Isaías
50, 4-7: No oculté el rostro a insultos; y sé
que no quedaré avergonzado
Salmo 21: Dios mío, Dios mío,
¿por qué me has abandonado?
Filipenses 2, 6-11: Se rebajó a sí mismo;
por eso Dios lo levantó sobre todo…
Mateo 26, 14-27, 66: Pasión de nuestro Señor
Jesucristo según san Mateo…
Con el Domingo de Ramos damos comienzo a la gran semana
litúrgica (Semana Santa o Semana Mayor), esta nos conduce a la Pascua o sea a la
muerte y a la resurrección del Señor, centro vital de nuestra fe cristiana. La
Semana Santa con todo su contenido litúrgico y religioso popular (de nuestros
países) contiene profundas vivencias religiosas. El misterio del Dios se nos es entregado (por
amor y misericordia) y la fuerza de su resurrección, como indica San Pablo, nos
convocan ante la Cruz, la cual es el triunfo del amor sobre el odio, la
esperanza frente a toda desesperación.
La liturgia del Domingo de Ramos contiene un gran
significado simbólico. Hoy celebramos y
evocamos dos tradiciones distintas. Por
un lado recordamos y exaltamos a Jesús que entra triunfante a Jerusalén en un
burrito. Esta tradición nos viene de las
primeras comunidades cristianas de la Tierra Santa en especial Jerusalén. Por otro lado, leemos y meditamos la Pasión
de Nuestro Señor Jesucristo (San Mateo) cuya tradición nos viene de Roma desde
los primeros siglos de la cristiandad.
Estas dos tradiciones con nuestra mentalidad moderna nos
parecerán opuestas. Pero hay que
entender que el Plan de Dios la mayor parte del tiempo no concuerda con nuestra
forma de ser y de pensar. Cuando leemos
la Palabra de Dios en especialmente los profetas en el Antiguo Testamento
veremos que estas dos tradiciones están muy ligadas y tienen que ver una con la
otra. Ejemplo de esto lo vemos cuando
Jesús le explicaba lo que tenía que suceder con el Mesías al según la Ley y los
Profetas del Antiguo Testamento.
Según la tradición hebrea (Jerusalén) vemos que Jesús
entro a Jerusalén en un burrito. Esta
era la forma tradicional en que entraban los reyes a Jerusalén como capital de
la nación de Israel. También según la tradición el pueblo le ponía
ramos (de olivo seguramente porque era lo que más abundaba) a los pies (o al
suelo). Esto equivale a decir hoy en día
que le pusieron la alfombra roja… para que sus pies no tocaran el suelo o la
tierra.
Gracias a la tradición romana, hoy escuchamos la lectura
de la Pasión del Señor y este año corresponde al Evangelio de San Mateo. Hay que tener muy en cuenta que esta lectura
de la Pasión del Jesús no se puede explicar del todo en una sola homilía o en
una sola reflexión (como esta) ya que esta encierra el misterio más grande
trascendental de la vida de Jesús o sea su pasión, muerte y resurrección del
Señor. Recordemos además como he
explicado antes que aquí misterio no se refiere a como la aplica el mundo y la
sociedad como algo que está oculto. Por
el contrario misterio para el cristianismo se refiere a aquello que Dios nos va
revelando pero que no lo podemos entender del todo.
Mateo en su relato de la Pasión nos presenta a Jesús
como el Justo que ama a Dios con toda su alma, con todo su corazón y con todo
su ser. Como a los discípulos de Emaús,
la Iglesia y el Espíritu Santo nos va enseñando la misión fundamental de Jesús
durante su vida terrena. Su misión
estribaba o consistía en darnos el mensaje de salvación como legado y vocación
de su Padre Dios.
La primera lectura nos presenta uno de los cuatro cantos
del Segundo o Deutero-Isaías (ver 42,1-4.7.9; 49,1-6.9.13; 50,4-9.11;
52,13-53,12) este sirve como introducción de la Pasión de Cristo que
escucharemos en el evangelio de hoy.
Esta lectura del Profeta Isaías nos presenta el tercer cántico del “Siervo de Yahvé”. En este cantico se enfatiza el sufrimiento
del Mesías esperado. Aunque la teología
(o forma de interpretar) hebrea no podía aceptar el sufrimiento y dolor en el
mesías. Esta lectura nos prepara para la lectura de la Pasión del Señor. Esto es posible gracia a los primeros
cristianos, quienes supieron descubrir y discernir en estos cantos de Isaías
que el Mesías tenía que sufrir para que mensaje de salvación tuviera fuerza y
efecto.
El relato de la pasión y muerte de Jesús en Mateo nos anticipa
las celebraciones del triduo pascual.
Con la última cena nos adelantamos la celebración del Jueves Santo. La vida, muerte y resurrección de Jesús se
transforman en el Evangelio (Buena Noticia) de amor para todos sin
discriminaciones. La cruz se transforma
en expresión de amor hasta el extremo y hoy se nos adelanta y anticipa la celebración
en el viernes Santo.
Que la celebración de la muerte y resurrección sea
tiempo de gracia, tiempo del don de Dios para acrecentar nuestra vocación
bautismal como seguimiento de Jesucristo.
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