Tercera
Palabra: “Mujer
ahí tienes a tu hijo. Luego le dice al discípulo (amado): ahí tiene a tu madre”
(Jn. 19, 26-27).
Invocación al Espíritu Santo
ORACIÓN
AL ESPÍRITU SANTO (de San Juan XXIII – adaptación)
Espíritu
Santo, perfecciona la obra que Jesús comenzó en mí.
Apura
para mí el tiempo de una vida llena de tu Espíritu. Mortifica en mí la presunción natural.
Quiero
ser sencillo, lleno de amor de Dios y constantemente generoso. Que
ninguna fuerza humana me impida hacer honor a mi vocación cristiana.
Que
ningún interés, por descuido mío, vaya contra la justicia.
Que
ningún egoísmo reduzca en mí los espacios infinitos del amor.
Todo
sea grande en mí. También el culto a la
verdad y la prontitud en mi deber hasta la muerte.
Que la
efusión de tu Espíritu de amor venga sobre mí, sobre la Iglesia y sobre el
mundo entero.
Tercera
Palabra: “Mujer
ahí tienes a tu hijo. Luego le dice al discípulo (amado): ahí tiene a tu madre”
(Jn. 19, 26-27).
Al igual que las Bodas de Cana
Jesús llama a María “mujer”. Esto no es una falta de respeto o desprecio
cómo suelen decir algunos de los hermanos que están separados del “Seno de la Iglesia”.
Hay una razón teológica para
esto. Si nos fijamos bien en los nombres
de Adán y Eva (significan ‘primer hombre’
y ‘primera mujer’
respectivamente). Eva cómo es llamada en
el Génesis es “mujer” (ver Gn. 2, 25;
Gn. 3, 1-19) ya que esa sería su función.
Hasta ese momento (Gn. 3, 1-19) esta primera mujer todavía no había sido
nombrada Eva (ver Gn. 3, 20). Desde ese
momento Eva es considerada como “la madre
de los vivientes”. Es por eso por lo
que bíblicamente hablando “el ser mujer”
tiene una connotación muy directa con “el
ser madre”.
Lo que sé supone que fuera Eva
antes de la caída por causa del pecado de desobediencia a Dios, la mujer y
madre santa e inmaculada, lo viene a ser María (claro está, por la gracia y
voluntad de Dios cómo lo había sido con Eva).
Desde ese momento María pasa a ser la “nueva Eva” y Madre de los creyentes y Cristo Jesús por
consecuencia lógica pasa a ser “el nuevo
Adán” (ver Rm. 5, 12-21).
Otro punto por considerar aquí,
que considero muy oportuno a mencionar es el siguiente. Mucho se escucha hablar y hasta criticar que
María tenía más hijos. Nos dice el CIC #
110 que para interpretar apropiada y correctamente la Palabra de Dios hay que
tener en cuenta algunos contextos.
Algunos de estos contextos lo son: las creencias y costumbres de la
época, los géneros literarios, los leguajes originales de los textos bíblicos, etc.
La Ley Mosaica establecía que
cuando moría un hijo (usualmente el mayor) sé la dejaba a otro hijo (usualmente
menor) la custodia o el cuidado de su madre.
Si María hubiese tenido más hijos menores que Jesús no hubiese tenido el
Señor que darle a su Madre al “discípulo
amado” a quién la tradición de la Iglesia identifica cómo Juan el
Evangelista.
Sentido
Espiritual… veamos ¿Por qué nos conviene esta tercera palabra? En un caso en corte no es lo mismo a que no defienda
un abogado a que nos defienda todo bufete o despacho de abogados, que pueda
tener 8 a 10 abogados trabajando juntos.
Algo así sucede en el Cielo.
Cristo
es el único mediador entre Dios y los hombres (ver 1Tim. 2, 5). En esto ningún católico debe tener duda
alguna. Pero una cosa es mediar y otra
es interceder.
Mediar
es “hablar ante alguien en favor de otra persona para conseguirle
un bien o librarla de un mal” (buscador google). Mientras que interceder es “hablar con alguien en favor de otra
persona” (www.es.thefreedictionary.com). Aunque en el mundo secular los diccionarios
pongan cómo sinónimos mediar e interceder bíblica y teológica hablando no son
lo mismo.
La
Salve (Salve Regina)
Dios te
salve, Reina y Madre de misericordia, vida, dulzura y esperanza
nuestra. Dios te salve.
A Ti
clamamos los desterrados hijos de Eva, a Ti suspiramos, gimiendo y
llorando en este valle de lágrimas.
Ea, pues,
Señora Abogada Nuestra, vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos, y
después de este destierro, muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre.
Oh,
clemente, oh piadosa, oh dulce Virgen María.
Ruega por
nosotros, Santa Madre de Dios, para que seamos dignos de alcanzar las
promesas de Nuestro Señor Jesucristo.
Amén.
En esta ocasión, quiero con
filiar afecto, pedirle a María la Madre de Nuestro Señor Jesucristo, el que
venció la muerte con su resurrección que ore e interceda por cada uno de
nosotros.
Escríbenos tus comentarios…
¡Que Dios en su infinito amor y
misericordia los bendiga a todos!
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