19 de marzo de 2018

Las Siete Palabras de Jesús en la Cruz: Tercera Palabra…



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Tercera Palabra: “Mujer ahí tienes a tu hijo. Luego le dice al discípulo (amado): ahí tiene a tu madre” (Jn. 19, 26-27).

Invocación al Espíritu Santo
ORACIÓN AL ESPÍRITU SANTO (de San Juan XXIII – adaptación)
Espíritu Santo, perfecciona la obra que Jesús comenzó en mí.
Apura para mí el tiempo de una vida llena de tu Espíritu.  Mortifica en mí la presunción natural.
Quiero ser sencillo, lleno de amor de Dios y constantemente generoso.  Que ninguna fuerza humana me impida hacer honor a mi vocación cristiana.
Que ningún interés, por descuido mío, vaya contra la justicia.
Que ningún egoísmo reduzca en mí los espacios infinitos del amor.
Todo sea grande en mí.  También el culto a la verdad y la prontitud en mi deber hasta la muerte.
Que la efusión de tu Espíritu de amor venga sobre mí, sobre la Iglesia y sobre el mundo entero.
Tercera Palabra: “Mujer ahí tienes a tu hijo. Luego le dice al discípulo (amado): ahí tiene a tu madre” (Jn. 19, 26-27).
Al igual que las Bodas de Cana Jesús llama a María “mujer”.  Esto no es una falta de respeto o desprecio cómo suelen decir algunos de los hermanos que están separados del “Seno de la Iglesia”. 
Hay una razón teológica para esto.  Si nos fijamos bien en los nombres de Adán y Eva (significan ‘primer hombre’ y ‘primera mujer’ respectivamente).  Eva cómo es llamada en el Génesis es “mujer” (ver Gn. 2, 25; Gn. 3, 1-19) ya que esa sería su función.  Hasta ese momento (Gn. 3, 1-19) esta primera mujer todavía no había sido nombrada Eva (ver Gn. 3, 20).  Desde ese momento Eva es considerada como “la madre de los vivientes”.  Es por eso por lo que bíblicamente hablando “el ser mujer” tiene una connotación muy directa con “el ser madre”.
Lo que sé supone que fuera Eva antes de la caída por causa del pecado de desobediencia a Dios, la mujer y madre santa e inmaculada, lo viene a ser María (claro está, por la gracia y voluntad de Dios cómo lo había sido con Eva).  Desde ese momento María pasa a ser la “nueva Eva” y Madre de los creyentes y Cristo Jesús por consecuencia lógica pasa a ser “el nuevo Adán” (ver Rm. 5, 12-21).
Otro punto por considerar aquí, que considero muy oportuno a mencionar es el siguiente.  Mucho se escucha hablar y hasta criticar que María tenía más hijos.  Nos dice el CIC # 110 que para interpretar apropiada y correctamente la Palabra de Dios hay que tener en cuenta algunos contextos.  Algunos de estos contextos lo son: las creencias y costumbres de la época, los géneros literarios, los leguajes originales de los textos bíblicos, etc.
La Ley Mosaica establecía que cuando moría un hijo (usualmente el mayor) sé la dejaba a otro hijo (usualmente menor) la custodia o el cuidado de su madre.  Si María hubiese tenido más hijos menores que Jesús no hubiese tenido el Señor que darle a su Madre al “discípulo amado” a quién la tradición de la Iglesia identifica cómo Juan el Evangelista.
Sentido Espiritual… veamos ¿Por qué nos conviene esta tercera palabra?  En un caso en corte no es lo mismo a que no defienda un abogado a que nos defienda todo bufete o despacho de abogados, que pueda tener 8 a 10 abogados trabajando juntos.   Algo así sucede en el Cielo. 
Cristo es el único mediador entre Dios y los hombres (ver 1Tim. 2, 5).  En esto ningún católico debe tener duda alguna.  Pero una cosa es mediar y otra es interceder. 
Mediar es hablar ante alguien en favor de otra persona para conseguirle un bien o librarla de un mal” (buscador google).  Mientras que interceder es hablar con alguien en favor de otra persona” (www.es.thefreedictionary.com).  Aunque en el mundo secular los diccionarios pongan cómo sinónimos mediar e interceder bíblica y teológica hablando no son lo mismo.
La Salve (Salve Regina)
Dios te salve, Reina y Madre de misericordia, vida, dulzura y esperanza nuestra. Dios te salve. 
A Ti clamamos los desterrados hijos de Eva, a Ti suspiramos, gimiendo y llorando en este valle de lágrimas.
Ea, pues, Señora Abogada Nuestra, vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos, y después de este destierro, muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre.
Oh, clemente, oh piadosa, oh dulce Virgen María. 
Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios, para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor Jesucristo.  Amén.
En esta ocasión, quiero con filiar afecto, pedirle a María la Madre de Nuestro Señor Jesucristo, el que venció la muerte con su resurrección que ore e interceda por cada uno de nosotros.
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¡Que Dios en su infinito amor y misericordia los bendiga a todos!

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