Saludos
hermanos católicos…
Me
puede dar textos que Jesús es Dios para mas instruido en la Palabra ya que
estoy empezando crecimiento de la fe católica.
Pregunta realizada en el Grupo de Facebook: Preguntas
Bíblicas Católicas.
Respuesta:
Cuando
hablamos de los evangelios en primer lugar hay que entender que estos no son
libros de historia (en el sentido que hoy en día sé entiende) cómo tampoco son
libros de datos. Los evangelios son
libros de revelación ya que es Cristo quién es el culmen y fundamento de la
Revelación. Los por de los eventos que
sé dieron en ambos testamento pero el evento primordial que encierra la
revelación de Dios hacía el hombre es el pacto o la alianza.
Los
evangelios (y las cartas paulinas y católicas) además reflejan lo que la
Iglesia llama la cristología. La
cristología es el estudio de Cristo o de Jesús en cuanto a su mesianidad de
refiere. Recordemos que las palabras ‘cristo’
(griego) y ‘mesías’ (hebreo) son sinónimos (que significan lo mismo) y ambas
significan “aquel que fue ungido”.
Los bautizados
somos cristianos no solo porque fuimos bautizados por medio de la ablución
(echar o sumergir en el agua) sino que además porque fuimos ungidos en el
Bautismo. Estas unciones (ya que son dos
veces que sé nos unge en el Bautismo) son símbolos y signos palpable y visible
del Espíritu Santo con sus dones (virtudes, etc.) que recibimos en el
Sacramento del Bautismo.
Los
tres Evangelios Sinópticos (Mateo, Marcos y Lucas) que son similares y muchos
de sus textos poseen una concordancia paralelas nos presentan una ‘cristología
baja’. La cristología baja sé
caracteriza en mostrar progresivamente (poco a poco) que Jesús es Dios
comenzando desde su vida terrena y todo lo que hacía cómo ser humano hasta
llegar finalmente a su divinidad con su resurrección y ascensión.
El
Evangelio de San Juan por su parte nos presenta lo que en teología suele
llamarse ‘cristología alta’. Este tipo
de cristología muestra la divinidad del Señor directamente y desde el inicio
(ver y leer Jn. 1, 1-18) de su evangelio.
Cuando leemos este evangelio joánico notaremos que es mucho más
espiritual que los demás evangelios (aunque todos de una u otra forma son
espirituales).
El
Catecismo de la Iglesia Católica (CIC) nos dice: “A través de todas las
palabras de la sagrada Escritura, Dios dice sólo una palabra, su Verbo único,
en quien Él se da a conocer en plenitud (cf. Hb 1, 1-3)” (CIC # 102).
Este mismo numeral del CIC
citando a San Agustín nos dice: “Recordad que es una misma Palabra de
Dios la que se extiende en todas las escrituras, que es un mismo Verbo que
resuena en la boca de todos los escritores sagrados, el que, siendo al comienzo
Dios junto a Dios, no necesita sílabas porque no está sometido al tiempo” (San
Agustín, Enarratio in Psalmum,103,4,1).
El
texto más directo que nos habla de la divinidad de Jesús (que ya mencioné) esta
en el Evangelio de San Juan: “En el principio existía el Verbo, y el Verbo
estaba junto a Dios, y el Verbo era Dios” (Jn. 1, 1). Continúa diciéndonos el hagiógrafo o autor
bíblico que el Verbo (o sea Jesús ante de su encarnación) era eterno: “El
estaba en el principio junto a Dios” (Jn. 1, 2).
Esto es
de suma importancia ya que una de los atributos o características de Dios es
que es eterno. Cómo muy bien dijo San
Agustín, El (Cristo Jesús) no esta sometido al tiempo o sea a nuestros tiempo
(pasado, presente y futuro) que es llamado cronos. El tiempo de Dios que suele ser llamado kairós
es cómo ya he explicado otras veces un eterno presente.
Otro
ejemplo muy grande de la divinidad del Señor nos los presenta San Pablo en la
Carta a los Filipenses (ver y leer Fil. 2, 5-11). La Biblia de Jerusalén Latinoamericana expone
los primeros versículos de este texto paulino de la siguiente forma: “Tengan
entre ustedes los mismos sentimientos de Cristo. El cuál siendo de condición divina no codició
el ser igual a Dios sino que sé despojo a si mismo tomando la condición de
esclavo” (Fil. 2, 5-7).
