4 de febrero de 2016

Preguntas & Respuestas: ¿Qué pasos debemos obtener para alcanzar la salvación?

Pregunta:
¿Qué pasos debemos obtener para alcanzar la salvación?  O simplemente ya tenemos ganado la salvación.  Porque Cristo murió por nosotros y otorgamos el perdón y la salvación.
Respuesta:
Saludos cordialmente a todos en Cristo Jesús.  Esta fue una pregunta que formuló un hermano a través de Facebook.
Yo diría que hay muchos pasos y uno solo a la misma vez para obtener la salvación.  El paso más importante para la vida cristiana y por ende para la salvación es el amor o sea el Amor de Dios (Dios es fuente Única del amor).  Veamos lo que nos dice el Catecismo de la Iglesia Católica (CIC) citando a San Pablo: El hombre, llamado a la bienaventuranza, pero herido por el pecado, necesita la salvación de Dios.  La ayuda divina le viene en Cristo por la ley que lo dirige y en la gracia que lo sostiene: ‘Trabajad con temor y temblor por su salvación, pues Dios es quien obra en ustedes el querer y el obrar como bien le parece’ (Flp 2, 12-23)” (CIC # 1949).
Para entender lo que es la Salvación que Cristo y la Iglesia quieren para todo ser humano debemos entender los contextos de la Creación y los eventos que siguen a la creación que nos narra el Libro del Génesis (génesis en hebreo se dice ‘Bereshit’ que significa ‘en el principio’).  En el principio, cuando Dios creó los cielos y la tierra, todo era confusión y no había nada en la tierra. Las tinieblas cubrían los abismos mientras el espíritu de Dios aleteaba sobre la superficie de las aguas (Gn. 1, 1-2).  Estos dos primeros dos versículos del Génesis y de toda la Biblia podemos apreciar la cercanía muy profunda de Dios con este mundo.  Además este hay que indicar que este texto es prefiguración del Sacramento del Bautismo que es la puerta de la salvación. 
Continuando con este relato de la creación hay que todo era bueno o sea que todo estaba según el criterio de Dios.  “Dijo Dios: ‘Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza. … Y creó Dios al hombre a su imagen.  A imagen de Dios lo creóVarón y mujer los creó’” (Gn. 1, 26-27).    Aquí en hagiógrafo o autor bíblico no solo los creo (al hombre y a la mujer) buenos sino que más bien los creo a su imagen y semejanza.  O en otras palabras,  los creo para que vivieran en plena armonía con Dios y que vivieran con los hábitos (dones) de Dios (ej. amor, santidad, etc.).
¿Qué significa que el hombre es imagen y semejanza de Dios?  Primero hay que distinguir que Dios NO es imagen nuestra o sea que es todo lo contrario, nosotros los seres humanos somos imagen y semejanza de Dios.  Dios no tiene las distintas partes (piernas, brazos, manos, cabeza, cara, etc.) del cuerpo físico o humano como lo tenemos nosotros.  Somos imagen de Dios ya que poseemos un alma espiritual.    
La única creatura que puede conocer a Dios, amarle y buscar a Dios es el hombre (ver CIC # 356).  La bienaventuranza nuestra es tal que solo el hombre puede ser capaz de ser parte, gracias al conocimiento y al amor, de la misma vida de Dios.  En otras palabras, los seres humanos somos participes del plan de Dios“¿Qué cosa, o quién, fue el motivo de que establecieras al hombre en semejante dignidad? Ciertamente, nada que no fuera el amor inextinguible con el que contemplaste a tu criatura en ti mismo y te dejaste cautivar de amor por ella; por amor lo creaste, por amor le diste un ser capaz de gustar tu Bien eterno (Santa Catalina de Siena, Il dialogo della Divina providenza # 13).
