Los cristianos tenemos la bendición y la dicha de que
Dios por medio de su Espíritu Santo nos inspira y nos hace comprender la
Palabra de Dios que es Palabra Viva. Nos podemos preguntar ¿cómo sucede esto? Primero estando en el pleno seno de la
Iglesia que Jesús fundó. Segundo bajo la
tutela de los pastores (Magisterio) que el mismo Jesucristo comisionó para
enseñar, santificar y gobernar al pueblo de Dios.
Hoy la Iglesia por medio de la liturgia nos propone un
evangelio muy peculiar y la vez duro de digerir.
San Lucas (7, 36 – 8, 3) quien enfatiza marcadamente la oración en Jesús para darnos a entender que la oración es fundamental para todo en la vida del cristiano. Nos dice este evangelio que Jesús estando en un lugar apartado para orar este interrumpe su oración (algo muy extraño por cierto) para hacer la pregunta “¿Quién dice la gente que soy yo?” (Lc. 9, 18). Las respuestas salen precisas y muy natural. Pero Jesús da un paso más en la conversación y les pregunta a los discípulos "Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?" (Lc. 9, 20). Pedro se adelanta, confiado de que no se equivoca al presentar a su Maestro como el Mesías (Cristo), el Ungido, el Enviado de Dios.
San Lucas (7, 36 – 8, 3) quien enfatiza marcadamente la oración en Jesús para darnos a entender que la oración es fundamental para todo en la vida del cristiano. Nos dice este evangelio que Jesús estando en un lugar apartado para orar este interrumpe su oración (algo muy extraño por cierto) para hacer la pregunta “¿Quién dice la gente que soy yo?” (Lc. 9, 18). Las respuestas salen precisas y muy natural. Pero Jesús da un paso más en la conversación y les pregunta a los discípulos "Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?" (Lc. 9, 20). Pedro se adelanta, confiado de que no se equivoca al presentar a su Maestro como el Mesías (Cristo), el Ungido, el Enviado de Dios.
¿Qué mueve a Jesús a realizar estas preguntas?
Obviamente no fue para informarse de un chisme ni mucho menos hacer una
encuesta para ver cómo estaba su imagen pública. Jesús no tenía la necesidad de hacer
esto. Nos dice San Juan al final del
capítulo segundo de su evangelio que Jesús conocía el corazón de la persona (ver
Jn. 2, 25). La intención de Cristo
llevarse a sus discípulos a un lugar apartado va paralela con la finalidad y
designio que se va ir marcando el diálogo de Jesús con sus discípulos.
Hay que comprender que este diálogo es toda una
catequesis de Jesús para con sus discípulos.
Esta catequesis le va mostrando la percepción de la gente y la
comprensión de los discípulos la cual es distinta y ampliamente marcada. Hay que preguntarse entonces ¿Por qué Jesús
quiere destacar esta diferencia?
Expresamente el Hijo del Hombre les prohíbe a los discípulos decir a la
gente de la forma que iba a morir y como tenía que padecer. Porque para Él había llegado el momento de
anunciarles su pasión. Ya que sus
apóstoles ahora lo reconocían como el Salvador prometido a Israel, debían
también saber que el fracaso y la muerte estaban inscritos en el destino del
Salvador. Y debía ser rechazado incluso
por las autoridades del pueblo de Dios.
En la segunda lectura (Gal. 3, 26 – 29) nos expone y presenta a la ley mosaica como insignificante
y suprimida después de la venida de Cristo, ya que la fe en Él es lo que nos
justifica ante Dios. Este es el conflicto
fundamental de la carta a los Gálatas, en que Pablo expresa a los
judeocristianos que no lograban despojarse de las estructuras judaizantes y que
veían con desconfianza la doctrina y la prácticas del apóstol.
¿Cómo hemos recibido el mensaje de la cruz? Si lo recibimos como un mero dato, así no
tiene fuerza de salvación. Cristo sabía
muy bien la diferencia entre el evangelio y el chisme. Él quería (y quiere) que la Buena Noticia
siguiera siendo Buena Noticia. ¿Eso que
se publica y se grita salva? Cristo sabía que si esta noticia si se da mal se
daña. Si esta noticia no se da bien se
convierte en un mero dato y no tiene fuerza de salvación.
Mientras no comprendamos la cruz en la oración lo que
tendremos es solo el leño. Mientras
no descubramos el crucificado en la
oración lo que tendremos es solo un enjuiciado.
Mientras no descubramos la Sangre Redentora en la oración lo único que
tendremos es un espectáculo cruel de un torturado. Para descubrir el sentido real de la cruz
tenemos que como Jesús estar en oración.
De esta forma podemos entender porque Jesús prohibió que hablasen de
esto. Es que los discípulos no estaban
preparados para hablar de la cruz.
Si visualizamos esta escena de Jesús con sus
discípulos ¿Cuál es fondo del cuadro de la pintura? De fondo lo que hay es el tamaño infinito del
Amor de Cristo. Porque Dios nos ama hasta el extremo del dolor y la
muerte. La cruz es la declaración de
Amor para con nosotros. El Espíritu
Santo nos hace descubrir y poner en obra ese amor de Jesús que llega hasta el
extremo. De esta forma la cruz cobra
vida, cobra fuerza y se convierte en nuestra alegría.
La misma Cruz da una afirmación insólita a nuestra
doble desventura, la de ser pecadores y la de expiar las consecuencias del
pecado. Esa respuesta brota de sus
llagas en sangre de piedad, perdón y reconciliación. El Resucitado va delante de nosotros como
pastor misericordioso que ha costo de su propia vida nos ha alcanzado para que
seamos suyos y para que en la seguridad de su amor que no expira adquiramos vida
perdurable.
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