27 de junio de 2013

¡Hoy Jesús nos llama de igual forma que a sus primeros discípulos! Decimotercer Domingo del Tiempo Ordinario – Ciclo C


El itinerario de Jesús hasta ahora había sido algo simple. Él iba visitando distintas ciudades y aldeas de Judea.  Muchas veces enviaba a sus discípulos al frente para realizar la función de “precursores” o sea “quien prepara el camino antes de” que Jesús llegar a predicar (anunciado en Reino de Dios), a sanar y a realizar milagros o signos en estos lugares. 
Hoy en el evangelio (Lucas 9, 51–62) vamos a ver que Él cambia de estrategia en su forma de realizar su función ministerial.  El texto Neotestamentario nos dice que “Jesús tomó la decisión de ir a Jerusalén" (Lucas 9,51).  Otras versiones o traducciones nos dicen que "Jesús emprendió resueltamente el camino de Jerusalén" (Lucas 9,51).  Sin duda alguna este fue un momento de gran importancia en la misión de Jesús en esta tierra.
Jesús ha cambiado de estrategia, ha cambiado de actitud, pero su corazón no ha cambiado.  El mismo amor y oblación que le ha llevado a sanar tantas personas, el mismo amor y misericordia con que ha perdonado a tantos pecadores, está vivo e intenso.
San Pablo insiste mucho en el tema de la libertad en la Carta a los Gálatas (Gál. 5, 1. 13–18).  Nos podemos preguntar: ¿Qué es la libertad? ¿Cuál es la diferencia entre libertad y el libertinaje?  Estas son dos preguntas a la cual hay que darles mucha importancia.  Este domingo es muy apropiado para orar y reflexionar en este tema de la libertad.  Profundizar en este texto bíblico es muy conveniente y apropiado para nuestro crecimiento espiritual.
Hasta un niño pequeño nos puede decir que lo contrario a la libertad es la esclavitud.  Pero vale la pena profundizar un poco más en lo que es la libertad.  “La libertad es el poder, radicado en la razón y en la voluntad, de obrar o de no obrar, de hacer esto o aquello, de ejecutar así por sí mismo acciones deliberadas. Por el libre arbitrio cada uno dispone de sí mismo. La libertad es en el hombre una fuerza de crecimiento y de maduración en la verdad y la bondad. La libertad alcanza su perfección cuando está ordenada a Dios, nuestra bienaventuranza” (Catecismo de la Iglesia Católica # 1731).  Por eso hay que estar muy claro en reconocer que la libertad siempre debe actuar para el bien, en especial para el bien común.  El libertinaje es el desenfreno o uso inapropiado que le damos a la libertad.
Esta carta a los Gálatas se nos exhorta a que nuestra vocación o llamado de Dios sea la libertad.  Pablo expresa en conexión a este tema que el cristiano es libre. La vocación cristiana es vocación a la libertad.  Esta libertad nos la adquirió Cristo porque el rompió las cadenas del pecado.  La libertad se muestra y consigue su fuerza en el amor.  Ante el riesgo de que muchos seres humanos se hundan en el libertinaje so pretexto de libertad, Pablo nos enseña que la verdadera libertad, la que viene del Espíritu, nos libera de la esclavitud de la carne y del egoísmo.


Tanto como la primera lectura (1 Reyes 19, 16b. 19-21) evangelio de hoy (Lucas 9, 51-62) tienen un marcado tono vocacional.  La palabra "vocación" significa llamado, es Cristo quien nos convoca, es Dios quien llama.  Acompañar a Cristo en su camino implica trascendental y significativamente el seguirlo hasta la cruz, caminando a su ritmo y no al nuestro.
Todos tenemos oportunidad de vivir este misterio del seguimiento del Señor: los religiosos y los seglares, los sacerdotes y los laicos, los niños, los jóvenes, los adultos, los ancianos, los enfermos, los casados, los solteros, todos.  Todos buscamos y seguimos a un mismo Cristo, todos bebemos de una misma fuente (Espíritu Santo), y por la misericordia de Dios, todos laudaremos y cantaremos una misma alegría.  La alegría y gozo que nos debe dar la vida eterna junto a la presencia infinita y beatísima de Dios y eso es el Cielo.







La Palabra de Dios es viva y eficaz nos puede transformar solo si nosotros así lo queremos.  El seguimiento de Jesús es una invitación y un don de Dios, pero al mismo tiempo exige nuestra respuesta para ser trabajada y buscando siempre a perseverar.  Pero sólo por amor, por enamoramiento de la Causa de Jesús, podremos avanzar en el seguimiento siendo mejores discípulos cada día. 

Pidámosle a Dios que su espíritu nos guíe y nos dé las gracias y fortaleza necesarias para seguir cumpliendo nuestra vocación y compromiso bautismal.

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