El ser humano desde la creación quedo destinado a ser-hombre & 'ser-mujer.  Ya esto nos da una pista fundamental del porqué de la identidad (imagen) que tenemos con Dios.  La cuatro letras del Tetragrámaton YHWH se podría definir como Yo Soy (o Yo Soy el que Soy).  Solo Aquel quien es Ser Omnisapiente, Omnipresente, Omnipotente, Infinito, Todo Amor puede darnos la identidad y la dignidad de ser hombre y ser mujer.  En nuestra creación y en nuestra diferenciación (hombre–mujer) se refleja la sabiduría y la bondad sin límites del Creador.  “El primer hombre fue no solamente creado bueno, sino también constituido en la amistad con su creador y en armonía consigo mismo y con la creación en torno a él; amistad y armonía tales que no serán superadas más que por la gloria de la nueva creación en Cristo (CIC # 374). 
Entonces ¿Qué dañó esta amistad y armonía (justicia original; aquí hablamos de la justicia de Dios {tanto como virtud como don}) del hombre para con Dios su Creador?  El mismo CIC nos da la respuesta de esta pregunta: “Toda esta armonía de la justicia original, prevista para el hombre por designio de Dios, se perderá por el pecado de nuestros primeros padres (CIC # 379).  O sea que es el pecado la causa de nuestra perdición pero Cristo (por medio de su Gracia,  de la Iglesia y por los sacramentos que El instituyó) es la razón para nuestra redención y salvación.
Nos dice San Pablo para gran esperanza y consuelo nuestro que: “Al sobrevenir la Ley, se multiplicaron los delitos, pero donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia.  Y del mismo modo que el pecado estableció su reinado de muerte, así también debía reinar la gracia que, al hacernos ‘justos’, nos lleva a la vida eterna por medio de Cristo Jesús, nuestro Señor” (Rm. 5, 20-21).   Esta es una promesa que tiene su origen en el Libro del Génesis: “Haré que haya enemistad entre ti y la mujer, entre tu descendencia y la suya.  Ella te pisará la cabeza mientras tú herirás su talón” (Gn. 3, 15).  Este texto del Génesis sin duda alguna es de gran consuelo y esperanza en especial los que buscamos y trabajamos por la salvación.
La Salvación la hemos ganado por la obediencia de Jesús (de padecer, morir [en una cruz] y resucitar) al Padre Dios, y para obtenerla o mejor dicho para poder ser partícipes de ella necesitamos un signo sensible y palpable (que nos confiere la Gracia [santificante & sacramental]) instituido por el mismo Jesucristo y este es el Sacramento Bautismo (ver Marcos 16, 15-16).  Por eso la Iglesia enseña que el Bautismo es el sacramento de la fe y la puerta de la salvación.  Pero nos debemos preguntar: ¿una casa está compuesta solamente por la puerta?  Por eso además del bautismo falta un elemento que no podemos olvidar y es el creer y tener fe.
Esto implica que la cosa no termina aquí ya que la fe requiere de las obras de misericordia (ver Mateo 25, 34-40; Santiago 2, 14-26).  Tengan en cuenta que cuando San Pablo dice que la fe no nos justifica por las obras aquí él se refiere a las obras de la ley mosaica (ver Romanos 3, 21-31).  
“¿Creen ustedes que con la fe suprimimos la Ley? De ninguna manera; más bien la colocamos en su verdadero lugar” (Romanos 3, 31).  ¿Qué quiso decir Pablo con esto?  La respuesta la veremos en el Evangelio de San Mateo: No piensen que vine para abolir la Ley o los Profetas: yo no he venido a abolir, sino a darle cumplimiento (Mateo 5, 17).  La fe en Cristo Jesús nunca (y nunca aquí significa NUNCA) podrá suprimir la ley (ni los profetas) porque de la misma forma que Él es el Alfa & el Omega, Cristo es el Principio y Final de la Ley y los Profetas (en todo el sentido de la palabra).
