Primer Domingo de Adviento (Ciclo B)
Primera lectura: Is. 63, 16b-17.
19b; 64, 2b-7
Salmo Responsorial: Sal. 79, 2ac y 3b. 15-16. 18-19
Segunda Lectura:
1 Cor. 1, 3-9
Evangelio: Mc. 13, 33-37
Durante toda la Revelación Divina
“desde la A hasta la Z”, Dios se hace
presente de muchas formas, pero en especialmente en la Eucaristía y siempre podemos
visualizar la fidelidad que tiene Dios al darnos su Amor en todo momento. San Pablo da testimonio de la fidelidad de
Dios en su Carta a los Corintios (ver 1Cor. 1, 9).
Esta es una realidad que
muchos de una forma u otra hemos palpado y experimentado. Esto ha transformado nuestras vidas y nos ha
puesto ante las puertas de nuestros corazones y ser la salvación y la vida
eterna que de distintas maneras Él nos ha prometido.
Hoy al inaugurar él Adviento
e iniciar él Año Litúrgico la Iglesia nos presenta la Palabra de Dios que nos
pide un compromiso cabal y afianzado en la gracia y él amor de Dios. Es muy meritorio preguntarnos ¿Qué sé necesita
y precisa en está vigilancia que nos pide él Señor?
Hoy quisiera mí muy querido
hermano presentarles una ruta o plan de vida cristiana para estar en atenta y diligente vigilancia. Está ruta comienza desde el nacimiento a vida
de la gracia por medio de las Aguas Bautismales. Es muy meritorio recordar lo que la Iglesia
nos enseña que el Bautismo es la puerta de la salvación.
Desde aquí comienza nuestro
trayecto sacramental. Cristo Jesús en su
sabiduría infinita instituyo lo que la Iglesia llama los Sacramentos de la Iniciación
Cristiana que son el Bautismo, la Confirmación y la Eucaristía. Él Bautismo
y la Confirmación quizás sean realizados una sola vez, pero él compromiso que
estos sacramentos implican es para toda está vida terrena.
Él Bautismo nos da la fe
(virtud teologal) y sin fe no puede haber salvación. Aunque fe y creer no es lo mismo ambas son
indispensables para este asunto de la salvación. La fe sé nos da, pero después debe ser conocida
y creída para que vaya creciendo. San
Marco nos dice que él que crea y sé bautice sé salvara (ver Mc. 16, 16). Este mismo texto de Marco nos dice que él que
no crea sé condenara. Lamentablemente
hoy en día resuena muy alusivo él caer en la tentación de hacer caso omiso a
este texto neotestamentario.
Yo sé que son muchos los católicos
que solo se conforman con él mínimo que exige la Iglesia en cuanto a los
Sacramento de la Sagrada Comunión. Igual
sucede cuando se atañe al Sacramento de la Reconciliación solamente buscamos lo
mínimo.
Para responder a los “católicos de lo mínimo” quisiera usar
la expresión que suele usar mí compatriota boricua él ex-pastor evangélico
Fernando Casanova. “Ya que yo soy (tu eres) un cristiano y católico listo yo (tú) lo
quiero todo” y yo añado ¿para qué me voy a conformar con lo mínimo? Vuelvo y repito “yo lo quiero todo”. Así que
me muy querido hermano agúzate y ponte la pilas (las que están cargadas) para
que cuando lleguemos donde él Señor lo hagamos con todo el paquete, con todo lo
necesario para nuestra salvación.
Esta es la oferta especial
del día, veamos que contiene nuestro paquete para la eternidad. Primero y durante toda la trayectoria un amor
inagotable. Los bautizados estamos
llamados a vivir él amor por medio de la caridad que es al ‘amor hecho acción’. Luego de
esto como ya mencionamos los sacramentos la Iniciación Cristiana (Bautismo, Confirmación
y Comunión).
Continuamos con la oferta
especial del día. Como él Señor conoce
muy bien nuestra fragilidad humana nos dejó los Sacramentos de Sanación (Reconciliación
& Unción de los Enfermos). El Señor fundo
la Iglesia como Comunidad Fraterna & Eclesial por eso nos dejó los
Sacramentos al Servicio de la Comunidad (Orden Sacerdotal & Matrimonio). De
esta forma nos santificamos en lo personal y en lo comunitario.
Es por eso de forma “paralela” a los sacramentos él Señor nos
dejó la oración. Cuando los discípulos le
pidieron al Señor que les enseñara a orar este les dejó la Oración del Padre
Nuestro como modelo fundamental de toda oración. De hecho, los sacramentos poseen también oración
que cuando la escuchamos y la internalizamos van sublimando los diversos medios
que nos llevan a la salvación.
Además de los sacramentos y
la oración, la fe es de vital importancia.
Está la adquirimos (fe como virtud teologal o sea que proviene del mismo
Dios) en él Sacramento del Bautismo junto a las otras dos virtudes teologales;
la esperanza y la caridad. La fe implica
que hay que conocer a Jesús y decidir seguirle.
Le fe también implica imitar Cristo e imitando al Señor vayamos
creciendo en santidad. Por medio de la
santidad somos sacados aparte para dejar atrás todo lo que me impedía amar a
Dios y a los hermanos.
Sobre la caridad (amor
hecho acción) la Iglesia nos enseña que la mejor forma de vivir está es por
medios de las obras de misericordias ya sean espirituales o corporales. Cada
vez que realizamos algunas de las obras de misericordias con las aptitudes e
intenciones correctas sin duda alguna estamos actuando y haciendo realidad
palpable él amor. No podemos olvidar que
él amor viene de Dios y más aún Dios es Amor.
Mi abuelo solía decir la expresión:
“a Dios rogando y con él mazo dando”. Tenemos que pedirle a Dios (oración,
sacramentos), pero debemos hacer nuestra parte también (amor, caridad {obras de
misericordias espirituales y corporales}).
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