28 de abril de 2013

¡Les doy un Mandato Nuevo! (Quinto Domingo de Pascua)


¿Cuántas veces le preguntamos a alguien o nos preguntan a nosotros si leemos la Biblia?  La respuesta más común es “sí.”  La palabra biblia significa colección de libros o biblioteca.  Como sabemos está compuesta por dos partes o secciones fundamentales el Antiguo y Nuevo Testamentos.  Es también conocido que la Biblia contiene lo que conocemos como la Palabra de Dios.  Hay que distinguir que la Palabra de Dios para los católicos no solamente está en lo que conocemos como Biblia o sea escrita.  Toda la Palabra de Dios o la Revelación Divina está contenida en la Biblia (escrita) y en la Tradición de la Iglesia que la Iglesia ha mantenido viva desde el mismo tiempo de los Apóstoles.

16 de abril de 2013

Consulta & Respuesta: Como Animar a la Comunidad a participar de la Liturgia




Consulta:

De qué manera puedo animar a mi comunidad a que participen en la iglesia y durante la liturgia en un país al que no es el suyo y sacerdote no tiene interés en la comunidad.

Respuesta:

Saludos Is…

Espero en Cristo Jesús que estés muy bien junto a tus seres queridos. 

La pregunta y consulta que me estás haciendo es muy común especialmente aquí en los Estados Unidos.  Las razones pueden literalmente ser infinitas pero entre las más comunes están:
Ø Un idioma y una cultura distinta a la nuestra…
Ø Las prioridades con las que llegamos aquí…
Ø La apatía o indiferencia que puedan visualizar por los líderes religiosos (incluyendo y especialmente laicos).

Mencionas que tienen un (o varios) sacerdotes que no tienen interés por la comunidad.  Esto sin duda alguna es un factor en contra pero a la vez no es difícil de superar.

Recordemos que los sacerdotes, a los cuales les debemos mucha oración son seres humanos.  Esto implica que tienen virtudes pero a la vez tiene vicios.  Precisamente por esto (por sus virtudes y vicios) tenemos que orar mucho por ellos.

Además de orar por nuestros presbíteros (AKA sacerdotes) es muy recomendable integrarlos a la comunidad especialmente si estos no son hispanos o latinos como nosotros.  Invitarlos a cenar, cuidar y preocuparnos por su vida, estén bien (velar por su salud, que se alimenten bien, etc.) claro todo esto dándoles su privacidad también.  En fin, es sumamente importante que ellos se sientan apreciados, queridos y aunque no sean nuestros paisanos crear un ambiente en el cual ellos se sientan como si lo fueran.  Con esto vuelvo insisto mucha oración.

En cuanto a las prioridades por las cuales llegamos aquí al norte de este continente americano hay que tener muy claro que para la mayoría de los hispanos la prioridad fundamental es hacer dinero ($$) para enviar a nuestros países.  No digo que esto esté mal, por el contrario está muy bien pero como cristianos y bautizados que somos con un compromiso con Cristo y la Iglesia no podemos perder de perspectiva cual es nuestro fin que es la evangelización y de esta forma formar parte del Reino de Dios que el mismo Jesús nos anunció.

Sobre la indiferencia de la cual menciono en nuestros líderes religiosos aunque no quisiéramos admitirlo es una realidad muy cierta.  Es un deber de toda la comunidad trabajar para mejorar esta situación.  Es deber de toda la comunidad pero solo hace falta una persona que vaya creando conciencia de esta situación.  Veras que poco a poco otros también te apoyaran.  La herramienta principal para esto (y para todo en la comunidad) es la oración.  Recuerda lo que nos dice San Pablo que cuando no sepamos qué y cómo orar el mismo Espíritu Santo orará por nosotros.

