El Papa Francisco sigue
impresionándonos. Y es que cuando un ser
humano vive en el espíritu de Dios no es para menos. En su visita a Asís (octubre 4, 2013) el
Santo Padre nos pidió a todos los cristianos a que le pidamos a Dios el don de
desnudarnos de este mundo. Hay que
caracterizar que es la primera visita de un pontífice a esta ciudad cuna de San
Francisco de Asís.
A mi entender esta visita
del Santo Padre le quiere llevar un mensaje súper importante al mundo. Quizás sin decirlo verbalmente el Papa
Francisco le está diciendo al mundo, todos los cristianos y en especial a los
católicos hoy más que nunca, estamos llamados a vivir el ejemplo de este gran
santo de Asís. Como lo hizo San
Francisco el pobre de Asís que cuando su padre le reclamo sus bienes terrenales
este se quitó su túnica como diciendo a todos con mi Padre del Cielo me basta.
Un gran porcentaje de los
católicos por muchas circunstancias y quizás la mayoría negativas somos muy
comodones o acomodadizos. El mundo y sus
perspectivas no dicen que debemos tener un buen trabajo, un buen coche y todas
las cosas necesarias para vivir la vida placentera, interesante y
satisfactoria. El problema de esta
postura es que fácilmente nos hace perder el verdadero sentido y razón de ser
cristianos. En palabra simples esta
estriba en vivir como Cristo sin olvidar a los más necesitados, muchas veces
marginados por nuestra sociedad moderna.
Nos tenemos que preguntar
y como logramos este desnudarse que nos pide Francisco. Veamos que nos ensena la Iglesia o sea veamos
cual es el mensaje bíblico (que es básicamente lo mismo). Los textos bíblicos que podría citar son
interminables pero solo quisiera usar uno (dos quizás) de los más importantes
que resumen el mensaje de Cristo. Me
refiero a las Bienaventuranzas (ver Mateo 5, 1–12; Lucas 6, 20–23). Esta es sin duda la Carta Magna (conjunto con
el Padre Nuestro) del mensaje de Jesús de Nazaret.
Aquí se trata de ver lo
que nos dice Jesucristo y por ende la Iglesia, quien es la depositaria de esa
Palabra Viva de Jesucristo; versus lo que nos dice y nos propone el mundo. Quienes son la voz del mundo en cuanto a lo
que nos proponen como “estilo de vida”
estos son: los medios de comunicaciones masivos (seculares) y la mercadotecnia
fundamentalmente. Una vez hemos
reflexionado que nos propone (muchas pintado multicolores o sutilmente) el
mundo, la sociedad es muy bueno ver cuál es el mensaje bíblico o sea el mensaje
de la Iglesia.
Quisiera permitirme usar
las Bienaventuranzas en el Evangelio de San Mateo (5, 1–12) para hacer un breve
recorrido de lo que Jesús nos pide para vivir como cristianos.
Comienza Jesús por
pedirnos que tengamos espíritu de pobre.
¿Qué significa esto? Sin querer
dar todo un tratado teológico (lo cual no es mi intención) es simplemente ser
desprendidos y solidarios. No importa lo
que tengamos materialmente hablando si somos cristianos debemos recordar que
hay otros que no tienen lo necesario y necesitan de nosotros. No es nuestro puesto el juzgar porque no
tienen. Jesús simplemente nos pide tener
un corazón generoso y solidario con los demás.
Luego el autor bíblico nos
pone dos palabras que son antónimos o son contrarias al mundo y sus propuestas. Estas son: llorar y paciencia. Primero se nos pide que nos recordemos de los
que sufren (enfermedad, la muerte de un ser querido, la cárcel, las
injusticias, los maltratos y todo tipo de sufrimiento). Recordemos que fácilmente podríamos estar en esas huellas
o pasos. Por eso de la misma forma que
Dios (y su Espíritu Santo) es consolador los cristianos estamos llamados a
serlos también.
“Felices los que tienen hambre y sed de justicia” (Mt. 5, 6) y
concluye, “porque ellos serán saciados.” Jesús comenzó su vida pública predicando
sobre el Reino de Dios. Su precursor
Juan el Bautista comenzó de igual forma predicando sobre el Reino de Dios. El mismo evangelio que este reino divino es
amor, justicia y paz. En este sentido al
concretarse el Reino de Dios, que está en medio de nosotros, tendremos la
justicia, la paz y por ende el amor en toda su plenitud.
Se compasivo para obtener
misericordia. Esto me hace recordar una
frase de San Juan Pablo II que me ha motivado mucho en mi vida. “El
hombre es la medida de las cosas, pero Dios es la medida del hombre.” O sea no importa lo que diga, haga o piense
siempre llegaremos hasta Dios como principio y fin de las cosas de este mundo y
del Cielo. Por eso la Iglesia nos enseña
que Cristo es alfa y omega o sea principio y fin de las cosas.
La pureza en todo el
sentido de la palabra comienza por el corazón.
El hagiógrafo o autor bíblico nos dice que los de corazón limpio verán a
Dios. No hay nada más puro que Dios,
Dios es la pureza en toda su esencia.
Cuando pasemos de esta vida a la vida eterna en nuestra esperanza llegar
al Cielo o sea ante la Presencia Infinita y Beatifica de Dios. Se dice que al cielo no llega nada
manchado. Por eso nos enseña la Iglesia
que en purgatorio están todas las almas que murieron en estado de gracia (libre
de pecado mortal) pero a la hora de morir no habían estado totalmente
purificados de las secuelas del pecado.
Es por eso que se dice que el purgatorio es un estado de purificación,
esta no es una segunda oportunidad como muchos piensan.
La Iglesia siempre ha sido
perseguida. Su historia ha sido y sigue
siendo testigo de eso. Desde los
primeros siglos de la Iglesia fueron muchos los mártires que dieron el más
solemne testimonio de su fe cristiana.
La palabra mártir significa testigo, por eso es que el o la mártir es el
(la) máximo(a) testigo que pueda tener Cristo Jesús en la historia de la
humanidad. De ante mano, Jesús nos dice
que nos sintamos felices de tener que padecer por causa de Su nombre en este
mundo. Más aun nos dice que grande será
la recompensa del mismo Dios. El
evangelista nos pone el ejemplo de los profetas del Antiguo Testamento los
cuales en su mayoría sufrieron hasta torturas y martirios por proclamar a Dios
y a su Palabra.
Solo nos toca preguntarnos
y reafirmar nuestro compromiso sacramental (del bautismo y la
confirmación). ¿Cómo hoy en día con
todos los retos modernos podemos vivir esa vida de las bienaventuranzas y a la
vez desnudarnos de este mundo y su propuesta anticristiana? La respuesta está en el cumplimento del
compromiso cristiano: vida de oración, vida sacramental (Eucaristía y
Reconciliación frecuente), dirección espiritual (un sacerdote, alguna
religiosa(o) y/o algún laico preparado o certificado cuando las diócesis así lo
requieran) y de nuevo más vida de oración.
¡Que
el Espíritu Santo siempre ha guiado y gobernado a la Iglesia nos ayude a seguir
las huellas del Maestro!
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