24 de septiembre de 2012

La Gracia, participación de la Vida Divina

Hablar sobre la gracia suena como fuera de moda aun para muchos católicos.  Aunque esta es una palabra que solemos utilizar en nuestro vocabulario “secular” (familiar o común).   Es muy común escuchar que se usa la palabra “gracia” empleada o sustituyendo palabras como talento, potencial y destreza entre otras similares.   La palabra “gracia” tiene su génesis etimológico (origen de las palabras) del latín “gratia” la cual se deriva de “gratus” (latín) que significa agradable o agradecido.  Muchas son las veces que escuchamos que  “X’ o “Y” persona fue agraciada al recibir este o aquel premio.
En el ámbito cristiano (o teologal) la gracia es el don que Dios nos da (en nuestro bautismo) para participar de la vida de Dios.  La Gracia es el favor de Dios y por consecuencia es la participación del hombre en la vida divina.  Esencial para entender conceptualizar lo que es la gracia, es entender que la gracia es un don (regalo) de Dios.
Desafortunadamente muchas personas (entre ellas católicas) piensan y consideran que la gracia es como un cheque al portador.  Más aun creen que solemos recibir la gracia porque ya hemos cumplido nuestra parte del convenio al realizar algo bueno.  La gracia no es algo que nosotros podamos ganar por nuestros propios méritos.  La gracia no es algo que merezcamos.  Por el contrario es algo que necesitamos.  Dios nos ofrece su gracia por su infinito amor.
Ya hemos mencionado que vivir en gracia es participar de la Vida de Dios.  “Dios es amor” (1Jn. 4, 8).  Esta sin duda alguna es la mejor definición que se la puede dar a Dios.  Si Dios es amor y la gracia es participar de la vida divina; la gracia implica la vivencia amorosa de Dios en todos los aspectos de nuestras vidas.  El testimonio cristiano es “pesado” o “calificado” por esa gracia divina que se proyecta en nuestro amor a Dios y los hermanos (prójimo).
Nos podríamos preguntar: ¿Qué nos permite responder a la gracia?  La respuesta es la misma gracia.  La gracia es un don de Dios.  Un don que nos es dado gratis como iniciativa de Dios, siendo esta inmerecida por nosotros.  Pero este don de Dios no es nada barato.  La gracia en cierto sentido es un don con cadenas adjuntas o entrelazadas entre si.  Estos eslabones son las conexiones que tenemos con Dios.  La relación (intima y amorosa) es posible solo por la gracia, o sea por nuestra respuesta a la gracia de Dios.
La gracia de Dios actúa en nuestras vidas mucho antes que nosotros nos demos cuenta.  Ejemplo de esto lo podemos ver en los bautismos de niños infantes.  Aun ante de que los niños estén consiente van recibiendo tanto la Gracia Santificante como la Gracia Sacramental.
Ahora nos toda definir que es la Gracia Santificante y la Gracia Sacramental.  La gracia santificante es un don sobrenatural personal y gratuito que hace que Dios este presente en nuestra alma y por lo tanto nos hace herederos del Cielo.  Hay que clarificar que el Cielo (teológicamente hablando) es la presencia infinita y beatifica de Dios.  Por consecuencia lógica llegar al Cielo es llegar ante la presencia infinita (y eterna) de Dios.  Esta gracia la recibimos por medio del Sacramento del Bautismo.  El pecado (la desobediencia a Dios) mortal (o grave) nos desliga o nos distancia de Dios por lo tanto hace que perdamos la gracia santificante.
Por su parte la Gracia Sacramental es la gracia específica que cada sacramento le otorga al alma cuando se administra dicho sacramento.  Veamos que produce en nosotros los Sacramentos de Iniciación Cristiana (Bautismo, Eucaristía y Confirmación).  En el caso del Bautismo la gracia sacramental nos hijos (adoptivos) de Dios.  En la Eucaristía esta gracia nos hace amar a Jesús con nuestra alma, ser y corazón y al prójimo como a nosotros mismos.  En otras palabras, nos hace vivir en común unión con Dios y con los miembros de la Iglesia (nuestros prójimos).  La Confirmación nos permite estar mas fuerte en la fe para vivir una vida cristiana en testimonio vivo y adquirir mayor compromiso bautismal para ser como Cristo; sacerdotes, reyes y profetas.
En cuanto a los Sacramentos de Sanación (Penitencia y Unción de los Enfermos) veamos lo que esta gracia nos confiere.  En el Sacramento de la Penitencia esta gracia nos da el arrepentimiento de nuestras ofensas y la ayuda espiritual para no caer en pecado.  La Unción de los Enfermos nos brinda las fuerzas necesarias para aceptar la enfermedad.  Este sacramento también nos borra los rastros del pecado y nos prepara para el transito de esta vida mortal a la vida eterna en infinita y eterna unión con Dios.
