24 de marzo de 2020

El ‘coronavirus’ signo de nuestros tiempos…

Cuando yo era joven y participaba de los grupos juveniles en la Iglesia se nos solía decir que teníamos que saber leer los signos de los tiempos.
Cuando yo era joven y participaba de los grupos juveniles en la Iglesia se nos solía decir que teníamos que saber leer los signos de los tiempos.
  Claro está, en esos tiempos como joven nunca se me ocurrió comprender que era eso.  Después con el pasar de los años como que se nos olvidó que eso es algo fundamental para el discernimiento cristiano.Como solía decir mi abuelita con mucha sabiduría popular “nos venimos a acordar del rio solo cuando el agua suena”.  Hace unos días escuchaba y veía un video que decía la persona que lo que nos esta pasando es un castigo.  Yo honestamente pienso y entiendo que  no es así o sea que no es un castigo.
Para que haya un castigo debe haber un juicio antes.  Nos enseña la Iglesia que habrá dos juicios uno al final de nuestra vida terrena y el segundo el juicio final después de la Segunda Venida del Señor.
No te avergüences, pues, ni del testimonio que has de dar de nuestro Señor, ni de mí, su prisionero; sino, al contrario, soporta conmigo los sufrimientos por el Evangelio, {B} ayudado por la fuerza de Dios, que nos ha salvado y nos ha llamado con una vocación santano por nuestras obras, sino por su propia determinación y por su gracia que nos dio desde toda la eternidad en Cristo Jesús, y que se ha manifestado ahora con la Manifestación de nuestro Salvador Cristo Jesús, quien ha destruido la muerte y ha hecho irradiar vida e inmortalidad por medio del Evangelio” (2Tim. 1,8-10 énfasis añadido).
Además no es un castigo cómo podemos apreciar en el Antiguo Testamento ya que Cristo Jesús esta mediando por nosotros.  El Diccionario Bíblico Católico de Scott Hahn define la palabra mediación de la siguiente forma.  La mediación “es aquel que reúne y reconcilia las partes separadas u opuestas”.  Según esta definición es muy prudente decir que si Jesús el Verbo Encarnado nos reconcilia con el Padre Dios sería una contradicción decir que nos castiga.
Los que si podemos discernir de este asunto del coronavirus que es una prueba que debemos superar.  Pero aquí no nos referimos solamente en lo humano  sino más aún en lo emocional y espiritual.  San Pablo hablándonos de las pruebas nos dice: “sabemos que en todas las cosas interviene Dios para bien de los que le aman; de aquellos que han sido llamados según su designio” (Rm. 8,28).
Debemos preguntar ¿Cuál es la finalidad de la prueba? La misma es probar nuestra fe. Si para la vida del cristiano en términos generales sometiendo nuestras vidas bajo la base sólida de la fe necesitamos los sacramentos, la oración y la dirección o acompañamiento espiritual para la prueba necesitamos estas cosas pero con mayor intensidad.  La prueba viene a ser como un manto que nos ayuda a purificar y por ende poder salir del problema.  Pero esto no funciona como una varita mágica y que trabajar y dar la batalla.  La batalla se gana con la dedicación, el esfuerzo y la perseverancia.  Con estos tres elementos es la fe la que ha de triunfar.
A cada uno nos toca hacer un examen de conciencia.  Primeramente en carácter personal. ¿Qué he hecho hoy? ¿Cuán bien o mal lo he hecho? Cuando lo he realizado bien, gracias, Señor y alabarlo con nuestras buenas obras.  Pero cuando lo he hecho mal pedir perdón y acogernos a la misericordia.  A la misma vez, en proceso del examen de conciencia ir la raíz para que desde la raíz ir realizando las debidas correcciones.
Todo esto que he mencionado estamos llamados a realizarlo también como comunidad eclesial que somos.  Recordemos que nuestro bautismo no es un sacramento pasivo e inactivo.  Por el contrario es un sacramento de acción.
El Bautismo nos llama a vivir y trabajar en la Triple Misión de Cristo de ser sacerdotes (sacerdocio común de los fieles), reyes y profetas.
Como pueblo sacerdotal (ver y leer 1Pe. 2, 4-11) ofrecemos sacrificios (de nuestra vida propia, de la familia). La Eucaristía es el modelo sacrificial más elocuente y trascendental. La Eucaristía es el SACRIFICIO entre los sacrificios que nos alimente con el “Pan de la Palabra” y el “Verdadero Pan y el Mana de Cristo Jesús” que nos lleva por medio de la gracia a la Jerusalén Celestial.
Ante esta pandemia resaltemos nuestro sacerdocio del pueblo de Dios (con sacrificios, bendiciendo y admistrando la caridad fraterna de una u otra forma que nos sea posible según las circunstancias) que todos adquirimos por nuestro Bautismo.
Como pueblo real, estamos llamados a reinar por medio de servicio abnegado y desprendido (ver y leer Mt. 20, 28).  Vivir socorriendo perseverantemente y con una constante disponibilidad a las necesidades de quien urge y de esa manera imitamos a Jesús, quien siendo condición divina, no vino a ser servido sino a servir.  No sé nos debe olvidar que somos una nación real (ver y leer 1Pe. 2,9) más aún la vocación al servicio fraternal tal como Cristo Jesús lo hizo.
Como pueblo profético NO ESTAMOS LLAMADOS a adivinar el futuro.  Por el contrario SI ESTAMOS LLAMADOS a anunciar y denunciar.  Anunciamos el amor, la gracia, la justicia y todo lo que le agrada a Dios.  Denunciamos la injusticia, el pecado, el odio y todo aquello que no es de Dios o no le agrada a Dios.  El Bautismo de Jesús sirve como fuente de su redención y de cómo es su misión.  Esta es modelo ideal por seguir y llevar a cabo nuestro compromiso bautismal.
¡Que el Espíritu Santo quien es Amor Infinito nos guíe perseverantemente con nuestro compromiso y misión de servir al pueblo anawim siendo al ejemplo de  Cristo Jesús sepamos leer, interpretar y vivir según este mismo espíritu nos ilumina y nos hace vivir como sacerdotes, reyes y profetas!
¡Santísima Virgen María Madre de los Anawim ora e intercede por tu pueblo anawim (pobre y humilde) que sufre ante esta pandemia!
Te invito que veas el siguiente video:
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