Segunda Palabra: “Yo te aseguro: hoy estarás conmigo en el Paraíso” (Lc. 23, 43).
Invocación al Espíritu Santo
Invocación al Espíritu Santo
Ven Espíritu
Santo
Ven, Espíritu Santo, llena los corazones de
tus fieles y enciende en nosotros el fuego de tu amor. Envía, Señor, tu Espíritu y renueva la faz de
la Tierra.
Oh Dios, que llenaste los corazones de tus
fieles con la luz del Espíritu Santo; concédenos que, guiados por el mismo
Espíritu, sintamos con rectitud y gocemos siempre de tus consuelos. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.
Segunda Palabra: “Yo te
aseguro: hoy estarás conmigo en el Paraíso” (Lc. 23, 43).
Nuevamente es San Lucas quién nos presenta esta segunda
palabra. En todos los records que hay sobre
las crucifixiones que realizaban los romanos no hay ninguna donde se condene a
una sola persona.
Hay teólogos que dicen que si Barrabas no hubiese sido
liberado también posiblemente hubiese sido crucificado junto a Jesús. Claro está, esto es solo una especulación. Pero no fue así porque debía cumplirse la
voluntad del Padre Dios.
En los evangelios vemos cómo todos los presentes
en la crucifixión desde los saldados hasta los líderes religiosos y el pueblo
se burlaban de Jesús. Esta vez fue uno
de los ladrones crucificado junto a Jesús (ver Lc. 23, 39-42).
“Uno de los malhechores que estaban crucificados con Jesús lo insultaba:
‘¿No eres tú el Mesías? ¡Sálvate a ti mismo y también a nosotros’” (Lc. 23, 39). Entonces el otro ladrón, “el buen ladrón” cómo lo llama la Tradición de la Iglesia le dice al
otro ladrón (que acaba de insultar al Señor): “¿No temes a Dios tú, que estás en el mismo suplicio? Nosotros lo hemos merecido y pagamos por lo
que hemos hecho, pero éste no ha hecho nada malo” (Lc. 23, 40-41). Luego este
le dice al Señor: “Jesús acuérdate de mí
cuando llegues a tu reino” (Lc. 23, 42).
Esta es la única vez que Jesús le promete durante
su vida terrena a alguien la entrada al Paraíso o al Cielo.
Aquí sale quizás la única persona que le dijera
algo bueno y no fuera una ofensa o burla a Jesús. San Pablo expresa este deseo de estar con
Jesús en el Cielo o Paraíso (ver Fil. 1, 23; 2Cor. 5, 6-9). Si nos fijamos bien antes que “el buen ladrón” le pidiera la entrada
al reino el acepta sus culpas y sus consecuencias cómo lo fue en este caso la
crucifixión.
Esto nos debes recordar que los pecados no solo sé
nos son perdonados, (por medio del Sacramento de la Reconciliación) sino que
debemos hacer retribución (para aquellos pecados que se puedan hacer
retribución) de estos.
Por los pecados que no puedan ser retribuidos la
Iglesia nos exhorta a que hagamos penitencia y mortificación. Lamentablemente, estas son dos palabras de
las cuáles ya casi no sé hablan en la Iglesia.
Aquí vemos además la oración sencilla, pero a la
vez directa. Recordemos que la oración
debe ser siempre con sencillez y con humildad.
La oración no debe tener soberbia ni orgullo ni mucho menos
presunción. Veremos que nuestra oración
va a ser respondida (tarde o temprano) de la misma forma que lo fue con el buen
ladrón.
Hoy quiero pedirle al buen ladrón que está con
Jesús en el Paraíso que interceda por cada uno de nosotros.
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