1 Reyes 19, 9. 11-13: Quédate en el monte,
porque el Señor va a pasar.
Salmo Responsorial 84: R/. Muéstranos, Señor, tu
misericordia.
Romanos 9, 1-5: Hasta quisiera verme
separado de Cristo, si esto fuera para bien de mis hermanos.
Mateo 14, 22-33: Mándame ir a ti caminando
sobre el agua.
Hoy en día está muy de
moda querer conocer a Jesús solo desde su perspectiva humana. Ejemplo de esto tenemos los documentales que
salen en varias cadenas televisivas. Esto
en sí mismo no está mal. El problema estriba
en que nos olvidamos de otro atributo que es tan importante como el primero. O sea que nos olvidamos del aspecto divino de
Jesús. Escuchar este tipo de
documentales de personas que no tienen ninguna conexión cristiana o religiosa
(por ejemplo; ateos y/o agnósticos) suena como algo natural. Pero esto (estudiar solamente la humanidad de
Jesús sin considerar su naturaleza divina) a la vez resulta una gran tentación
para muchos eruditos que se hacen llamar cristianos. Claro está esto trae como consecuencia una
gran confusión entre los cristianos.
Para poder comprender esta
reflexión (como cualquier otra reflexión sobre Cristo) tenemos que tener en
cuenta la fe. Esta palabra tan pequeña
pero con más grande de los significados que pueda tener una palabra en nuestro
vocabulario. “La fe es la garantía de lo que se espera; la prueba de lo que no se
ve” (Hb. 11, 1). “Porque no hay nada imposible para Dios”
(Lc. 1, 37).
El primer libro de los
Reyes nos presenta lo que los biblistas suelen llamar el ciclo de Elías (Elías
significa "mi Dios es Yahveh"). Este fragmento hace alusión del viaje de
Elías al monte Horeb donde Dios había establecido su alianza con su Pueblo
Elegido usando a Moisés como intermediario.
Elías llega a refugiarse tras una persecución en su contra en la misma
fuente de la alianza que Dios establecido allí con su pueblo. Esto sin duda alguna encierra un gran
simbolismo.
Hay dos detalles que
debemos tener en cuenta al reflexionar en este texto del Antiguo Testamento. Primero, que Dios va a pasar o sea que Dios
se hace o siempre está presente. Los
profetas del Antiguo Testamento de una u otra forma les recuerdan tanto a los
reyes como al mismo pueblo esta presencia de Dios ante su pueblo la cual nunca
falla aunque el pueblo falle como lo fue en este caso con el Profeta Elías y el
pueblo de Israel. Segundo, Dios se hace
presente como el mormullo de una brisa suave.
No cabe duda que Dios se puede hacer presente de cualquier forma (ver
Gn. 18, 14 & Lc. 1, 37). Pero en
este caso el autor bíblico nos quiere dar a entender que Dios actúa muchas
veces de formas incomprensibles para la mente humana.
Los capítulos 9 al 11 de
la Carta a los Romanos el apóstol trata un importante asunto que le causó
intenso desconsuelo: Israel en el plan salvador de Dios. Hoy en día podemos ver como la Iglesia
Católica (desde el Papa Francisco junto al Magisterio en comunión) mantiene
relaciones fraternales y de dialogo religioso con otras religiones (como lo son
el judaísmo y el islamismo). Como laicos nos toca al pueblo de Dios
hacernos eco de este diálogo interreligioso.
Pero como he mencionado anteriormente “no podemos dar lo que no tenemos”.
La formación permanente (reeducarnos en la fe) de los laicos es
sumamente vital para dar razones de nuestra fe tanto cristianos de otras
tradiciones como a no cristianos.
Este episodio de San Mateo
del caminar sobre las aguas nos evoca varios aspectos de la Resurrección del
Señor. Este encierra elementos pascuales (ver Mt. 28, 5 & Mt. 28, 10). Recordemos que la Iglesia nació antes que el
Nuevo Testamento. De hecho fue la
Iglesia quien lo escribió. Por eso se
dice que los libros (y cartas) del Nuevo Testamento fueron escritos desde una
mentalidad post-resurrección.
La fe se convierte en este
texto el mensaje central. Pedro le pide
a Jesús el caminar sobre las aguas tal como lo estaba realizando el mismo
Señor. Vemos que después de varios pasos
Pedro se hundía. ¿Por qué has dudado de
tu fe? Conviene que retomemos esta
pregunta (y otras similares o en la misma línea de pensamiento) para nuestra
reflexión personal. ¿Qué cosas hacen
tambalear nuestra fe? ¿Cuándo mi fe se
debilita como la hago crecer y aumentar?
Oración, sacramentos (eucaristía y confesión), dirección espiritual,
estudio (formación permanente) y más oración son herramientas que Cristo y su
Espíritu Santo le han dado a la Iglesia (quien es depositaria de la fe) para
hacer que nuestra fe (y por ende la esperanza y caridad) se mantenga sólida y
perseverante. Recodemos que donde todo lo
demás se hunde (como el agua y hasta nuestra alma y ser) ahí suele caminar
Cristo.
San Juan Pablo II nos solía
decir: “no tengan miedo”. De la misma forma recordemos que Jesús nos
sigue diciendo (usando a los últimos papas como intermediarios): “Ánimo, soy Yo, no tengan miedo”. ¡Que así nos ayude Dios!
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