Isaías 55, 1-3: Vengan a comer.
Salmo Responsorial 144: R/. Abres, Señor, tu mano y nos
sacias de favores.
Romanos 8, 35. 37-39: Nada podrá apartarnos del amor que Dios
nos ha manifestado en Cristo Jesús.
San Mateo 14, 13-21: Comieron todos hasta saciarse.
Los contratos es algo que
siempre ha estado (y estará) de moda. El
contrato es un acuerdo verbal o escrito entre dos o más personas. Los contratos son revocables (y hasta se
pueden romper) y se crean a proporción y/o medida de la conveniencia de las
partes. Pero no se puede confundir el
contrato con una alianza. Una alianza es
un convenio o pacto entre dos o más personas, hecha a fin de prosperar en
objetivos comunes y consolidar intereses en común.
En el Antiguo Testamento
hace referencia al pacto que se estableció entre Dios y su pueblo. Para esta alianza había algún personaje
concreto (como Noé, Abraham, Moisés, Josué, etc.) representaba a todo el Pueblo
Elegido. Nosotros los cristianos hemos
encontrado el valor de la Nueva Alianza en el acontecimiento de la vida, muerte
y resurrección de Jesucristo o sea su obra redentora que han sido las claves
para este nuevo pacto de salvación.
Tanto los que llamamos Antigua Alianza como la Nueva Alianza han sido (y
son) un pacto de amor. Lo que hace
diferente uno del otro es la forma particular y distinta de entender y
sobrellevar esta alianza.
Hoy en día tenemos la “dañina tentación” de pensar en el
matrimonio como un contrato. Esto es
algo que se da en los “matrimonios
civiles”. Para los católicos (y
hasta otros credos cristianos, más cercanos a Lutero) el matrimonio es una
alianza. Debemos entender que la alianza
no se puede romper así porque así. En el
caso del matrimonio la alianza crea o forma una institución. Esta institución se llama matrimonio y su
fruto principal son los hijos o sea su procreación. Fijémonos en esta última palabra
“procreación” esto significa estar a favor de creación y más allá que como
cristiano debemos participar y ser cooperadores con Dios en su obra creadora.
La segunda parte o sección
del Libro de Isaías (caps. 40-55) tiene un trasfondo histórico muy distinto a
la primera parte de este libro (caps. 1-39).
Como contexto histórico de estos capítulos tenemos que el Pueblo judío
estaba desterrado en Babilonia, y el profeta (anónimo) predicó u proclamó un
mensaje de esperanza a los exiliados, anunciándoles su próxima liberación. Los oráculos de este profeta fueron luego
incorporados al libro de Isaías, y a su autor se lo designa habitualmente con
el nombre de "Déutero Isaías"
o "Segundo Isaías".
En la primera lectura está
tomada del libro del profeta Isaías, Dios se manifiesta y revela a su pueblo
como un educador recordándonos la promesa de una alianza eterna que había
realizado con su pueblo. El hagiógrafo
nos advierte los peligros de buscar saciar nuestra sed y nuestra hambre en las
fuentes equivocadas: “¿Por qué --nos dice
profeta-- gastar dinero en lo que no
alimenta, y el salario en lo que no da hartura?” (Is 55, 2). Podemos apreciar que el profeta nos ofrece la
salvación por medios de símbolos comerciales.
Este capítulo 55 del
Profeta Isaías culmina con un llamado a la esperanza. ¿No están cansados de todos los bienestares que
adquirieron sin esfuerzo durante su destierro?
Es Dios quien nos da y siempre nos da primero. Solamente El espera que le abramos la puerta
de nuestro corazón y de todo nuestro ser. Además nos propone el profeta que escuchando
atentamente la Palabra de Dios obtendremos la vida y vida en el alma (vida
eterna) como suelen decir otras versiones bíblicas. Jesús nos ofrece el reposo (ver Mt. 11, 28),
nos entrega el pan de vida (ver Jn 6) para la vida eterna, se nos da a sí mismo
como “El” amigo (ver Ap. 3, 20) que
nunca falla.
San Pablo en su Carta a
los Romanos nos reafirma a grandes rasgos la esperanza cristiana. Nos precisa que aunque hay un juicio Dios
está de nuestro lado por dos razones. En
primer lugar porque Dios tiene una alianza con los cristianos. Claro está nosotros respondemos o no a esta
alianza amor. Segundariamente porque
Dios es infinitamente amoroso y misericordioso.
El profeta Isaías, nos
muestra por así decirlo, el negativo de la foto que nos muestra San Pablo. “Está
cerca el que me hace justicia: ¿quién me va a procesar? ¡Comparezcamos todos juntos! ¿Quién será mi adversario en el juicio? ¡Que se acerque hasta mí!” (Is. 50, 8). El profeta aquí nos proyecta una esperanza
que esta intrínsecamente ligada a la fe en Dios como padre amoroso y lleno en
misericordia. Porque el amor es mucho
más fuerte que la muerte y además nadie puede (ni podrá) separarnos de ese
Amor.
Hoy el Santo Evangelio nos
presenta la multiplicación de los peces y panes. Uno de los puntos comunes de este texto y
otros similares es el pan. El pan era el
alimento por excelencia, y comer el pan significaba servirse una comida
esencial. Estos textos han sido
propagados y predicados oralmente durante algún tiempo, había ideas comunes y
palabras-claves que ayudaban a encadenar y relacionar unos relatos con otros. Este fue el trabajo fundamentas de los
editores de la Biblia. El texto mateano
nos dice que se recogieron las sobras, como hizo Eliseo (ver 2Re. 4, 43); este
detalle confirma que todos comieron hasta saciarse, como pasó con el maná en el
desierto (Éx. 16, 12).
![]() |
Recordemos Jesús es Pan de
Vida y Pan de Vida Eterna. Que crezca en cada uno de nosotros el amor y la
devoción a Jesús Sacramentado. De igual
forma renovemos desde lo más profundo de nuestro interior esa Alianza de Amor
que el mismo Jesús sello con su vida (llena de amor y servicio para todos),
pasión (sufrimiento y angustia) muerte y resurrección (obra salvadora y redentora). De igual forma renovemos desde lo más
profundo de nuestro interior esa Alianza de Amor que el mismo Jesús sello con
su vida, pasión, muerte y resurrección.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario