24 de diciembre de 2015

La Natividad del Señor, la Teofanía entre las teofanías

La Navidad suele ser manipulada y los medios de comunicaciones seculares nos las presentan como una fiesta de niños.   Eso está bien en la Navidad pero no lo es todo.  

Muy bien podemos ver como en los medios de comunicaciones seculares y el comercio se ha querido arrancar el nombre Navidad.  Esto es palpable cuando se despiden de nosotros diciendo “felices fiestas” (Happy Holidays).

La Encarnación de Jesucristo es la mayor de las Teofanías de Dios.  ¿Qué es una teofanía?  Teofanía del griego antiguo Theos” que significa "Dios" y “faino” que es "manifestación" o "aparición".  Tanto en el Antiguo Testamento (AT) como en el Nuevo Testamento (NT) se dieron distintas teofanías.  Veamos algunas de estas teofanías.
La primera teofanía que nos presenta el AT en el Libro del Génesis es cuando el Señor Yahvé se le apareció a Abraham junto a los árboles de Mambré que le apareció por medio de tres ángeles (ver Gn. 18, 1-15).  Otra teofanía del AT aparece en el Libro del Éxodo y quizás la más difundida es cuando Dios se le manifiesta a Moisés por medio de la zarza ardiente (ver Ex.  3, 1-15).  Otra teofanía de la cual se nos da testimonio en el Éxodo fue cuando dio las Tablas de la Ley (diez Mandamientos) en el Monte Sinaí (ver Ex. 19, 1-25).
El NT hay varias teofanías también y es muy apropiado discutir algunas de estas teofanías.  La Encarnación o Natividad (= nacimiento) de nuestro Señor Jesucristo es la más grande de la teofanías del NT pero lamentablemente es la más olvidada y no se ensena y explica que es una Teofanía.
¿A quiénes se les manifestó Cristo Jesús después de su nacimiento?  Los primeros privilegiados fueron José y María.  San Lucas nos dice que los próximos a presenciar esta gran Teofanía fueron los pastores.  Es muy importante tener en cuenta quienes eran los pastores.  Estos eran los más marginados, despreciados ya que no sabían leer ni escribir.  Por tal razón no podían entrar en las sinagogas y por ende tampoco podían entrar en el Templo de Jerusalén.  Su trabajo era realizado de noche.
Los ángeles se les manifestaron a estos ya que eran los únicos que estaban despiertos en la noche.  Estos podríamos decir también que formaban parte de los Anawim o sea los pobres de Yahveh.   Lucas en su evangelio nos indica que estos fueron a adorar (ver Lc. 2, 8-20) al Emanuel al Dios con nosotros (Emanuel es un título del Señor y no un nombre propio como lo es Jesús) a Jesús o sea al Dios que nos salva.
Lamentablemente algo que se nos suele olvidar en este tiempo de Navidad es que el que el Rey de reyes, el Dios de Dios, el Dios verdadero de Dios verdadero se hizo carne.  Como nos dice San Pablo: “se hizo semejante a nosotros” (ver Fil. 2, 7) y reafirma la Carta a los Hebreos (cuyo autor es desconocido) que fue igual a nosotros “menos en el pecado”; (Heb. 4, 15).
Es muy sabido que la cara de Dios nadie la podía ver (ver Ex. 33, 18-23) eso le dijo Dios a Moisés.  Con el nacimiento de Jesús el hombre, el ser humano vio a Dios “cara a cara”.  O sea lo que no pudo hacer Moisés y los damas personajes del AT pudo ser posible en el NT.
Nuestros hermanos esperados o protestantes nos dirán y cuestionaran que Jesús no nació el 25 de diciembre.  Varios puntos a recordar.  Los cristianos y los católicos no celebramos días sino celebramos los hechos o eventos.  Si un hermano sea católico o no, me cuestione que Jesús no nació en esta fecha yo sin duda alguna le diré que me demuestre y me diga que fecha en El nació.   Ya que San Lucas no habla de fechas sino de hechos, o sea que lo que importa es que Jesús nació y se encarnó.
