17 de febrero de 2015

¿Por qué se nos impone ceniza al comenzar la Cuaresma? Miércoles de Ceniza – Ciclo B

Nos podríamos cuestionar por qué titular esta reflexión con ésta pregunta: “¿Por qué se nos impone ceniza al comenzar la Cuaresma?”  Todos los años los miércoles de cenizas vemos como los templos católicos se aglomeran.  Este día (como es el caso del Viernes Santo) vemos gente que comúnmente no vemos en Misa el resto del Año Litúrgico. 
Por un lado esto es bueno, ya que este día sin duda alguna es un gran día para comenzar una vida nueva llena de un gran discernimiento de conversión.  Y no hay mejor cosa que inspire a la conversión de mi hermano(a) que la genuina conversión que otros puedan ver y palpar de mi persona.  Y de eso se trata la cuaresma, de movernos a la conversión para llegar a la gracia y al amor de Dios.  Pero esto es algo que tiene y deber dar el círculo completo.  O sea debe transcender lo personal para que se adentre en lo comunitario.
Las cenizas tienen un grandioso sentido penitencial, que se ha ido manifestando desde los tiempos antiguos tanto para el Pueblo Judío como para los cristianos.  Pero es muy beneficioso y eficaz comprender, el porqué de la imposición de la ceniza, con la cual comenzamos la Cuaresma. 
Detrás de la ceniza hay una puerta y espejo a la misma vez.  Quizás podríamos notar, pero si esa puerta y espejo cubierta con la ceniza y lo que esta representa seguro que la veamos algo empolvada, cubierta de barro y muchas veces hasta mugrienta.  La ceniza simboliza como ya había indicado antes, nuestra vida penitencial y la conversión. 
Nuestra vida de pecado se asemeja; a la mugre que requiere una limpieza especialmente con agua, al polvo que por más que lo sacudimos siempre está ahí, y al barro que nos cuesta sacarlo pero sin duda alguna con esmero y dedicación puede ser depurado. 
En distintas ocasiones el gran papa polaco, Juan Pablo II explicaba: “si el mundo pierde el sentido del pecado, pierde también el sentido del amor de Dios y de la gracia de Dios”.

Al tratar de mirar esa puerta/espejo nos estamos observando a nosotros mismo.  Todo lo que opaca a esa puerta, son nuestros pecados y nuestra indiferencia hacia las virtudes teologales (fe, esperanza y caridad) y todas las demás virtudes para con  nosotros y hacia todos los demás.  Podríamos decir que la indiferencia religiosa (religión significa tratar con Dios) se puede convertir en un pecado.  Este sería un pecado de omisión o sea el pecado de no haber realizado algo que en plena conciencia debíamos haber cumplido, como nos enseña la Iglesia y rezamos en la Oración del Credo.
La cuaresma es tiempo propicio de limpiar y sanar las heridas del nuestros pecados que nos impide ver con claridad esa puerta que es la entrada al amor y a la gracia de Dios.  Por eso la iglesia nos exhorta a practiquemos tres cosas en la cuaresma: la oración, el ayuno y la limosna.  Pero además este es un tiempo preciso para ir al desierto o sea hacer un retiro que nos abras las puertas de la gracia y del amor de Dios.
Me acuerdo que cuando estaba en mis años escolares, ya en el septo (6º) de primaria un compañero de la escuela que no era católico me pregunto que si la cuaresma se trataba solo sobre la muerte “ya que el sacerdote se viste de luto” o sea morado.  La verdad que a esa edad no sabía que contestarle pero le dije que la próxima semana le tendría la respuesta.  Le pregunte a un sacerdote de la parroquia y este me explico que la cuaresma si se trataba de muerte pero no solo eso sino que se trata también de la vida. 
Me decía el sacerdote de la Orden de la Merced (aka Mercedarios) que al finalizar la cuaresma como se representa en el Vía Crucis, murió Cristo.  De la misma forma debe morir el pecado en nuestras vidas.  Pero no debemos olvidar que como rezamos en el Credo en la Santa Misa todos los domingos Cristo Resucito al tercer día.   Me decía, por lo tanto la cuaresma se trata de muerte pero más aún se trata de vida.
Hoy en día este amigo mío, se hizo católico a los 16 años de edad y no solo eso sino también que es sacerdote.  Hace varias atrás (cuando fui a Puerto Rico a su 16º aniversario presbiteral, hace varias semanas atrás) este me decía que mi contestación no solo hizo que él se hiciera católico sino que entrara al seminario y se ordenara sacerdote.
En este sentido, tras la imposición de las cenizas en nuestra frente se nos suele decir: “acuérdate de que eres polvo y al polvo has de volver” (ver Gn. 3, 19).  Pero como la semilla o como el grano hay que enterrarla en la tierra para que esta muera y luego de frutos.  Así mismo es la vida del cristiano, vivimos, morimos y tenemos la fe y la esperanza que al igual que Cristo resucitaremos un día para vivir plena y perenemente ante la presencia del Dios Altísimo e Omnipotente para alabarle eternamente. Por eso al adquirir la fe y la esperanza que nos encaminan a la vida eterna se nos invita a vivir en todo momento en la caridad fraterna ya que esta es la forma más apropiada de mostrar hacia los demás el Amor que brota del mismo corazón de Dios.
La cuaresma de por si es como ese desierto donde por cuarenta días la Iglesia nos prepara para la Pascua de Jesucristo.  Entremos en ese desierto con Jesucristo donde desde el silencio del corazón meditamos la Palabra de Dios (en especial aquellos pasajes más próximos a la pasión, muerte y resurrección de Cristo).  Recordemos que el silencio y la oración son hermanos gemelos donde ambos se entrelazan con simplicidad y naturalidad.
La cuaresma nos debe mover al ayuno y no solo de los alimentos sino también el ayuno de todas esas cosas que hago o digo superfluamente y muchas veces sin un sentido recto y apropiado.  En esta mismo sentido la cuaresma nos motiva a tener hambre inagotable del que es el Pan de Vida que ha bajado del Cielo pero no como el mana.  Ya que el mana bajo para saciar un hambre temporal mientras que el Pan de Vida Eterna baja para saciar esa hambre del alma y del espíritu la cual parece no terminar mientras estamos en esta vida.
Como resultado y conclusión de la oración que nos inclina al amor de Dios (y con Dios) y a la fraternidad con los hermanos nos vemos inclinados a vivir esa caridad (= amor hecho acción) fraterna (la cual no es solo dar limosnas) o sea vivir ese amor demostrado por las obras.  La caridad fraterna, vivida plenamente por Jesucristo según lo atestiguan los Santos Evangelios, es como ese sello indeleble (que no se borra) que nos mueve (como lo hizo con la Beata Madre Teresa de Calcuta) a obrar en misericordia con todos en especial con aquellos que el mundo y la sociedad echa a un lado y los margina.

¡Que esta cuaresma haga que mi vida se transforme por la escucha de su Palabra!  ¡Que esta cuaresma haga que mi vida sea cambiada por la acción del Espíritu Santo!  ¡Que esta cuaresma haga que mi vida sea transformada por el Amor que todo los puede, por el Silencio que es por donde mejor se escucha y discierne en la oración y por el Fuego que todo lo renueva y lo purifica!  ¡Que así sea!

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