Lo que menciones anteriormente de integrar a los sacerdotes a la vida de la comunidad (cenar con ellos, cuidando por ellos etc.) sin duda poder otra herramienta para ir curando la enfermedad espiritual de la apatía que ellos puedan tener.  Recuerda que Jesús usaba elementos de nuestro medio ambiente para fuera para curar (saliva y tierra) o llevar un mensaje (parábola o comparación en base a cosas de la vida diaria).  Lo que podamos hacer humanamente hablando para ayudar a los sacerdotes a mejorar su vida diaria sin duda alguna se reflejara en su vida emocional y espiritual.

Recuerda que la Iglesia Católica (a nivel universal) es mega-comunidad.  Las diócesis (Iglesias Locales) forman una gran-comunidad integrada por  parroquias, misiones, etc., etc.  La parroquia forma una comunidad integradas por pueblo(s), barrios, vecindades, etc., etc.  En fin la Iglesia Jesucristo la fundo para vivir en comunidad.  La Iglesia es un Cuerpo Vivo es una Comunidad cuya Cabeza es Cristo. Cristo delego a un grupo de personas y por ende también a sus sucesores (Apóstoles y Obispos) para dirigir a esta comunidad de amor.   Es una comunidad que está basada en el modelo a la vez dirigida por la Comunidad Perfecta por excelencia que es la Trinidad Santa: Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo.

Como vez es de suma importancia crear conciencia (una y otra vez… más y más) de que hay que hacer y crear comunidad para vivir como una comunidad.  La comunidad es como la familia; tiene un padre, una madre, unos hijos y estos se van integrando los unos a los otros.  Siempre van surgir diferencia en cuanto a puntos de vistas (opiniones, etc.) pero teniendo en cuenta que forman parte de una comunidad cuya cabeza es Cristo van trabajando con esos pormenores o asuntos.  Sin olvidar la oración como vía de armonía y enlace amoroso que es núcleo de la comunidad.

Como veras esto requiere trabajo de conjunto.  Comenzando y finalizando con la oración.  Tanto personal como comunitaria.  Crear conciencia de que somos comunidad. Una comunidad con una ejemplo comunitario que el mismo Dios en sus Tres Santas Personas y cuyo centro es Cristo.

Espero que estas humildes letras te puedan servir de gran servicio y apoyo.  Cuenta con este servidor en la oración y todo lo que sea necesario.

Dios… Bendiga… Amen.

Daniel Caliz 

14 de abril de 2013

¡La Pesca Maravillosa! (Tercer Domingo de Pascua – Ciclo C)



