Mucho se ha escrito de los sacramentos y se seguirá
escribiendo. No es mi intención aquí juzgar
lo que ya esta escrito. Pero si te pido
a ti querido lector(a) que juzgue y analices críticamente esto que he
reflexionado y escribo sobres los sacramentos.
Suelo decirles a mis estudiantes de RICA (Rito de Iniciación Cristiana para
Adultos) o a los padres y padrinos de la formación pre-bautismal (y otros en
mis conferencias) que para aprender un idioma nuevo es indispensable crear un
vocabulario. Lo mismo sucede cuando
estamos estudiando una profesión debemos crear un vocabulario propio a dicha
profesión. Con los cristianos y por ende
los católicos (que también somos cristianos) debemos crear un vocabulario
relativo a nuestra fe cristiana.
Tengamos en cuenta que la mayoría de los términos y
conceptos del cristianismo nos vienen de dos idiomas fundamentales que son el
griego y el latín. Además de estos idiomas y palabras que nos vienen del hebreo
o el arameo.
La palabra sacramento viene del latín “sacro” o sea sagrado y “mentun” definido como momento. En otras palabras los sacramentos son
momentos sagrados. Claro esta definición
etimológica (definir desde la raíz) no es suficiente para definir ampliamente y
poder entender que un sacramento. La
Iglesia nos enseña que los sacramentos “son signos sensibles y palpables que nos confieren la
gracia (don de Dios) santificante y
sacramental instituidos por Cristo para la salvación del hombre.”
Nuestros hermanos en la fe cristiana en oriente
(Iglesias Ortodoxas y católicos de ritos orientales) usan el término “mysterion” para nombrar los sacramentos. De esta palabra en griego (mysterion) proviene la palabra misterios. Para la sociedad y el mundo esta palabra no
significa lo mismo que para el cristianismo.
El mundo define misterio como aquello que está oculto. Además suelen asociar esta palabra con el
ocultismo. Para la religión cristiana
este término se refiere a todo aquello que Dios nos va revelando pero que no
entendemos del todo. Ejemplo de esto lo
es el Misterio de la Santísima Trinidad, sabemos que es un solo Dios en Tres
Divinas personas pero no podemos (ni vamos a) conocer del todo lo que encierra
el misterio.
El Concilio Vaticano II (1962-65) se propuso renovar
la liturgia, esta por ende requirió el revisar los ritos de los
sacramentos. La renovación de la vida
sacramental no solo se enfoco en la implementación de nuevos libros de los
rituales sino también el reflexionar sobre nuestro entendimiento de esas las
acciones básicas que forman la identidad de la Iglesia.
Los padres conciliares manifestaron esa renovación
sacramental en el primer documento promulgado del Vaticano II, la Constitución Sacrosanctum
Concilium Sobre La Sagrada Liturgia promulgada en 1963. En este documento se nos habla de la
importancia de los sacramentos para la vida cristiana: “Los
sacramentos están ordenados a la santificación de los hombres, a la edificación
del Cuerpo de Cristo y, en definitiva, a dar culto a Dios; pero, en cuanto
signos, también tienen un fin pedagógico. No sólo suponen la fe, sino que, a la
vez, la alimentan, la robustecen y la expresan por medio de palabras y de
cosas; por esto se llaman sacramentos de la "fe". Confieren
ciertamente la gracia, pero también su celebración prepara perfectamente a los
fieles para recibir fructuosamente la misma gracia, rendir el culto a dios y
practicar la caridad. Por consiguiente,
es de suma importancia que los fieles comprendan fácilmente los signos
sacramentales y reciban con la mayor frecuencia posible aquellos sacramentos
que han sido instituidos para alimentar la vida cristiana” (# 59).
