24 de octubre de 2013

¡Pedir a Dios del don de “desnudarse”!

El Papa Francisco sigue impresionándonos.  Y es que cuando un ser humano vive en el espíritu de Dios no es para menos.  En su visita a Asís (octubre 4, 2013) el Santo Padre nos pidió a todos los cristianos a que le pidamos a Dios el don de desnudarnos de este mundo.  Hay que caracterizar que es la primera visita de un pontífice a esta ciudad cuna de San Francisco de Asís. 
A mi entender esta visita del Santo Padre le quiere llevar un mensaje súper importante al mundo.  Quizás sin decirlo verbalmente el Papa Francisco le está diciendo al mundo, todos los cristianos y en especial a los católicos hoy más que nunca, estamos llamados a vivir el ejemplo de este gran santo de Asís.  Como lo hizo San Francisco el pobre de Asís que cuando su padre le reclamo sus bienes terrenales este se quitó su túnica como diciendo a todos con mi Padre del Cielo me basta.
Un gran porcentaje de los católicos por muchas circunstancias y quizás la mayoría negativas somos muy comodones o acomodadizos.  El mundo y sus perspectivas no dicen que debemos tener un buen trabajo, un buen coche y todas las cosas necesarias para vivir la vida placentera, interesante y satisfactoria.   El problema de esta postura es que fácilmente nos hace perder el verdadero sentido y razón de ser cristianos.  En palabra simples esta estriba en vivir como Cristo sin olvidar a los más necesitados, muchas veces marginados por nuestra sociedad moderna.
Nos tenemos que preguntar y como logramos este desnudarse que nos pide Francisco.  Veamos que nos ensena la Iglesia o sea veamos cual es el mensaje bíblico (que es básicamente lo mismo).  Los textos bíblicos que podría citar son interminables pero solo quisiera usar uno (dos quizás) de los más importantes que resumen el mensaje de Cristo.  Me refiero a las Bienaventuranzas (ver Mateo 5, 1–12; Lucas 6, 20–23).  Esta es sin duda la Carta Magna (conjunto con el Padre Nuestro) del mensaje de Jesús de Nazaret.
Aquí se trata de ver lo que nos dice Jesucristo y por ende la Iglesia, quien es la depositaria de esa Palabra Viva de Jesucristo; versus lo que nos dice y nos propone el mundo.  Quienes son la voz del mundo en cuanto a lo que nos proponen como “estilo de vida” estos son: los medios de comunicaciones masivos (seculares) y la mercadotecnia fundamentalmente.  Una vez hemos reflexionado que nos propone (muchas pintado multicolores o sutilmente) el mundo, la sociedad es muy bueno ver cuál es el mensaje bíblico o sea el mensaje de la Iglesia.
Quisiera permitirme usar las Bienaventuranzas en el Evangelio de San Mateo (5, 1–12) para hacer un breve recorrido de lo que Jesús nos pide para vivir como cristianos.
Comienza Jesús por pedirnos que tengamos espíritu de pobre.  ¿Qué significa esto?  Sin querer dar todo un tratado teológico (lo cual no es mi intención) es simplemente ser desprendidos y solidarios.  No importa lo que tengamos materialmente hablando si somos cristianos debemos recordar que hay otros que no tienen lo necesario y necesitan de nosotros.  No es nuestro puesto el juzgar porque no tienen.  Jesús simplemente nos pide tener un corazón generoso y solidario con los demás.
Luego el autor bíblico nos pone dos palabras que son antónimos o son contrarias al mundo y sus propuestas.  Estas son: llorar y paciencia.  Primero se nos pide que nos recordemos de los que sufren (enfermedad, la muerte de un ser querido, la cárcel, las injusticias, los maltratos y todo tipo de sufrimiento).  Recordemos  que fácilmente podríamos estar en esas huellas o pasos.  Por eso de la misma forma que Dios (y su Espíritu Santo) es consolador los cristianos estamos llamados a serlos también.
“Felices los que tienen hambre y sed de justicia” (Mt. 5, 6) y concluye, “porque ellos serán saciados.”  Jesús comenzó su vida pública predicando sobre el Reino de Dios.  Su precursor Juan el Bautista comenzó de igual forma predicando sobre el Reino de Dios.  El mismo evangelio que este reino divino es amor, justicia y paz.  En este sentido al concretarse el Reino de Dios, que está en medio de nosotros, tendremos la justicia, la paz y por ende el amor en toda su plenitud. 
Se compasivo para obtener misericordia.  Esto me hace recordar una frase de San Juan Pablo II que me ha motivado mucho en mi vida.  “El hombre es la medida de las cosas, pero Dios es la medida del hombre.”  O sea no importa lo que diga, haga o piense siempre llegaremos hasta Dios como principio y fin de las cosas de este mundo y del Cielo.  Por eso la Iglesia nos enseña que Cristo es alfa y omega o sea principio y fin de las cosas.
La pureza en todo el sentido de la palabra comienza por el corazón.  El hagiógrafo o autor bíblico nos dice que los de corazón limpio verán a Dios.  No hay nada más puro que Dios, Dios es la pureza en toda su esencia.  Cuando pasemos de esta vida a la vida eterna en nuestra esperanza llegar al Cielo o sea ante la Presencia Infinita y Beatifica de Dios.  Se dice que al cielo no llega nada manchado.  Por eso nos enseña la Iglesia que en purgatorio están todas las almas que murieron en estado de gracia (libre de pecado mortal) pero a la hora de morir no habían estado totalmente purificados de las secuelas del pecado.  Es por eso que se dice que el purgatorio es un estado de purificación, esta no es una segunda oportunidad como muchos piensan.
La Iglesia siempre ha sido perseguida.  Su historia ha sido y sigue siendo testigo de eso.  Desde los primeros siglos de la Iglesia fueron muchos los mártires que dieron el más solemne testimonio de su fe cristiana.  La palabra mártir significa testigo, por eso es que el o la mártir es el (la) máximo(a) testigo que pueda tener Cristo Jesús en la historia de la humanidad.  De ante mano, Jesús nos dice que nos sintamos felices de tener que padecer por causa de Su nombre en este mundo.  Más aun nos dice que grande será la recompensa del mismo Dios.  El evangelista nos pone el ejemplo de los profetas del Antiguo Testamento los cuales en su mayoría sufrieron hasta torturas y martirios por proclamar a Dios y a su Palabra.
Solo nos toca preguntarnos y reafirmar nuestro compromiso sacramental (del bautismo y la confirmación).  ¿Cómo hoy en día con todos los retos modernos podemos vivir esa vida de las bienaventuranzas y a la vez desnudarnos de este mundo y su propuesta anticristiana?  La respuesta está en el cumplimento del compromiso cristiano: vida de oración, vida sacramental (Eucaristía y Reconciliación frecuente), dirección espiritual (un sacerdote, alguna religiosa(o) y/o algún laico preparado o certificado cuando las diócesis así lo requieran) y de nuevo más vida de oración.
¡Que el Espíritu Santo siempre ha guiado y gobernado a la Iglesia nos ayude a seguir las huellas del Maestro!

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