Jesús resucitado asombró diversas ocasiones a sus Apóstoles y discípulos apareciéndoseles en formas menos esperadas.  Una de estas apariciones, la tercera, fue en la playa del Lago de Tiberíades (también conocido como mar de Galilea). 
Después de la Resurrección de Jesucristo, ha llegado para los apóstoles la hora de la misión. El número ciento cincuenta y tres (153) de peces pescados milagrosamente simboliza el carácter pleno y universal de la misión de los discípulos y de la Iglesia.  A Pedro, Cristo resucitado le dice por tres veces cuál ha de ser su misión: "Apacienta mis ovejas" (Juan 21, 1-19).  Después de Pentecostés los discípulos comenzaron a poner en práctica la misión que habían recibido, predicando la Buena Nueva de Jesucristo (Hch. 5, 27b-32. 40b-41).  Forma parte de la misión el que los hombres no sólo conozcan a Cristo, sino que también lo adoren como a Dios y Señor (Apocalipsis 5, 11-14).
Cada evangelista, en su forma peculiar y propia nos muestra como parte fundamental del mensaje de Jesús cual debe ser la misión universal de la Iglesia.  San Juan en el Evangelio de hoy recurre, siguiendo su estilo propio, a los símbolos. El mar como imagen del mundo, del conjunto de los hombres, era común en tiempos de Jesús y del evangelista; era igualmente común, al menos entre griegos y romanos, la imagen de la nave, ej. la nave del estado.
En nuestra liturgia de la Palabra vamos a ver que según los Hechos de los Apóstoles la misión se realiza mediante la predicación.  Los apóstoles han predicado a Jesucristo, sobre todo la grandeza del misterio de su muerte y resurrección, y las redes de la nave de la Iglesia comienzan a llenarse de peces.  Es tal el empuje y la eficacia de la predicación, que las autoridades judías se asustan y meten a los apóstoles en la cárcel. "Pero Pedro y los apóstoles respondieron: Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres".  Hoy en día se ha perdido de perspectiva el obedecer a Dios.  Como cristianos solo queda preguntarnos; quien ha recibido la misma misión de Jesucristo, ¿podrá renunciar a ella? ¿Podrá igualarla a cualquier otra misión en la vida?  A los apóstoles les parece imposible, y no tienen miedo a pagar cualquier (incluyendo la muerte o martirio) precio por realizar su misión.
El mundo ha llegado a ser en nuestros días una aldea global. Para los medios de la información, de las finanzas, de las ideas no existen fronteras. Una ceremonia pontificia puede verse simultáneamente en cualquier rincón de la tierra donde exista un televisor, y, gracias a Internet  puedes entablar un chat sobre cualquier tema con hombres y mujeres a miles de kilómetros de distancia de tu habitación.  Los cristianos, mediante todos estos instrumentos, entran en contacto con personas que tienen otra visión de la vida, que viven según otros modelos de existencia, que practican otra religión y aceptan otras creencias.  Este fenómeno puede suscitar cierto estado de crisis en los cristianos, puede incluso hacerles caer en un cierto relativismo religioso, pero puede ser por igual una estupenda ocasión para poner en práctica, en grandísima escala y con los medios más avanzados, la misión universal de la Iglesia.
¿Cuándo ha tenido la Iglesia más medios para predicar a Cristo desde los tejados, con sus numerosísimas antenas? Estamos quizá ante el reto histórico más imponente en la obra misionera universal de la Iglesia.  Esta gran misión universal no la llevan a cabo unos pocos misioneros en tierras no evangelizadas; la puede llevar cualquier cristiano, tú y yo la podemos llevar adelante, desde nuestras casas o desde nuestros escritorios.  Se ve claro que la misión universal de la Iglesia requiere que cada cristiano sea un hombre convencido de su fe, y esté preparado para dar razón de ella a quien se lo pida: en la calle, en la oficina, o en Internet.
Hoy más que nunca Jesús le sigue preguntando a Pedro (o sea Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco) ¿Pedro me amas?  Con la vida y testimonio extraordinario de estos “Pedros modernos” podemos ver que la contestación a esta pregunta (¿Pedro me amas?) es clarísimamente; “Señor tu sabes que amo.”  La contra-respuesta con ternura de Jesús “apacienta mis ovejas” sigue hoy más que nunca tan necesaria como en nuestros primeros siglos de historia del Cristianismo.  Esta misión de apacentar y guiar al Pueblo de Dios que Jesús le ha encomendado a los sucesores de Pedro y los demás Apóstoles (el Obispo de Roma y los demás obispos en plena comunión) es una tarea ardua no solo en el aspecto humano (administración) sino más bien en lo espiritual.  Hoy más que nunca su guía y dirección espiritual es de vital importancia.  ¡Oremos por nuestros pastores!
Pero más que preguntarles a los últimos sucesores de Pedro como cabeza visible de la Iglesia esta pregunta se torna universal y por ende nos las debemos de aplicar a cada uno de nosotros.  La respuesta claramente no puede ser únicamente verbal esa respuesta requiere acción, acción del testimonio diario de vida cristiana.  ¡Qué así nos ayude Dios con su gracia!

Consultas y Respuestas: Testimonios de Fe…

Las Bienaventuranzas como faro del examen de conciencia (Conclusión)

En estos tiempos en los medios de publicidad y de  “marketing”  (mercadeo) se nos presenta la felicidad temporera y efímera como si fuera  “...