Ayudarte a comprender mejor los signos sacramentales es mi intención en
esta reflexión. Entender los sacramentos
es primordialmente materia de estudiar y comprender cada uno de los siete
sacramentos en sus propios términos. En
otras palabras a cada sacramento hay que darle tiempo para estudiarlos uno por
uno. Pero hay un número de principios
básicos que nos pueden ayudar a entender los sacramentos (en términos
generales) porque estos nos dan características fundamentales en común.
Los Sacramentos son actividades humanas.
Fácilmente podemos observar los sacramentos los realizamos por medios de
actividades humanas básicas. Comúnmente
pensamos de los sacramentos en términos de los elementos de la creación. Como lo es el agua para el bautismo, aceite
para la confirmación y la unción de los enfermos y pan y vino para la
eucaristía. Jesús se valió de
actividades humanas que se convirtieran en símbolos que demuestren su presencia
y acciones entre medio de nosotros.
Estas acciones humanas (lavar nuestro cuerpo, ungir la frente, comer
pan, beber vino, tocar y cuidar a un enfermo, etc.) se convirtieron en
significación de nuestro encuentro (por medio de los sacramentos) con el Señor.
En los Sacramentos se expresan acciones rituales que están llenas de simbolismos. Porque hemos experimentado la acción de Dios
por medio de estas acciones en el pasado, las repetimos regularmente. Hacemos lo que nuestros ancestros
hicieron. Pero esto no significa hagamos
esto a ciegas y sin sentido. Por el
contrario de la misma forma que ellos encontraron riquezas espirituales también
lo podemos hacer nosotros.
Los sacramentos (con ricas y vastas tradiciones) contienen acciones
rituales, en las cuales seguimos unas pautas prescritas de movimientos y
gestos, acompañadas por palabras establecidas.
Estas palabras establecidas por lo regular contienen un sentido bíblico.
Por ejemplo: “Yo te bautizo en el Nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo” (ver Mt. 28, 19) para el Sacramento del Bautismo.
Esto no significa que los rituales nunca cambian. De
tiempo en tiempo los ritos sacramentales son revisados (como sucedió en el
Concilio Vaticanos II) y según las necesidades culturales y/o pastorales se
pueden modificar. Los símbolos son
formas humanas de comunicación muy ricas en contenido y significados. Los símbolos sacramentales (agua, pan y vino,
aceite, gestos corporales, etc.) nos ayudan a conectarnos al contenido
espiritual que realmente importa en las celebraciones de los sacramentos.
Los Sacramentos son clarificados por la Palabra de Dios. Los símbolos por si solo no nos pueden dar
toda la trascendencia o frutos de los sacramentos. Todos los sacramentos tienen su
fundamentación bíblica. Las oraciones y
formas rituales de los sacramentos están basadas en las Sagradas
Escrituras. Esta Palabra de Dios es lo
que hace efectivo estos símbolos en los sacramentos.
Además de las oraciones y ritos basados en la Palabra de Dios se nos
presenta la proclamación de la Palabra de Dios (y Palabra de Cristo en el
Evangelio). Las lecturas bíblicas que
leemos y escuchamos en los sacramento nos recuerdan que nuestras acciones son respuestas
a los que Dios ha hecho en nuestras vidas.
Los Sacramentos son acciones comunitarias. La respuesta que le damos a Dios por medio de
los sacramentos son siempre acciones comunitarias. Los sacramentos son acciones (y trabajo) de
la comunidad eclesial. Pero no solo del
que preside (casi siempre el sacerdote) o del sujeto (quien recibe el
sacramento) sino de toda la comunidad eclesial reunida en nombre de
Cristo. Esto es fundamental para poder
entender cualquier celebración litúrgica. La Constitución Sobre La Sagrada Liturgia lo expone así: “La santa madre Iglesia desea ardientemente que se lleve a todos los
fieles a aquella participación plena, consciente y activa en las celebraciones
litúrgicas que exige la naturaleza de la Liturgia misma” (# 14).