San Pablo en su Carta a los Filipenses nos brinda el himno cristológico que pueda tener todo el NT.  “Tengan entre ustedes los mismos sentimientos de Cristo Jesús.  Él, que era de condición divina, no consideró esta igualdad con Dios como algo que debía guardar celosamente: al contrario, se anonadó a sí mismo, tomando la condición de esclavo y haciéndose semejante a los hombres.  Y presentándose con aspecto humano, se humilló hasta aceptar por obediencia la muerte y muerte de cruz.  Por eso, Dios lo exaltó y le dio el Nombre que está sobre todo nombre, para que al nombre de Jesús, se doble toda rodilla en el cielo, en la tierra y en los abismos, y toda lengua proclame para gloria de Dios Padre: Jesucristo es el Señor” (Fil. 2, 5-11).
San Pablo nos dice que Jesús, el Verbo era el principio de todo.  “Él es la Imagen del Dios invisible, el Primogénito de toda la creación, porque en él fueron creadas todas las cosas, tanto en el cielo como en la tierra, los seres visibles y los invisibles, Tronos, Dominaciones, Principados y Potestades: todo fue creado por medio de él y para él.  Él existe antes que todas las cosas y todo subsiste en él.  Él es también la Cabeza del Cuerpo, es decir, de la Iglesia.  Él es el Principio, el Primero que resucitó de entre los muertos, a fin de que él tuviera la primacía en todo, porque Dios quiso que en él residiera toda la Plenitud.  Por él quiso reconciliar consigo todo lo que existe en la tierra y en el cielo, restableciendo la paz por la sangre de su cruz” (Col. 1, 15-20).
Desde el Génesis y con  los profetas podemos entender como Dios le prometió la redención (ver Gn. 3, 15) a todo el género humano.  Como suele decir el apologista católico Frank Morera la creación solo pudo ser redimida por Aquel quien hizo la creación.  Recordemos que Dios creo por medio de la Palabra “Dijo Dios” (ver Gn. 1, 3…).   Entonces quien creo lo visible y lo invisible fue el Verbo. 
Hay otras teofanías en el NT que quisiera nombrarlas estilo “visita de doctor” estas son el Bautismo y la Transfiguración del Señor. 
Nos dice San Mateo: “Una vez bautizado, Jesús salió del agua. En ese momento se abrieron los Cielos y vio al Espíritu de Dios que bajaba como una paloma y se posaba sobre él.  Al mismo tiempo se oyó una voz del cielo que decía: Este es mi Hijo, el Amado; en él me complazco” (Mt. 3, 16-17).  Aquí podemos ver como el Padre y el Espíritu Santo reafirma la misión de Jesús de salvar al género humano.
Jesús toma a Pedro, Santiago y a Juan para que fueran testigos de su Trasfiguración (ver Mt.17, 1-13).  Aquí surge esta manifestación por la cual Jesús recibe el aviso de su muy cercana pasión.  Pero notaremos que la voz divina aquí también resalta la misión para la cual fue elegido (Mt. 17, 5).
Desde el nacimiento y durante toda su vida hasta la muerte y resurrección Jesús fue una teofanía continua para el pueblo judío.  Hoy en día los cristianos seguimos teniendo una continua teofanía en el Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Jesucristo.  Un día Dios se le manifestó a Moisés por medio de la zarza ardiendo sin consumirse.  Hoy en cada altar de los templos católicos tenemos una eterna teofanía por medio de la Sagrada Comunión o Eucaristía (ver Mt. 26, 26-29).
Yo suelo escuchar como muchos cristianos suelen decir que Cristo se fue y dejo sola a la Iglesia.  Esto en palabras sencillas es no tener fe y más aun no conocer las Escrituras y a la Iglesia.  Ya mencione de la presencia real de Jesús en la Eucaristía.  Cristo está presente en la Iglesia que como ya mencione es el Cuerpo de Cristo donde este es la Cabeza (ver Col. 1, 15-20).  Además donde hay dos o tres (y muchos más ya que donde caben 10 caben 100) reunidos en el nombre del Señor (ver Mt. 18, 20) ahí está El presente.
Que en esta Navidad Cristo renazca en cada uno de nuestros corazones y que a la vez reaviva nuestro compromiso bautismal para servirles a todos en especial a los más necesitados.

¡Que María Santísima nuestra Señora de Belén quien llevó (ver Lc. 2, 51) en su corazón las memorias del nacimiento de su Hijo, Dios con nosotros, ore e interceda siempre por sus hijos!

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