Este
mismo texto más adelante nos dice que Cristo fue obediente al Padre incluso
hasta someterse una muerte en la cruz el Padre Dios lo exaltó y le otorgo el
nombre que esta sobre todo nombre para rendirle adoración y culto. Así de esta forma con nuestro testimonio y
con nuestra vida diaria reconocer el Señorío de Jesús para la gloria de Dios
Padre (ver y leer Fil. 2, 8-11).
Cuando
el Ángel Gabriel le anunció a María (ver y leer Lc. 1, 26-38) que ella habría
de llevar en su seno al Creador del mundo (ver y leer Col. 1, 15-20) este le
indica a María que habría de ser llamado Hijo del Altísimo (ver y leer Lc. 1,
32). Más adelante cuando María le
pregunta ¿Cómo va a ser eso si no conozco varón? El ángel le dice que el Espíritu Santo vendrá
sobre ella y la cubrirá con su sombra y por eso el que habría de nacer será
llamado Hijo de Dios (ver y leer Lc. 1, 34-35).
Aquí
hay dos puntos que son de vital importancia.
En primer lugar tenemos la intervención y acción del Espíritu Santo. Si el hijo que María fuese a tener no fuera
Dios no fuera necesaria a la acción del Espíritu Santo.
En
segundo termino tenemos el título ‘Hijo de Dios’. Los pueblos semitas (los semitas son
considerados los pueblos cuyos habitantes sé les consideran descendientes de
Sem hijo segundo de Noé… ver y leer Gn. 5, 32; Gn. 6, 10) usaban la palabra
‘hijo’ con una connotación mucho más amplia que el de filiación (ser hijo
de). Por ejemplo y según la Enciclopedia
Católica solían
usar la palabra ‘hijo’ en distintas situaciones o circunstancias: a un guerrero
o a un héroe era llamado ‘hijo de la fuerza’; a un condenado a muerte era
llamado ‘hijo de la muerte’; a los discípulos de un profeta solían ser llamado
‘hijo de profeta’; y de esta forma sé podría extender largamente la lista de
los usos de la palabra ‘hijo’.
En el
Antiguo Testamento sé le llamó ‘hijo de Dios’ a aquellos que tenían una
relación íntima y especial con Dios. Aquí podemos mencionar de especial manera a
los profetas que solían llamarse (y los llamaban) ‘hijos de Dios’. Los ángeles
fueron llamados también ‘hijos de Dios’ (ver y leer Job 1, 6; Job 2, 1). El
Salmo 89(88) {versículo 7} el hagiógrafo o autor sagrado usa la expresión
“hijos de los dioses” para identificar a los paganos.
Aquí el
hagiógrafo hace la pregunta ¿Quién entre los paganos sé puede comparar con
Yahvé Dios? (ver y leer Sal. 89, 2-11).
Este salmo que es uno de los salmos más largos con 52 (bueno 51 ya que
el salmo comienza con el versículo 2) versículos y lo que hace el autor sagrado
es cantar y proclamar la fidelidad de Dios.
El
Libro de la Sabiduría nos presenta otro ejemplo hablando del impío (ver y leer
Sb. 1, 16-2, 24) el cuál cómo nos indica este hermoso libro del Antiguo
Testamento: “Presume de conocer a Dios y se presenta cómo hijo de Dios” (Sb. 2,
13). Te recomiendo leer el capítulo 3 y
parte de capítulos 4 y 5 también que siguen hablándonos sobre este tema.
Este
termino ‘hijos de Dios’ fue aplicado categóricamente a los israelitas (ver y leer Dt. 14, 1-2).
Desde aquí y el capítulo 14 (hasta el versículo 21) sigue el autor
sagrado advirtiendo que no asuman en sus vidas las practicas paganas. De manera similar, el Libro del Éxodo nos dice
que Israel es el ‘hijo primogénito de Dios’. Moisés y Aarón le indican al faraón que dejara
salir al desierto para que Israel le diera culto a Yahvé Dios (ver y leer Ex.
4, 22-23).
Hay que resaltar algo sumamente importante que en ninguna
parte del Antiguo Testamento donde sé aplica el termino ‘hijo de Dios’ ni una
sola vez aparece escrito la palabra ‘hijo’ con ‘h’ mayúscula (H). Cómo veremos en el Nuevo Testamento solo
aparece ‘hijo’ con ‘H’ mayúscula cuando sé refiere a Cristo Jesús.
Aquí es de vital importancia entender el contexto
lingüístico (ver y leer CIC # 110). Enfoquémonos
en la expresión “la madre de mí Señor”.
