13 de abril de 2014

¡Hosana al Hijo de David, bendito es El que viene en el nombre del Señor! Domingo de Ramos – Ciclo A

Isaías 50, 4-7: No oculté el rostro a insultos; y sé que no quedaré avergonzado
Salmo 21: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?
Filipenses 2, 6-11: Se rebajó a sí mismo; por eso Dios lo levantó sobre todo…
Mateo 26, 14-27, 66: Pasión de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo…
Con el Domingo de Ramos damos comienzo a la gran semana litúrgica (Semana Santa o Semana Mayor), esta nos conduce a la Pascua o sea a la muerte y a la resurrección del Señor, centro vital de nuestra fe cristiana. La Semana Santa con todo su contenido litúrgico y religioso popular (de nuestros países) contiene profundas vivencias religiosas.  El misterio del Dios se nos es entregado (por amor y misericordia) y la fuerza de su resurrección, como indica San Pablo, nos convocan ante la Cruz, la cual es el triunfo del amor sobre el odio, la esperanza frente a toda desesperación.

La liturgia del Domingo de Ramos contiene un gran significado simbólico.   Hoy celebramos y evocamos dos tradiciones distintas.  Por un lado recordamos y exaltamos a Jesús que entra triunfante a Jerusalén en un burrito.  Esta tradición nos viene de las primeras comunidades cristianas de la Tierra Santa en especial Jerusalén.  Por otro lado, leemos y meditamos la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo (San Mateo) cuya tradición nos viene de Roma desde los primeros siglos de la cristiandad.
Estas dos tradiciones con nuestra mentalidad moderna nos parecerán opuestas.  Pero hay que entender que el Plan de Dios la mayor parte del tiempo no concuerda con nuestra forma de ser y de pensar.  Cuando leemos la Palabra de Dios en especialmente los profetas en el Antiguo Testamento veremos que estas dos tradiciones están muy ligadas y tienen que ver una con la otra.  Ejemplo de esto lo vemos cuando Jesús le explicaba lo que tenía que suceder con el Mesías al según la Ley y los Profetas del Antiguo Testamento.
Según la tradición hebrea (Jerusalén) vemos que Jesús entro a Jerusalén en un burrito.  Esta era la forma tradicional en que entraban los reyes a Jerusalén como capital de la nación de Israel.   También según la tradición el pueblo le ponía ramos (de olivo seguramente porque era lo que más abundaba) a los pies (o al suelo).  Esto equivale a decir hoy en día que le pusieron la alfombra roja… para que sus pies no tocaran el suelo o la tierra.
Gracias a la tradición romana, hoy escuchamos la lectura de la Pasión del Señor y este año corresponde al Evangelio de San Mateo.  Hay que tener muy en cuenta que esta lectura de la Pasión del Jesús no se puede explicar del todo en una sola homilía o en una sola reflexión (como esta) ya que esta encierra el misterio más grande trascendental de la vida de Jesús o sea su pasión, muerte y resurrección del Señor.   Recordemos además como he explicado antes que aquí misterio no se refiere a como la aplica el mundo y la sociedad como algo que está oculto.   Por el contrario misterio para el cristianismo se refiere a aquello que Dios nos va revelando pero que no lo podemos entender del todo.
Mateo en su relato de la Pasión nos presenta a Jesús como el Justo que ama a Dios con toda su alma, con todo su corazón y con todo su ser.  Como a los discípulos de Emaús, la Iglesia y el Espíritu Santo nos va enseñando la misión fundamental de Jesús durante su vida terrena.  Su misión estribaba o consistía en darnos el mensaje de salvación como legado y vocación de su Padre Dios.
La primera lectura nos presenta uno de los cuatro cantos del Segundo o Deutero-Isaías (ver 42,1-4.7.9; 49,1-6.9.13; 50,4-9.11; 52,13-53,12) este sirve como introducción de la Pasión de Cristo que escucharemos en el evangelio de hoy.  Esta lectura del Profeta Isaías nos presenta el tercer cántico del “Siervo de Yahvé”.  En este cantico se enfatiza el sufrimiento del Mesías esperado.  Aunque la teología (o forma de interpretar) hebrea no podía aceptar el sufrimiento y dolor en el mesías. Esta lectura nos prepara para la lectura de la Pasión del Señor.  Esto es posible gracia a los primeros cristianos, quienes supieron descubrir y discernir en estos cantos de Isaías que el Mesías tenía que sufrir para que mensaje de salvación tuviera fuerza y efecto.
El relato de la pasión y muerte de Jesús en Mateo nos anticipa las celebraciones del triduo pascual.  Con la última cena nos adelantamos la celebración del Jueves Santo.  La vida, muerte y resurrección de Jesús se transforman en el Evangelio (Buena Noticia) de amor para todos sin discriminaciones.  La cruz se transforma en expresión de amor hasta el extremo y hoy se nos adelanta y anticipa la celebración en el viernes Santo.  
Que la celebración de la muerte y resurrección sea tiempo de gracia, tiempo del don de Dios para acrecentar nuestra vocación bautismal como seguimiento de Jesucristo.

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