La palabra “liturgia” viene del griego y significa “trabajo o acción del pueblo.” Esta se refiere al culto público de la Iglesia
en sus distintas formas; la Misa y los demás sacramentos, la liturgia de las
horas (aunque esta última no sea sacramento), etc. La liturgia es siempre el trabajo del pueblo
congregado como bautizado y miembros de la Iglesia. Los sacramentos son acciones de la Iglesia, y
su significado y efectos no están limitados a unos pocos en particular.
Los Sacramentos son la acción de Cristo. La Iglesia es el Cuerpo de Cristo, al mismo
tiempo, las acciones de los sacramentos son acciones de Cristo. La Constitución
Sobre La Sagrada Liturgia lo explica así: “Está (Cristo) presente con
su fuerza en los Sacramentos, de modo que, cuando alguien bautiza, es Cristo
quien bautiza” (# 7). Tradicionalmente la Iglesia nos enseña que
los sacramentos actúan “ex opere operato” o sea “en virtud de su acción.” Los sacramentos
son validos aun si el ministro este en vida inmoral y pecaminosa. Los sacramentos no dependen del ministro,
porque es Cristo quien actúa por medio de la comunidad congregada, quien es el
Cuerpo Místico de Cristo.
Los Sacramentos expresan y nutren la fe.
El encuentro con Cristo en los sacramentos es posible solo por la
fe. Por eso es que el bautismo es el
primer sacramento y prerrequisito para los demás. La fe es cuestión de creer no de ver. Por el bautismo respondemos a la fe como una
semilla (inicialmente) y en el caso de los infantes los padres y padrinos
responden a esa fe para pasarla a sus hijos y ahijados. Los sacramentos nos conceden la gracia que
nos es otra cosa que el don de estar en la presencia de Dios (o el don de Dios
en nuestras vidas).
Lo único que nos distancia de Dios (de su gracia) es el pecado. Por eso la necesidad de los sacramentos de
sanación (confesión y unción de los enfermos) después del bautismo. La gracia es la raíz de nuestra relación
personal con Dios. Según va creciendo
esta mas efectiva nuestra amistad con Cristo.
Los Sacramentos son parte de un largo proceso. Los sacramentos son parte de nuestra relación
con Dios, es parte de nuestra vida de fe.
Estos expresan lo que Dios esta realizando en nuestra vida. Más aun son instrumentos del diario camino de
conversión y nuestro crecimiento espiritual.
Los sacramentos nunca se deben ver como momentos aislados en nuestra
vida. Cada sacramento requiere
preparación individual y comunitaria. Cada sacramento tiene la finalidad de
crear unos efectos en la vida individual y comunitaria que se extienden más
allá de la celebración misma.
Los Sacramentos nos forman para la misión. Aquí es sumamente importante ver la relación
entre las palabras misión y misa. Ambas poseen
la misma raíz etimológica y esta es “ser enviado(a)”. Este es el
primordial efecto de los sacramentos.
Cada sacramento en su propia forma, nos da fuerza para llevar a cabo la
misión de Cristo en este mundo de hoy.
Por el bautismo, Dios nos llama a realizar el trabajo de Cristo en
nuestro tiempo. Por este sacramento del
Bautismo recibimos la Triple Misión de Cristo, para ser: sacerdotes (ofrecer
sacrificios [adoración] a Dios), reyes (para servir a los demás) y profetas
(para anunciar la Palabra de Dios y denunciar el pecado y sus consecuencias
[anunciar la justicia y denunciar la injusticia o pecado]). Aceptar
este llamado conlleva responsabilidad y compromiso de los cuales los
sacramentos nos ayudan a realizar el mismo.
Los sacramentos no solo son para la persona que lo recibe. Estos están ordenados para la vida de la
comunidad y más aun para su misión evangelizadora. Ellos hacen a la Iglesia como Cristo quiere
que sea. De igual forma, los sacramentos
nos van transformando a nosotros como Cristo quiere que seamos “la mejor versión de nosotros mismos” o sea santos.
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