Sirácides (o Eclesiástico) 3,2-6.12-14: El que teme al Señor honra a sus padres
Salmo Responsorial 127: Dichosos los que temen al Señor y siguen sus caminos.
Colosenses 3,12-21: La vida de familia vivida en el Señor
Mateo 2,13-15.19-23:
Coge al niño y a su madre y huye a Egipto
Desde los inicios más remotos
en la historia del ser humano la familia ha jugado un papel vital. No solo para su subsistencia sino para
enriquecer los valores y virtudes del mismo ser humano. La familia es una realidad que no ha sido
ajena para Dios. Él se escogió para sí
mismo una madre, un padre en términos más profundos se designó una familia.
Todos los cristianos creemos
que en Dios existe y perdura eternamente la perfección y santidad en todo su
esplendor. De igual forma creemos que
Jesucristo como Hijo de Dios y Segunda Persona de la Santísima Trinidad es
verdadero Dios y verdadero hombre. Por
lo tanto podemos decir que Él es la perfección y santidad encarnada. Por tal razón además tenía y debía escoger un
vientre maternal purísimo predestinado desde toda la eternidad por el mismo
Dios. Por eso los católicos creemos y
veneramos a la Virgen María como la Inmaculada Concepción. Igualmente se deduce y veneramos a María en
su Perpetua Virginidad.
Veamos que nos dice el
evangelio de San José. En primera
instancia nos dice el evangelio del domingo pasado (Mateo 1, 18-24) que José
era un hombre justo. ¿Qué implica y
significa esto? Cuando la Palabra de
Dios nos habla de una persona justa se refiere a que dicha persona era santa. Esto no significa que las cosas y sus
funciones de familia fueran más fáciles que para los demás. Sin duda alguna ellos tuvieron que trabajar
arduamente como todos en la Nazaret del primer siglo de nuestra era.
La primera lectura nos habla
del cuarto mandamiento de la Ley de Dios el honrar padre y madre. El evangelio nos dice como Jesús vivía sujeto
a sus padres (ver Lc. 2, 51). Jesús
mismo nos deja su enseñanza sobre el mandamiento divino de cuidar de los padres
(ver Mc. 7, 8–13). Esta es muy buena
ocasión para examinarnos cuan bien o mal cumplimos este mandamiento.
La segunda lectura nos San
Pablo le expone a los Colosenses (y a nosotros) como debe llevarse la vida
familiar de acuerdo al ejemplo del mismo Cristo. Muy bien fue venerado en los primeros siglos
de la cristiandad el modelo de José y María como padres en la iglesia
naciente. Sin duda alguna Jesús aprendió
de sus padres no solo un oficio y la religión.
Sino más bien el trato fraternal para con los demás y un desprendimiento
y amor total hacia todos. Sin duda
alguna de ellos aprendió tantas virtudes que después sabría llevar hasta en el
momento de su muerte.
Hoy el evangelio nos narra la
huida de la sagrada familia hacia Egipto.
Aunque el ángel (= mensajero de Dios) es quien le avisa a José es éste
quien tiene la responsabilidad de padre. O sea de cuidar y velar por el bien de
la familia. Hoy la Iglesia nos invita a
asumir a los padres el rol de José y María y los hijos asumir el rol de Jesús
como hijo abnegado.
Hoy nos corresponde aprender e
instruirnos de las virtudes de la Sagrada Familia. La fiesta de la Sagrada familia es la fiesta
de las virtudes domésticas y estas nos competen a todos los miembros de la
familia. Recordemos que las familias
cristianas y con mayor razón en estos tiempos modernos debemos ser como la
familia de Jesús.
De esta forma haremos que el modelo de la
Sagrada Familia permanezca y perdure en los corazones de todos en la familia.
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