Cuando compramos un equipo o un mueble por lo regular o usualmente estos vienen con un manual de instrucciones.  Toda la Palabra de Dios (hay que recordar que contrario a lo que dicen y enseñan nuestros hermanos esperados {a.k.a. protestantes} sobre la “Sola Escritura” {lo cual no tiene fundamento bíblico} para los Católicos la Divina Revelación {a.k.a. la Palabra de Dios} tiene dos fuentes y estas son: la Tradición Apostólica {hoy en día el mejor recurso para conocer la Tradición Apostólica es el Catecismo de la Iglesia Católica} y la Palabra Escrita o Biblia) podríamos decir que es ese manual de instrucciones que Dios nos ha dejado como manual de instrucciones para nuestra salvación. 
Pero tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento hay dos “manuales de instrucciones” más específicos.  En el Antiguo Testamento seria los 10 Mandamientos de la Ley de Dios (ver Éxodo 20, 1-21) y en el Nuevo Testamento lo son las Bienaventuranzas (ver Mateo 5, 1-12).
Cuando yo enseño {ya sea una catequesis o cualquier otra charla} los Mandamientos de la Ley de Dios o el Decálogo (= las diez palabras) las intercalo con las Bienaventuranzas.  Recordemos que a Jesús le preguntaron que había que hacer para salvarse (ver Mateo 19, 16-26) o para ganar la Vida Eterna que es lo mismo.  O sea que para salvarnos debemos cumplir los mandamientos (aquí entran las obras de misericordia tanto humanas como espirituales).
Ya no cumplimos el Decálogo como meros mandamientos sino que los cumplimos porque hay UNO (Jesús {Jesús en hebreo Yeshua  significa Yahvé Salva} de Nazaret) que le dio el pleno y verdadero sentido a los mandamientos.  Esto es lo que nos quieren hacer ver las Bienaventuranzas.  Estas sin duda alguna son el retrato de la vida de Jesús.  Si nos fijamos notaremos que estas no están redactadas como leyes como sucede con el Decálogo.  Estas son una invitación a un proyecto de vida, de vida en amor de Dios el cual acogiéndolo y haciéndolo nuestro debemos darlo a los demás.
¿Cómo cuadra esto con la salvación?  Un día seremos juzgados por el amor y en el amor que hayamos brindado a los demás.  ¿Cómo sabremos que amamos a los demás?  Simplemente por todas las cosas que hagamos sin ningún interés (propio o humano) por nuestros hermanos.  Estas cosas que hacemos por los demás se han de traducir por los Mandamientos y por las obras de misericordia (humanas y espirituales).
Junto a la fe y a la esperanza en nuestro Bautismo también recibimos la caridad.  Estas tres virtudes (fe, esperanza & caridad) la Iglesia las llama las virtudes teologales porque estas vienen de Dios y las da Dios.  La caridad suele ser mal definida y por ende mal entendida.  Muchos piensan en la caridad como el dar limosnas.  La verdad es mucho más, muchísimo más que eso, la caridad es el amor hecho acción.  O sea que podemos decir que seremos juzgados por la caridad que hayamos vivido en y con los demás.
Cumplir y vivir según las Bienaventuranzas es un indicativo de la transformación y conversión (hacia el mismo Dios) que hace en nosotros el mismo amor de Dios.  Las Bienaventuranzas son una propuesta revolucionaria (ya que no cuadra con los planes de la sociedad y el mundo) que apela a nuestra libertad.  Recordemos que la libertad siempre debe obrar para el bien, lo contrario a esto o sea elegir hacer el mal, por ejemplo, ya deja de ser un acto de la libertad o sea que es un acto de lo contrario de la libertad lo cual es el libertinaje o sea el abuso de la libertad.
Podríamos decir que cumplir cabalmente la libertad (en el pleno sentido de la palabra) nos llevará a la salvación.  Por otro lado, el libertinaje sin duda alguna nos llevara a la perdición total ya sea (y especialmente) en lo espiritual y muchas veces en lo humano y/o físico.  Como dije la libertad nos debe siempre obrar para el bien y ¿Qué mayor bien que el mismo Dios y su amor redentor y salvador?

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