ingenuamente los milagros los cuáles siempre son obras
de Dios y que se dan en ocasiones para respaldar y avalar la predicación de la
Iglesia. Más importante es no confundir
la verdadera religión (religar o tratar con Dios) con la magia, la brujería y la
nueva era (que de nueva no tiene nada) ya que estas ultimas mencionadas suelen
dejar cierto asombro artificial y de falacia.
Veamos el sentido moral…
La moral siempre nos
encamina a realizar el bien y lo que es justo.
Nos podrimos preguntar ¿Dónde entra la dinámica del pecado en la
moral? El pecado de por si es una
injusticia además de ser una ofensa a Dios.
La salvación en la mentalidad de Dios es el mayor y más sublime bien. Las salvación junto al Amor de Dios la es lo más
trascendentalmente justo que pueda existir.
Este primer texto aunque no lo diga por escrito, implícitamente lo
expone vivamente.
De estos eventos (segundo
texto expuesto) en los Hechos de los Apóstoles nace lo que sé le suele llamar
la simonía. ¿Qué es la simonía? Básicamente es el querer comprar o vender
vienes espirituales por medio de material o monetario. Este es el primer fruto pecaminoso e inmoral que
nace de esta situación. De aquí podemos
deducir que los sacramentos no son varitas mágicas sino que nuestra intención recta
e integra van a depender mucho de cuál efectivo y fructíferos sean los
sacramentos.
Sentido Anagógico…
Aquí es indispensable
entender que Cristo Jesús les deja los sacramentos a los apóstoles y a la
Iglesia para la salvación. En esta
trascendencia estriba el sentido anagógico de este primer texto de los Hechos. El primero de estos textos de los Hechos nos presenta
el perdón de los pecados y el don del Espíritu Santo cómo los primeros frutos
para la salvación en el Bautismo.
El sentido anagógico busca descubrir la significación eterna de los textos bíblicos. La salvación sin duda alguna entra en ese renglón
de las significaciones eternas. Ya que
la salvación nos quiere llevar al plano de la eternidad. La simonía y la corrupción espiritual
destruyen y atrofian esa meta final (salvación) que poseemos todos los
bautizados. Este segundo texto nos
muestra esa problemática.
Es muy importante ver las características
pecaminosas que presentó Simón para aprender de ellas:
@ Careció de la verdadera fe
@ No supo buscar la unión y relación íntima con Cristo
@ Solamente sé enfoco (debido a su vanidad y ambición) en los poderes de
los milagros sin tener en cuenta la esencia de estos que es el mismo Dios.
Es necesario un examen de conciencia tanto en lo personal cómo en lo
comunitario y eclesial. Ya que de alguna
u otra forma todos podríamos ser ese Simón.
En especial cuando somos anti-testimonio. Es muy importante pedirle a Dios en oración que
aumente y fortalezca nuestra fe.
Cómo sé puede apreciar lo que aparenta ser una contradicción no
necesariamente finaliza cómo tal.
Recordemos que Dios sé revela con un lenguaje humano. Aquí lo importante es que Dios es infalible
en su Palabra Divina en todo lo que sé refiere a la fe, la moral y más aún en cuanto
a la salvación sé refiere.
¡Santa María Madre de la Iglesia ruega por nosotros!
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