Para los Sacramentos al Servicio a la Comunidad (Matrimonio y Orden Sacerdotal) la gracia sacramental actúa en los que reciben estos.  Para el Matrimonio, a los esposos le confiere la gracia (el don) de amarse hasta que la muerte los separe.  Igualmente les da el don de ser buenos padres.  El Sacramento del Orden les da el don de dedicar sus vidas a predicar el Evangelio (Buena Nueva) y de administrar los sacramentos a los diáconos (transitorios o permanentes), presbíteros (AKA sacerdotes) y a los obispos.
Como hemos podido apreciar tanto la Gracia Santificante como la Gracia Sacramental las obtenemos por medio (o mediante) los sacramentos.  La Iglesia Católica nos enseña que los sacramentos son signos sensibles y palpables instituidos por Jesucristo para la salvación del hombre.  La Gracia Santificante la obtenemos por medio del Bautismo.  ¿Se puede perder esta gracia?  La respuesta es: si.  Esta la podemos perder por causa del pecado mortal (o grave).  Pero la misericordia de Dios es tan grande e infinita que una vez confesados los pecados al sacerdote [1] podemos recuperar esta gracia que habíamos perdido.  Ya hemos mencionado que gracia sacramental nos brinda cada uno de los siete de nuestra Iglesia Católica.
Hay otros tipos de gracia que también es muy recomendable hablar (escribir) sobre ellas.  La Gracia Actual es la ayuda temporal que Dios nos da para realizar algo correctamente.  Ejemplo de esto podría ser pedirle a Dios que nos permita realizar una buena y excelente entrevista para obtener un empleo.  Dios nos da esta gracia cuando la necesitamos.  Se podría decir que van y vienen.  Esta gracia tiene el propósito de llevar una vida conforme a la voluntad de Dios.  Como padres necesitamos un trabajo para sostener a la familia.  Esa la podemos considerar como la voluntad de Dios.  Se nos da (Dios nos da) la libertad de acogerla o rechazarla, como todos los regalos (dones) materiales y espirituales que Dios nos da.
Tenemos también la Gracia de Estado que se le considera como carismas (don de Dios) y que son gracias especiales.  El carisma es un don que Dios nos otorga gratuitamente para el beneficio de toda la comunidad.  Esta gracia tiene como finalidad brindar el bien para la Iglesia.  Veamos algunos ejemplos de esta gracia.  Los padres (y padrinos) por su compromiso bautismal de educar en la fe a la prole se convierten en formadores (catequistas) morales (que es bueno o malo) de sus hijos.  Un director espiritual (clérigo, religioso(a) o laico) obtiene las gracias necesarias para guiar y orientar a aquellas almas que se le han encomendado.  El sacerdote por la gracia que le confiere su estado puede efectivamente pastorear y auxiliar a los fieles.
Para concluir esta reflexión y meditación sobre la gracia quisiera dejarte querido(a) hermano(a) un ejemplo bíblico para motivar nuestro compromiso cristiano.  “Les dijo entonces una parábola: ‘Había un hombre rico, cuyas tierras habían producido mucho, y se preguntaba a sí mismo: “¿Qué voy a hacer? No tengo dónde guardar mi cosecha”.  Después pensó: “Voy a hacer esto: demoleré mis graneros, construiré otros más grandes y amontonaré allí todo mi trigo y mis bienes, y diré a mi alma: Alma mía, tienes bienes almacenados para muchos años; descansa, come, bebe y date buena vida”.  Pero Dios le dijo: “Insensato, esta misma noche vas a morir. ¿Y para quién será lo que has amontonado?”. Esto es lo que sucede al que acumula riquezas para sí, y no es rico a los ojos de Dios.’” [2]  Jesús un día pregunto (y sigue preguntado) ¿De qué le servirá al hombre ganar el mundo entero, si pierde su vida? [3]
 
Querido Hermano(a) te invito a que me des tu opinión y consideración sobre este escrito (y los demás escritos) a consultas@catequesisdeadultos.com
 
Dios… Bendiga… Amen

 
 
 

[1] Y por ende, haber cumplido los demás requisitos de este sacramento; examen de conciencia, arrepentimiento sincero, propósito de enmienda [de no volver a pecar], decir todos los pecados al confesor, & cumplir la penitencia…
[2] Lucas 12, 16-21
[3] Marcos 8, 36

No hay comentarios.:

Consultas y Respuestas: Testimonios de Fe…

Las Bienaventuranzas como faro del examen de conciencia (Conclusión)

En estos tiempos en los medios de publicidad y de  “marketing”  (mercadeo) se nos presenta la felicidad temporera y efímera como si fuera  “...