En hebreo el termino para ‘Señor’ es ‘Adonaí’ y este termino desde el
Antiguo Testamento era usado solo para Dios.
De hecho, ‘Adonaí’ es el plural de ‘Adon’. Podríamos decir (y esto es una opinión mía muy
personal) que los hagiógrafos bíblicos al usar la expresión ‘Adonaí’ intuían que
eran más de uno en cuanto a personas divinas.
Que quede muy claro, aquí no hablo de pluralidad de dioses sino de las
personas divinas (Padre, Hijo y Espíritu Santo). Cómo indique previamente esto es solo una
opinión mía muy personal.
De todos los eventos bíblicos en que más nos muestra la
divinidad de Cristo Jesús es sin duda alguna la Resurrección (ver y leer Mt. 28,
1-10; Mc. 16, 1-11; Lc. 24, 1-10; Jn. 20, 1-18) es la de mayor trascendencia y magnitud. Pero no
solo fue el hecho de la resurrección cómo tal sino que sé apareció a algunos de
sus discípulos. San Mateo nos dice que
el Señor le da instrucciones para que fueran a Galilea para darles las “ultimas
instrucciones antes de retornar al Padre” (ver y leer Mt. 28, 16-20).
Además San Pablo afirma categóricamente que el Señor
Resucitado sé la apareció a más de 500 personas (ver y leer 1Cor. 15, 1-11). Es muy importante aquí entender el contexto
cultural (ver y leer CIC # 110). Al
igual que las dos multiplicaciones de los panes (ver y leer {primera} Mt. 14, 13-21 y {segunda} Mt. 15, 32-39) y los peces por
ser en cierto sentido una ‘cultura machista’ solamente eran contados los
varones.
En mí opinión (también muy personal) de todas las
apariciones que Jesús hace ya resucitado la más impresionante es la de los
discípulos de Emaús (ver y leer Lc. 24, 13-35; Mc. 16, 12-13). Si prestamos atención a este texto lucano
notaremos que aquí Jesús ejerció la función de catequista.
Este texto de los discípulos de Emaús tiene un cierto
paralelismo con el relato de Felipe cuando bautiza a un eunuco (ver y leer Hch.
8, 26-40). En primer lugar, podemos
apreciar cómo el eunuco no entendía lo que estaba leyendo (Profeta Isaías). Podríamos decir que él tenía los ojos
espirituales cerrados. Podemos apreciar
también que Felipe fue ‘catequista’ explicando la Buena Nueva de Jesucristo al eunuco.
Notemos además que el eunuco fue ‘catequizado’
primero y luego fue bautizado.
Creó que es muy meritorio señalar que esta catequesis de
Felipe al eunuco se dio relativamente muy cerca a la Resurrección del Señor y esto
estaba en todo su candor entre las primera generación de los cristianos. Por otra parte es muy meritorio es señalar que
por el testimonio que dieron los Apóstoles y las primeras generaciones de
cristianos (judeo-cristianos) la evangelización dentro de los pueblos paganos fue
fructífera.
Esto no quiere decir que fuese todo ‘color de rosa’ sino que
con todas sus dificultades con la gracia y el don del Espíritu Santo pudieron
sobrepasar grandes obstáculos. El fruto
mayor esto que acabo de mencionar, aunque suene paradójico, fueron los mártires. De hecho la palabra ‘mártir’ significa ‘testigo’. El martirio es la expresión máxima del
testimonio cristiano. Aunque no sé suele hablar de esto en las clases de
Historia de la Iglesia (ya sea en las escuelas y universidades católicas y las
clases de catequesis en la comunidades eclesiásticas o parroquiales) fueron
muchos los convertidos al cristianismo gracias al ejemplo que vieron en los mártires.
Hay muchísimos textos bíblicos que de una forma u otra
nos hablan de la divinidad de Jesús.
Podrimos escribir mil paginas (y más 7 veces esa cantidad) y no nos darían
a vasto. Es de vital importancia entender
primero que Jesús es el Verbo Encarnado.
San Juan en el inicio de su evangelio nos dice: “En el principio existía
el Verbo, y el Verbo estaba junto a Dios, y el Verbo era Dios. El estaba en el principio junto a Dios. Por medio de el sé hizo todo, y sin el no sé hizo
nada de cuanto sé ha hecho. En el estaba
la vida, y la vida era la luz de los hombres” (Jn. 1, 1-4). ¡Más directo que esto imposible!
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